Fight So Dirty But Your Love...

By xuter_space

23.1K 3.2K 5.3K

Algunas veces solo se tenían a ellos, lo único que los hacía sentir vivos, como una llama en una fría noche... More

fight so dirty but your love so sweet
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
37
38
39
40
Epilogo

1

1K 112 261
By xuter_space

¿Era tarde para arrepentirse de sus palabras? ¿No había alguna opción en la vida real para solo quitar una frase u oración dicha sin haber pensado demasiado en las consecuencias que traería?

Por cosas como estas es que prefería siempre apostar a la segura. No, más bien, simplemente no apostar. Porque, ¿qué tan seguro era poder salir victorioso de una apuesta? Era como, lanzar una moneda al aire, no sabrías el resultado hasta que esta toque el suelo. Por más que, sintiera que tenías el absoluto control y confianza de que todo saldría en tu favor, la situación podría dar un giro de 180 grados en el momento que menos te lo esperabas. Como en su caso.

Especialmente cuando sabía que la suerte nunca estuvo de tu lado. Debió recordar eso aquella noche. Esas veces en las que los niños de la primaria hacían tontas apuestas para ver quien sería la persona que haría la tarea en el grupo o quién se enfrentaría a la maestra Jasmín para decirle que la mascota de la clase se perdió, y siempre terminaba perdiendo. Aunque, sinceramente, no creía que eso fuera algo difícil de olvidar. Tal vez, no fue por completo su culpa, sino del vaso de alcohol en su mano que lo llevó a esto.

No era como que tuviera una buena relación con las bebidas fuertes (o con cualquier bebida que contuviera alcohol, en realidad), por lo que unos simples sorbos harían que su cerebro tomara estúpidas decisiones que lo harían arrepentirse de por vida. Ahora, se encontraba acá, sin poder escapar de su destino.

—Solo relájate, Luke —dijo el chico. Su voz sonaba algo graciosa, puede que por las latas de cerveza que hubiera tomado antes de llegar, pero no lo suficientemente ebria como las otras personas que estuvieron en ese club.

—Ashton, creo que no debería-

—Lo prometiste —mordió su labio inferior, una acción que solía hacer demasiado de adolescente cuando una vieja pieza de metal se encontraba en la zona antes que tuviera que quitársela cuando empezó a trabajar. Luego, soltó un suspiro. Sabía que él tenía razón —. Y, no vas a querer ser esa clase de personas que solo hablan y no cumplen lo que dicen.

—Pero, no creí que iba enserio —intentó excusarse, aunque sabía completamente iba enserio. Realmente, enserio.

Casi nunca salía de su zona de confort. No, nunca lo hacía y ya. Desde que tenía uso de la memoria siempre fue esa clase de niño callado, que se sentaba al final de clase y esperaba a que alguna persona le hablara para comenzar una conversación. También, el adolescente que no era invitado a fiesta porque todos sabían que su respuesta sería negativa. Además de, la clase de estudiante universitario que no vivió "la mejor etapa de su vida" por preferir la comodidad y no tomar riesgos. Y, todo eso estuvo bien por un largo tiempo.

Es decir, le gustaba la posición en la que se encontraba. Ya saben, una vida tranquila, cotidiana y casi completamente aburrida para algunas personas. Hasta hace poco.

Fue en las vacaciones de invierno, cuando fue a visitar a sus padres, como hacia cada año. Cuando recuerda ese día, el olor a galletas caseras llegaba a sus fosas nasales y el cálido ambiente que se sentía en esa gigante casa que ellos tenían solo para los dos. Fue antes de irse que su madre le contó algo, no fue noticia que fuera nueva, pero fue lo que vino con ella lo que hizo que se pusiera a pensar en su vida.

Tal vez, necesitaba hacer algo para cambiarla. Puede que fuera esta la señal que le estaba dando el mundo para decirle que dejara de estar en pausa mientras el resto del mundo seguía avanzando y comenzara a... vivir. No fue demasiado, pero sí el comienzo de algo que lo hizo hacerse demasiadas preguntas, que lastimosamente no tenían respuesta, y quedaba en sus manos conseguirlas o no.

Esa fue la pequeña chispa que inició todo, que lo hizo llega a donde se encontraba.

Hoy era el primer fin de semana luego de que las vacaciones de invierno hubieran acabado y casi todo el personal se encontrara de nuevo en la ciudad. Como era de esperarse, este fue el día que todos estuvieron esperando desde que volvieron; pasar una noche en la ciudad y divertirse lo suficiente como para olvidar que extrañaban a sus familias más de lo que lo querían hacer notar.

