Capitulo 8

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Hay dos sectas en Londres en oposición: las Mamás Ambiciosas y los Solteros Eternos.
Las Mamás Ambiciosas tienen hijas en edad casadera. El Soltero Eterno no quiere una esposa.
Esta Autora aún no ha visto la lista de invitados a la reunión que va a celebrarse en la casa de lady Mellark, pero fuentes indican que asistirán casi todas las jóvenes en edad de casarse.
Esto no es una sorpresa para nadie. Lady Mellark nunca ha ocultado su deseo de ver a sus hijos casados. Este parecer la ha convertido en una presencia favorita entre las Mamás Ambiciosas, quienes consideran con desesperación a los hermanos Mellark excelentes partidos.

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN,
29 de abril de 1814

Peeta se encontraba en su despacho privado, esperando el comienzo de la fiesta campestre.

Había visto la lista de invitados, y no cabía duda de que su madre había decidido organizar esta fiesta con un único motivo: casar a uno de sus hijos. 

Aubrey Hall, la residencia ancestral de los Mellark, se llenaría hasta los topes de jóvenes candidatas, cada cual más encantadora y más cabeza hueca que la otra. Para compensar las cosas, lady Mellark había invitado también a una buena cantidad de caballeros, pero ninguno tan rico o influyente como sus propios hijos.

A Peeta no le había sorprendido ver que también había invitado a las señoritas Everdeen. 

De hecho, sintió una especie de resignación al ver a Prim en la lista. Estaba ansioso por proponerle matrimonio y acabar con todo aquello. Sentía cierta inquietud por lo que había sucedido con Katniss.

Además una vez que había tomado la decisión de casarse, no veía porque demorarse en cortejos. La falta de decisión era para quienes tenían más tiempo para vivir la vida. Casarse, procrear y morir. Ésa era la vida del noble inglés, incluso para quienes no tenían un padre y tío que habían muerto de manera inesperada a los treinta y ocho años.

Así que lo único que él podía hacer a estas alturas era evitar a Katniss Everdeen.  Y probablemente también fuera apropiada alguna disculpa. Por no mencionar que, si no hablaba con ella, era probable que impidiera una unión entre él y Prim con todo su empeño.

Estaba claro que había llegado el momento de pasar a la acción. 

Con un suspiro cansino, Peeta se apoyó en el ventanal.  Miraba fuera, al césped, sin enfocar la mirada en nada concreto cuando llegó un carruaje que llamó su atención. Era el de las Everdeen. 

Uno de los lacayos abrió la puerta y Primrose Everdeen salió por ella como una verdadera visión, con un vestido rosado y sombrero a juego. Tenía mejillas sonrosadas, y sus ojos brillantes.

La siguiente en salir fue la señora Everdeen.

Sólo cuando ocupó lugar al lado de Prim, se percató de cuánto se parecían la una a la otra. Ambas eran encantadoras y menudas, y mientras hablaban pudo ver que adoptaban la misma postura. 

Y finalmente descendió Katniss.

Peeta contuvo la respiración.

No se movía como las otras dos Everdeen. Ellas habían descendido con delicadeza, apoyándose en el lacayo, reposando su mano con un gracioso arqueo de la muñeca.

Katniss, por otro lado, casi había saltado del carruaje. Aceptó el brazo que le brindaba el lacayo, pero en realidad parecía no necesitar su ayuda. En cuanto sus pies tocaron el suelo se estiró en toda su altura y alzó el rostro para observar la fachada de Aubrey Hall. Todo en ella era directo y franco.

Peeta no dudaba que si hubiera estado lo bastante cerca como para mirarla a los ojos, habría encontrado su mirada de frente.

No obstante, en cuanto ella le viera, aquellos ojos se llenarían de desdén y tal vez de un poco de odio.

El Vizconde LibertinoWhere stories live. Discover now