ยกRayos!... Me Enamorรฉ De Un C...

By damarisleiva2015

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ยฟ๐‘ธ๐’–รฉ ๐’•๐’‚๐’ ๐’…๐’Š๐’‡รญ๐’„๐’Š๐’ ๐’‘๐’–๐’†๐’…๐’† ๐’๐’๐’†๐’ˆ๐’‚๐’“ ๐’‚ ๐’”๐’†๐’“, ๐’”๐’†๐’“ ๐’–๐’๐’‚ ๐’—๐’†๐’“๐’…๐’‚๐’…๐’†๐’“๐’‚ ๐’„๐’“๐’Š๐’”๐’•๐’Š... More

Prรณlogo
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Epรญlogo
Agradecimientos + Datos
Especial: 100k

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By damarisleiva2015



Respirar y otras
costumbres



Querido Diario:

Esta ha sido una semana difícil para todos.

Decidí tomarme una semana para enfocarme en mis estudios hasta volver a escribir en tí de nuevo, así que tengo tantas cosas que contarte, nunca sé cuales son las cosas realmente relevantes para contarte, así que empezaré en dónde me quedé:

—¿Y por qué no me llamaste? —había ido con Moisés el día después de la película, su madre había tenido razón, no había sido nada grave, solo algo de temperatura entre otras molestias— ¿Sabes lo preocupa que estaba al no recibir tus mensajes?

—No me apetecía que me vieras vomitando, no es nada lindo de ver —respondió divertido acariciando el dorso de mi mano, pero a mí no me dio mucha gracia—. Además, Dayana sabía porque llevamos una clase juntos y ella me tuvo que excusar con el equipo.

—La próxima vez solo dime: «estoy enfermo, pero no quiero que vengas».

Todavía me sentía un poco molesta, sabía que se había sentido indispuesto, pero una llamada no costaba nada...

—Lamento preocuparte, prometo llamarte la próxima vez, aunque realmente espero que no haya próxima vez.

Eso si me sacó una sonrisa, me terminé acostando con él en la cama, dejando mi cabeza en su pecho mientras él dejaba su mano en mi antebrazo y pude sentir como todavía tenía temperatura, por suerte, ya estaba medicado y tomando mucho líquido, se quedaría en cama algunos días.

—Por cierto, Izar te manda saludos —le comenté—, mañana iremos al cine junto a David.

Y así lo hicimos, fuimos los tres al cine, vimos una película de terror que en realidad resultó ser muy mala, pero Izar no se quejó porque ella la escogió, pero David no paró de hacer comentarios al respecto.

—Entonces, a la próxima tu escoges la película —dijo Izar de mala gana después de hartarse.

—¡Por supuesto que lo haré! —David volvió a tomar su papel de dramático y se nos adelantó, dejándome atrás con Izar—, ni creas que te volvemos a dejar escoger una película.

—Mi abuelo murió.

Me detuve cuando escuché a Izar decir eso, ella se había detenido unos pasos más atrás de mí y estaba viendo la pantalla de su celular, sentí como David había regresado sus pasos y quedó al frente de ella, y yo lo imité.

—¿Qué es lo que dijiste? —exigió saber David, esta vez sin rastro de diversión en su rostro.

—Mi abuelo acaba de morir —respondió Izar guardando de nuevo su teléfono en el bolsillo de su pantalón—, mi mamá me acaba de avisar.

—Lo siento tanto, Izar —le entregué la bolsa que cargaba a David que él tomó de inmediato y me acerqué más a ella para darle un abrazo que correspondió, luego dejé mis manos en sus hombros—. ¿Quieres que regresemos a tu casa?

—No —respondió y estoy segura que no solo yo junté mis cejas en completa confusión por su tranquilidad—. Viajaré con mis madres hasta la ciudad natal de mi abuelo, tengo hasta las seis para regresar a mi casa.

Esta vez, ella siguió caminando, y quedó al frente, y a David y a mi no nos quedó más remedio que seguirla, parecía bastante bien con esa noticia, quizás solo un poco molesta, pero bastante bien, supongo que cada quién lleva el luto a su manera...

Después de la cena, acompañamos a Izar a que tomara el autobús hasta su casa, y me quedé sola con David, habíamos evitado hablar sobre el tema cuando estabamos con Izar, pero ya solos volvió a surgir en nuestra conversación.

