Capítulo 13

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—Mi linaje es uno de los más antiguos, Edward.

—¿Eso qué quiere decir?

—Soy un vampiro tradicional —se limitó a decir—. Después te contaré más cosas —. Edward asintió.

—Ahora viene la pregunta más importante —el cobrizo sabía a lo que Estella se refería—. Te la ahorraré. Sangre humana, así que ese sería el monstruo completo —Estella se encogió de hombros.

—También lo hago.

—¿El qué?

—Me alimento de sangre humana —Estella asintió—. En realidad, es combinada con la de animal.

—¿Y eso te hace un monstruo? —Edward no contestó, aunque la rubia sabía cuál era la respuesta.

Cambiaron de tema y empezaron a platicar cosas sin sentido. La mayoría de las veces Estella molestaba al cobrizo, a lo que él solo rodaba los ojos y la dejaba hablar.

Edward sabía que, aunque fueran pareja, ella no dejaría de molestarlo y a él no le importaba, aunque le seguía frustrando el no poder leer su mente y saber lo que pasaba por la cabeza de la rubia Vlad.

Cuando menos se dio cuenta, Edward vio a unos metros de distancia una casa bastante grande, era tal vez unos metros más grande que la de él y muy bonita.

—Te dije que dejaría que me acompañaras a mi casa —sonrío Estella—. Es mejor que te vayas antes de que alguien... —no terminó de hablar porque su padre salió enojado, con Marian siguiéndolo.

El día parecía cubrirse nuevamente de las nubes grises. Ocultando el poco sol que había salido.

—¡Mi pequeña!

—¡Ay, no! —Estella fue abrazada por su madre mientras Gastón la veía con seriedad, le dio una mirada al cobrizo que lo hizo tragar ponzoña ante la seriedad que percibía.

—¿Qué fue lo que te pasó? —su madre tomó con delicadeza la mano de Estella, alzándola y llamando la atención de Gastón, donde su seriedad pasó a segundo plano por la preocupación.

—Todo es culpa de este vampirito de cuarta.

—No es culpa de Edward —su padre la llevó adentro de la casa, y Estella antes de entrar susurro un "lo siento", Edward solo asintió.

—Pasa, Edward. No te preocupes, Gastón es muy celoso con Estella, cree que sigue siendo su pequeña niña.

—No se preocupe señora Vlad, es normal, mi madre es igual conmigo —Marian comienza a adentrarse a la casa con Edward siguiéndola.

Se sentaron en el sofá de la sala. Edward veía el interior de la casa con curiosidad, parecía ser moderna, pero al mismo tiempo tenía cosas que sabía, eran muy antiguas.

—¿Gustas un jugo de plasma? Créeme, tantos años me han hecho una experta en la cocina vampírica —la mujer notó su error, haciendo que Edward soltara una pequeña risa.

—No se preocupe, Estella me lo ha dicho hace un rato.

—Pensé que tardaría en decírtelo. ¿Te mostró lo que el sol nos provoca? —el cobrizo asiente. Más que una pregunta, fue una afirmación, pues Marian suponía que por eso Estella había llegado herida.

—No sabía lo que pasaría. Si lo hubiera sabido, no dejaría que Estella se lastimara —Marian sonrió con ternura. Sabía que Edward era un buen vampiro y cuidaría de su hija. Al menos ella ya lo había aprobado, aún si apenas llevaban muy poco tiempo de que fueran novios.

La matriarca Vlad se levantó y desapareció de la vista del cobrizo durante unos minutos, hasta que volvió a aparecer, pero con dos vasos de un líquido espeso y rojo. Edward se tensó un poco.

Una Vampira Diferente «Edward Cullen»Where stories live. Discover now