Scorpius Malfoy.
Camine por el largo pasillo de la mansión entrelace mis manos, una vez que me pare frenarte la puerta lleve mi mano a la perilla y la gire empujándolo lentamente, asome mi cabeza.
—¿Abuela...?–pregunte.
—Mi niño, ven... entra.—escuche decir, empuje más la puerta entrando y la cerré tras mío. Camine hasta la cama, quedándome parado.—Ándale, ven súbete.
Asentí y me subí a la cama sentándome a su lado, volteé a ver el anillo que me había dado Isabella.
—¿Por qué estás triste?—preguntó sobando mi espalda, sentí como mi labio inferior tembló.
—Papá me ha dicho que estás enferma.—murmuré, y la volteé a ver.—No quiero que estes enferma.
—Mi niño... estoy bien.—sonrió débilmente.—¿Qué no me estás viendo?
—Pero no saliste en navidad, ya no sales. Te la pasas aquí en tú habitación.—dije triste.–No quiero que te mueras. Quiero que aún sigas aquí, jugando conmigo como lo hacías antes.
—Scorpius... ¿te había dicho que cuando tú mamá me dijo que estaba embarazada de ti, fue el día más feliz que tuve?—negué con la cabeza.–Bueno, ven.
Me acomode más cerca de ella, pasó su brazo por detrás mío abrazándome mientras con la otra agarraba mi mano.
—Tú mamá hace mucho mucho tiempo, estaba embarazada.–dijo algo triste.–pero... ese bebé no nació.
—¿Por qué no nació?
—Hubo unos problemas que lo complicaron todo, tú mamá se puso muy triste, lloraba todos los días...—murmuró.—... A ella como a tú papá les hacía mucha ilusión tener un hijo, lo intentaron por varios años, varios años, pero solo no pasaba. Hasta que un día... apareciste tú, en el vientre de tu mamá... y créeme Scorpius, fue el día más feliz que tuvimos, yo lloré de la emoción y siempre dije que te amaría con toda mi vida y te consentiría siempre, te haría sentir él niño más amado.—me abrazó, sonreí.– El día que naciste, me acuerdo que fui a verte al hospital, tan bonito... dormido, ahí tranquilamente en los brazos de tu madre, quitando el hecho de tu papá estaba desmayado en el sofá de la habitación.
Solté una risita junto con ella.
–Yo le dije a tu papá, que cuando recibirás tu carta para Hogwarts, se vinieran para acá. ¿Por qué? Por qué quería tenerte cerca, quería verte cada día, quería platicar contigo, pasar tiempo contigo.—sonrió.— Pase lo que pase, recuerda que yo te amo con todo mi corazón.
—No me quiero ir a Hogwarts.–murmuré agachando la cabeza.—¿Qué pasa si cuándo no estoy... tú.. tú ya no estás?–mis ojos se cristalizaron.
—Oh, mi vida. Todos en algún momento ya no estaremos, pero para eso falta mucho. Yo todavía seguiré aquí.–dijo abrazándome, las lágrimas cayeron por mis mejillas.—Te prometo, que aquí estaré cuando regreses.
—¿Me lo prometes?—la volteé a ver.
—Te lo prometo, Scorpius. Así que no llores; no me gusta verte llorando.—dijo limpiando mis mejillas.—Tú eres un niño muy guapo cuando estás sonriendo.
—Te amo mucho, abuela.—la abracé.
—Y yo a ti, mi niño.
•••
Iba junto con Isabella por el corredor del tren buscando un compartimiento que se encontrara solo. Abrimos el compartimiento entrando y sentándonos.
—Has estado muy callado, Scorpius.
–Solo pienso...en mi abuela.
–Ya verás que estará bien.—me animo agarrando mi mano apretándola un poco.
—Gracias, Isabella.—sonreí cortamente.
La puerta del compartimiento se abrió dejando ver a Albus que le decía algo a Rose para después entrar, Rose nos volteo a ver, levante mi mano pero ella solo se giró yéndose.
—Hey.—saludó Albus sentándose frente nuestro, vi que su mirada se desvió a nuestras manos. Las vio unos segundos para subirla.—¿Qué tal pasaron las vacaciones?
–Estuvieron bien.—respondí, Isabella quito su mano, la volteé a ver, ella sonrió. Mire a Albus.—Se podría decir... ¿tú qué tal?
