CAP (3) Dificultades

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Narrativa: Colin Russell





—¿Qué pasa conmigo?—La femenina y cautivadora voz de Linda se escuchó mientras se nos acercó sonriente.

—Pues...—comenzó a hablar mi hija, pero la interrumpí de inmediato. Conocía perfectamente el carácter algo altanero que mi hija sabía exhibir cuando algo o alguien no le agradaba, y Linda definitivamente no era una de las personas preferidas de Lana.

—¿Por qué no vas a jugar un poco?—pregunté, girando la mirada y todo mi esmero en ella.

—Quiero jugar contigo, papá —empezó a argüir con tristeza.

Por un momento de debilidad inspirada por sus ojos cristalinos, casi la creí hasta que noté una pequeña sonrisa traviesa en la comisura de su boca. Odiaba ver a la gente mintiéndome, y mucho más cuando se trataba de mi hija.

—¡Lana, a tu cuarto, ahora mismo!—levanté la voz, mostrándome enojado.

—¡Papá!—protestó en voz alta y empezó a golpear el suelo con sus pies.

—Vamos a tranquilizarnos mejor—se interpuso Linda, sentándose a mi lado y tocándome el brazo en señal de apoyo.

—¡Quita tus manos de mi papá!—gritó mi hija caminando hacia nosotros para sentarse en medio, separándonos de este modo.

—Tranquila, Lana. Siempre será tu papá, seremos una muy bonita familia —la aseguró Linda con una sonrisa.

—Jamás—giró la cabeza hacia ella, sonriéndole irónicamente para que después se fije nuevamente en mí—Papá, ven a jugar conmigo, por favorcito, te lo pido con todo mi corazoncito pequeñito—me miró con sus ojos azules que sabían romperme el corazón en cuestión de segundos, pintándome en un humilde condenado emocional listo para cumplirle cada capricho que tenía.

—Voy en diez minutos. Lana, pero por favor déjate de berrinches—sonreí negando con la cabeza.

—¡Yey!—se levantó y empezó a saltar sobre el sofá, llevando a Linda a las cotas máximas de exasperación. —Te espero papá , sabes que te quiero mucho—rodeó sus pequeños brazos alrededor de mi cuello—Me gusta verte feliz papá, por eso esta vez sí te ayudaré—añadió bajándose del sofá.

—¿Ayudarme en que, Lana?—cuestioné confundido.

—Pues— sonrió coqueta mientras pendulus lentamente su cuerpo—, porque has insistido tanto en conocer a mi profesora en cuanto me lleves al jardín, yo te la presento—. Su semblante iluminado mostró de repente una sonrisa y mirada traviesa, mientras que con el codo de sus ojos miró a Linda, quien giró su cabeza hacia mí de inmediato.

—¡Lana!—grité molesto, pero ella ya había corrido hacia las escaleras, dejándome solo y totalmente desprevenido para aclarar sus travesuras.

—Lana, nada, ¿qué significa esto, Colin?—preguntó histérica Linda levantándose del sofá.

—Por favor, fue una broma de Lana—rodé los ojos, sacándome el teléfono del bolsillo.

—El que está mintiendo eres tú—espetó tomándome el teléfono de la mano para tirarlo al suelo— ¿A quién llamas? ¿Dónde fuiste toda la noche? ¿Sabes cuántas veces intenté llamarte? — Comenzó a asaltarme con varias demandas sin darme la posibilidad de contestar a ninguna.

—Supongo que muchas—contesté tranquilo levantándome del sofá—, pero mejor explícame qué haces en mi casa.

—¡Soy tu novia!

—Hemos decidido tomar una pausa—acaricié mi rostro, mirándola después a los ojos.

—Tú lo decidiste, no yo—replicó histérica como siempre. —Como siempre, tú debes ser el único que toma una decisión— reprochó.

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