Capitulo 19

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El baile anual de lady Coin estuvo a reventar, pero a los observadores no se les pasó por alto que lord y lady Mellark no hicieron aparición, y Esta Autora sólo puede especular sobre el motivo que retuvo a los recién casados en casa...

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN,
13 de junio de 1814

Peeta sostenía contra su pecho a su mujer, quien dormía profundamente.
Lo cual era una suerte, porque había empezado a llover fuertemente.

Katniss estaba junto a Peeta cada vez más inquieta. La tormenta no la había despertado, pero estaba claro que atormentaba su sueño. Había empezado a balbucear mientras dormía y estaba agitada.

— ¿Qué te sucedió para que acabaras odiando tanto la lluvia mi Kat? —le susurró mientras retiraba un oscuro mechón de pelo detrás de su oreja y le besaba la frente.

Él conocía bien la frustración que acarreaban los temores infundados. La certeza de su muerte inevitable, le obsesionaba desde el momento en que cogió la mano inerte de su padre.
No era algo que supiera explicar. Simplemente lo sabía, así de sencillo.

De todos modos, nunca había tenido miedo a la muerte, hasta ahora.

Su matrimonio con Katniss había llevado su vida por otro terreno, por mucho que intentara convencerse de que podía ser solo amistad y sexo.
Sentía un enorme afecto por ella. Se preocupaba demasiado por ella.
Anhelaba demasiadosu compañía cuando estaban separados, y soñaba con ella por la noche, pese a tenerla entre sus brazos.

No estaba preparado para llamarlo amor, pero fuera lo que fuera aquello que ardía entre ambos, no quería que acabara. Lo cual era, por supuesto, la más cruel de las ironías.

De repente, el destello de un relámpago iluminó la habitación.
Las cortinas se habían quedado un poco descorridas y pensó en cerrarlas, pero cuando intentó salir de la cama, Katniss le cogió por el brazo frenéticamente.

—Shh, no pasa nada cariño—le susurró Peeta—. Sólo voy a cerrar las cortinas.

Pero no le soltó, y el gemido que dejó escapar cuando un trueno sacudió la noche casi le rompe el corazón a Peeta.  Katniss seguía durmiendo, pero parecía que sufría. Su respiración era fatigosa, y cada vez que la habitación era sacudida por un trueno, daba un respingo.

Le cogió la mano, y durante varios minutos intentó tranquilizarla mientras dormía. Pero mientras los truenos y relámpagos iban en aumento, la inquietud de Katniss crecía, y luego, cuando un trueno especialmente fuerte explotó en el aire, abrió los ojos de par en par, con el rostro de pánico total.

—¿Kat? —susurró Peeta.

Parecía una estatua de terror, su cuerpo rígido y paralizado en el sitio.

—Oh, Katniss —Peeta percibía la fuerza del dolor que ella padecía, atravesándole directamente el corazón. Nadie debería sufrir un terror así. Y menos su esposa. —Tranquila cielo —dijo con ternura, mientras le acariciaba la espalda—Todo estará bien. Te pondrás bien.

Dio la impresión de que sus temblores se calmaban un poco, pero cuando sacudió el siguiente trueno, todo su cuerpo se estremeció y enterró el rostro contra el pecho de Peeta.

—No —gimió—, no, no.

—¿Kat? —él pestañeó varias veces y luego la miró con fijeza. Sonaba diferente. Sonaba muy...

—No, no, no te vayas.

...joven.

—¿Kat? —La abrazó con fuerza, sin saber qué hacer. Tenía los ojos abiertos, pero era evidente que seguía dormida y soñando.

El Vizconde LibertinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora