Expediente 512 (I)

By JustAlexG

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Año 2399. Treinta colonias. Una enfermedad mortal. Siete chicos dispuestos a encontrar la cura. Un expediente... More

Nota de la autora
Playlist y Book Trailer
Reparto
I. Invisible
II. Espía
III. Historia
IV. Despedida
V. Prueba
VI. Habitación
VII. Pantallas
VIII. Libro (primera parte)
IX. Libro (segunda parte)
X. Libro (tercera parte)
XI. Pájaros
XII. Enfermería
XIII. Cansancio
XIV. Chispas
XV. Segundos (primera parte)
XVI. Segundos (segunda parte)
XVII. Acostumbrado
XVIII. Acercamiento
XIX. Familia
XX. Discusiones
XXI. Mirada
XXII. Acuerdo
XXIII. Esposa
XXIV. Caminar (primera parte)
XXV. Caminar (segunda parte)
XXVI. Búsqueda
XXVII. Predicción
XXVIII. Descontrol
XXIX. Egoísmo
XXX. Seguridad
XXXI. Error
XXXII. Llorar
XXXIII. Matrimonio
XXXIV. Encajar
XXXV. Admitir
XXXVI. Explosiones
XXXVII. Verdades (primera parte)
XXXVIII. Verdades (segunda parte)
XXXIX. Verdades (tercera parte)
XL. Verdades (cuarta parte)
XLI. Recuerdo
XLII. Olvido
XLIII. Guardianes
XLIV. Navidad
XLVI. Nadie
XLVII. Ubicación
XLVIII. Amiga
XLIX. Entrada
L. Luz
Nota final: información y agradecimientos

XLV. Boda

222 24 25
By JustAlexG


Renee Belrie
Colonia 22


El día de Navidad pasó con rapidez. Siura llegó más temprano de lo usual y jugaron un clásico de cartas en la Colonia Veintidós. Siura ganó todas las rondas, lo cual hizo que Kybett casi colapsara como lo había hecho con el juego de dados en la nave. Prácticamente el juego de cartas se basaba en números y estadísticas, la especialidad de Kybett, así que claramente le frustraba no haber ganado ni una sola vez.

El siguiente día fue dedicado totalmente a planear los últimos detalles de la boda. Estaba siendo tan sencilla que había sido fácil organizarla en poco tiempo. Aprell se encargó de que cada listón y pétalo estuviesen en su lugar antes de enviar a todos a dormir. Al contrario de lo que Renee había pensado, Aprell sí tenía una Hazz interior, aquella que mandoneaba al equipo. La había sacado a relucir cuando Kybett le dejó en sus manos los arreglos del jardín. Priss y Renee fueron quienes sufrieron las consecuencias.

Después de eso, el día de la boda llegó.

Eliott tuvo que preparase desde antes debido a su rol para oficiar la boda. Renee durmió unos minutos más mientras escuchaba el agua de la ducha correr.

Renee no sabía si ya lo había perdonado. Era difícil de distinguir gracias a que aún le dolía cada vez que recordaba a su padre, pero al mismo tiempo se sentía feliz de estar al lado de Eliott. Había tenido ese dilema por tantos días que le resultaba cansado pensar en ello, así que decidió dejar de hacerlo. Perdonado o no, ese era su presente, su realidad. No podía hacer nada para regresar el tiempo.

Renee ya estaba perdida en sueños de nuevo cuando Eliott salió del baño, sacudiendo su cabello húmedo. Renee abrió los ojos lo suficiente para asegurarse de que ya era su turno de entrar a la ducha. Soltó un respingo en cuanto notó que Eliott traía tan solo el pantalón puesto. Sus sentidos se activaron como si llevara horas despierta y un sonrojo no tardó en recorrer su rostro.

—¿Sabes dónde dejé la camisa? —preguntó Eliott rebuscando entre los cajones donde guardaban la poca ropa que poseían.

Él no había notado la reacción de Renee. Estaba concentrado en encontrar su prenda y Renee estaba distraída pensando en lo divertido que sería si no la encontraba.

—¿Qué? —Renee habló con la voz ronca por la somnolencia. Entre ver a Eliott y apenas estar despertando, su cerebro procesaba las palabras mucho más lento.

—Mi camisa —aclaró sin mirar a Renee. Eso le dio tiempo a ella para enfriar su sonrojo. — Anoche la dejé aquí y ahora no sé dónde... oh, nada. Aquí está. —Lanzó una mirada de reojo a Renee. Ella supuso que sintió que su vista no podía apartarse de él. —¿Por qué me miras así?

El sonrojo de Renee regresó. Algunos de los pensamientos fugaces que cruzaron por su mente eran dignos de un sonrojo y temía que Eliott hubiera lo hubiera descubierto.

—¿Así cómo? —intentó disimular.

—Así. —Eliott se dio la vuelta para señalar a Renee con la barbilla. —¿Hay algo mal? ¿Aprell otra vez dibujó algo en mi espalda cuando me quedé dormido?

Renee rio al darse cuenta de que Eliott había malinterpretado la mirada. Ninguno de los dos estaba muy capacitado en relaciones, sin embargo, Renee a veces parecía tener más experiencia en el terreno.

—No tienes nada. —Bostezó, irguiéndose sobre la cama. —A veces eres muy bueno leyendo a los demás, otras veces... te hace falta práctica. Las miradas significan muchas cosas, más entre nosotros. No siempre es malo, Eliott —admitió.

Eliott alzó una ceja.

—¿A qué te refieres?

Renee sonrió con inocencia. Salió de la cama y se acercó a él para darle un beso en la mejilla.

—Es mi turno para la ducha —anunció, omitiendo la pregunta de Eliott.

Él no movió ni un músculo. A Renee se le hacía tierno verlo confundido, eran ocasiones únicas.

—Sí, ¿pero a qué te refieres? —insistió mientras Renee cerraba la puerta.

Se escuchó una carcajada de Renee y nada más.

Renee se encargó de lucir mucho mejor de lo que siempre hacía saliendo de la ducha. Era la primera boda a la que asistiría. Sabía que no sería una boda tradicional, ya que las circunstancias no eran tradicionales, pero quería presentarse a la boda tan elegante como podía.

Su cabello era exageradamente lacio y poco, así que fue fácil secarlo y peinarlo. Recordó algunas técnicas de Priss al peinar a Kybett para la fiesta, ella había sido la única en levantar el cabello en un moño, los demás había preferido algo menos laborioso. A Renee le llevó más tiempo de lo que esperaba, pero logró trenzar varios mechones de cabello y unirlos en una larga coleta que caía por su espalda. Su cabello era demasiado largo, debería cortarlo en cuanto tuviese la oportunidad.

No tenía maquillaje y tampoco quería utilizar el maquillaje casero de Priss. Las combinaciones de ingredientes exóticos causaban reacciones en la piel de Renee, así que no retocó nada de su rostro. Con llevar el cabello peinado ya hacía un gran cambio.

El vestido que había confeccionado era el mismo que había utilizado en la fiesta. No había querido desperdiciar la tela, así que lo reutilizó. Lo único distinto era la longitud. Tuvo que hacerle unos arreglos extras gracias a las quemaduras de las explosiones. En vez de llegar hasta sus pies, llegaba hasta sus rodillas. Además, había tenido que cambiar el cierre por botones, ya que una parte se había derretido por el calor del fuego.

Renee salió del baño con sus manos sosteniendo el vestido para que no cayera. Eliott estaba sentado al borde de la cama sin hacer nada, completamente vestido. Se le veía concentrado en algún pensamiento. Renee supuso que la estaba esperando o estaba evitando casar a su mejor amiga. Un poco de ambas quizás.

—¿Me ayudas con los botones? —pidió Renee, colocándose de espaldas a Eliott.

Los brazos de Renee eran demasiado cortos para alcanzar los botones más altos. No calculó muy bien cuando rediseñó esa parte.

Eliott se puso de pie en silencio, apartando el cabello de Renee para abotonar el vestido. Sus dedos se sintieron como una caricia. Renee generalmente era alguien paciente, sin embargo, Eliott se estaba tomando demasiado tiempo para hacerlo y aún tenían una boda a la que asistir.

Estaba por quejarse de que llegarían tarde a una boda de solo seis invitados, contando a quien la iba oficiar, cuando Eliott acercó su rostro al hombro de Renee en un movimiento tan rápido que ella soltó un respingo. Él se quedó ahí: a milímetros de tocar a Renee con más que sus dedos.

—Ya sé a lo que te referías —murmuró rozando sus labios contra la piel desnuda de Renee.

