Epílogo

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Lord Mellark celebró su cumpleaños en casa con su familia.
Esta Autora cree que se trataba del trigesimonoveno aniversario, pero ella no estuvo invitada.
De todos modos, los detalles de la fiesta han llegado a los oídos siempre atentos de Esta Autora, y parece que se trató de una reunión de lo más divertida. El día empezó con un breve concierto: lord Mellark a la trompeta y lady Mellark a la flauta. La señora Bagwell (la hermana de lady Mellark) se ofreció por lo visto a intervenir al pianoforte, pero la oferta fue rechazada.
Según la anterior viscondeza, nunca se ha interpretado un concierto más discordante, y también nos cuentan que al final el joven Miles Mellark se subió a una silla y rogó a sus padres que pararan.
Nos explican también que nadie reprendió al muchacho por su descortesía, sino que más bien todo el mundo dio grandes suspiros de alivio cuando lord y lady Mellark dejaron sus instrumentos.

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN,
17 de septiembre de 1823

—Debe de tener un espía en la familia —dijo Peeta a Katniss sacudiendo la cabeza.

Katniss se rió mientras se cepillaba el pelo antes de meterse en la cama.
—No se ha dado cuenta de que tu cumpleaños es hoy, no ayer.

—Un detalle sin importancia —refunfuñó—. Debe de tener un espía. No hay otra explicación.

—Todo lo demás es correcto. Insisto, siempre he admirado a esa mujer.

—No lo hicimos tan mal —protestó Peeta con un puchero sumamente tierno.

—Fue espantoso. —Dejó el cepillo y se fue al lado de él—. Siempre somos espantosos, pero al menos lo intentamos.

Peeta cogió a su esposa por la cintura y apoyó la barbilla en lo alto de la cabeza. Pocas cosas le producían tanta paz como sostenerla en sus brazos. ¡Dios, como amaba a esa mujer!

—Es casi medianoche —murmuró Katniss—. Tu cumpleaños ya casi ha acabado cariño.

Peeta hizo un gesto de asentimiento. Treinta y nueve. Nunca hubiera pensado que llegaría este día.

No, no era cierto. Desde el momento en que dejó que Katniss entrara en su corazón, sus temores se fueron desvaneciendo poco a poco. Pero, de cualquier modo, estaba bien tener treinta y nueve. Era... tranquilizador.

Había pasado buena parte del día en su estudio, mirando fijamente el retrato de su padre. Y se descubrió a sí mismo hablando. Durante cuatro horas completas, había hablado con su padre.

Le habló de sus tres hijos, de los matrimonios de sus hermanos y de sus correspondientes hijos. Le habló de su madre, y de cómo le había dado recientemente por pintar al óleo, y que la verdad se encontraba muy bien. Y le habló de Katniss, cómo había liberado su alma y cuánto la amaba, cuánto.

Peeta comprendió que eso era lo que su padre siempre había deseado para él.

.
El reloj situado sobre la repisa empezó a dar la hora. Ni Peeta ni Katniss hablaron hasta que sonó la duodécima campanada.

—Ya está entonces, treinta y nueve años —susurró Katniss.

Él asintió.
—Vamos a la cama cariño.

Ella se apartó y Peeta se dio cuenta de que estaba sonriendo.

— ¿Así lo quieres celebrar?

Él le cogió la mano y se la llevó a los labios.
—No se me ocurre una forma mejor cielo. ¿Y a ti?

Katniss sacudió la cabeza, luego soltó una risita mientras se iba corriendo a la cama.

— ¿Has leído qué más escribía en su columna?

—Esa bruja Whistledown.

Ella hizo un gesto afirmativo.

Peeta plantó sus manos a ambos lados de su esposa y le lanzó una mirada lasciva.
— ¿Era acerca de nosotros?

Katniss negó con la cabeza.

—Entonces no me importa.

—Es sobre Gale.

Peeta soltó un pequeño suspiro.
— Parece escribir mucho sobre Gale.

—Tal vez tiene debilidad por él —sugirió Katniss.

— ¿Lady Whistledown? —Peeta entornó los ojos—. ¿Esa pobre vieja?

—Tal vez no sea tan vieja.

Peeta soltó un resoplido burlón.
—Es una vieja arrugada, y lo sabes.

—No lo sé —dijo Katniss soltándose de él y metiéndose debajo de las mantas—. Creo que podría ser joven.

—Y yo creo —anunció Peeta— que no tengo muchas ganas de hablar de lady Whistledown justo ahora.

Katniss sonrió.
— ¿Ah no?

Él se echó junto a ella y le rodeó la cadera con los dedos.
—Tengo cosas mucho mejores que hacer.

— ¿Sí?

—Mucho. —Sus labios encontraron la oreja de Katniss—. Mucho, mucho, mucho mejores esposa mía...

.

Y en un dormitorio pequeño y amueblado con elegancia, no tan lejos de la mansión Mellark, una mujer —que ya no estaba en la flor de la juventud, pero desde luego tampoco arrugada ni vieja— se sentaba al escritorio con pluma y tintero y sacaba una hoja de papel.
Estirando el cuello a un lado y a otro, puso la pluma sobre el papel y empezó a escribir:

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN
19 de septiembre de 1823

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Llegamos al final de esta historia :)
Espero que la hayan disfrutado. Recuerden que no es de mi autoría y que la adapto sin fines de lucro. La historia pertenece a Julia Quinn 💕

El Vizconde LibertinoWhere stories live. Discover now