Según le contaron era una rutina (sin contar con los días en los que iban a celebrar luego de una larga jornada, un trabajo bien hecho o cualquier escusa tonta que pudiera encontrar), cuando aún era su primer año en ese lugar. Y, como era de esperarse, no fue invitado, porque era claro que ellos (al igual que el resto de las personas que lo conocían) sabrían la respuesta, luego de haber inventadas excusas para no ir a otros "eventos".

Fue por eso que recurrió a Ashton, creyendo que él sería la persona indicada para ayudarlo con esta nueva faceta de su vida. Mala idea.

Conocía a Ashton Irwin desde los dieciocho, cuando llegó al campus, como un adolescente con miedo e inseguridades (tal vez, hasta ahora tenía un poco de ambas). Era su compañero de habitación. Era ese compañero de habitación.

Casi todos los de la facultad conocían a ese chico de cabello castaño con ojos claros, que paraba casi la mayor parte del tiempo con amigos, en fiestas y pasándola bien. Algo que, sorprendentemente no evitaba que fuera uno de los mejores en su carrera (cosa que, lo hacía sentir algo de envidia). Pero, como sea, él era esa chispa que todos necesitaban en sus vidas, con esas mejillas con hoyuelos y ojos con un brillo que te hacían sentir... especial. Como si pudieras confiarle tus más grandes secretos y sabrías que irían hasta la tumba con él.

Ashton se volvió su amigo (su mejor amigo), aunque sus estilos de vida fueran completamente diferentes. Él jamás intentó cambiarlo o hacerlo sentir presionado por salir de su zona de confort (¿ya dijo que la amaba?), y le agrada eso, lo hacía sentir agradecido porque pocas personas eran así. Pero, eso no evitaba que siempre lo invitara a sus salidas o pequeñas reuniones, solo para hacerlo sentirse incluido. Aunque, con el paso del tiempo dejó de hacerlo (casi por los veintiuno, cuando él tenía veintidós (sí, Ashton era mayor por un año)).

Su amistad siguió luego de graduarse, especialmente porque ambos vivían en la misma ciudad. E, irónicamente, fueron contratados en el mismo lugar de trabajo, algo que fue una sorpresa para ambos. Pero, la misma rutina seguía.

Ashton era esa clase de persona que todos querían cerca, mientras que en su caso solo era su amigo, menos genial que prefería tomar horas extras en el trabajo para no tener que aburrirse solo en su apartamento. Y, como dijo, estaba bien con eso, casi todo el primer año en el que llevaba trabajando, hasta que quiso un cambio.

Y, sería mentira decir que no lo intentó antes, porque sí hubo oportunidades en las que decidió ir con Ashton a esos bares nocturnos en los que solía pasar el tiempo, pero casi siempre solo lograba resistir una hora, hasta que se sentía incomodo en el ambiente o se aburría, y tenía que decirle para irse (algo que un ebrio Ashton no tomaba demasiado bien la mayor parte de veces).

Fue por eso que nació esta apuesta.

Le insistió demasiado a Ashton para que lo llevara al bar al que irían sus compañeros de trabajo, aunque le dejó bastante en claro que las cosas podían llegar a ponerse... intensas. Es decir, hablamos de personas de más de veinticinco, que no son adolescentes ni adultos y aman tomar malas decisiones debido a eso. Todos esperaban este día, hasta su amigo, y obviamente no quería tener que irse a mitad de la diversión solo porque se encontrara aburrido.

Es por eso que quedaron en algo. Fue que lo llevaría, solo si lograba soltarse esta noche y salir de su zona de confort. En otras palabras; dejar de decir no y solo dejarse llevar. Pero, obviamente debía haber un incentivo.

Tendría que tatuarse lo que Ashton quisiera si es que decidía irse a mitad de la celebración o se negaba a hacer algo divertido (claro, que no pasara de los limites). Algo, que para el momento (mientras se encontraba en el asiento de copiloto de Ashton con una lata de cerveza en la mano) sonaba como algo justo. Ahora, no lo hacía. ¿Qué clase de diversión tienen los adultos jóvenes?