Ella rio al sentir cosquillas por la respiración de Eliott, su piel se erizó casi de inmediato. Dejó de tener el control sobre sí misma, cediéndoselo a Eliott.

—¿Tardaste todo este tiempo en averiguarlo? —cuestionó ella en burla.

Eliott no respondió. Depositó un beso lento, provocando que Renee olvidara dónde estaba o cómo habían llegado ahí. Era difícil hacerla olvidar y Eliott se las arregló para hacerlo con un solo gesto. Sintió que sus piernas flaquearían en cualquier momento, aunque sabía que Eliott estaría ahí para sostenerla.

—No conocía ese lado tuyo, Belrie. —Renee sintió la pequeña sonrisa de Eliott sobre su hombro.

Recargó su cabeza en el pecho de Eliott, cerrando los ojos al sentir sus brazos rodearla por la cintura. De repente la boda dejó de ser una preocupación. Ya no hubo ninguna preocupación en absoluto. La mente de Renee no había estado tan despejada en mucho tiempo. Así como tampoco había sentido con tanto rigor el único pensamiento que flotaba por su mente.

—Yo tampoco —sinceró Renee con una sonrisa mientras sentía los lentos besos de Eliott formar un camino hasta su cuello descubierto. Después de Neffan, Renee nunca creyó intimar con nadie de esa manera, ni siquiera había pensado en ello. Sin embargo, era todo lo que podía pensar en ese momento. Eliott era lo único que podía pensar. —Tú también tienes un lado desconocido, Geest.

Renee apenas comprendía lo que decía y escuchaba. Su único sentido funcional era el tacto, el resto había sido desactivado por Eliott. Probablemente si él no la estuviese sosteniendo contra sí, las piernas de Renee ya habrían fallado.

—¿En serio? —Al llegar al término del cuello de Renee, en vez de seguir por la mejilla, fue directo al lóbulo de la oreja. Renee contuvo un suspiro. —¿Cuál?

—Esto definitivamente es algo desconocido —murmuró Renee al instante, intentando distraerse de todas las imágenes que estaban abordando a su cabeza. —Además... eres tierno cuando no estás en tu modo indiferente. Me gusta cuando no estás en tu modo indiferente. Sonríes y hablas más. —Renee se deshizo del filtro para hablar. —Cuando sonríes eres el hombre más apuesto. Eres el hombre más apuesto. Punto. Me gustas mucho, ¿sabías? Y no tengo la menor idea del por qué. Ahora necesito dejar de hablar. No sé qué estoy diciendo. Me estás distrayendo mucho. Tienes que detenerme o nunca llegaremos a la boda.

Eliott bajó su recorrido de nuevo, continuando por el mentón. Subió una de sus manos hasta tomar con suavidad a Renee por la barbilla. Renee sentía que estaba teniendo una reacción alérgica de lo borrosa que estaba la realidad, sin embargo, a diferencia de las verdaderas reacciones alérgicas, ella estaba disfrutando esas sensaciones.

—No voy a detenerte, me gusta lo que estás diciendo. —Hizo una pausa donde dejó sus labios en la piel de Renee. —Yo sí sé por qué me gustas. Contigo no puedo ser indiferente, Renee. —Escuchar a Eliott decir su nombre en voz baja hizo que exhalara el suspiro que estaba conteniendo. —Contigo soy alguien que, hasta ahora, solo Kybett conocía.

Renee soltó una risa baja.

—¿También besas a Kybett así? —bromeó, abriendo los ojos.

Eliott la miraba la misma intensidad que Renee había hecho minutos antes de meterse a la ducha. Nada pervertido. Nada alarmante. Solo intenso. De esa intensidad que solo se podía comprender entre dos personas.

—No, tienes razón —se corrigió. —Contigo soy alguien que ni yo conozco. — Acarició la mejilla de Renee. —Me fascina.

Renee sonrió mostrando los dientes. Esa parte de Eliott era la que la había enamorado. No aquella donde se comportaba como un idiota siendo indistinto ante todo y que parecía ignorar cada palabra que ella pronunciaba. Renee, sin saberlo, había logrado ver a través de toda esa frialdad y encontrar un Eliott completamente distinto al habitual. Ahí donde se permitía ser espontáneo, sincero y humano. Eso fue lo que atrapó a Renee.

