44. El club de los cobardes

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La confianza se gana, y no siempre se refiere a terceros, a veces también es uno mismo y muchas veces esta es la más difícil de ganarse. Las inseguridades son tan fuertes que cualquier cosa que nos digan puede derrumbarnos a pesar de intentar lucir como si no nos afectara.

- ¿Puedo sentarme aquí?- pregunta Finn señalando el asiento vacío.

-Entonces... ¿ya no le tienes miedo a mi padre? - Pregunta Jeanne Hoffman- Aún es tu profesor, si mal no recuerdo.

-No le tengo miedo- ríe- tal vez respeto es la palabra que buscas, y no veo nada de malo en que me encuentre yo aquí, es el único asiento libre.

La clase del laboratorio no tenía asientos asignados y era normal que cualquiera pudiera elegir donde sentarse en clase. Finn ya había pasado bastante tiempo sin hablar con ella, e incluso un momento dudó en si debería sentarse con Jeanne o pedir a alguien que le cambiara el asiento. Aunque decidió arriesgarse.

Niega divertida-Si nos ve te va a matar.

Finn le dedica una sonrisa de lado y por fin toma asiento en el banco junto a ella.

-Nunca te hice nada malo, no sé porque me odia.

-Que tus padres sean geniales no quiere decir que el viejo Hoffman tenga una mentalidad tan abierta como ellos - murmura al momento en que la profesora de biología entra a clase-Además la ultima vez que hablamos fue porque te pedí los apuntes de esta clase y apenas querías mirarme.

El tener padres geniales era bastante cuestión de perspectiva. Mientras algunos anhelaban las libertades de otros, esos mismos anhelaban ser comprendidos o pasar más tiempo con ellos.

-Bien, tal vez si tenía un poco de miedo- dice en voz baja.

La profesora comienza a dar instrucciones sobre las actividades y luego decide poner un video sobre la mitosis pidiendo que hagan apuntes de este. Las luces se apagan y la luz del proyector no es lo suficientemente brillante para que la profesora pueda ver las bancas del fondo, en las cuales justamente se encuentran los chicos.

-Esto de sentarme contigo en clase me trae recuerdos- confieza la chica anotando el titulo en su cuaderno.

-Nunca tuvimos una clase juntos, Jeanne. Tú ibas en el curso con mi hermana hace un año.

-Pero si que íbamos al cine- se gira para verlo- Luego de las fiestas.

Finn aprieta sus labios intentando reprimir una sonrisa-La verdad es que no recuerdo ninguna película.

-Algo debí hacer bien entonces.

Estar sentado con Jeanne ya era una bandera roja, si el profesor Hoffman se enteraba de que seguía hablando con su hija luego de lo sucedido hace un año le haría la vida imposible. No podía arriesgarse a ello.

Discretamente mueve su banca y queda lo más alejado posible de ella. Suspenderlo o expulsarlo por hablar con Jeanne no era posible, pero seguramente encontraría la manera de reprobarlo en literatura.

Jeanne era bastante agradable, se habían conocido en una fiesta y la pasaron bien, ahí fue donde comenzó todo el asunto de ser amigos con beneficios, sin embargo ambos tuvieron la mala idea de llevar ese juego dentro de la escuela, lo cual le costó un año de escuela a Finn y una beca a la chica.

-He escuchado que ya no vives con tu hermana- murmura- en casa de tu padre.

Finn se tensa al escucharla, no quería hablar de ello ya que todavía le costaba aceptar lo que su padre le había dicho. Además su madre le había pedido pasar por ella en la salida del trabajo y le daba miedo encontrarse con su padre. Había escuchado parte de la conversación de sus padres el día anterior, y sabía que su padre parecía convencido de querer hablar con él. Aunque no estaba listo, no quería que volviera a herirlo cuando apenas estaba olvidando sus palabras de hacía una semana.

Epifanías de media nocheWhere stories live. Discover now