[EDITADO]
"No puedes cambiar a una persona y obligarla a ser alguien que no es, Damian. No crecí con dinero, ni con lujos. No soy como tú, tienes que entender eso."
Bella Batson
Casa hogar de la familia Vásquez
—¿Estas segura que estas bien? —Me pregunta por quinta vez Freddy.
O eso es lo creo yo. Perdí la noción de cuantas veces me han preguntado esa preguntado todo el día. No ayudaba que los señores Vásquez supieran la razón de mi desánimo
—Estoy bien, Freddy.
—¿Enserio? Tienes unas ojeras que le hacen competencia a los ojos de los mapaches.
—Tú has estado peor que yo, no juzgues.
Nunca pongan a Freddy Freeman y a un maratón de películas superhéroes en una casa sin supervisión adulta.
—Lo tuyo es por un corazón roto no por desvelarte viendo películas.
Resoplo, hastiada. Aquí vamos de nuevo.
—Nada de esto tiene que ver con Damian Wayne.
La cabeza empezaba a dolerme de tan solo pronunciar su nombre.
—Por qué tu celular está destruido —señala el aparato, tirado en el piso luego de haberlo aventada contra la pared.
—Fue por la frustración.
—Ese vestido que usaste en la cena.
—Odio los vestidos y lo sabes.
—Ese...
—¿A dónde quieres llegar con esto? —le corto su juego de acusaciones —. Por qué lo único que estas con siguiéndole es que te saque del cuarto.
—Necesitas hablar con alguien —se sienta en la esquina de la cama, lejos de que lo pueda golpear —. No puedes echarme, también es mi cuarto.
Eso me sonaba a desafío.
—No necesito hablar de nada, podemos controlar a Black Adam.
Me cubro con las sábanas y pongo la daba encima de mi rostro para tapar los oídos y así, evitar escuchar lo que me quiera decir.
Le pateó cuando su mano me agarra de los tobillos. Brinco de sorprenda al escuchar el golpe en seco. Me quito la sabana del rostro solo para ver cómo se caía de espaldas lejos de la cama.
—No trates de evitar el tema —trata de decirme con autoridad.
El que te estés silbando el trasero por el dolor no ayuda en eso, para nada.
—¡No evitó nada! —le grito lazándole su propia almohada.
—Damian Wayne...
—¿Qué cosa?
—Evitas hablar de él, deberías dejar. Salir toda esa frustración en palabras, tienes que hablar con alguien de esto...
Lo miro neutral. En el interior estoy que quiero llorar.
—Podemos cambiar el tema —le suplicó con los ojos rojos por las lágrimas retenidas.
—Solo espero que sigas mi concejo.
—Black Adam —saboteo el nombre con disgusto —¿Que sabemos de él?
—Eugene supone que es el faraón Teth Adam, el de la tumba saqueada el día del ataque.
—¿Un faraón? —le preguntó sin creerlo —. ¿Como un faraón fue elegido como sucesor del mago? Tienes que ser puro de corazón.
En esto hago referencia al tirano del faraón Ramsés II y la autoproclamada faraona Siptah que no realizó ninguna acción digna durante su reinado.
—Según la historia antes fue un esclavo, misteriosamente tomó el mandato al tener la bendición de los dioses de Egipto.
—Los poderes del mago —él ausente dándome la razón.
Esto será más difícil de lo que creí. Desde el primer momento lo supe. Si podía lastimar con su magia a Superman y superarnos a pesar de que somos más que él.
—Quiere liberar a los pecados capitales.
—Algo obvio —le digo con sarcasmo.
—Pero lleva no sé cómo tres meses en esta época, ¿porque no lo intentó en su despertar? —pregunta acostándose a mi lado.
¿Quién le dio permiso de sentarse a mi lado?
Bueno que importaba yo era la intruso, era su cama después de todo.
—Debió no tener la fuerza suficiente para no encuentra la entrada a La Guarida —siguieron acomodándome en la cama.
—Pero la roca lo reconoce como parte del equipo.
—Puede que el Mago tenga algo que ver —digo sin estar segura.
Decir que conozco al Mago es decir una mentira. Lo único que recuerdo es esa historia y como me pedía que tocará su cetro, transfiriéndome sus poderes.
—Está muerto, ¿cómo alguien muerte lo evitaría? —me pregunta el ceño fruncido.
Buena pregunta, Freddy. Buena pregunta.
—El me vio como alguien de puro corazón y talvez esa influencia la lleva la cueva.
Nunca entendí eso hasta que luché por primera vez contra Sivana. Todos mis errores me persiguen y admito que no me arrepiento de haberlos cometido. Sin esos errores no hubiera conocido a los Vásquez.
—Necesita alguien de puro corazón.
—Nos necesita a nosotros para entrar y liberar los pecados capitales —le corrigió con los puños apretados.
Darla y Eugene son los blancos más fáciles de todos nosotros. Puede intentar algo contra todos nosotros, pero ellos dos son nuestras debilidades.
Me levanto de la cama. Freddy me detiene me posa en frente suyo evitando que logrará ver hacia la puerta o nuestro escritorio.
—Bella no mires para atrás —me advierte con nerviosismo. Y no del loco obsesionado con superhéroes —. Te dije que no miraras para atrás.
Obvio no le haré caso... saben ahora me arrepiento de nosotros escúchalo
—¿Qué haces aquí? —le pregunto en un gruñido al pelinegro que se encontraba sentado como si nada en la ventana.
No había so ya pasado esa faceta de entrar como un ladrón.
—Hay algunas cosas que debemos hablar —es lo único que dice Damian Wayne.
La tensión se siente en el aire, tanto que Freddy movía sus dedos nervios en mi hombro.
—No hay nada de qué hablar —le escupo, quitando con cuidado las manos de Freddy.
—Yo te cubro con los señores Vásquez —se excusa en un intento de largarse de aquí.
Le doy una mirada helada que logra mantenerlo callado.
—¡Freddy ayúdame aponer la mesa! —el grito de Darla hace que quiera maldecir mi tan mala suerte.
—Freddy —le gruño en un susurro.
Si puedo evitar esta conversación hare que sea por todos los medios.
—¡Suerte! —grita antes de cerrar la puerta de un portazo.
Cuando el insulto lo tengo en la punta de la lengua unos brazos rodean mi cintura, cabe decir que eso no me lo tome para nada bien y tampoco que me esté dando un beso en la mejilla. Conocía esa táctica era la que utilizaba para que lo perdonara cuando olvidaba nuestras citas, pero considerando todo lo que paso eso ya n funciona, ya no.
—¡Déjame sola! —le vuelvo a gritar, intentando huir de su agarre.
—Necesitamos hablar.
—Lo intentamos y que crees, ¡no funciono!
—Compórtate como alguien de tu edad —me ordena y me obliga a sentarme en la única silla del cuarto.
Eso es lo más anciano que le he escuchado decir desde que lo conozco.
—Tengo dieciséis así se compórtate la gente mi edad, anciano.
—Dos años no me hacen un anciano, Bella —elevo una ceja divertida al ver como caía en la trampa, era fácil engañarlo —. Quiero hablar contigo, déjame hacerlo.
Lo conocía lo suficiente para saber que no se rendiría hasta que habláramos y aunque prefiero que ese momento llegue más tarde que temprano, pero no quiero aun chico encima mío por días enteros.
—Está bien Damian Wayne, hablemos.