Ambos se mantuvieron en silencio, sosteniendo la mirada del otro sin retarse, solo observándose. Renee entrelazó una de sus manos con la de Eliott que seguía rodeándola. Se sentía segura en sus brazos. No quería irse de ahí jamás. Tampoco quería que dejara de besarla o mirarla. Era la mejor sensación que Renee había experimentado.

El momento, por supuesto, fue interrumpido por unos pasos apresurados en el pasillo. Se escucharon gritos de Aprell avisando que ya los esperaban en el jardín y que no lo hubieran hecho de no ser porque Eliott era quien oficiaba la ceremonia.

Eliott finalizó el momento con un suspiro de derrota. Renee le dio un beso en la mano que sostenía su barbilla y se alejó lo suficiente para enfriar su mente. Él masculló algo sobre Aprell, probablemente una maldición, antes salir de la habitación sosteniendo la mano de Renee.

Caminaron por el pasillo hasta llegar a la última puerta, justo antes de las escaleras que dirigían a la primera planta. Cruzaron la habitación para llegar a otra puerta que daba directamente al jardín. El sol estaba radiante, alegraba el nerviosismo que flotaba en el ambiente. Todos ya estaban colocados en los lugares que Aprell había específicamente asignado para cada uno.

Renee soltó la mano de Eliott cuando se dirigieron a lugares opuestos, ella como observadora y él como ministro. Tomó su asiento junto a Priss. El camino había sido decorado con pétalos que Aprell había recolectado de cada uno de los floreros de Siura, además habían utilizado varias tablas de madera para armar un lugar específico para que Wivenn y Kybett fuesen casados, que también servía como una improvisada pista de baile.

El equipo había reutilizado en su mayoría las vestimentas de la fiesta. Priss había transformado su vestido en un conjunto rosado de pantalones elegantemente holgados y una blusa sencilla sin escote.

Aprell llevaba el mismo traje escarlata que había portado en la fiesta, con una camisa negra que dejaba su abdomen al descubierto y zapatos del mismo color que daban aire de autoridad. Renee supuso que Priss parchó las quemaduras y manchas de sangre.

El vestido de Hazz fue convertido en una falda y un top debido a la enorme rajadura que había dejado cuando la hirieron en el abdomen. Renee no comprendía cómo Hazz podía lucir tan elegante con cualquier prenda que se pusiera encima. Incluso aquella vez después de las explosiones, cuando el rostro de Hazz estaba lleno de suciedad y ella apestaba a quemado, nunca dejó de lucir bien. Quizás no tenía el don de la memoria, pero sí tenía un don en definitiva.

Siura estaba detrás de Renee. Vestía un traje blanco de una sola pieza, con el largo escote abierto en uve. La parte que constituía a los pantalones llegaba hasta el ras de sus zapatillas, mientras que la parte superior cruzaba por detrás de su cuello para que se sostuviera. Renee percibió cierto sentido de moda en Siura, al parecer percibir emociones y confundir al mundo entero no eran sus únicos talentos.

Con un chasquido, Aprell anunció a Hazz que empezara a tocar el violín. Resultó que era el único instrumento que Siura tenía en su hogar, se le veía algo desgastado y viejo, sin embargo, Hazz supo afinarlo para que sonara una hermosa melodía conforme manejaba las cuerdas.

Renee no reconoció la canción, sabía muy poco de música. A lo que le prestó más atención fue la entrada de Wivenn y Kybett al jardín. Iban tomados de la mano, justo como Eliott y Renee habían entrado. Kybett estaba utilizando un vestido amarillo con detalles plateados que sobresalían por la joyería que colgaba de sus orejas y cuello. Wivenn portaba un brillante traje plateado que tenía detalles floreados, combinando con el vestido de Kybett. Llevaba los tacones de la fiesta, con los cuales apenas lograba ser un par de centímetros más alto que Kybett. El vestido de Kybett era tan largo que al llegar frente a Eliott, la cola quedó a los pies de Renee. No estaba segura de cómo Kybett podía respirar con aquel corsé dorado que parecía tan ajustado.

Kybett tenía tinta decorando todas sus partes del cuerpo visibles, marcando dibujos con significado religioso que Priss había hecho a órdenes de ella. El rostro de Wivenn estaba limpio, algo pálido podría decir Renee, sin embargo, ambos lucían felices.

Renee no sabía cómo funcionaban las bodas, ni cómo sería cuando se juntaban dos religiones distintas en un matrimonio. Supuso que adoptarían costumbres de la religión del otro. La melodía fue disminuyendo el volumen a medida que Kybett y Wivenn llegaron a sus lugares. Eliott comenzó con su discurso.

