CAP (43) ¿Y ahora qué?

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¿Y si no estoy lista para perderlo? ¡Vida, has algo!
Si siempre fui de esas que se resignaban o sonaban con los ojos abiertos pensando en una vida diferente, hoy, solo hoy, quiero pedirte algo por primera vez... Devuélvamelo. Rápido si puedes, porque estoy a punto de fallar.

El tiempo seguía pasando, el verano pasó y el frío del invierno empezó a caer sobre mi ciudad, acompañando mi vida sin colores.
Fueron tantas mañanas en las cuales miré las hojas cayendo con tristeza, lejos de la imagen que tenía en frente, pensando en mil maneras para solucionar todo este dolor que llevaba por dentro.

—Rose, ven a comer.—escuché la voz de la señora Blanca detrás de mí.

—No tengo hambre.—contesté cortante mirando unos papeles que Ricardo me envió por el correo.

Una vez más en los últimos cinco meses la empresa estaba a punto de irse a la mierda.

—¡Maldita sea!—exclamé molesta. —¿Cómo lo hacía Colín para salir adelante con todo este lío? —pregunté en voz alta, harta de pensar en una solución.

La empresa de Colín estaba tan enredada que no podía adivinar nada. Cuando por fin pensaba tener una idea para sacarla para adelante, aparecía un error. Estaba desesperada ya que había pasado una semana entera enfrente de ese portátil.

—¿Por qué no intentas buscar en el portátil de mi papá? Siempre trabaja desde allá.—habló entonces Lana, quien jugaba con Diego y Natalia.

Mi viejita adorada, la que cuidó a mi hijo en el pasado, se vino a vivir con nosotros. Aunque su presencia era un estrés para mí ya que no dejaba de darme comida y vitaminas, también fue un alivio. Y a veces por las noches...nos quedábamos a platicar, dándome las fuerzas que necesitaba para seguir adelante.

—Creo que tú papá llevó su portátil con él...— Lana me miró.

—Mamita, mi papá usa un programa conectado al internet—dijo obvio.

—¿Y tú, cómo sabes todo esto? —pregunté confundida.

—"Lana, no toques mi portátil".—empezó a imitarlo y sin darme cuenta me vi riendo. —"Lana, borraste mi programa", "¿cuántas veces te he dicho yo que no uses mis cosas?"

—Pues vamos a intentarlo.—sonreí mirando el portátil mientras que Lana se acercó a mí.

—Es este.—señaló con el dedo. —Lo tienes en tu portátil y ni lo sabías.—me miró riéndose.

Exactamente. Yo nunca metí esa programa en mi portátil, por lo tanto, solo Colín pudo hacerlo.

—¡A comer!.—habló una vez más Blanca fingiendo una sonrisa. Su dolor era igual de grande y notable por más que intentaba esconderlo.

La ignoré y seguí haciendo mis cosas, cuando de repente alguien me cerró el portátil.

—¡Ahora!.—levanté la mirada y vi el rostro enfadado de Natalia.

—No tengo...—me interrumpió.

—No quiero escuchar nada, solo quiero ver cómo te levantas y caminas hacia la cocina.

Suspiré resignada, no tenía las fuerzas suficientes para llevar una discusión. El embarazo me hacía sentirme muy cansada y mucho más sentimental. Faltaban menos de dos meses y el bebé nacerá, situación que me provocaba una inmensa felicidad y en el mismo tiempo una tristeza igual, sabiendo que Colín aún no aparecía.

La comida era realmente maravillosa y se notaba el esfuerzo que Natalia y la señora Blanca hicieron en prepararla, hacían de todo sólo para evitar una pregunta que de todos modos llegó.

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