Debo admitir que me levanté muy húmeda, hacía ya varios meses desde que había comenzado a tener estos sueños eróticos con el hombre de ojos verdes.
Desde que me mude a Argentina por algún extraño motivo comencé a soñarlo, la verdad es que no sabía a qué se debía, pero tampoco me iba a quejar de tener esos sueños los cuales me mantenían bastante contenta por el resto del día, lo único malo respecto a los mismos es que no tenía nadie con quien apagar mi constante calentura, ya que absolutamente nadie llamaba mi atención como para tener sexo de una noche, nadie en lo absoluto provocaba en mí lo que el hombre de mis sueños causaba y si vamos a lo concreto, no soy la persona más relajada a la hora de entablar conversaciones con el sexo masculino, simplemente no es una de mis mayores habilidades; y si a eso le sumamos que soy una obsesiva del trabajo y tengo una agenda extremadamente apretada la cual me agota exhaustivamente todos los malditos días de la semana, definitivamente tengo que admitirlo, NO TENGO TIEMPO, y a pesar de estar totalmente agobiada y de estar por volverme loca, amo mi trabajo ya que me costó horrores lograr tener lo que tengo.
Para que me conozcan un poco más deben saber que me llamo Kira Lawrence, soy la dueña de J&K Design, una empresa de diseño publicitario muy reconocida en Argentina, no lo definiría como el sueño americano, pero es un sueño cumplido, es mi pequeño bebé, el cual poco a poco empezó a crecer hasta convertirse en la gran empresa que es hoy en día.
Obviamente el trabajo no lo hice sola, fundé la empresa junto a mi hermano menor Jensen hace cinco años, él fue mi principal inversor, aunque para que mentir, él puso todo el dinero, pero no quiso hacerse cargo, él aunque no lo admita solo quiso hacer algo que fuera solo de nosotros, algo que fuera nuestro legado y por ello puso todo a mi nombre, según él fue un regalo de agradecimiento por haberlo sacado de tantos problemas durante su adolescencia rebelde, los cuales por más que él no quiere decirlo fueron a causa del divorcio de nuestros padres, Jensen al ser el más pequeño lo sufrió más que nuestro hermano Mark y yo. Hoy en día podría decirse que su época oscura quedó atrás, pero costó bastante sacarlo de allí.
Ese divorcio también fue la causa de que hoy estemos Jensen y yo en Argentina al igual que nuestra madre, y que Mark y papá estén en Estados Unidos, como ya todos éramos mayores de edad cuando nuestros padres se divorciaron cada uno eligió donde quedarse a vivir, Jensen y yo siempre quisimos probar otro lugar fuera de Estados Unidos, y Mark adoraba Texas ya que prácticamente tenía su vida más realizada que Jensen y yo ya que a él le gustaba más trabajar al lado de papá.
Nuestra madre, Laura, es una mujer argentina que a sus 21 años en un viaje de esos que realizan las universidades para aprender el idioma inglés desde su raíz, viajó a Estados Unidos (más exactamente a Houston, Texas) donde conoció a mi padre quien es oriundo de allí, y que según dijeron los dos, lo de ellos fue amor a primera vista, tanto que a los 3 meses de conocerse se casaron y al mes de casados ya estaban embarazados de mí.
La verdad es que no sé en que estaban pensando, pero por lo que sé la historia funcionó por mucho más tiempo, ya que cuando yo tenía 3 años, mamá tuvo a Mark y dos años después de Mark tuvieron a Jensen.
Actualmente yo tengo 28, Mark 25 y Jensen 23 años. Todos creíamos tener no la familia perfecta, pero si una que iba a estar con sus padres casados de por vida, el famoso: "Hasta que la muerte los separe", pero después de varios años de casados mis padres decidieron divorciarse, sin darnos motivo alguno de dicha ruptura, y obligándonos indirectamente a rehacer nuestras vidas tal cual como las conocíamos.
La verdad es que Laura y Sean (mis padres) eran bastante raros, sabíamos que se amaban, solo hacía falta observarlos, pero por algún extraño motivo, razón o circunstancia se alejaron, y ya hacían 5 años que no estaban juntos. La verdad es que, con ese ejemplo, preferiría morir sola y rodeada por 50 gatos mientras leo "Melocotón Loco" por décimo novena vez mientras bebo mi taza de cappuccino.
Los hombres no tendrían que ser mi prioridad en la vida ya lo había decidido, odiaba sufrir, por ende, evitaría cualquier hecho que me llevara cerca del abismo que significaba la posibilidad de comenzar una relación amorosa, así fuera el hombre de mis sueños. No quería que el amor me causara lo que años atrás me había causado, ni terminar como lo habían hecho mis padres.