La ceremonia fue corta. La mayor parte de ella Kybett y Wivenn estuvieron de rodillas, tomados de la mano, escuchando atentamente lo que Eliott decía o leía de un libro que Siura le había prestado la noche anterior. Renee no identificó qué acciones de cada cual de los novios fueron musulmanas o judías, ya que no conocía mucho de ninguna de las otras culturas. Lo único que distinguió al final fue cómo rompieron una copa de cristal con sus pies. El beso terminó con la ceremonia, prosiguiendo con la pequeña fiesta que habían logrado montar en tan poco tiempo.

Hazz reanudó la música cuando Kybett le entregó unas notas de la canción que sería la primera en bailar como esposa. Wivenn y ella bailaron a ritmo de la alegre melodía, ignorando su alrededor. Los pasos estaban tan coordinados que Renee comprendió por qué durante las noches se escuchaban ruidos de golpes en la habitación donde dormían los esposos: habían estado ensayando. A pesar de estar frente a un pequeño público, parecían pensar solo en ellos. Renee supuso que todos vieron el momento tan privado que nadie quiso bailar hasta que Wivenn invitó a Aprell y Kybett a Priss.

Eliott estaba al borde de la pista, observando a Kybett con tranquilidad. Renee estuvo por acercarse a él, cuando Siura se interpuso.

—Deberías probar el café —sugirió con naturalidad.

Renee le sonrió, sin saber qué responder. A veces Siura hablaba claro, otras veces solo ella comprendía lo que quería decir. Renee aún no distinguía cuál de las dos opciones aplicaba al momento.

—No soy mucho de café —respondió Renee con educación.

Siura se encogió de hombros. Hasta ese instante fue cuando Renee notó que una de sus manos estaba recargada en un bastón, más como un báculo largo sin ningún detalle dibujado en él. Blanco, como todo lo que Siura vestía ese día.

—Es curioso que lo digas. —Siura señaló la pequeña mesa circular donde habían colocado las bebidas. —El café tiene un aroma intenso. De vez en vez... los olores activan partes del cerebro relacionadas con la memoria.

Renee entrecerró los ojos, comprendiendo lo que Siura quería decir.

—¿El olor es suficientemente intenso para recordar?

Siura se encogió de hombros, pasando un mechón de su cabello lacio detrás de su oreja.

—De vez en vez, si es que el olor es relacionado correctamente. Solo asegúrate de beber de la cafetera blanca, la negra es un sabor demasiado... amargo. No te gustará.

Renee le lanzó una mirada a la cafetera. Si ella estaba interpretando bien lo que Siura decía, entonces sus memorias sobre lo que sabía de la cura podrían regresar a ella.

Miró a Siura, desconfiada.

—¿Por qué ahora? —inquirió, esperando que Siura supiera a lo que Renee se refería.

Ella volvió a encogerse de hombros.

—Cumpliste tu promesa. Descansaste. —Siura suspiró, jugando con su báculo y el césped. —Cuando recuerdes, comprenderás. Sabrás. Sabrás lo suficiente para llegar. Lo que falte para llegar, tu historia lo recordará. Lo que falte en tu historia, tu próximo camino lo completará.

Renee parpadeó seguidas veces, como si eso fuera a ayudarla en algún modo a entender lo que Siura había dicho. No ayudó, claramente. Siura era y siempre iba a ser un misterio andante. La personificación de la intriga y del saber.

—De acuerdo... —Renee intentó de no parecer tan confundida como se sentía. —¿Cómo es que el café ayudará? Cuando alguien recuerda algo por un olor, es porque lo relaciona con algo que ya ha olido antes. Yo no bebí café mientras investigaba.

—Tú no bebiste. Alguien más lo hizo. —Siura sonrió con aquel aire suyo que podía hacer dudar a cualquiera.

—Entonces tomaré café —declaró Renee, pero no se movió.

A pesar de que Siura le estaba diciendo que sus memorias las recuperaría con acercarse lo suficiente a la mesa de bebidas, Renee se quedó en su lugar.

—No estoy lista—admitió Renee.

Siura rio, negando con la cabeza. Renee se desconcertó

—¿Por qué crees eso? —preguntó Siura con una nota maternal.

Renee se encogió de hombros, demostrando su preocupación.

—Estos días sin mis memorias... al principio fue frustrante no poder recordar. Nunca antes lo había vivido. Después me relajé —explicó, más para sí—. Hace mucho que no me divertía como lo hice esta última semana. Entonces... tengo miedo —murmuró. Dirigió su mirada a Wivenn, quien enseñaba torpemente a Aprell el baile que había presentado minutos atrás con Kybett. Ambos reían, pareciendo no recordar ninguna de sus preocupaciones. Disfrutando el momento. Kybett y Priss estaban en la misma situación, divirtiéndose al cantar y saltar sin ritmo. Hazz estaba completamente inmersa en la música. Aunque no se le veía con una sonrisa, Renee sabía que muy en el fondo Hazz estaba en paz. —He disfrutado estos días, Siura. Tengo miedo de haber olvidado más que un códice. Tal vez olvidé cómo descifrarlo. O tal vez nunca supe descifrarlo. Y si aún no lo sé... estos días sin mis memorias habrán servido para nada. Habré perdido el tiempo.

Siura soltó una carcajada en respuesta. Recargó todo su peso en el báculo, relajándose como alguien quien había recibido una buena noticia.

—No hay manera de perder tiempo cuando lo haces con un propósito, Renee —argumentó con seguridad. Inclinó ligeramente su cabeza, señalando la cafetera. —Ahora, ve. Después baila algo con Eliott. Porque, hablando de tiempo, no les quedará mucho.

Renee frunció el ceño. Siura le dio un pequeño empujón para que avanzara hacia la mesa. Ella sacudió su cabeza, dejando de lado lo último que había sugerido Siura. El festejo estaba planeado para durar al menos un par de horas más, por supuesto que les quedaba tiempo.

Tomó una profunda respiración antes de servir café en la primera copa que encontró. Incluso desde antes que lo tomara, el olor ya había atacado sus fosas nasales. No sintió ningún cambio. Intentó pensar en el códice o en el libro, no obstante, nada llegó a su mente.

Giró su cabeza, en dirección a Siura. Cuestionó con la mirada, a lo que recibió otro encogimiento de hombros de aquella enigmática mujer. Tensó los labios, frustrada. Tal vez el olor tendría efecto después, aunque eso no tendría nada de sentido.

—¡Renee! —exclamó Kybett con efusividad. —¿Qué haces ahí? ¡Ven con nosotros! —profirió, moviendo sus manos hacia ella como invitación.

Renee sonrió. Dejó la copa en la mesa, después se encargaría de interrogar a Siura sobre el funcionamiento de sus memorias. Mientras tanto, acompañaría a sus amigos en la pista de baile.

Pasaron varios minutos, donde Eliott permaneció quieto, con sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón. Nadie insistió en que bailara ninguna de las canciones rápidas que Hazz entonaba. Al parecer, ya todos se conocían lo suficiente para saber que Eliott era Eliott.

La situación cambió cuando Kybett, entre jadeos por el cansancio, pidió a Hazz que tocara otro tipo de canciones. Ella asintió, provocando que de una nota a otra se escuchara el cambio de ritmo a uno mucho más lento. Kybett no tardó en estirar su mano hacia Wivenn para invitarlo a bailar con ella. Ambos lucían tan felices —a pesar del reluciente sudor que ya los cubría gracias a la actividad física debajo del sol— que era fácil ser contagiado por sus sonrisas.

Renee salió de la pista, después Aprell y Priss la imitaron. Dejaron a los recién casados regocijarse con aquella melodía durante un minuto, hasta que Kybett les insistió de nuevo en que se integraran. Incluso invitó a Siura, pero ella se negó, excusando que no sabía bailar.

Renee sintió un toque en su hombro. Se dio la vuelta, encontrándose a Aprell con ambas manos extendidas. Sin que él pronunciara nada, Renee comprendió que la invitaba a bailar. Ella aceptó con una carcajada, colocando sus manos sobre los hombros de Aprell mientras él colocaba las suyas en la cintura de Renee.

—Ha sido un mes de locos —comentó Aprell mientras se mecían de un lado a otro sin más.

—Dímelo a mí. —Renee rio. Le lanzó una mirada a Eliott, quien los observaba tranquilo desde su lugar. Él levantó la copa que tenía en su mano, indicándole a Renee que todo estaba bien. —Loco no es suficiente. No hay palabra para describir lo delirante que ha sido esto.