—Está bien, no tenemos que hacer esto —una sonrisa se posó en su rostro, y un alivió increíble recorrió su cuerpo. Pero, antes de salir del lugar y volver al auto de castaño él volvió a hablar —. Pero, recuerda que esto no va para nada con lo que me dijiste al volver de las vacaciones. Sobre "querer salir de tu zona de confort".

—Yo-... —sí, sabía que Ashton tenía razón. Esta no era la actitud confiada que intentó mostrar al salir de la casa de sus padres, con esperanzas de que este año fuera diferente. Este era el mismo chico tímido y demasiado inseguro como para salir de su rutina —. Tienes razón —soltó un suspiro, para luego ver una sonrisa en el rostro del castaño.

—Mira, no te haré tatuarte algo estúpido, que tendrás que taparte dentro de unos años. Hablaré con un amigo, él podrá pensar en algo que pueda ir contigo —aseguró Ashton, algo que lo hizo sentir ligeramente relajado. Él tenía varios tatuajes en su cuerpo y todos era perfectos, de cierta forma, yendo con su actitud. Asintió —. Solo quédate en la zona de espera, mientras voy a hablar con él.

Ashton entró primero a la tienda de tatuajes, con letras fluorescentes en la entrada y grafitis en las lunas, que le daban un toque callejero, pero artístico a la vez. Tomó aire, para luego ir tras él.

El lugar era más grande de lo que se veía por fuera, con las paredes negras y cuadros colgados con distintos dibujos de diseños de tatuajes. Había unos sillones de cuero color rojos en la entrada, mientras una chica con el cabello verde se encontraba tras el mostrador, hablando con Ashton. Ella soltó una risa, para que luego su mano señalara hacia una puerta, por la que el castaño no tardó en entrar.

La chica luego posó su mirada sobre sí, para darle una pequeña sonrisa. Se la devolvió, de una manera torpe y nerviosa, mientras sus piernas se movían dirección hacia los sillones de cuero. Cuando tomó asientos en ellos, fue que su nariz captó un olor en especial. Y no, no era el cuero o el olor a tinta en el ambiente, era algo diferente, que lo hacía recordar al olor del baño de su madre.

Era como un aroma frutal. Como esos jabones que su madre usaba para hacer que su piel permaneciera suave, con olor a manzanas. Tal vez, ese shampoo con olor piña. O, esas burbujas para la bañera con que olían a coco. Era como una mezcla, una que no quedaba mal porque era un sutil aroma, que lo hacía sentirse raramente relajado.

Fue cuando sintió el asiento hundirse ligeramente a su lado, que el olor se hizo mucho más fuerte. Pero, no en un punto insoportable, más bien, adictivo. Le daba ganas de seguir respirando, solo con la escusa de poder tener más de ese aroma en sus fosas nasales.

Su mirada fue hacia un lado, para encontrarse con un chico, para su sorpresa, el portador del adictivo olor. Y, no era para nada la imagen que creyó que se encontraría de un chico que olía a jabones y lociones frutales para el cuerpo.

En primera, su cabello era rubio, pero no rubio como el suyo, era un rubio decolorado, casi platinado, dándole un toque llamativo. Aunque, irónicamente, se veía esponjoso, haciendolo sentir el impulso por pasar sus manos por él para comprobar si era tan suave como parecía. Luego, notó la blanca piel de su cuerpo, pero era algo que solo podías darte cuenta por su rostro, porque su cuerpo estaba completamente cubierto en tinta negra. Claro, habían unos cuantos espacios en blanco, pero casi todo estaba con dibujos, letras, símbolos, hasta líneas. Sintió una punzada de dolor al pensar en cuanto debieron haber dolido (hasta vio uno sobre la manzana de su cuello), que no ayudó en nada a sus nervios.

El extraño chico con aroma frutal estaba con la mirada posada en un cuaderno de dibujo, dándole una perfecta imagen de perfil de su rostro. No podía notar muy bien sus facciones gracias a eso, pero sí algunos detalles. Como el piercing en su ceja derecha, o el aro de su pequeña y ligeramente arrugada nariz que lo hacía recordar al que usaban los toros en las peleas. Se veía completamente concentrado, con los parpados caídos y los labios presionados entre ellos. Su mano (con uñas pintadas de negro) sostenían un lápiz, haciendo alguna clase de boceto, pero no le prestó demasiada atención a este cuando notó algo que llamó demasiado su atención. Los nudillos de ella se encontraban con un tono entre morado y rojizo, con unas cuantas pequeñas cicatrices en ellos. Su instinto le dijo que esos hematomas eran superficiales, pero había una posibilidad que pudieran haber llegado a afectar a alguna clase de ligamento interno y-

—¿Podrías dejar de mirarme? —la voz del chico hizo que su corazón se detuviera por un milisegundo, dándole una clase de mini infarto (ahora entendía la expresión). Volvió a verlo, pero no parecía realmente molesto, sus labios estaban presionados intentaban ocultar una clase de sonrisa de lado. De igual forma, pudo sentir sus mejillas calentarse. No debió mirarlo demasiado.

