π•πšπ«π£πšπ€ | John Shelby

By pixxxvi

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Tommy no se sorprendió cuando vio a John caminar por Watery Lane como si nada pasara. Sabía bien que nadie habría logrado mantenerlo en el hospital por mucho más tiempo. Ahora que la familia sabía que estaba vivo, después del desafortunado incidente en su falso funeral, a John no le importó aparecerse por su antiguo hogar. Allí lo recibieron felices aunque con cierta reserva por las diferencias familiares que mantenían.

Entonces tuvieron que continuar moviéndose, Tommy tenía muchas cosas que hacer ese día. Los hermanos tomaron el auto para dirigirse hasta un lugar que John desconocía, a las afueras de la ciudad. Sólo le habían dicho que tenían que hablar con Varjak sobre un asunto importante antes de continuar con otros planes.

Cuando llegaron al sitio no se sorprendieron. Era una finca como la de Tommy, sólo que estaba rodeada de una espesa arboleda y la única entrada estaba custodiada por un par de hombres con las distintivas bandanas escarlatas.

Ingresaron con el auto una vez que confirmaron su identidad y les abrieron el gran cerco que tenía una "V" de metal en medio. Ante tanta seguridad y ostentosos detalles, sin duda alguna se encontraban en la propiedad de la familia Varjak.

— ¿A qué mierda venimos, Tommy? —preguntó John disgustado.

— A tomar el puto té, John. ¿Qué creías? —respondió Arthur con dureza.

Salieron del auto una vez se estacionaron en la entrada. La tensión aumentaba al verse rodeados de los Scarlets. Vieron que un hombre de la edad de John salió de la casa y se dirigió hasta ellos. Era el mismo que estaba en la morgue la última vez.

—Señor Shelby. ¿A qué se debe esta sorpresa? —lo saludó con un leve tono de burla. Arthur lo habría golpeado si Tommy no hubiera hablado con paciencia.

— Tenemos asuntos que hablar con Varjak.

El chico que conocían como Elliot Brown parecía pensarlo, pero finalmente accedió.

—Síganme.

Los guio hasta la parte trasera de la casa. Allí los dejó entrar a una especie de bodega que servía como despacho. El lugar parecía parte de la casa, estaba cuidadosamente amueblada y tenía una habitación donde seguramente podrían sentarse a conversar.

Dentro se encontraron con un hombre rubio que limpiaba un arma desarmada cuidadosamente sobre la mesa. Era Lance Smith, con quien había tratado anteriormente. Este levantó la mirada cuando escuchó sus pisadas y dejó el arma de lado.

John al verlo lo reconoció del tiroteo en su casa.

— No los esperábamos, señores —saludó con desconfianza. Lance nunca habría permitido que aparecieran en la finca si lo hubiera sabido. Ni siquiera esperaba que ellos conocieran la ubicación.

— Hemos venido a hablar con Frey Varjak.—dijo Tommy con enfado. Comenzaba a molestarse por tanto secretismo.

— Lo lamento, pero el señor Varjak no se encuentra —responde de la misma manera cortante.

Lance era un hombre concreto y reservado, no expresaba demasiado. Siempre llevaba su espesa cabellera rubia cuidadosamente peinada hacia atrás, y tanto su comportamiento como su aspecto eran intachables, lo que lo hacía aún más intimidante.

—Será mejor que se retiren.

Quien los recibió estaba parado junto a la chimenea de la bodega mientras el rubio se les acercaba para despacharlos. Elliot los miraba con desconfianza e incluso desprecio. Los 'ojos escarlata' siempre habían sido más acaudalados y refinados que los Peaky Blinders, pero al fin y al cabo ambos tenían las manos manchadas de sangre. Así que por más que vistieran de etiqueta, no había ninguna real diferencia.

Eso parecía estar más que claro para los hermanos Shelby, que no se dejaban intimidar por aquellos dos. Por lo mismo no se movieron de su sitio.

La gente contaba que siempre eran dos perros fieles quienes acompañaban a Varjak. Seguramente eran esos dos los que ahora estaban custodiando la bodega con tanto recelo.

