15. Perfecto.

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Cuando has venido de una familia conservadora, y con una madre que tiene una perspectiva muy estricta de la perfección es difícil deshacerte de las ideas que no te pertenecen. Ya que te han educado para creer que son tuyas.

Scott se encuentra en casa de su novia Valerie, sentado en uno de los bancos de la barra en la cocina. La chica había ido al baño así que se quedó esperando por ella. Desde su lugar se podía ver a través de la ventana como el hermano mayor de Valerie estaba en el jardín limpiando la piscina.

- ¡¿Qué haces?! -grita Valerie sacudiendo los hombros de su novio una vez que lo encuentra con la mirada perdida en la ventana.

Scott se estremece debido al susto lo cual le causó gracia a la chica. Se recarga en la barra y le dedica una mirada a su novio sin perder la sonrisa.

-Te odio- dice Scott mirándola mal al ver que no deja de burlarse.

-Yo también.

Val se acerca a él y deja un beso corto en sus labios. Una vez que intenta separarse el chico toma su cuello con fuerza y la obliga a quedarse donde está. Vuelve a estampar sus labios con los de ella e intenta disipar cualquier tipo de pensamiento de su cabeza.

Definitivamente no quería pensar en ello, no era posible que estuviera siquiera pensándolo cuando toda su vida creyó que no era así. Sí que disfrutaba de estar con Valerie, no era posible que las dudas vinieran así de pronto.

Tal vez era normal dudar un poco si no sintiera nada por ella, si no disfrutara de tener sexo con ella también, o si estuvieran comenzando a tener problemas. Pero no era normal que comenzara a dudar cuando verdaderamente estaban bien, cuando sabía que la quería y que quería seguir con ella. Mucho menos le era normal disfrutar tanto de tan solo ver a un chico en lugar de a una chica.

-Mi madre está arriba, Scott- murmura la chica separándose unos centímetros.

Ni tampoco que ese chico fuera el hermano de su novia.

No hace caso a lo que Valerie dice y como si quisiera probarse algo él mismo, pasa la mano que lleva en su cadera hasta su cadera. La chica suelta un chillido al no esperar que lo hiciera, pero cuando su novio se acerca para besarla de nuevo mueve su rostro a un lado.

-Scott- ríe- Si no es mamá será mi hermano por la ventana.

-Alguna vez me dijiste que era emcionante lo prohibido- dice por fin separándose de ella.

Se dedica a repasarla con la mirada y toda duda parece desvanecerse cuando su corazón se acelera al verla. La amaba y de eso no había duda, tantos años juntos no habían pasado en vano. Sus largas pestañas, su piel morena, su cabello negro y brillante, cada pequeña cosa de ella lo tenía completamente eclipsado desde hacía años.

-Eso fue cuando tenías dieciséis e íbamos a hacerlo por primera vez- murmura esto último-. Además, sabemos que era más prohibido todo para ti que para mí.

-Mamá y sus ideas de las apariencias- suspira y vuelve a abrazarla por la cintura-. Ya estoy harto de eso, no puedo esperar para irme a la universidad.

Ambos se conocían mejor que nadie, no era difícil para la chica cuando algo le pasaba a su novio.

- ¿Pasó algo nuevo? - le ofrece una cálida sonrisa.

Habían pasado muchas cosas nuevas desde la fiesta.

Esa noche llevó un dolor tan grande en la entrepierna que apenas pudo conducir, hasta que unas cuadras después de hacer arrancar el auto decidió bajar para dejarle la tarea de conducir a Hazel. Al llegar a casa seguía adolorido así que tuvo que ponerse una bolsa de espárragos congelados, todo porque no había hielos. Y cuando su madre llegó a reprenderlos por haber llegado tarde comenzó a gritar aún más histérica por ver su comida en la entrepierna de su hijo.

Epifanías de media nocheWhere stories live. Discover now