—L-Lo siento, yo-

—Está bien, rubio. Estoy acostumbrado —una pequeña risa salió de parte del desconocido, haciendo que pudiera relajarse un poco. Él chico dejó su cuaderno de dibujo a un lado, para luego mirar en su dirección —. ¿Primera vez?

Estuvo por responder la pregunta, pero su mirada volvió a perderse en las facciones del extraño.

Lo primero que captó su atención fueron lo verdes que eran sus ojos, y no era esa clase de verde opaco que veían en casi toda la población de con piel blanca y cabello rubio, era más... llamativos, al menos para sus ojos. Luego, fueron sus labios, gruesos y completamente rojos, haciéndolo creer que podrían tener alguna de producto que pudiera darles esa característica. Cuando se fijo en el retrato completo se dio cuenta de las suaves facciones poco marcadas, mejillas regordetas y sonrisa infantil. Este chico no podía tener más de veinte años.

Algo que, sinceramente, le sorprendía. Es decir, prácticamente, esta persona, parecía haber vivido realmente al máximo su adolescencia. Estaba por entrar a otra etapa de su vida con el cuerpo cubierto en tatuajes, piercings en el rostro (y orejas que notó después) y cabello decolorado. Estaba seguro que lo más loco que hizo a su edad fue hacerse ese piercing en el labio porque quería demostrarles a sus amigos de la secundaria que "tomaba riesgos" (algo que, con el tiempo, aprendió que no hacía realmente).

El chico chasqueó la lengua, en un intento de volver a tener su atención. Fue en ese momento que notó otro piercing, uno en la lengua. Con ese ya iban cinco (con los dos de la oreja), y algo le decía que ahí no acabaría su cuenta.

Sacudió ligeramente la cabeza, para volver a escuchar una risa en voz baja del desconocido ante su torpeza. Sus mejillas volvieron a calentarse, por lo que tuvo que aclarar la garganta para intentar disimular.

—¿Uh? —fue todo lo que dijo. Porque, en parte, su cerebro no comprendió bien la pregunta. Y, la otra, que la olvidó por completo por estar demasiado distraído en el rostro del chico.

—Si es tu primera vez; tu primer tatuaje —aclaró el chico, con una ligera sonrisa. Él no parecía para nada incomodo con que sus ojos no pudieran salir de su rostro o su cuerpo, algo que apreciaba.

—Oh, n-no —dijo torpemente. No estaba seguro si su lengua lo estaba traicionando por los nervios de estar grabarse algo en tinta, de lo cual no tendría completo conocimiento de lo que sería, y sería permanente. O, el llamativo chico de su lado —. Tengo- Ya tengo un tatuaje.

—¿Enserio? —preguntó el teñido, sin posiblemente creer en sus palabras, algo que no le ofendía. Sinceramente, tampoco creería que alguien como su persona hubiera sido capaz de hacerse un tatuaje a los veintitrés.

—Sí, enserio —respondió, algo más relajado con una tímida sonrisa.

Fue algo que pensó demasiado, que casi lo lleva a una clase de encrucijada por no estar completamente seguro si eso sería lo que querría tener tatuado en su piel de manera permanente. No fue una decisión que tomó para nada a la ligera, sino algo que venía planeando por años.

Tenía alguna clase de significado, no tan personal e intenso, como casi todos esperan que tuvieran algún tatuaje. Solo era algo que formaba parte de un recuerdo de su niñez, que lo hacia sentir cercano a ella. Y, luego de un largo tiempo, decidió tenerlo en su piel en tinta negra.

Para probárselo al chico de tatuajes se quitó una de las mangas de su casaca de cuero, para luego extender su brazo y mostrar el colibrí, tatuado en la parte superior de este, un lugar que escogió metódicamente para que no llamara demasiado la atención. Él extraño se lo quedó mirándolo unos segundos, para luego mostrarse satisfecho con las pruebas.

—¿Y por qué te ves nervioso? Tienes esa clase de mirada que tienen las personas que hacen esto por primera vez —cubrió su brazo, para luego mirar al chico y pensar una forma de explicarle como es que se había metido en todo esto.

—Es algo complicado. Veras, yo-

—¿Él es Luke? —su mirada se fue del chico de ojos verdes, para encontrarse con unos más oscuros, que lo miraban con curiosidad. Ashton se encontraba al lado de él, y fue el encargado de asentir —. Hola, Luke. Soy Calum, uno de los tatuadores de este lugar y amigo de Ashton —él le dio una sonrisa, para luego extender su tatuada mano en su dirección.

El chico era casi del tamaño de Ashton (puede que unos pocos centímetros más que él), de tez morena y con el cabello negro y corto, como si recién hubiera pasado una rasuradora por su cabeza. Tenía ese aspecto rudo y algo intimidante, en especial gracias a los tatuajes que cubrían parte de sus brazos y clavículas (aunque, claro, no tantos como los del chico de su lado), pero cuando una sonrisa se posaba en su rostro, todo eso cambiaba. Era como si solo eso necesitara para ser una persona completamente diferente.

No dudó en tomar su mano, sintiendo una rara confianza en él, casi de la misma manera que la sintió la primera vez que conoció a Ashton. Un pequeño apretón fue dado, para que luego se separaran.

—Le conté todo con lujo de detalles —explicó el castaño, haciendo que no pudiese evitar fruncir el ceño. El moreno soltó una pequeña risa —. Y, también sobre lo buen amigo que soy por haber venido acá y pedir por su opinión en vez de hacer que tatúes en otro lugar.

—Ashton me mostró una foto del tatuaje que ya tienes y me contó un poco sobre ti, para saber cuál puede que sea tu estilo —se sintió ligeramente incomodo al saber que Ashton estuvo hablando de su persona con un completo desconocido, pero intentó ignorarlo. Calum parecía buen tipo, de la clase que no juzgaba —. Por eso, creo que no soy la clase de persona que buscas.

—¿Qué? —frunció ligeramente el ceño. De nuevo, ese sentimiento de nerviosismo se apoderó de sí. Entonces, ¿Calum no podría tatuarlo?

—Mi estilo es más tradicional y algo tribal, y no creo que eso vaya contigo —asintió, sin siquiera entender que era lo que se refería. Pero, se suponía que este chico era el experto en tatuajes y quien se encargaba de marca permanentemente la piel de personas casi todos los días —. Pero, conozco una persona que podría tener el estilo que buscas. El único problema es que es mi aprendiz.

Un aprendiz. La idea no le gustaba demasiado.

Sabía que el propósito de ellos, obviamente, era aprender, pero eso también significaba equivocarse en el proceso. No quería que una persona se equivocara en algo que permanecería para siempre en su piel. Pero, debía recordar que en algún punto de su vida también fue uno. Fue esa clase de persona a la que los demás no lo confiarían a solas con implementos o hacer todo el trabajo, y eso era demasiado molesto. Que alguien más dudara de tus conocimientos.

Sabía que esta no era decisión que pudiera tomar a la ligera, pero tampoco lo era en su trabajo. Tal vez, era su turno de ser esa persona que no pudo tener cuando era un aprendiz.

—Supongo que está bien —Calum posó una sonrisa en su rostro, complacido con su respuesta, casi aliviado. Mientras que Ashton parecía algo sorprendido con su toma de decisiones —. ¿Quién es-

—Michael, ¿escuchaste? Harás un tatuaje hoy.

Fue cuando siguió con la mirada los ojos oscuros del tatuador que su mirada cayó en el chico que se encontraba a su lado, él mismo con el aroma frutal que no pudo dejar de ver por un largo tiempo.

Michael. Se llamaba Michael. Y, tenía que admitir que ese nombre le quedaba realmente bien.

El chico de cabello desteñido miró en su dirección para luego sonreír. Se veía realmente feliz y algo emocionado con la idea de poner una aguja en su piel, algo que realmente lo hubiera tocado de nervios, pero esta vez eso no pasó.

—Genial —dijo Michael, con emoción en su voz. Él se puso de pie, haciendo que no pudiera evitar notar como el aroma frutal se hacía más débil cuando se alejó. Con su cuaderno en mano, miró en su dirección —. ¿Qué es lo que buscas, Luke?

Jamás creyó que su nombre podría sonar tan bien saliendo de los labios de alguien más, hasta que escuchó a Michael decirlo. Y, no es como que su voz tuviera algo de especial (más bien, estaba seguro que ni siquiera era tan gruesa como la suya), pero simplemente que él dijera su nombre lo hacía sentir bien.

—Yo- La verdad, no-

—Luke perdió una apuesta con Ashton —explicó Calum, ocasionando Michael pusiera una expresión de sorpresa, para que luego una pequeña risa saliera de sus rojos labios. Se sintió ligeramente avergonzado ante eso —. Se supone que él tendría que elegir su tatuaje, pero me dejó elegir a mí, y ahora yo te lo dejo en tus manos.

—¿Tengo libre albedrío? —no creyó que más emoción pudiera escucharse en la voz del teñido, pero se equivocó. Ahora sí estaba nervioso. Calum asintió —. Sígueme, rubio. Tengo una clara idea de lo que quiero hacer contigo.

Y, Dios, era claro por el tono de Michael que quiso que aquello sonara de otra manera. Algo que, solo hizo que sus mejillas se calentaran, y pudiera ver una sonrisa complacida en el rostro de su mejor amigo.

Siguió a Michael hasta la parte del fondo del lugar, donde se encontraba una luna transparente, que daba entrada a una camilla con una mesa al costado y una aguja descansaba. El chico palmeó la negra camilla, indicándole que tomar asiento, para que luego el se sentara en una pequeña silla negra a su lado, con su cuaderno de bocetos en el regazo.

—¿D-Dónde es que lo harás? —su voz salió algo nerviosa, más de lo pudo controlar. Michael levantó la mirada de su cuaderno, mirándolo detenidamente, con el ceño ligeramente fruncido.

—¿Puedo elegir el lugar? —preguntó él, con sorpresa en su voz. Se encogió de hombros, mirando hacia Ashton, quien se encontraba al otro lado de la habitación, hablando con Calum. No habían hablado sobre eso, pero suponía que venía con la apuesta.

—Supongo. La verdad, no estoy seguro donde-

—¿Qué opinas de acá? —el dedo índice de Michael tocó ligeramente la piel de debajo de sus clavículas, haciéndolo sentir una clase electricidad. Su piel era rozada suavemente por el dedo de este chico que acababa de conocer, y no podía creer que su cuerpo reaccionaba de esa manera.

—Está bien —dijo en voz baja, sin pensar demasiado en que posiblemente eso dolería mucho más que el que tenía en el brazo porque era cerca de sus huesos. Pero, ver la sonrisa de satisfacción en el rostro del chico hizo que valiera ligeramente la pena.

—Muy bien, quítate todo lo que cubre tu pecho y échate, que esto tomará un poco de tu tiempo —esas fueron las palabras de Michael, para luego ir hacia otro extremo de la pequeña habitación con su cuaderno de dibujos en las manos.

Hizo caso a las indicaciones, para que luego el chico de cabello rubio platinado viniera minutos después, con guantes cubriendo sus manos, una mascarilla y con un pequeño papel en las manos, donde imagino que se encontraba el diseño. Intentó verlo, pero antes de poder hacerlo con más detalle, este ya se encontraba siendo presionado contra la piel de sus clavículas

La pequeña silla en la que Michael se encontraba sentado avanzó hasta quedar cerca a la camilla, permitiéndole a su cuerpo estar casi presionado contra el suyo, haciendo que el aroma a frutas volviera a sentirse. La aguja ya se encontraba en su mano, mientras su rostro se encontraba demasiado cerca de su cuello, haciendo que pudiera sentir sus cabellos (con olor a manzana) rozar ligeramente con su mentón. Luego, la aguja se clavó contra su piel, haciendo que un siseo escapara de sus labios y sus ojos se cerraran.

—Sabía que fue una mala idea apostar con Ashton —dijo entre dientes, logrando que escuchara una pequeña risa del chico. Volvió a sisear, cuando sintió la aguja comenzarse a moverse por la zona.

—Te ves demasiado grande para hacer apuestas sobre cosas que permanecerán en tu piel permanentemente —comentó Michael. Su voz se escuchaba algo distorsionada por estar debajo de aquella mascarilla, pero igual podía escucharlo bien —. Y, no pareces esa clase de persona. Imagino que debes tener alguna clase de trabajo importante y una vida realmente organizada.