Tommy iba a buscar la manera de hacerlos hablar pero algo lo interrumpió.

Unos tacones resonaron contra el metal. Todos voltearon al escuchar una dulce voz provenir desde las escaleras metálicas.

— O pueden hablar conmigo, la señora Varjak.

Era una bella mujer de cabello castaño, las ondas rozando sus hombros. Bajaba los peldaños con delicadeza, como si flotara. Un vestido de seda color champaña cubría su delgado cuerpo, ciñéndose a sus pronunciadas curvas. Arthur tuvo que codear a John para que cerrara la boca, aunque los hermanos mayores se encontraban igual al ver semejante belleza húngara.

—Señorita... —murmuró Smith cuando tomó la mano de la mujer para recibirla al finalizar el último escalón.— Señora Varjak, no es necesario que usted interfiera.

Una melodiosa risita salió entre sus labios escarlata.

—Claro que es necesario. No seas tonto, Lance —le sonrió, y luego dirigió su mirada hasta los Shelby.— Nunca permitiría que los famosos Peaky Blinders tuvieran que esperar.

Ella no dejaba de sonreír y John no podía dejar de verla. Sentía que la conocía pero no sabía de donde.

Los demás simplemente permanecían tensos. Tommy había reconocido su voz y no sabía a qué atenerse con la cálida fachada que mostraba la mujer.

—Así que por favor, adelante —sugirió ella.— Hablemos en el despacho de mi esposo con un verdadero Whisky en las manos.

—No creo que sea necesario, señora Varjak —se adelantó Tommy, cambiando sus planes.— Sólo veníamos para invitarlos a una cena.

Alzó una ceja. Eran demasiadas molestias por solo una cena.

—Tommy...—dijo Arthur en advertencia.

— Se trata de unir las bandas y conocer a nuestros aliados. Aberama Gold también asistirá.

La mujer mantenía su reserva ante las palabras del Shelby. Lo único que cambió su parecer fue un susurro de su subordinado en el oído. Sólo entonces volvió a sonreír y se acercó a ellos. Extendió su mano hasta Tommy, quien la recibió notando su delicada piel.

— Estaremos encantados de asistir.

Cuando se fueron, Tommy tuvo que aguantar las quejas de sus hermanos.

◇◆◇

Freya nunca hubiera imaginado que alguna vez en su vida pisaría Small Heath. Pero los acontecimientos se habían vuelto en su contra cuando fue invitada por Tommy Shelby y no tenía más opción si quería conservar la confianza que parecía tenerle.

En esos instantes caminaba resignada junto a Elliot y Lance, aunque ellos iban un poco más adelante para protegerla de las miradas de algunos hombres. Como si pudieran quebrarla con solo verla.

La verdad es que las miradas no le importaban, pero no podía evitar sentirse molesta por estar allí, ya que no pensaba mostrar su rostro tan temprano. Al menos esperaba que todo saliera bien para ella y pudieran continuar con la guerra sin tontas cenas para amistarse.

Lamentablemente en ese momento sus tacones favoritos pisaban el barro del patio y eso la enojaba aún más. Eran un par de zapatos rojos de una importante marca de lujo y estaban siendo arruinados con cada pisada. Ella no quería ni pensar en cómo terminarían al final del día.

Mientras caminaba pensando en salir pronto de allí, una divertida charla la hizo desviar la atención de su enfado.

—¿Trajiste las papas, Charlie? —escuchó gritar a un hombre junto a una fogata.— No quiero que el bastardo de Aberama Gold piense que vivimos como indigentes.

El hombre discutía y en su rostro se notaba la preocupación. No pudo evitar reír un poco ante la escena pero fue entonces que sus miradas se cruzaron y el pánico en el hombre se duplicó.

— ¡Perfecto! Ahora los Scarlets han llegado con su reina. Van a pensar que somos unos indecentes.

Lo escuchó despotricar contra el tal Charlie mientras se iba a buscar unas papas. Freya tuvo que desviar la mirada, llevándose la mano a los labios para ocultar su risa. De alguna forma le había parecido adorable ver el empeño que ponía el hombre en tener una cena de calidad.

