Capítulo 31

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Los gritos de Estella Vlad resonaban por todo el lugar, llegando a los oídos de la humana, quien solo estaba encadenada en la misma celda desde que llegaron, había pasado una semana más, Estella sabía que su abuelo no tardaría en encontrarlas, pero ella demostraría que puede salir sin su ayuda, aunque aún no tenía idea de cómo hacerlo.

—¡Para! —la rubia gritó con dolor al estar bajo los rayos de Sol que entraban por la ventana en el mismo cuarto que la habían estado torturando desde el primer día que la llevaron—. ¡Nick!

Nicolás le hizo una seña a una vampiresa evolucionada para que cerrara nuevamente la ventana.

Estella vio como la chica brilló bajo la luz solar y no pudo evitar pensar en su prometido.

«Te extraño, bola disco» en otros momentos habría reído por su pensamiento, y se imaginaba a Edward rodando los ojos por decirle de esa forma para que después terminara aceptando que le gusta que ella le diga así, pero justo ahora sólo sentía el ardor en su espalda y brazos.

—¿Por fin me dirás que me amas, hermosa?

—Púdrete, Nicolás —el nombrado tensó la mandíbula e hizo una seña para que la vampiresa nuevamente abriera la ventana. Quemando una vez más a Estella y que esta pronto volviera a soltar gritos de dolor.

Pasaron cinco minutos hasta que Nick decidiera que era tortura suficiente por ese día.

—Me volverás a amar, hermosa —el vampiro acarició la mejilla de la rubia, esta trató de apartarse, pero Nick la agarró con fuerza del mentón—. Me volverás a amar —susurró lento. Sus manos recorrieron con lentitud el rostro de Estella y comenzaron a bajar hasta su cuello, donde la marca de la dentadura del cobrizo comenzaba a desparecer—, y yo seré el único que te marcará. Serás sólo mía.

Estella lo miró con rabia y le gruñó, sacando sus colmillos para que este se alejara.

<<Si no fuera por tu abuelo, estaríamos juntos desde hace mucho tiempo y no habrías tenido que conocer a ese vampiro que osa tenerte —el vampiro observó la mano de la rubia—, si tan solo la hubiera ayudado —murmura entre dientes lo último.

<<Encontraré ese anillo, Estella.

La rubia Vlad había escondido el anillo que Edward le dio de compromiso porque Nick había tratado de quitárselo.

Nicolás se alejó de ella y desapareció de su vista. Estella soltó un sonido lastimero por el dolor de su espalda al sentir a la vampiresa quitarle las cadenas que la sujetaban a la silla.

La chica observó como la rubia Vlad comenzaba a curar sus quemaduras lentamente.

En pocos minutos llegó a la celda en la que Ángela estaba. La humana rápidamente se acercó a Estella y pudo notar que sus heridas eran aún más intensas que las anteriores en todos los días que la habían torturado.

Ángela acercó su mano a los labios de Estella, pero esta negó mientras se arrastraba para alejarse un poco de la humana.

—Vamos, Estella, estaré bien.

—Las dos sabemos que eso no es cierto.

Ángela bajó con lentitud su mano y sus ojos enfocaron el suelo.

Estella había estado alimentándose de Ángela, aunque sea un poco para recuperarse más rápido de sus heridas, pero la humana no se había alimentado desde que las secuestraron y extraer sangre solo hacía que sus días prácticamente estuvieran contados.

Estella no le haría eso a ella y mucho menos a su hermano.

—Dijiste que era para que te recuperaras —susurró lo más bajo que pudo la humana.

Una Vampira Diferente «Edward Cullen»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora