Capítulo 10

10.4K 793 56
                                    

—¡Eso fue genial! —Estella abrazó a Nick. Se encontraban en la habitación de la chica hablando sobre lo que había pasado en el estacionamiento.

—Lo hice por los postres que hace tu madre, no por ti.

—Mentira, tú me amas —el chico soltó una risa ronca para después asentir—. Eso de "No se suele hablar del ex novio muy seguido", fue lo mejor.

—No mentí —se encoge de hombros—. Pero parece que en serio le gustas.

—A mí me gusta —lo había dicho. Estella Vlad había dicho en voz alta que le gusta Edward Cullen. El chillido de su madre y el bufido de su padre se escucharon hasta su habitación—. Y parece que le gusta jugar con la comida.

—Tu juego favorito —la rubia mueve una mano quitándole importancia.

—Eso era antes. Pero cuéntame, ¿Qué ha sido de tu vida?

—Con tu abuelo no me puedo aburrir —comienza a contar—. Fiesta en fiesta. Bocadillos deliciosos. Ya sabes, lo común.

La rubia asiente entendiendo. Se quedaron toda la tarde y toda la noche hablando sobre lo que habían hecho en los años que estuvieron separados, que, a decir verdad, eran bastantes años.

Nicolás Peruzzi había sido su novio por casi cinco años. En esa época, él la cortejaba, salían a citas, asistían a bailes. Lo común de la época, aunque solo era común para los de clase alta.

Ellos juntos rompían muchas reglas. Una de las razones por las que se habían tenido que mudar, fue porque habían descubierto su secreto y no todos habían salido bien.

Estella se culpaba, pero después descubrieron que no fue precisamente por ellos que los descubrieron. Solo confiaron en las personas equivocadas.

Cuando estaban por cumplir los cinco años, decidieron separarse. Tenían buena conexión, se complementaban. Prácticamente eran almas gemelas. Pero esa clase de almas gemelas que no están destinadas para tener un vínculo amoroso, eran más de un vínculo de hermandad, y eso les gustaba a ellos. Seguían teniendo su conexión, esa que no se quebrantó, aunque no fueran pareja.

Por otro lado, en la casa Cullen, un Edward muy alterado caminaba de un lado a otro en su habitación. Pensando si seguir con el plan de darle celos a Estella hasta que ella dijera que le gusta o dejarlo de lado y decirle que le gusta antes de que Nick intente regresar con ella.

Rosalie por otro lado, no ayudaba con sus pensamientos, haciendo que Edward se cabreara más.

Edward, ese chico es perfecto.
Es guapo, se viste bien, tiene personalidad y parece ser igual que Estella.
Ah, se me olvidaba, se ve que no es un reprimido.

Edward trataba de bloquear los pensamientos de Rosalie, pero se le hacía imposible. Y en el fondo sabía que ella tenía razón en lo que pensaba, sólo que no estaba listo para aceptarlo.

Cuando Carlisle llegó a casa, le pidió al cobrizo por medio de sus pensamientos que fuera a su despacho. ¿Quién mejor para calmar los instintos de Edward que su padre?

—¿Qué ocurre, Edward?

—Estella Vlad, eso es lo que ocurre —se acerca a la licorera donde Carlisle tenía una botella de sangre combinada de humano y animal, y se sirvió en un vaso, después se sentó en una de las sillas frente al escritorio y su padre.

Edward era el único que lo sabía, pero estaba claro que el olfato más desarrollado de los vampiros había hecho que los demás integrantes de la familia sospecharan.

Edward empezó a narrar el cómo se le había ocurrido darle celos a Estella y que, según su plan, estaba funcionando. Pero ahora había llegado el ex novio de Estella y él era el que ahora sentía celos.

Una Vampira Diferente «Edward Cullen»Where stories live. Discover now