Entonces se acercaron a la mesa, encontrándose de frente con las mujeres de la familia Shelby que recién llegaban. Polly la miró con desagrado antes de apartarse de los demás para fumar.

Freya indicó a Lance y Elliot que se mezclaran con los hombres. Los vio saludar a Tommy Shelby que había estado viéndolos con seriedad. Sin duda ese hombre le ponía los nervios de punta así que desvió la mirada a Polly.

— ¿Cómo está su hijo? —preguntó con amabilidad, mientras se sentaba junto a ella.

Lo único que recibió fue una mirada de desprecio.

Freya se removió incómoda, sin saber cómo lograr que la mujer dejará de ser tan borde.

Ella conocía la importancia de Polly en la familia, en parte porque la había escuchado hablar con su hijo Michael esa mañana en el hospital. Por lo mismo debía asegurarse de que permanecía cuerda para que pudiera apoyar a Tommy Shelby. No permitiría de ninguna forma que las cosas salieran mal por sus problemas familiares.

— Los Scarlets aún están forrados en dinero, ¿no es verdad?

Freya giró a verla con asombro. Se obligó a contestar cuando vio que la miraba con insistencia. Se sentía vulnerable junto a ella.

—Si. Algo así.

—Pagarán a los que no son de sangre y a los fieles los mataran.

Freya asintió con seriedad. Aquella era la mujer astuta de la que había oído antes, y al parecer no tendría que intervenir para que colaborara. Era simplemente admirable ver como quería asegurarse que de ella fuera una buena alianza para su familia..

—¿Cuántos hombres?

—Todos los que se necesiten.

—Cuantos —exigió saber con rabia contenida.

— Cincuenta a su total disposición. Cuidando a Michael Gray, su casa y los alrededores.

La mujer la observó y Freya tuvo que asentir con seriedad. No era una broma. Incluso podía conseguir más si quería.

—Supongo que querrán más dinero. ¿Cuánto? Tommy podrá pagarlo sin duda.

—No —soltó de golpe. No quería dinero ni acuerdos. Sólo una cosa.

Polly sonrió.

—Lo quieres muerto. Puedo verlo...

—Suplicando por piedad —lo dijo mirándola a los ojos. Era sincera al decir que sólo quería eso de aquella alianza.

—Estas llena de odio, señora Varjak.

Freya vio que Tommy se acercaba a ellas y se levantó de inmediato dando por terminado el interrogatorio. Ambos se saludaron con un asentimiento y después se alejó hasta la mesa. Esos dos tenían que hablar y resolver diferencias.

Los demás hombres estaban bebiendo cerveza mientras se reían y ni siquiera notaron su presencia cuando se acercó.

Salvo una mirada que la dejó helada.

Entre ellos estaba John Shelby que se sujetaba el costado después de haber estado riendo hasta sentir dolor. Sus miradas se cruzaron casi al instante y ella frunció el ceño. No esperaba encontrarlo ahí si no que descansando en el hospital.

Se vio obligada a desviar la vista ante su profunda e insistente mirada. La incomodidad recorría su cuerpo y lo menos que quería hacer era seguir en contacto con él. Todo en él le decía que traería problemas.

Intentó pensar en otra cosa.

—Señora Varjak —escuchó a su lado. Elliot se había apartado para dejarle un puesto y le sonreía de una manera cálida. Freya siempre había amado eso de él. Se habían criado juntos y él siempre la había apoyado así que le tenía un profundo aprecio.

Lance era el otro hombre que conocía tanto como a Elliot. Había servido a su padre desde su juventud y ahora llegando a los cuarenta la seguía fielmente a ella. Después de todo eran primos y la familia lo era todo para los Scarlets.

En ese momento Lance se acercó para saber como le había ido. Con un asentimiento le confirmó que Polly no sería una molestia ahora que parecía estar de acuerdo con la alianza. Todo estaría bien.

