Sus ojos se abrieron lentamente, adaptándose con dificultad a la luz del sol que se filtraba por las finas telas de la cortina. Con algo de incomodidad y dificultad se enderezó, sentándose en el borde de la cama, tan pronto como parpadeo el recuerdo de haber visto cara a cara a Jon Snow apareció en su mente, al igual que el desespero por haber descuidado nuevamente a sus hijos.
El chirrido de la puerta alertó sus instintos e inmediatamente se giró a ver encontrándose con Legolas quien tenía un semblante sumamente serio y cierto aire molesto.
- ¿Cuánto tiempo estuviste sin dormir? - dijo abruptamente acercándose a la cama. Sus ojos atravesaron los contrarios sin piedad por el débil estado en la que ella se encontraba. Debido a que la mujer guardo silencio, él gruñó frunciendo el ceño. - Nisiquiera respondes o ¿No sabes hace cuanto no duermes? - reprochó
- No lo sé, Legolas... - susurro agachando la cabeza.
- ¡Estuviste una semana durmiendo! ¡Una semana con los ojos cerrados! ¿Sabes cómo me sentí? - su tono exasperado disminuyó a medida que se aproximaba más a la platinada, vió como ella se encogió en su lugar y no alzaba la cabeza, entonces se agachó para quedar a su altura y busco los ojos de su amada. - Pensé que no volvería a ver tus hermosos ojos y me alegra que vuelvas a abrirlos- mascullo con alivio, acunando el rostro de Daenerys en sus manos e asi poder admirar los orbes celestes de un raro verde adornando su iris haciéndola sonreír dulcemente ante aquello.
- ¿Donde esta él? - pregunto repentinamente, quitando delicadamente las manos de su amado para tomar estás entre las suyas.
Legolas al ver la actitud impaciente de Daenerys, sintió como su interior se revolvía de enojo, apartándose de ella con una mueca.
- ¿Porque quieres verlo? - indagó, observando como ella se había parado para estirar su entumecido cuerpo.
- Necesito hacerlo... - respondió mirando con seriedad al contrario. - ... Me urge saldar unas deudas. - murmuró muy por lo bajo, caminando hacia el baño. - Está bien si no me lo dices, cualquier otro me lo dirá - y se adentró a este dejando a un Legolas repleto de celos atrás.
Había experimentado ese repulsivo sentimiento antes... Pero ahora lo hacía con más fuerza llenándolo de inseguridad y un instinto posesivo que era más grande que cualquier cuerda para sostenerlo.
No podía evitarlo... Odiaba ver qué su amada se interese en otro que no sea él.
[...]
Estaba acostumbrado al frío... El hielo y la pálida nieve era su hogar pero aquella cárcel de piedra y barrotes de acero en aquel sumiso silencio que era levemente interrumpido por las gotas de agua que caía por pequeños momentos sobre su hombro hacía a su cabeza divagar en la mujer de cabellos platinados.
Su reina... La mujer que amaba y a la única que había jurado lealtad... Al amor que asesino cobardemente con un puñal en el corazón.
Nunca volvió a reconciliar el sueño debido al remordimiento.
Muchas lunas fueron en las que la añoro en un llanto silencioso.
Y los recuerdos devoraban su mente, volviéndolo loco de dolor. Cuando ya lo había aceptado, cuando se resignó entonces la volvió a ver...
Allí parada frente suyo, con sus orbes color cielo y mar mirándolo pero estos ya no le transmitían amor o dulzura. En el poco tiempo que sus ojos se encontraron ella pudo demostrarle todo el odio acumulado que rugía en su interior.
Daenerys ya no lo amaba.... Pero quería ver sus ojos una vez más... Solo una vez más para poder encontrar paz.
Varios pasos se escucharon, estos eran lentos e elegantes, podía reconocerlos. Alzó su cabeza encontrándose con la tan ansiada figura femenina junto a dos masculinas a su lado.
- Aegon - dijo Daenerys, observando desde la penumbra. -... Oh, que irónico es el futuro ¿No? - hablo con un tono sarcástico y burlesco soltando una risa amarga. Uno de los hombres abrió la celda y le dio paso a la reina quien con tan solo dos zancadas ya estaba tomándolo del cuello e estrellando su cuerpo contra la pared de piedras. No le dio tiempo si quiera a parpadear.
- D-dany por favor - trataba de articular las palabras pero el agarre de la contraria era demasiado fuerte. Pronto se comenzó a retorcer para intentar respirar, sentía como la desesperación inundaba todo su cuerpo y el miedo que los ojos celestes imponían.
- Dame una razón para no arrancar tu garganta con mis uñas aquí mismo - siseo con desprecio, comenzando a quemar con sus yemas la tráquea del hombre. Jon comenzó a forcejear debajo de la platinada para darle a entender que debido a su agarre no podía hablar. Ella rodeo los ojos y lo soltó bruscamente retrocediendo unos pasos.
