CAP (32). Tu...

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Nota al final del capítulo.

Narrativa: Rose Paige


Hoy es un día de esos que, creo yo, todos hemos experimentado y también creo que estarán de acuerdo conmigo. ¿Hay algún sentimiento peor que llorar en silencio? No, no me refiero a mantener ese estado de aguante en no sacar tus lágrimas, sino al que lloras, esas ganas de gritar...pero te limitas. Te limitas en quedar callada y llorar en un silencio mórbido.

Miré mi rostro en el espejo y limpié mis lágrimas. Por primera vez leí en mi propia mirada peda, sentía lástima por esos ojos verdes, perdidos y tristes. Luego, sonreí falsamente y me salí de allá pensando que ya había superado el momento. Me hubiera gustado saber entonces que hacerme la fuerte algún día me destruirá por doble.

—¿Aún no estás lista?—preguntó Natalia, quien apenas entró en mi habitación. —Ya llevé a Diego al jardín y le entregué el vestido a esa pequeña traviesa—añadió sonriente.

Miré a esa mujer que estaba delante de mí, la que me protegía y aceptaba tal como era desde hace años. La única amiga real que tenía, la única madre que reconocía y el único ser a quien debería escuchar.

—¿Qué dijo Lana?—pregunté con una sonrisa, aunque me costaba hacerlo.

—Huyó con el vestido, supongo que le encantó—contestó Natalia, acercándose a la cama, tirando de la sábana con la cual me había cubierto—Levántate, es hora de arreglarte. En dos horas debemos estar en el evento.

—Hablé con la señora Blanca, al parecer solamente pudieron detener a ese hombre —suspiré. — Ni siquiera esto me salió bien.

—No puedes forzar las cosas, todo lo suyo llega a su momento—habló la mujer mientras caminaba hacia el armario.

—Todo llega a su momento, pero...¡Maldito tiempo! ¿Viene de rodillas o qué? —exclamé justo antes de taparme la cara con las manos.

—¿Te vas a quedar aquí quejándote o haces algo al respecto?—la escuché preguntarme sin siquiera mirarme. —Querida Rosita, ¿te das cuenta de que de lo que huiste no escapaste, no? Aún te toca hablar con ese hombre sobre un asunto que lo incuba.

—Me cerrará la puerta en la nariz justo antes de ponerle a decir algo—repliqué. —No puedes imaginarte la cara que llevaba anoche.

— A ver, supongo que era intensamente feliz—habló con ironía. —¡Ah,no! Se me olvidó que no le dijiste que esperas un bebe con él, así que no creo que fue muy feliz, pero teniendo en cuenta que te vio con otro...¿no te cacheteó ? levantó una ceja y yo giré los ojos. — Qué pena, tal vez hubieras reaccionado.

—Ayudas mucho—replicé sarcástica mientras me levantaba de la cama.

—Mira, Rose, a veces no hay una próxima vez, a veces no hay segundas oportunidades. A veces es ahora o nunca.

—¿Puedes entender que tengo miedo?—alcé la voz. — Todo lo hermoso que escuché a lo largo de mi vida resultó siendo mentiras, Natalia. Me cuesta abrirme completamente ante él, me duele recordar cosas, me enferma aceptar que esta soy yo.

—Deja de pensar tanto, estás rompiendo tu propio corazón.—me sonrió, extendió su mano y me entregó un vestido blanco. —Vístete, ya es tarde.

Agarré el vestido blanco que me había dado, llevándolo conmigo al baño y depositándolo sobre la pequeña mesa.

¿Soy la única que se pinta historias con la mente mientras se está duchando? Como si fuera lluvia, como si solo faltaba el beso.

—Apúrate— Escuché la voz de Natalia detrás de la puerta y gruñe molesta.

Estos pequeños momentos eran los únicos que podrían sacármelo de la cabeza...y qué vacía me sentía sin pensarlo.

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