—Un asco. Pero ya no es novedad eso.—respondió encogiéndose sus hombros.
—¿Por qué?—preguntó Isabella.
—Bueno, mi padre se puso en un modo.—rodó los ojos.—Después de eso todas las vacaciones estuvo incómodo, ya me acostumbre que mi padre quiera más a mis otros hermanos que a mi.
—¿Tienes más hermanos aparte de James?—pregunte.
—Sí, mi hermana menor. Se llama Lily.—explicó.
Yo solo asentí.
—Y... ¿Qué me cuentan? No había sabido nada de ustedes todas las vacaciones. Les iba a escribir pero no sabía bien...—continuo Albus.
—Ni nosotros de ti.—dijo Isabella.—Pues.. mi familia pasó navidad junto con la familia de Scorpius.
–Sí, pasamos la navidad juntos.—repetí.— No hicimos mucho, me refiero... jugamos varios juegos con nuestros padres y después salimos a jugar en la nieve.
—Que genial.—sonrió.— En mi caso, siempre vamos con mi abuela. La casa está llena, varias veces nos toca dormir a todos los nietos en una habitación y no es algo cómodo. Pero, es divertido aunque debo de tener cuidado con los chicos Weasley, varias veces me han hecho bromas.
—¿De verdad?—me reí.
—Sí, tienes que dormir con un ojo cerrado y el otro abierto. No sabes en qué momento puedes despertar con tus piernas enredadas, que te hagan algo en la cara, te cambien el cabello de color, entre otras más. Tienen mucha originalidad para eso.—comentó riéndose.
–Que divertido ha de ser eso, aunque molesto por qué no duermes a gusto.—dije riéndome.
—De hecho no, después mis tíos Fred y George te ponen algo en los regalos.—negó con la cabeza.—No por nada mis primos son así.
—Ha de ser muy padre tener una familia grande.—dije.— Si no fuera por Isabella, me aburriría mucho en la casa. Aunque aveces mi padre juega conmigo, o mi mamá, y también mi abuela.—sonreí.—Le he pedido un hermano a mis papás.
—¿De verdad?—preguntó riéndose.
—Sí, nunca me contestan nada.—admití sonriendo de lado.
—Tengo hambre.—dijo Isabella levantándose.—Iré a buscar a la señora dulcera.—nos volteo a ver.—¿Gustan algo?
—¿Señora Dulcera?—pregunte.
—Mi padre se refiere a ella así.—dijo riéndose.
—Yo... un chocolate de rana.—dijo Albus sacando dinero de su bolsillo y entregándoselo.
—¿Tú, Scorpius?—me volteo a ver Isabella.
—No, gracias. Ten mucho cuidado.—dije, ella asintió y salió del compartimiento.–Isabella siempre anda comiendo.
–No parece.—se rió el.
—Es una manía que tiene, le encantan las golosinas.—admití.—Sus padres igual; creo que por eso a ella también.
•••
Isabella Zabini.
Comida.
Comida y más comida.
Tenía tanta hambre, y eso me pasaba por no haber desayunado nada.
Mi padre (Blaise) me había levantado tarde, mientras mi otro padre levantaba a Jacob. Siempre por las mañanas era un caos; zapatos volando, gritos de mi padre (Theo) al otro diciéndole que siempre se les hacía tarde, teníamos que correr mientras subíamos las cosas al carro, era siempre lo mismo.
Llegue con la señora dulcera que estaba atendiendo a otros chicos que parecían de Gryffindor.
–Sí, Wood. Ya se...tienes un plan estratégico para este año, luego lo platicas en las prácticas de Quidditch.—le decía uno.
—¡Pero es que si no te lo cuento se me va a olvidar...!—le respondió el otro.—....Gracias.—le dijo a la señora una vez que le regresó el cambio, me volteo a ver y sonrió para darse la vuelta.
—Hola.—salude.—Me da dos ranas de chocolate por favor.
Del compartimiento de alado salió James que al verme se sorprendió pero después sonrió.
—Hola Bella.
–Es Isabella.—repliqué.
—¿Qué tal vacaciones?—preguntó, le entregue el dinero a la señora dulcera para agarrar lo que había comprado.
—Bien.—dije dándome vuelta y yéndome rápidamente por el pasillo hasta el compartimiento donde estaban los chicos.—Aquí tienes, Albus.
—Gracias.–sonrió una vez que se lo entregue, me senté alado de Scorpius.