El hombre comenzó a jadear y a respirar de a bocanadas para recuperar el oxígeno que sus pulmones carecían.
-¿Donde estan mis dragones? - aunque su voz sonó tranquila, sus ojos estaban envueltos en llamas, llamas que amenazaban en quemar al contrario quien paralizado yacía.
- Yo... No sé... - tartamudeo exasperado a la mujer.
- ¡Te di una oportunidad para hablar y debes hablar! - Exclamó más que enfurecida.
- Brandon... ¡Brandon me mandó! - admitió comenzando a toser por haber gritado. Daenerys tensó su comisura en una mueca impaciente - Él me dijo que venga en paz... Yo no sabía que eras tu la gobernante de estás tierras... Él parece obsesionado con este lugar - decía entre murmuros y titubeos.
Daenerys comenzó a caminar de un lado a otro por la pequeña celda.
- ... Él te mando. - repitió y el hombre asintió con la cabeza gacha - Tu hermano no actúa sin tener un plan detrás. Ese tipo es maldad pura, Aegon. - señaló - Te utilizará para algo o tal vez ya lo hizo... - balbuceaba sin detener sus pasos - ¡Es un bastardo! - gruñó enojada.
- Dany...
-¡No me digas así! - recriminó girando a verlo amenazante - "Majestad" es como debes llamarme ¡No voy a permitir que un exiliado cobarde como tú murmuré mí sobrenombre! - grito con cólera en todo su ser viéndolo directamente a los ojos para compartir su odio.
Aquellos ojos café que alguna vez amo.
- ... Lo siento.
- Cállate - susurro negando, se volteó sobre sus talones y camino a la puerta - No te sorprendas si mañana te decapitó delante de todo el reino - lo miro de reojo viendo como el aún la miraba con ojos de adoración y tristeza. Abrió la celda y salió dejando que los guardias la vuelvan a cerrar con llave.
Daenerys apretó con fuerza su mandíbula al igual que sus puños.
Odiaba el sabor amargo que en su paladar yacía.
A pesar de todo... No podía sentirse a gusto lastimando a aquel hombre.
[...]
- No haz entrado en todo el día - dijo Legolas llegando dónde la mujer.
La noche sumió a Harlindon en un manto negro sin ninguna estrella debido a las grises nubes que amenazaban en llover. Hacia frío tanto que el viento parecía poder atravesar la piel hasta los huesos y congelarlos. Aún así, Daenerys permanecía con Drogon acariciando su rostro. El dragón no se inmutó ante la presencia del elfo, de hecho, le agradaba tanto que se dejaba tocar por este.
Después de todo... Él era quien hacia feliz a su madre.
- ... Necesito pensar en como recuperar a mis hijos - dijo notablemente desesperada y llena de irá.
- Si caminas por la niebla sin conocer el sendero nunca podrás encontrar la salida - señaló aproximándose a la mujer por detrás para colocar sobre sus hombros una manta hecha de piel para cubrirla del frío. Sabía muy bien su invulnerabilidad por este. - si no entras, entonces, me quedaré contigo. - susurro sobre su oído y luego beso su mejilla haciéndola sonreír.
- ¡Mira nada más! Ya sabes cómo domar a un dragón. - dijo divertida dejándose abrazar por detrás. Él río levemente.
- Es divertido que te autodenomines un dragón - se burló y ella alzó una ceja divertida.
- Oh cállate " hoja verde ". - se burló tambien e inclinó su cabeza hacia atrás chocando contra su pecho. - ¿Que diablos pensaba tu padre al ponerte ese nombre? - negó divertida haciéndolo reír. Él se inclinó y posó sus labios sobre la frente de la contraria dejando un escaso beso sobre está.
- ¿Te soy sincero? No lo sé... - suspiro pesadamente. Daenerys se percató de la mirada melancólica en sus ojos entonces se giró para así poder abrazarlo.
-Es el nombre más precioso que he escuchado - admitió en un suave murmuró, él sonrió sobre el hombro contrario y hundió su rostro en este aferrandola a él.
Daenerys cerró sus ojos y trato de serenarse en los cálidos brazos de su amado.
Sabía mejor que nadie que el juego sucio de Brandon era hacer despertar su irá.
Debía ser sensata.
... Y no enloquecer.
La moneda habia sido lanzada, los dioses ahora contenían la respiración nuevamente.
¿Cómo haría Daenerys para no volver a perder la cordura?
Solo quedaba rezarle a cualquier Dios, Valar o ente divino para que sus hijos estén bien o... Por el contrario, todo volverá a ser cenizas.
Pero está vez.
Sin remordimiento.