—Él te hace feliz, ¿no es así, Ren? —curioseó Aprell, refiriéndose a Eliott.

Renee dudó antes de responder. Habían pasado demasiadas cosas entre los dos. Ella ya estaba encontrando la forma de perdonarlo, pensar en su padre era suficiente. Los rencores que sentía eran nada comparados con lo que había sentido días atrás, no solo hacia Eliott, sino a varios miembros más.

Después de varias charlas con Aprell durante esos días, ella eliminó el resentimiento que había quedado por haberse sentido usada. No había sido culpa de nadie, por lo que Renee ya podía estar en paz consigo y con Aprell. Cualquiera sabía que estaban mejor como amigos. Lo suyo nunca hubiera funcionado de cualquier manera.

Lo mismo sucedió con Hazz. No hubo mucha charla, Hazz aún se cerraba. Sin embargo, Renee comprendió que las diferencias entre ellas iban mucho más allá de lo físico, lo cual no necesariamente era malo. Cuando Renee logró ver eso, todo lo que sintió hacia Hazz se convirtió a admiración y, hasta cierto punto, lástima. Hazz era una mujer fuerte, inteligente y dedicada, así como Renee, no obstante, Renee era así debido al amor de su familia, mientras que Hazz era así por las desgracias de su familia.

Eliott había ayudado a Renee a darse cuenta de su distinta situación a la de Hazz. Había ayudado a Renee a ver aspectos en ella que ni siquiera ella había notado debido a sus constantes comparaciones con Hazz o Kybett. Eliott había ayudado en muchas cosas.

—Muy feliz —respondió Renee finalmente con una sonrisa. Después alzó una ceja hacia Aprell. —Por cierto, ¿qué fue lo que hablaron ayer? Los vi discutiendo al principio y al final parecían mejores amigos.

Aprell asintió, manteniendo su sonrisa.

—Hablamos. Aclaramos. No somos mejores amigos, nada podría unirnos tanto, creo. Solo, ya sabes, teníamos que cumplir la promesa a Siura, ¿no?

Renee estuvo por decir que eso pareció mucho más que cumplir una promesa, había parecido una declaración de paz, pero Eliott los interrumpió con una aclaración de garganta. Dejaron de moverse de un lado a otro y se soltaron. Aprell se despidió con un guiño y fue con Priss.

—Creí que no querrías bailar —mencionó Renee al rodear el cuello de Eliott con sus brazos.

—¿Qué te hizo pensar eso, Belrie?

—Oh, no lo sé... quizás fue porque has estado de pie sin hacer nada desde que empezamos a bailar. —Renee se encogió de hombros, como si esa opción fuese absurda.

Eliott mostró una ligera elevación de las comisuras de sus labios.

—En realidad soy un excelente bailarín —presumió en su usual tono serio—. Saber idiomas y defenderse no es lo único que un príncipe debe conocer por obligación.

Renee fingió sorpresa.

—Entonces enséñame lo que sabes. —Rio.

Eliott no mentía. De verdad sabía bailar. Entre vueltas y risas, ambos se encerraron en su propia burbuja. Renee era torpe con los pies, al parecer cualquier actividad con ellos no se le daba muy bien, sin embargo, Eliott se encontraba ahí para equilibrarla cuando estaba por caer... o por pisarlo.

Pasaron varios minutos alegres bailando. Algunas canciones después, Kybett le ordenó a Eliott que bailara con ella, así que Renee se emparejó con Wivenn. Dos personas torpes bailando, intentando imitar los pasos de su novio y esposa respectivamente, fue un completo fracaso lleno de pisotones y carcajadas por las numerosas ocasiones donde estuvieron por caer.

El día parecía ir perfecto. Renee llegó a pensar que nada podía arruinarlo.

Mal hecho. Con ese pensamiento tentó demasiado a su suerte.

En un pestañeo, la canción de Hazz fue interrumpida por un láser azul cruzando el jardín. Segundos después, la boda se convirtió en otro evento cercano a la muerte. Solo que esa vez no fue causado por la Condena, sino por aquellos que no llevaban nombre, que no tenían identidad.

—¡Eh! ¿Quién invitó a los Nadie a la fiesta? —bromeó Aprell mientras se encargaba de esquivar otro láser.

Pésimo momento para hacer bromas, Aprell. Pésimo.





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