Continuaron charlando tranquilamente. Un tanto apartados de los demás hombres que se insultaban y reían. No terminaban por encajar allí o simplemente no los dejaban hacerlo. Aquello se notó cuando una voz se escuchó por sobre las otras.

—Veo que los Scarlets se apoderan de las calles nuevamente.

—Yo creo que están perdidos —dijo otro riendo.

Los tres se giraron al ver como John Shelby se levantaba de su lugar, comportándose como un gamberro junto a su hermano Arthur. Los demás hombres en la mesa los observaban también. La mayoría con sonrisas de suficiencia pegadas en su cara. Buscaban diversión mofándose de ellos.

— ¿Qué es lo que quieren aquí? —se acercó John, sus ojos los miraban amenazantes bajo la gorra que le caía sobre el rostro.

Freya soltó un suspiro. No esperaba que se comportaran.

— Una alianza, Shelby, ya deberías saberlo.—respondió Lance con la mandíbula apretada. Sabía que se contendría estando ella presente.

— Claro —murmuró John. Se giró hasta su hermano Finn y le habló.— Vamos, sírvele un poco de cerveza a estos pobres Scarlets.

— No queremos su cerveza —escupió Elliot casi golpeando su cabeza cobra la del Shelby. Freya tuvo que tomarlo del brazo para mantenerlo junto a ella.

— Por favor, les agradecería un poco de cerveza —respondió con tranquilidad aunque se notaba lo tensa que estaba. No quería que las cosas terminaran mal por sólo una tontería.

John apuró a su hermano quien le extendió una botella. Una vez en su mano la miró por un segundo, nunca antes había bebido directo de una botella, pero siempre había una primera vez.

Algo avergonzada la llevó a sus labios. Todos la miraban atentos, especialmente John. Aún así bebió un buen sorbo.

—Vaya, vaya. Quien diría que las princesas también beben.

Las risas no faltaron y Freya frunciendo el ceño, soltó la botella a los pies del Shelby derramando el líquido sobre sus zapatos.

—No quiero problemas, John Shelby —le advirtió sin esconder su enojo.— Con ninguno de ustedes. Estamos aquí para facilitarles las cosas así que deberías cerrar la puta boca y meterte tu cerveza por donde no te quepa.

Todos se callaron, aunque una risita se escapó de los labios de algunos. Elliot y Lance sonreían, por un momento habían creído que Freya se quedaría callada.

—Vámonos.

Los Scarlets voltearon para marcharse siguiendo a su líder. Lamentablemente Arthur los detuvo en el camino.

—Mi intención no es interrumpirla, señorita —le dijo, exhalando su aliento pasado a cerveza sobre la cara.— pero aun no nos queda claro quién es usted.

En realidad se esperaba que se preguntaran aquello. ¿Qué hacía una mujer allí? Freya deseaba demostrarle que podía dejarlo en el suelo con un solo movimiento, pero en cambio usó las palabras.

—Es cierto, lo siento mucho señor Shelby.—soltó un risa fingida, mirándolo con furia.— Mi nombre es Ginebra York, bueno, en realidad Ginebra Varjak. Soy la esposa del líder de los Scarlets.

—Así que deberías cuidar la forma en la que le hablas —añadió Elliot.

La sonora carcajada de Arthur agotó la paciencia de Freya. Lo dejó voltear a ver a los otros para demostrar cuán estúpido era lo que había dicho. Mientras ella le preparaba una sorpresa cuando le diera la cara.

—Claro, lo lamento mi señora. ¿Quiere usted-

Arthur no logró completar la frase cuando ya estaba en el suelo con la nariz rota. Elliot y Lance se mantenían en su posición mientras 'Ginebra Varjak' tenía el puño americano sujeto firme entre los dedos.

Rápidamente todos sacaron las armas apuntando a los Scarlets.

—¡Ya basta! —gritó Thomas acompañado de Polly. Extendía los brazos, obligando a bajar las armas.

Freya se le acercó y le habló con rabia.

—Adiestra a tus niños, Tommy Shelby. O esto se acaba —escupió Freya antes de irse.

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