—Qué frágil es la vida, ¿No?

—Demasiado, sé que aunque no lo demuestre, la noticia la tomó por sorpresa, creo que la llamaré mañana para saber cómo está.

Sabía un poco sobre la historia de Izar, sabía que su relación con su único abuelo no era tan buena, espero que no haya quedado con algún remordimiento, y eso me hizo pensar en qué pasaría cuándo yo muriese.

Y no, Diario, no estoy volviendo a tener ideas suicidas, solo estaba pensando en eso.

—David, si tú murieses hoy, ¿A dónde te irías?

—¿Hablas del cielo o el infierno?

—Umjú.

—Pues al cielo.

—¿Tan seguro estás? —pregunté para molestarlo—, tan santo no eres...

—Ni tú —se defendió—, pero estoy seguro que ambos nos iríamos al cielo, no es por nuestras acciones que somos salvos, Mary.

—Pero debemos hacer buenas obras, ¿No?

—Claro, la fe sin obras es muerta.

Nos quedamos otro rato en silencio mientras esperábamos a que pasara nuestro autobús, así que sentada en esa banca comencé a pensar en lo que había dicho, hace tiempo no pensaba en la fragilidad de la vida, en la mía y la de mis seres queridos, pero si algo llegaba a pasarme comenzaba a tener fe de que estaría con Dios, no por mis obras, sino porque por su gracia él ya me había salvado.

Dejé la bolsa a mi lado para ya no cargarla en mis manos, pero siempre una de sus tiras estaba atada a mi muñeca para no perderla, ya sabía cuán olvidadiza era.

—¿Sabes por qué Mateo estaba triste? —pregunté después de que el silencio se había prolongado demasiado—, tú debes de saber algo.

—Mary, todos tenemos luchas, todos tenemos recaídas, todos en algún momento nos vamos a sentir tristes.

—Sí, pero él es nuestro amigo y no nos ha dicho nada —dije incómoda con ese hecho.

Después de que todos habíamos pasado por cosas difíciles nos habíamos apoyado, cómo a Gabi con su tratamiento, a Julio con su adicción, a mí con esa foto vergonzosa... pensé que en nosotros había la suficiente confianza cómo para contarnos todo para ayudarnos con nuestras luchas y no quedarnos callados.

—Mary —me llamó David en un suspiro, casi como resignado a explicarme algo que no quería—, hay cosas que no se las puedes contar a todos, son cosas tan íntimas, tan tuyas que no se las cuentas a tus amigos por miedo a que te miren diferente, dale su tiempo.

Bajé la mirada hacía el suelo, viendo la punta de mis zapatos mientras pensaba en eso.

Mateo casi siempre había actuado extraño.

Entendí que tuviera más confianza con David y con Moisés, después de todo son sus amigos de la infancia prácticamente, pero comencé a pensar en que quizás le podía ayudar, yo desde que te tengo a tí siento que tengo un amigo, que aunque no me puedes responder, me escucha sin juzgar, y sé que tenemos a Dios y también siento esa misma sensación de alivio cuando hago una oración y le cuento todo lo que siento y cuán agradecida estoy por la paz que me da, pero quizás, tener un Diario cómo tú le ayude.

¿Cuál color será su favorito?

Llegué a mi casa después de una larga espera en el autobús, mi mamá ya me había hecho la oferta de que pagara la mitad de un auto y ella pagaría la otra mitad, y sería una excelente oferta si tuviera al menos un ahorro, pero no, Mary gastona siempre se le olvida ahorrar.

—Buenas noches.

Saludé a mi madre y Alexander y ellos me contestaron de igual forma, estaban sentados en el sillón mientras miraban alguna película, ya se había hecho costumbre esa imagen así que no me sorprendí.

—¿Cómo te fue? —preguntó mi madre sin dejar de ver el televisor y yo seguí mi camino.

—Muy bien, ya cené, me iré a dormir.

—Está bien —respondió mi mamá—, que descanses.

No quería estar enmedio de dos enamorados, sería incómodo... así que cumplí mi palabra y ese día me fuí a dormir, quería estar muy temprano en el Instituto, aunque sabía que Izar no iría ese día.

Ésta vez decidí no esperar en el salón, así que solo dejando mi mochila ahí y pidiéndole a Carlos, un compañero mío, que la cuidara para que los demás no me hicieran una broma matutina, me encaminé a la entrada del Instituto, y aguardé hasta que llegó.

—¡Felíz cumpleaños! —grité con alegría mientras le extendía una caja de regalo a Esther— espero te guste.

Ella se detuvo, viéndome de pies a cabeza, mientras que algunos de los estudiantes nos veía pues estábamos en la entrada mientras todos pasaban, Esther me tomó del codo, guiándome a un lugar menos concurrido, y sentí alivio de que no me tomara con agresividad, cosa que sí hacía cuando éramos amigas.

—¿Qué te traes entre manos? —me preguntó con una ceja en alto mientras se cruzaba de brazos— ¿Por qué me traes un regalo?

—Supe que estabas enferma en el cumpleaños de mi mamá y no fuí a visitarte por miedo a que no quisieras recibirme —le expliqué mientras abrazaba el regalo con cuidado de no dañar su envoltura dorada, el color favorito de ella—. Y reflexioné que no me quería quedar con las ganas de regalarte algo en tu cumpleaños, algo que hacemos desde que te conocemos, al inicio solo éramos Estela y yo contra el mundo, pero cuándo tú llegaste sentí que nos complementabas, yo sí te quiero y sé, que apesar de tus palabras bruscas y tú indiferencia, nos quieres a tú manera.

Sentía que tenía un nudo en la garganta, quizás insistía tanto en su perdón porque durante años ellas eran mi único apoyo, lo único seguro que tenía cuando todo iba mal, noches enteras de bromas y lágrimas no se borraban de mi corazón por una sola pelea, y si Estela no me quería perdonar, no me iba a quedar con el remordimiento de no haberlo intentado una vez más con Esther.

Esther también parecía querrer llorar, la conocía bastante bien, sabía que no me hablaba ya que sentía que traicionaba a su amiga, pero en el fondo ella también me extrañaba, mordió su labio inferior, aguantando las ganas de llorar y me dio la espalda, por unos segundos pensé que se iría, pero tiró mi regalo hacía un lado y me abrazó.

—Eres muy estúpida —me culpó—, ¿Cómo se te ocurre hacerme llorar en mi cumpleaños, eh?

Nos quedamos así unos segundos, ella podía abrazarme rodeando toda mi espalda, mientras yo la tenía más difícil porque aún tenía puesta su mochila.

—De verdad lo siento si sentiste que te hice a un lado —dije mientras me separaba de ella y secaba mis lágrimas—, nunca fué mi intención.

—La verdad es que ese día solo pensé: «Demonios, ahora vamos a tener una mamá en nuestro grupo» —me contó entre una pequeña risa secando también sus lágrimas—, pero después pasó que Estela estaba molesta, yo me enojé, tú ya tenías con quién juntarte y salir y me sentí traicionada, y la verdad, ¿Cómo enojarme con la chica que me hizo sentir bienvenida cuándo no tenía a nadie?

Recogí el regalo y sacudí un poco el polvo que tenía encima y ésta vez ella lo tomó en sus manos.

—Sé que no me hablarás por Estela...

—¡Al carajo lo que piense Estela! —dijo mientras comenzaba a caminar al salón y yo le seguí—, si ella está enojada contigo, que se enoje sola... vamos que aunque sea mi cumpleaños ese viejo nos va a dejar afuera y sin examen.

Prácticamente corrimos hasta llegar al salón, y me sentí feliz de recuperar a una de mis amigas, puede que su lenguaje no sea el más educado y su forma de expresar que te quiere sea poco común, pero sí la extrañaba y me sentí bien, realmente bien en arreglar las cosas, hubiera sido peor quedarme con el remordimiento y no saber que hubiese pasado.

Desde ese día no es que pasamos siempre juntas, pero cuando pasa a mi lado me saluda y me trajo un pastelito quemado que ella hizo, está aprendiendo a cocinar, al menos el glaceado lo hizo muy bien...

Así que a pesar que estoy estresada con el estudio, saber que Moisés sigue recuperandose en cama, que Mateo nos guarda secretos, que Estela me sigue haciendo mala cara y que Izar sigue en un pueblo lejano, mi corazón de algún modo está tranquilo.

Que descanses, querido Diario.




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