Capítulo 21

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Edward y Estella se encontraban en su lugar, no habían tocado el tema sobre lo que había ocurrido en el Volvo, Estella se sentía nerviosa por dentro, pero no demostraba lo inquieta que estaba.

Edward pensaba en todo lo que había sentido hacía unas horas y miraba de reojo el cuello de la rubia, el cual tenía la marca de su dentadura y, por alguna extraña y retorcida razón, le gustaba que Estella tuviera esa marca.

—¿Qué te pareció? —habló Estella para romper el silencio.

No solo no habían tocado el tema, tampoco habían dicho más de dos palabras en dos horas. Algo que sin duda abrumaba a ambos.

—Fue... la mejor experiencia que he tenido —la pareja estaba recostada entre el pasto y las flores que empezaban a marchitarse—. Nunca me había sentido tan satisfecho.

—Bien —aunque Edward sabía que Estella algunas veces respondía con monosílabos, sabía que esta vez había algo que faltaba en esa respuesta, indicándole que no estaba del todo conforme con lo que él le había dicho.

—No quiero que pienses que solo pienso en alimentarme —dijo rápidamente el cobrizo—. La sensación que tuve al probar tu sangre es algo indescriptible, Estella. Es un sabor tan único y majestuoso, un sabor que nunca me hubiera imaginado.

—¿Cómo el de Isabella? —podría parecer que estaba celosa, pero la realidad era otra, sólo que ella aún no estaba lista para contarlo.

—No, la sangre de Isabella solo me causa ganas de beberla hasta que no quede ninguna gota, eso es la Tua Cantante para nosotros —Estella frunció el ceño, nunca había escuchado el término "Tua Cantante" o al menos no que ella recordara—. Desde que te conocí, tu aroma me atrae de diferentes formas, es tan único y atrayente, me dan ganas de estar contigo por siempre.

Estella sonrió ante las últimas palabras que el cobrizo dijo.

Sabía que no me equivocaría. Pensó para sus adentros.

—Bien —fue lo único que dijo, sin embargo, esa pequeña palabra había sonado completamente diferente a la anterior, Edward supo que había dicho lo que sea que Estella había querido escuchar.

—¿Qué piensas sobre mi propuesta? —inquirió el cobrizo.

—¿Sobre Chicago? —Edward asintió. Estella apoyó su codo en el suelo y recostó su cabeza sobre su mano, poniéndose de lado para mirar al cobrizo y este solo giró su cabeza en dirección a la rubia.

—Me gustaría, sólo que quisiera que lo dejáramos para otro fin de semana —Estella soltó un innecesario suspiro y prosiguió—. Yo... te quiero invitar a mi fiesta de cumpleaños, bueno, a ti y a tú familia.

Edward frunció el ceño y una sonrisa apareció en sus labios.

<<¿Qué?

—Nada, sólo que no sabía que tú cumpleaños es próximo —Estella asintió.

—Sabemos muchas cosas el uno del otro, pero nos falta conocernos más.

Edward asintió concordando con la rubia. Estiró los brazos en su dirección para que ella se acurrucara en su pecho, cosa que inmediatamente hizo.

Los sonidos del bosque los hacían sentir en paz, algo que definitivamente ambos disfrutaban. El cobrizo soltó un suspiro para comenzar a hablar.

—Mi nombre es Edward Antony Masen, ahora también Cullen —la rubia sonrió y antes de que Edward siguiera hablando, ella empezó.

—Mi nombre es Estella Lilianette Vlad.

Hermoso nombre. Pensó el cobrizo.

—Nací el 20 de junio de 1901 —Estella agarró la mano de Edward y comenzó a jugar con sus dedos.

—Yo nací el 13 de febrero de 1796.

—Pensaba que yo era mayor que tú —musitó el cobrizo y Estella negó.

El resto de la tarde estuvieron hablando sobre su vida anterior, gustos y demás.
Esa tarde fue hermosa tan solo porque ellos dos estaban juntos.

Estella se sentía feliz de que Edward haya bebido de ella, pero también sabía la reprimenda que se llevaría por parte de su padre cuando llegara a casa.










En lo más alejado de la civilización, en un bosque en Transilvania, en medio de unas grandes montañas, se encontraba un grande castillo donde varios hombres y mujeres de piel pálida caminaban de un lado a otro con apresuro, llevando bandejas de plata con copas, otros con platos, cubiertos y demás.

En la cocina había al menos 10 hombres y 10 mujeres que ordenaban y checaban que todo estuviera listo cuando llegara la hora de cocinar. Se aseguraban de que todo estuviera perfecto y el que supervisaba todo era Nicolás Peruzzi.

—Las rosas negras van al centro de esta mesa —habla Nick mientras señala la mesa.

Sonríe satisfecho al ver que todo está siendo decorado a la perfección.

Un humo se forma en medio del gran salón para que segundos después aparezca un hombre con un traje negro, su cabello se encuentra peinado hacia atrás. Su porte es bastante elegante.

Todos los que se encontraban en el salón hicieron una reverencia ante su presencia, en muestra de respeto. El hombre hizo una seña para que siguieran con su trabajo y Nick se acercó a él.

—Ya casi está todo listo, Drácula —los demás vampiros siempre habían envidiado la confianza que Nicolás Peruzzi tenía con el rey de los vampiros.

Habían unos en específico que anhelaban tener esa confianza, pero solo por las ventajas y beneficios que les abrirían en el mundo sobrenatural, otros sabían que podrían gobernar si tenían en su poder algo que hiciera que el Conde desistiera de su cargo como el rey de los vampiros, pero todos sabían que sí querían ganarse la confianza del mismísimo Conde Drácula, la clave era su nieta, Estella Vlad, y muchos aprovecharían esa gran fiesta que el Conde organizaba para su nieta, aunque algunos tenían otros planes.






En el prado de Forks, en el lugar de la rubia y el cobrizo, ambos se encontraban hablando sobre lo que harían con la chica Swan. Edward le exponía a Estella que no quería hacerlo solo, así que la rubia dijo que lo ayudaría a que lo hiciera.

Ya estaba anocheciendo, así que tenían que volver a casa, a lo que Edward se ofreció de llevar a su novia a casa y esta no se negó.

Caminaron hasta la casa de la rubia Vlad mientras hablaban y bromeaban de diferentes cosas, así como experiencias que recordarán de los años pasados. Sabían que no se conocerían completamente o al menos no en tan pocos meses, pero ambos tenían la sensación de que estarían juntos por mucho tiempo.

Incluso una eternidad. 




Este capítulo fue más corto, pero díganme si les gustó.

Capítulo dedicado a motas_0989

Saludos a todos.

Jocelyn C.

Una Vampira Diferente «Edward Cullen»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora