¡Lady Shazam! [Damian Wayne]...

By ANicoleVergara

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"La sabiduría de Salomon. La fuerza de Hércules. La resistencia de Atlas. El poder de Zeus. El valor de Aqu... More

⚡Lady Shazam⚡
⚡ Es Lady Shazam ⚡
Sinopsis
Prólogo
1. La Llamada
2. Secretos Desvelados
3. Ella quiere pelea
4. Mujer Desconfiada
5. Superboy intenta matarme
6. Robin
7. Entrometido
8. Kriptoniano Chismoso
9. El Pedido
10. El Error
11. Acumulación de Problemas
12. Confianza Rota
13. Desahogándose
14. Sin ganas de nada
15. Robin ¿Amable?
16. Te mataré Eugene
17. Super Cupido
18. Robot Parlanchín
19. El casi beso
20. Buscando al Loco
21. Míster Mind
22. Charla de hermanas
23. Quiero...
24. Sigue allí
25. Freddy un cupido sin licencia
26. Ya hazlo
27. Modo Romántico
28. Niño de papá
29. Coincidencias
30. Sin Miedo
31. Me arrepentiré de esto
32. Este es mi territorio
33. ¿No te esperabas esa?
34. Enseñando de distracción
35. Yo también te amo...
36. Secuestrados
37. Amor de hermanos al estilo Wayne
38. Freddy el adivino
39. La Batalla
40. Acepto, chico maravilla
41. El pasar de los años
⚡ACTO DOS⚡
Sinopsis
Prólogo
42. Fallas del novio
43. Un nuevo calvo
44. Todos menos tú
45. El único error
46. Happy Birthday, Darla
47. El deseo de Darla
48. ¿No eran seis?
49. Dime, ¿quién besa mejor?
50. Solo quiero un abrazo
51. Eres un idiota, demonio
52. Vamos a pelear, chica barata
53. Ohana
54. Las advertencias de Don Nalgas
55. Brindis por este desastre
56. Con qué así se llamaba
57. Él nos necesita
58. Traidor eres Freddy
59. Charla madre a hija
60. ¡No soy un adorno!
61. Los planes de Freddy
62. Planes de los metiches
63. Fin del juego
64. Necesito vacaciones
65. ¡Ustedes son traidores!
66. Hora de regresar al show
67. Elegir entre dos opciones
69. ¡Traigan una aspirina!
70. ¿Quién trajo un tigre?
71. ¡Al fin!
The End

68. ¡La he estropeado!

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By ANicoleVergara

[EDITADO]

"¿Alguien que me explique cómo llegamos a este punto?"

Bella Batson
Ubicación: desconocida... por ahora.


Suelto un gemido por lo bajo mientras me acomodo entre las sábanas que me incitaban a quedarme un rato más a dormir. Paso mi brazo por la almohada para abrazarla, pero esta no era para nada esponjo de como la esperaba. Sin abrir los ojos aprieto un costado de la almohada, lo que escucho ni siquiera debería estar escuchando.

Un quejido. Específicamente del género masculino, la voz era demasiado ronca para ser la de Freddy, decido ignorarlo a medias porque de seguro ya la parte de la pubertad en donde la voz se vuelve más grave le está afectando a Freddy, un poco tardía a mi parecer.

Abro los ojos con dificultad con la poca luz que entraba por la ventana, de seguro Freddy volvió a dejarla la cortina sin cerrar a noche, lo cual no debe de ser extraño considerando a qué hora nos dormimos por los regaños de los señores Vásquez. Tenía tanto sueño que volví a cerrar los ojos.

No logro ver la posición por la que me encuentro, pero el dolor en mis articulaciones indica que es una para nada cómoda, más la nueva almohada que Mary me compro diciendo que es la más suave que se pueda existir... ¡que suave ni que nada! Esta cosa parece más una roca que nada.

Pero eso no era lo importante, era el extraño olor que aspiraba lo que me hizo eliminar cualquier pizca de sueño que tuviera. Es desagradable lo que olía, podía distinguir el sudor y otra cosa que no supe identificar. No quería quedarme con la duda hasta que se me quitara la flojera que en este momento era mucha; debido a que los músculos me dolían y eso significaba que permanecería más tiempo en la cama, decido apagar la alarma de mi celular y para eso, tengo que levantarme.

Con la mano que tengo arriba de la almohada me restriego el ojo izquierdo para quitarme la lagaña que me impedía poder ver correctamente. Al hacerlo, enfocó lo más que puedo en la mediana mancha que veía, tras dar unos cuantos párpados casi salgo expulsa de la cama.

¿¡Damian!?

Con duda y temblor en mis manos elevó la sabana que cubría nuestros cuerpos, tan rápido como vi lo que había debajo aparte la mirada... por Dios, vi como vino al mundo. ¿Es real el tamaño que tiene esa cosa? ¡¿Le acabo de ver el...?! ¡Por Dios! ¿En qué lio me metí ahora?

¿Cómo terminé en la cama de mi ex...?

A claro, ya recordé.

Hace algunas horas atrás.

La misión de vencer a Black Adam fue un total fracaso, por el lado bueno evite junto a Superman que Filadelfia terminará siendo parte del océano. Algo bueno debía salir de todo esto.

Lo malo de esta situación fue que la que terminó mal en todo esto fui yo. Pensarías que al regresar a casa tendrías alabanzas por evitar la destrucción de tu ciudad, pero no contando con este par de padres que recién se enterar que sus hijos son los superhéroes de la ciudad. Sin duda me lleve un gran regaño junto a mis hermanos por engañarlos, pero valió la pena por salvar vidas.

Lo que si no valió fue que Black Adam aprovecho ese momento para escapar.

Tenía una sola oportunidad y la desperdicia.

Podría estar en cualquier lado y jamás lo sabríamos.

—Deja de autocompadecerte —ordena Freddy sin ánimos en la litera de abajo.

Pelear con villano era pan comido, pero pelear de manera verbal con nuestras figuras paternas dejaría sin ánimos a cualquiera. Agrégale que te castigaron antes sin mesada ahora te quitaron los ahorros.

—No me estoy autocompadeciendo... solo pienso en que hubiera pasado.

—Lo hubieras acabado, ¿Qué consecuencias hubiera traído? La muerta de cientos de personas que no tenían la culpa —rectifica —. Él hubiera ya no existe, Bella. Tienes que aceptar las acciones de tus decisiones, aunque estas fueron pensadas por buenos pensamientos.

Sabias palabras para alguien que fingía estar rasurando a escondidas en el baño una barba que nunca le crecerá... duele admitirlo, pero, aun así, con esas palabras nada me servía, un dolor de cabeza era lo único que sentía por estar pensando.

—Deberías salir para tomar aire fresco —sugiere como si nada. Me levanto para poder verlo y si, tenía esa mirada cargada de una inocencia que no me engañaba.

—¿Quieres que desobedezca a nuestros padres? Que rebelde.

Freddy bufa.

—Solo digo que deberías despejarte y aquí encerrada no lo lograrás, me preocupo por tu, pero también quiero seguir vivo durante el tiempo que pasemos castigados.

Allí está el Freddy que conozco.

—¿Me crees peligrosa?

—Realmente quieres que te lo diga.

—De ser una chica cualquiera me sentiría ofendida por ese comentaron, pero soy Bella Batson por lo que me siento alagada.

No mentía, algunas chicas deben sentirse alagadas cuando un chico les dice que es peligrosa así saben que ellas son capaces de darle un golpe en las partes nobles sin dudarlo. Pero eso no implica que algunas no pierdan la oportunidad de lanzarles un almohadazo para que aprendan a cuidar sus palabras.

—Si estas alagada, ¿por qué me lanzas una almohada?

—Siempre habrá una excusa para golpear a alguien.

—¿Vas a salir o no?

—Claro que no, Freddy. Suficientes problemas los he metido para que me insistes a cometer otro.

Espero unos segundos por sus respuestas, la habitación se mantiene en total silencio, me acomodo para volver a mi trabajo de intentar dormir. ¿Qué creen? Pues el intento de sueño es interrumpido por el inválido de la familia.

—¿Qué demonios? —mascullo lo más bajo, no quiero despertar a nada, aunque las ganas de arrancar esos rizos no me faltaban.

—Te pondrás una chaqueta o ropa lo que sea, pero tu saldrás de esa cama para despejarte.

—Bien me voy, te echaré la culpa por iniciar este escape.

–Si lo que sea —gira los ojos —. Vete.

༺༻

Me recuesto en la pared húmeda de la azotea de uno de los tantos edificios de la ciudad. Observó las estrellas en busca de una constelación, aunque ni sepa nada de astronomía. Lo que me fascinaba era que podía estar viendo una sin darme cuenta.

Cómo la flojera de cambiarme de ropa era enorme únicamente lo que hice fue volverme en mi altar ego, eso no fue lo complicado de la misión fue caminar en pijama por el vecindario para así poder transformarme. Rezaba por qué nadie estuviera despierto.

Ahora lo único importante en este instante era observar las estrellas lo cual estoy cumpliendo al pie de la letra... bueno, la paz en soledad fue hermosa mientras duro.

—No tienes una ciudad llena de sociópatas para capturar.

—No se irán a ningún lado.

Volteo a ver al cuarto chico maravilla que se unía al caballero de la noche ósea Damian Wayne ósea mi ex novio. Vaya ironía, le hastiaba sus intentos de reiniciar la relación y el me arruina la noche que se supone debe ser de relajación y paz.

—No me importa a que hayas venido. Largo —ordenó, señalando a cualquier lugar lejos de mí. Damian decide ignorar mis órdenes pues se sienta a mí lado —. ¿No me escuchaste?

—Lo hice. Pero es interesante ver que creas que te haré caso.

Apartó la mirada para seguro mirando las estrellas, después de todo, cualquier cosa mejor que caer en la tentación.

—¿A qué has venido?

—A hablar.

—No hay nada de qué hablar.

—Tendremos que hablar en algún momento.

Si, sabía que eso era lo que más necesitábamos, pero no lo quería. Hablaría con él en el momento en que empezará a llover y esa lluvia me hiciera coger un resfriado. Lo bueno es que él no tiene que enterarse.

¡Esto tiene que ser una broma!

Genial. Incluso el clima se pone en mí. Bufo al sentir el incómodo contacto de ropa pegarse por la lluvia, muevo mi cabello que me molestaba por estar metiéndose en mi vista.

—¿Tan enojada están que te resfriaras?

—Si.

Oigo como Damián suspira.

—Déjame llevarte conmigo a Gotham, te relajara. Se lo que pasó con Black Adam.

El frío que empezaba a hacerme tigiciar se fue de manera espontánea, ya no era un frío que mataba ahora era uno aceptable.

—No quiero tu capa.

—Te vas a resfriar.

—No me importa.

—Bella, vamos te resfriaras.

Cómo diría los señores Vázquez y Pedro.

Ya valí madres.

༺༻

No sé si soy estúpida o me hago... La opción uno es la más acertada, pero no le digan a Freddy que dije eso.

Acepte la oferta de Damián de irme a Gotham con él para así poder hablar. En el camino empezó a darme una alerta mi instinto de chica que esto era una mala idea. Pero cuando acudí al llamado de la alerta ya era demasiado tarde, ya estaba en el baño de su cuarto bañándome porque si no tomaría un resfriado por estar un tiempo con el pijama mojado.

Salgo de la regadera. Al acercarme a mi ropa noto que usarla no era una opción por lo que me queda solo ponerme la ropa interior.

Miro la puerta del baño con duda, puede que Damian este allí afuera y que me vea de este modo no estará dentro de mis planes, así que decido ponerme la toalla alrededor de lo que llevo puesto.

Al salir del baño, el cuarto de Damian se hallaba a oscuras únicamente iluminado por el brillo de la luna llena filtrándose por su ventana.

—¿Damian?

—Bells.

Salto espantada al escucharlo desde a lado mío y yo sin darme cuenta de su presencia.

—¿¡Qué te sucede!? ¡Dios! —inquiero  tocándome el pecho notando que se me había caído la toalla.

Repito: ¡esto tiene que ser una broma!

No le daré el privilegio de verme nerviosa lo que ocasiona que me vea semidesnuda. Pero el pensamiento de que esto es como un bikini compensa la pena que estoy sintiendo por dentro.

—Te asustas fácilmente, Bells.

Espera esta... ¿sin camisa?

Cambio de planes, huir a donde sea que estuviera Alfred para que me diera ropa y huir a lo cobarde. Sin importarme el disimular doy un paso hacia atrás.

—¿Tienes miedo, Bells?

—¿Debería tener miedo? —ni idea de dónde salió la valentía que me cargaba. Ni tampoco a qué viene la pregunta.

Algo en su mirada cambio, ese brillo con el que siempre mi miraba era diferente, el tono de sus ojos color verde jade se notaban más oscuro. El aura que lo rodeaba ya no era igual, era más animal, más salvaje y lo que me excitaba era saber que yo era la presa de ese animal. Damian me indica con esa mirada felina que me acercara, al hacerlo me siento a horcajadas sobre él, con mis piernas a cada uno de sus costados, apretándola. Me besa con vehemencia, trazando el camino de su mano hacia mi trasero. Llevo las mías a su cabello, ejerciendo precisión cosa que le hace gruñir. Suelto un gemido ahogado cuando profundiza el beso, chupando, lamiendo y finalmente mordiendo mis labios.

—Claro que deberías tener miedo, cariño —luego de murmurar aquello me muerde la oreja. Lo que me disloco fue el movimiento de su cadera que provoco el roce de nuestras intimidades, hago un pequeño gemido de sorpresa —. Por qué desearas que esto nunca acabe.

Damian se levanta apretando mi trasero mientras yo lo hago con el suyo con mis piernas. Bajo mi mano para acariciar su pecho trazando líneas que se, que lo vuelven loco por los gruñidos que está haciendo. Le beso multiplicando las emociones que sentía con el anterior, desciendo los besos por cuellos hasta su barbilla hasta su cuello. Muerdo a la vez que trazo mi lengua con ferocidad en su manzana de Adán. No podía soportar el temblor de mis piernas por los roces entre nuestras intimidades que eran cubierta por su pantalón y mi ropa interior.

Él deja de besarme para descender y dejar una fina línea de besos en mi cuello. Sueltos suspiros sintiendo su caliente aliento chocar contra mi sujetador. Una de sus manos pasa por mi espalda, buscando la parte para quitarme la molesta prenda, al ver que tardaba decido ayudarlo. Damian aleja su rostro con la mirada gacha en la parte desnuda de mi cuerpo, su única mano libre marca la forma de ellos, dándome unas arcadas que haciendo que nuestras pieles chocarán entre sí.

—Eres tan hermosa —besa con delicadeza uno de mis pechos —. Y solo mía —declara metiéndoselo a la boca, jadeo, jalando su cabello a la par de su boca.

Paso mis uñas por su pecho, rasguñándolo. Damian me tira sobre el colchón, escucho como se quitaba su pantalón y se monta sobre mí, pasando su lengua por mi cuello sube la cabeza para besarme, ahogando cualquier sonido que soltara por sus caricias.

Roza con una de sus manos una de esos botones que activaron una descarga de calor que llegaba a mi parte íntima.

Le agarró del cuello y hago que me bese, mostrándole en el cuanto lo deseo, porque sé que en esta situación son escasas y es mejor demostrarlo con acciones.

—¿Estas así por mí? —pregunta mostrando su dedo mojado de una sustancia blanquecina. Aparto la mirada, sin poder mirarlo a los ojos.

—Ah, cállate.

—Aquí no mandas tu —su lengua giraba en circulo sobre mi pezón y sus dedos se enterraban con mayor velocidad en mí. Las piernas me comenzaron a temblar, soltaba pequeños gimoteos que intentaba callar—. Aquí eso lo hago yo. Tu solo tienes que obedecerme, cariño.

Cierro los ojos, respirando pausadamente para recuperar el aire que exigían mis pulmones. Damian se movía encima de mí, abro los ojos al experimentar nuestras intimidades rozándose, era leve, pero ese calor no pasaba por alto. Trato de ver, pero él me impedía ver lo que estaba rozándose entre nosotros dos.

—¿Nerviosa?

—Ni un poco.

Él sin aun haberme quitado la ropa interior, la aparta a un lado y es cuando posicionó su dura erección cerca de la abertura de mi intimidad, los nervios llegaron a golpearme para amortígualos pasa mis manos detrás de su espalda y los enterré en ella. Damian entierre su cabeza en mi cuello, dejando besos húmedos en este, finaliza chupándolo sabiendo que dejara marca, eso lo incita a enterrar sus dientes en mi piel.

Damian deja caer la parte inferior de cuerpo hacia mí, siento como de a poco entraba dentro de mí, abriendo a cada pasa los centímetros de mis paredes. Dolía. Rasguño su espalda en un gimoteo. Él deja un par de beso alrededor de mis pechos, se los mete a la boca chupándolos con fuerzas, arqueo la espalda perdida en el placer. Muevo las caderas luego de un rato de sentir como las punzadas en mi parte intima, eso le da una indicación de empezar a moverse. No sabía lo que estaba sintiendo, era extraño, su miembro chocando contra mis paredes me daba una sensación que no podía explicar.

—Ah, más —le pido —. Por favor, más, Damian.

Eso activo algo en Damian, lose porque siento como enroscada uno de sus brazos en mi cintura, enterando sus dedos en mi piel.

—Mírame —ordena entre un gemido, sostiene mi rostro mientras lo acercaba al suyo —. No te contengas, quiero verte llegar a la locura. Mírame —vuelve a repetir en un murmullo. Con firmeza en su agarre en mi cintura me eleva sentándome a horcajadas sobre él, me mantiene suspendida mi cadera, evitando que se entierre dentro de mi —. Móntame.

No pude evitar no obedecerle.

Dejo caer mi cuerpo sintiendo como entraba dentro de mí de una manera mucho más profunda. Aun dolía, pero eso solo lo hacía más excitante. Decido empezar a moverme, adelanta hacia atrás, su mano me guiaba de manera lenta dándome mi tiempo. Decido apoyarme colocando mis manos en su pecho, queriendo hacerle el calor en mi zona baja. Damian se apoya en el respaldar de la cama usando sus brazos como almohada, me miraba con gran intensidad: gimiendo y gruñendo de la imagen que le debía de estar dando. Vuelve a gemir, le beso con ganas, sostengo sus manos para evitar que me toque, a pesar de la situación no perdía tiempo en molestarlo. En cada movimiento ligero de su cadera lograba enterarse en mí de una manera que mandaba una corriente eléctrica por todo mi cuerpo, jadeo por los temblores en mis piernas.

Ahora él me agarra del trasero, sosteniéndome con fuerza, podiendo moverme de manera más rápida, más dura, encendiendo una llama que ardía con ferocidad allá abajo. Cada estocada Damian lo hacía con más rudeza haciéndole parecer un animal, sus embestidas eran descontroladas. El dolor en mi cintura era pequeña comparado a lo que sentía. Ambos estábamos a punto de terminar lo sabíamos, eso aumentaba las estocadas. Fue cuando nuestras frentes se tocaron, con la respiración erradica y nuestros corazones a mil, fue cuando llegamos.

Me dejo caer en la cama. Una de mis manos reposaba en el estómago mientras lo otra colgaba de la cama, cierro los ojos ante la sensación de su semen saliendo de mi intimidad. Mi pecho bajaba y subía de manera rápida, en cada bocanada de aire trataba de recuperar le aire y con ello recuperar esa calma que arduamente necesitaban mis pulmones.

—¿Qué sucede? —le pregunto con la voz hecha trisas. Mi espalda se curvo antes los espasmos que seguía sintiendo.

Abro los ojos como puedo, su dedo levanto sin esfuerzo mi rostro. Su aliento golpeaba mi rostro, deja un pequeño como lento beso en la comisura de mis labios, que con el pasar de lo segundo se vuelve tan intento que me quita el aire.

Le sigo el paso con la mira cansada, se detiene en la punta de la cama, gira un poco su cuerpo y me regala una sonrisa llena de orgullo. Damian me atrae por las piernas, vuelvo a sentir su erección antes flácida chocar contra mi intimidad.

—¿Quién dijo que este era el último round? —Él pasa su cálida lengua por el lóbulo de mi oreja haciendo que un gemido salió de entre mis labios—. Esto aún a terminado, mi querida Bells.

Presente.

Sin dudas estoy jodida, aunque mi cadera lo está más.

La opción de huir como la cobarde que en este momento soy, ilumina con unas hermosas razones de por qué debo hacer, por otra parte, huir me hará ver cómo.... no lo digo por el respeto que me tengo, aunque de seguro se entiende lo que trato de decir.

Entonces... ¿cuál era la mejor forma de huir y no herir a Damian? No me malinterpreten una cosa en enojarme y estar enojada con Damian, otra muy distinta es ser una capulla con el... en realidad, ser más capulla de lo que ya fui con él.

Entendía el esfuerzo que Damian le ponía para que lo perdonara, lo conozco bien que él no dejaría su orgullo para pedirle perder y tampoco dejaría que es persona lo trate como yo lo trate. Aunque en parte se lo merecía por ser un completo idiota incluso peor que Todd.

—Buenos días, Bells.

Al escuchar esa voz ronca que caracteriza a los hombres a despertar subo la mirada y conecto mis ojos esmeraldas con los suyos, los de él mostraban un brillo que muy pocas veces le he visto. Tenso mi cuerpo. Su mano pasaba de manera cansina formando intentos de circulo cerca del inicio de mi trasero. A causa de los nervios aprieto mi agarre en su cintura, atrayendo en consecuencia su cuerpo al mío.

La opción de huir se fue al olvido. No era opción, no con sus caricias que atontaba cada fibra de mi ser, no con esa sonrisa que me dedica junto a esos ojos cansados que con tan solo ver su brillo me dedicaba un amor que jamás pensé que alguien sentiría por mí. Entrelazo nuestras manos, mi cabeza se apoya en su pecho a la vez que aspiraba fuertemente y con la vergüenza del mundo le daba un beso en uno de sus pectorales.

—Buenos días.

Es hasta cuando Damian Wayne se estira para darme un beso en la cabeza que me doy cuenta de algo.

¡Ya no soy virgen!

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¡Feliz año nuevo!

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