—Tengo veinticinco —aclaró, para luego soltar otro sonido de dolor. Michael asintió, pero seguía con la mirada en su piel —, no soy esa clase de persona y, sobre el trabajo, soy doctor —los ojos verdes del chico se posaron sobre los suyos, mostrándose ligeramente sorprendidos —. Pero, no tengo mi vida para nada organizada, solo es... aburrida y cotidiana.

—Alguien realmente se esforzó en la universidad, para lograr graduarse tan joven —el tono de voz de Michael era ligeramente sarcástico, pero no le molestaba. Eso era a lo que estaba acostumbra, y era verdad. Se esforzó, demasiado —. Y, sobre tu vida, creo que es lo mejor. Al menos, tienes control sobre ella.

—¿A que te refieres? —para este momento ya no estaba demasiado concentrado en el dolor, más bien, en la conversación con el chico. Él volvió a concentrarse en el tatuaje, para luego encogerse de hombros.

—Oh, vamos, mírame. Tengo diecinueve años y creo que ambos sabemos que mi vida no es para nada parecida a la tuya —frunció ligeramente el ceño, sin todavía entender el punto —. Lo que trato de decir, es que me gustaría que hubiera sido... diferente. No creas que no me gusta lo que hago, pero siento que si hubiera tenido algo más de... control, no hubiera cometido tantos errores para mi corta edad.

—Creo que eso es bueno —Michael lo miró confundido por unos segundos, para luego volver a posar la mirada en el tatuaje —. Es decir, tú puedes decir que cometiste errores y aprendiste de ellos. Pero ¿qué cuando no cometiste alguno? Entonces, ¿qué aprendes?

Pero ¿qué si no aprendiste de ellos? —algo en el tono del chico de diecinueve cambió, haciendo que el ambiente lo hiciera también. Estuvo por volver a hablar, pero fue interrumpido por este —. Terminé. Puedes ver el resultado.

El cuerpo del menor se alejó del suyo, al igual que el aroma a frutas. Se sentó al borde la camilla, para que luego un espejo de mano fuera puesta en su delante. Cuando lo tomó pudo ver su tatuaje.

Era una luna. Una con pequeñas estrellas rodeándola. No estaba rellena con tinta negra, solo tenía un delicado trazo. Le gustaba.

—Es... perfecto —Michael sonrió, satisfecho con su respuesta —. ¿Cómo sabías-

—Tengo una casi igual —el teñido echo su cuello a un lado, exponiendo unos cuantos tatuajes de la zona, pero sus ojos se centraron en uno en especial. Era una luna, igual a la suya, pero esta sí se encontraba rellana con tinta negra. Quiso tocarla, pero el chico volvió a verlo —. Tú y yo somos completamente diferentes, Luke. Pero, algo me dice, que nos complementaríamos de una rara manera.

—Yo-

—Gracias por confiar en mí.

Esas fueron las últimas palabras de Michael, para luego salir del pequeño lugar e ir en dirección hacia la parte delantera del local. Se quedó sentado en ese lugar por un tiempo, hasta que Ashton volvió para comenzar a hablar de lo mucho que le gustaba el tatuaje. Pero, su mente estaba en otra parte.

Algo le decía que esto no sería lo último que sabría de Michael.

━━━━━━━ ❅  ☾ ❅ ━━━━━━━

Prometo que utilizaré un título corto para la siguiente fic, porque harta estoy de seguir teniendo que utilizar iniciales.

Todo esto de hacer que Luke y Michael se conozcan recién, especialmente tan pronto, es nuevo para mí. Casi siempre los hago conocerse antes o que tengan algo que los una forzosamente (cosas como almas gemelas), así que espero hacer un buen trabajo.

Y estoy sorprendida con que ya hayan agregado esta fic a sus listas de lecturas, como favoritas o cosas así. Me hacen querer llorar porque ni siquiera habían leído el primer capítulo y ya les gustaba. Los amo mucho.

❤️Comenten y voten, por fis❤️

Continue Reading

You'll Also Like

172K 4.6K 31
la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerán en sus mundos aunque también agregare otras cosa...
35.3K 2.2K 30
está historia trata de que harías si tus padres ,amigos y la chica con la que comprometiste te dieran la espalda y te dejarán al borde de la muerte p...
45.9K 2K 21
Sarada sentía que lo amaba desde hace mucho tiempo cuando a penas unos adolescentes, ella no se atrevió a confesar sus sentimientos por miedo a que...
516K 53K 133
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...