Capitulo 9

2.5K 217 30
                                    

Los hombres son criaturas con espíritu de contradicción, sus cabezas y sus corazones nunca coinciden. Y como bien saben todas las mujeres, sus actos normalmente están regidos por otro aspecto completamente diferente.

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN,
29 de abril de 1814

O tal vez no.

Justo cuando Peeta empezaba a trazar la mejor trayectoria hasta los labios de Katniss, oyó la voz de su hermano.

- ¡Peeta! - gritó Gale -. Ahí estás.

La señorita Everdeen, muy tranquila, sin darse cuenta de lo cerca que había estado de ser besada, se volvió para observar a Gale que se acercaba hacia ellos.

-Un día de estos -masculló Peeta- tendré que matarle.

Katniss se volvió otra vez al vizconde.
- ¿Ha dicho algo, milord?

Peeta no le hizo caso. Sin duda era la mejor opción, ya que hacerle caso tendía a provocarle un deseo desesperado. Y aquello era un rápido camino hacia el desastre absoluto.

Para ser sinceros, quizá debería estarle agradecido a Gale por su inoportuna o más bien oportuna interrupción. Unos pocos segundos más y habría besado a Katniss Everdeen, y eso habría sido un gran error.

Un beso con Katniss tal vez fuera excusable. Pero dos... bien, significaría dejar de cortejar a Prim. ¿En qué estaba pensando? Era la novia perfecta para sus propósitos. Lo único que sucedía era que su cerebro se confundía cada vez que aparecía la entrometida de su hermana.

-Peeta -repitió Gale cuando estuvo más cerca-, ¡y la señorita Everdeen! -Les miró con curiosidad-. Qué sorpresa.
-Estaba recorriendo los jardines de su madre y me topé con su hermano.
Peeta se limitó a hacer un gesto de asentimiento.
-Daphne y Simon han llegado -dijo Gale.

Peeta se volvió hacia Katniss y le explicó.
-Mi hermana y su marido.

- ¿El duque? -inquirió ella.

-En persona -refunfuñó él.

Gale se rió de su hermano.
-Se oponía a ese matrimonio -le explicó a Katniss-. Detesta que sean felices.

-No, estoy muy contento de que mi hermana sea feliz -dijo Peeta entre dientes-. Simplemente creo que tendría que haber tenido más oportunidad de moler a palos a ese sinvergüenza antes de que se tuviera su felices para siempre.

Katniss se atragantó de la risa.
-Ya veo -dijo ella intentando poner expresión seria.

Gale le lanzó una mueca antes de volverse a su hermano.
-Daff ha sugerido una partida de palamallo. ¿Qué te parece? Hace siglos que no jugamos. Además podemos escapar de las señoritas melindrosas que mamá ha invitado para nosotros. -Se volvió de nuevo a Katniss con el tipo de sonrisa que podía conseguir que le perdonaran cualquier cosa-. Excluida usted, por supuesto. Nadie cometería el error de llamarla melindrosa, señorita -añadió.

- ¿Es un cumplido? -preguntó ella.

-Sin ninguna duda.

-Entonces debería aceptarlo con cortesía y de buena gana.

Gale se rió y le dijo a Peeta:
-Me cae bien.

A Peeta no pareció divertirle.

- ¿Ha jugado alguna vez al palamallo, señorita Everdeen? -preguntó Gale.

-No creo ni siquiera estar segura de lo que es.

-Es un juego de jardín. Se colocan aros en un recorrido y luego se lanzan a través de ellos unas pelotas que se golpean con un mazo.

El Vizconde LibertinoWhere stories live. Discover now