La música parecía haber quedado en segundo plano, la pelinegra podía jurar que apenas escuchaba la melodía siendo que estaba prácticamente al lado de los altavoces. La fría mano en su cintura había conseguido estremecerla, los bellos de su nuca habían reaccionado ante el gélido contacto y la intensidad de los dorados ojos que se habían clavado en su rostro. A pesar de estar algo más descuidado que la última vez que se vieron, la belleza que Edward Cullen poseía seguía siendo algo que podía dejarte sin aliento.
Sin decir palabra alguna, el cobrizo dirigió su ocupada mano a la pequeña muñeca de la joven y comenzó a tirar de ella para sacarlos a ambos de aquel tumulto de personas. Xanthe agradecía no haber elegido usar tacones aquella noche ya que el chico a su lado caminaba extremadamente rápido; Ninguno dijo nada durante el trayecto, Edward había tratado de leer los pensamientos de la humana para saber las razones por las que estaba ahí pero estos únicamente maldecían al hombre que había intentado flirtear con ella porque había aplastado su rosa blanca y alagaban lo bien que se veía la espalda del vampiro con aquella camisa. Edward ya estaba a punto de salir corriendo, más aún si se ponía a pensar en su último encuentro nocturno.
El lugar donde el vampiro se alojaba era un pequeño apartamento bastante parecido en tamaño al de Xanthe pero con muebles y adornos más rústicos. El lugar estaba sorpresivamente ordenado aunque apenas podía ver algo dado que la única luz que alumbraba era la que provenía de una ventana que daba vista directa al Cristo Redentor.
Edward soltó su mano tras varios segundos estático, tocó un interruptor y la estancia se iluminó dejando a ambos jóvenes visualizar el rostro del contrario a la perfección. Xanthe había bebido un poco, había estado recorriendo las calles y había bailado sin ningún tipo de restricción por lo que su imagen actual revelaba a una despeinada adolescente pelinegra de rojizos e hinchados labios y cristalizados ojos marrones.
Edward Cullen no podía negar que aquella imagen era completamente provocativa.
Xanthe notó la vista del joven Cullen clavada en ella, una sonrisa apareció en su rostro al instante.
—Es bueno volver a verte, Edward—el vampiro se estremeció en cuanto notó el bajo tono de voz de la humana frente a él.
— ¿Qué haces en Río?—decidió ir directo al grano.
Xanthe notó esto y desplazó su labio inferior hacia abajo con fingida tristeza.
— Quería un cambio de aires—una pequeña risa tonta escapó de su boca, caminando cual pantera comenzó a inspeccionar el lugar. Tomó asiento en un oscuro sillón tras varios minutos dando vueltas, se deshizo de sus zapatillas y acomodó su vestido de tela al levantarlo levemente para poder sentarse con comodidad. Cierto cobrizo tragó en seco—. ¿Cómo has estado? Luces sorpresivamente mal.
«¿No eras tú la misma que me estaba comiendo en su mente hace diez minutos atrás?» se preguntó el vampiro.
El tono de un teléfono móvil se escuchó en el lugar, Edward leyó el mensaje que había recibido con el ceño fruncido antes de ignorarlo y volver a centrar su vista en la humana.
— ¿Fue Alice, no?
Xanthe bufó:— ¿Vamos a estar ignorando las preguntas del otro por mucho más tiempo o vamos a tener una conversación normal?
Edward caminó con cautela hacia el lugar donde la menor Swan se encontraba, sentándose a su lado.
— He estado todo lo bien que se puede estar tras una ruptura.
Xanthe sonrió en grande.
— Pues Isabella ya te superó y anda detrás de chico Black—los puños del vampiro se cerraron con fuerza, marcando las venas en este. Xanthe pudo notar como su mandíbula se apretaba y sus ojos comenzaban a oscurecerse—. Sabes, siempre me pregunté el por qué alguien tan bueno como tú podría terminar con semejante experimento que es mi hermana. También me preguntaba cómo alguien, en este caso Jacob, tendría tan mal gusto como para enamorarse de ella, obviamente me di cuenta que tú eres quien tiene peor gusto—Xanthe cayó durante unos instantes antes de seguir hablando—, a menos que salgas conmigo, eso desecharía cualquier cagada que hayas hecho antes como lo es salir con mi hermana.
— Fue Alice, ¿cierto?—volvió a preguntar el cobrizo, ignorando cómo lo último dicho por la pelinegra hacia su hermana mayor no había causado ningún tipo de enojo en él.
— ¿Quién me trajo hasta aquí?
Edward asintió.
— Más o menos—fue la única respuesta de Xanthe, claramente la joven sabía que un cómplice no debería delatar a la mente maestra incluso cuando ni ella sabía qué era lo que pretendía Alice Cullen.
— ¿Puedo preguntar por qué tú?
— Aunque la pregunta en cierto modo me ofende, no tengo respuesta para ella.
El silencio se hizo presente ante ellos durante unos largos diez minutos en los que la mente de Edward pensaba en aquel licántropo mientras ignoraba los obscenos pensamientos de la menor al haber notado que la camisa del vampiro estaba ligeramente desabrochada.
— Ella...¿cómo está?
Xanthe bufó sin vergüenza alguna.
— Estuvo siendo el estorbo de siempre durante bastantes semanas, ¿sabes lo que es no poder dormir porque la insoportable de tu hermana comenzaba a gritar en mitad de la noche? Ahora comenzó a salir con Jacob todos los días y parece que el demonio se calmó.
— Jacob...
Xanthe puso los ojos en blanco y se incorporó, acercándose lentamente al joven Cullen. Apoyo su torso en su regazo, recargando su cabeza en una de sus manos mientras admiraba de frente el rostro del contrario; Edward se había tensado en cuanto sintió el peso en sus piernas y eso Xanthe lo notó. Su delgada mano viajó hacia el desabrochado cuello de su camisa y comenzó a juguetear con éste mientras seguía en su labor de admirar el atractivo rostro del Cullen.
— Sí, Jacob Black...aunque lo adoro desde que éramos pequeños es demasiado iluso ese chico a mi parecer—el vampiro no pronunció palabra, estaba más centrado en ignorar las cálidas llenas de los dedos de la humana frente a él—. Dime, Ed...¿cuánto dices amar a mi hermana?
Xanthe se había vuelto a incorporar y había pasado con lentitud una de sus piernas sobre el joven para quedar sentada en su regazo. Edward en esos instantes tenía una perfecta vista de la joven, cuyo vestido estaba ligeramente levantado dejando poco espacio a la imaginación. Las manos de la pelinegra habían comenzado a acariciar su torso, provocando que la tensión del vampiro despareciera y en su lugar se manifestara una sensación de estremecimiento que le resultaba llamativa.
— ¿Por...por qué...preguntas eso?—poco sabía Xanthe del tremendo autocontrol que el joven debajo de ella estaba manteniendo en aquel momento.
— Porque mi hermana parece no haberte amado mucho si en tan poco tiempo ya anda detrás de otro culo al cual besar—Xanthe se acercó un poco más al frío cuerpo del contrario, sonriendo en grande al notar la reacción positiva del contrario. Con una de sus manos tomó la mandíbula del cobrizo y la elevó para observar directamente sus ojos. Xanthe acercó sus labios a los del contrario rozando apenas estos y rió. Edward quedó levemente aturdido ante el sonido de su risa—. Dime, ¿deseas continuar con esto y dejarme apreciarte o vas a seguir hablando y obsesionándote sobre Bella?
El silencio se hizo presente durante varios minutos, los ojos del cobrizo estaban completamente cerrados mientras intentaba pensar con claridad.
— ¿Quién...
Xanthe sonrió con burla.
— Dilo—susurró, provocando.
— ¿Quién es Bella?
Edward abrió sus ojos.
Y terminó por juntar sus labios con los de Xanthe.