Pluvo: el aprendiz de una bru...

By PsiqueMaichen

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Ren Pluvo es un estudiante que ha perdido a su único familiar, su vida es difícil y solitaria. Todo se compli... More

Dedicatoria
Antes de leer
Epígrafe
Acto
Consecuencias
Un sueño
Inicio
Cuando todo le parecía un sueño/ Parte 1
Cuando todo le parecía un sueño/ parte 2
No era un sirviente, era un criado/Parte 1
No era un sirviente, era un criado/ Parte 2
Notas del pasado/ Parte 1
Notas del pasado/ Parte 2
El extraño hotel de un doctor triste/ Parte 1
El extraño hotel de un doctor triste/ Parte 2
San Valentín
Herencias/ Parte 1
Herencias/ Parte 2
Quien soñó con un mundo muerto/ Parte 1
Quien soñó con un mundo muerto/ Parte 2
Obsesión/ Parte 1
Obsesión/ Parte 2
Obsesión/ Parte 3
Obsesión/ Parte 4
Maldiciones/ Parte 1
Maldiciones/ Parte 2
Inspiración
Cuando olvidó lo soñado
La pianista
Pasado Acosador
Cuando olvidó lo soñado/ Parte 2
Despertar
Melancólicos
Trampas
Su querida amiga/ Parte 1
Su querida amiga/ Parte 2
Cuando ella fue por un libro
No estaban vivos
Castigo/ Parte 1
Castigo/ Parte 2
Después de una verdad/Parte 1
Los enamorados
El quiosco y el cuarto de Lil
El otro lado
Diana
Cuando se definieron
Un árbol, un mundo/ Parte 1
Un árbol, un mundo/ Parte 2
Su final

Charla

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By PsiqueMaichen

Para aclarar las dudas del joven, Lil le sugirió que se cambiara de ropas y se reunieran en la antigua biblioteca. Hizo caso a la sugerencia y, después de atenderse, no demoró mucho en ir al lugar acordado. No era la primera vez que ellos se reunían ahí. Tiempo atrás, Lil abrió la puerta de la biblioteca para que Ren estuviera más cómodo a la hora de estudiar. Era una gigantesca habitación donde desfilaban libreros repletos de libros viejos. En el ambiente se percibía el aroma característico de las hojas amarillas. Adornaban y servían para la estadía algunos opulentos y antiguos muebles de una época pasada; yacían esparcidos por la biblioteca y algunos cerca de la chimenea. Era reconfortante pasar los días fríos cerca de la chimenea junto a un buen libro, eso creía Ren, cuando veía las cenizas. Parecía que el tiempo se estancó en la biblioteca y el polvo tomaba forma humana y se ponía a danzar. Ren a veces pasaba el tiempo ahí, intentando leer antiguos libros, pero estaban escritos en diversos idiomas muertos. Los antiguos dueños de la mansión, brujos del pasado, no imaginaron que sus amados libros se volverían inservibles al pasar el tiempo.

Ren entró. Vio la alfombra purpura que desentonaba con el suelo laminado. Recordó que la bruja le contó que debajo de la alfombra había una entrada secreta a la real biblioteca del lugar, donde libros prohibidos se encontraban resguardados con hechizos y alejados de todo humano que podría darles mal uso. Él intentó acceder, pero no pudo. Había muchos secretos resguardados en la mansión; pasillos ocultos, puertas secretas, y en el jardín trasero, debajo de un álamo, un tanto alejado del bosque de tejos, se encontraba la entrada a las catacumbas de brujos y pasajes secretos que conectaba con muchos lugares diferentes de la ciudad.

Ren llegó a explorar a más profundidad la casa, pero se encontró con cosas fuera de su entendimiento. Como un esqueleto parlanchín y fumador, vivía en un cuarto que servía como enfermería. En una habitación pequeña, dio con un duende que hacía yoga. En un pasillo oculto y cubierto de polvo, miró a una rata que cabalgaba en un gato. Vivía en el pozo del jardín, un pequeño hombrecito muy flacucho que vestía un traje de carnero. Y donde crecían rosas muy aromáticas, se encontraba un hada. Ren conversó un par de veces con ella, sobre lo mucho que extrañaba su madre. La pequeña hada le dijo que era bueno mantenerla viva en sus recuerdos, de prefería los buenos momento. Lil le explicó a Ren que, gracias al hechizo que hacia Melia y los fantasmas de la mansión, cual ocultaba el rastro de ellos, podía existir dentro de la casa seres tan fantásticos.

Sin hacer mucho ruido, Lil y Ian entraron en la biblioteca. Avergonzado de sus actos anteriores, Ren, sonrojado, contempló a Lil. Volvió a ser feliz. Ella se encontraba tan espléndida como la recordaba. Ren no deseaba hablar sobre su atrevimiento, pero deseaba disculparse. Poseía muchos sentimientos encontrados. Intentó ignorar el tema y enfocarse en la explicación que le debían. Concluyó con la idea de que no era momento para romances. Lil e Ian ocuparon lugar en los sillones cercanos a la chimenea. El maduro hombre se encontraba calmado y sonriente. Sacó del bolsillo de su traje una pipa, la encendió y fumó como si deseara hacerle competencia a la chimenea. Lil lo miraba con desprecio. Lo que más le molestó es que Ren se diera cuenta de dónde ella adquirió el vicio de fumar.

Ren, inmutado, miró al hombre de ojos mieles. Le recordó a las serpientes de mirada vibrante. Por algún motivo, le trasmitían una sensación incómoda esos ojos, estaba seguro de haberlos visto en otro lugar, pero no recordaba con exactitud en donde.

Todos guardaban silencio, en especial Ren, quien se sentía mal por estar cerca del ex de la mujer que amaba. Ian era un hombre hecho y derecho. Se rasuraba la barba seguido, tenía un cuerpo ejercitado, musculoso sin ser exagerado y portaba los trajes como todo un modelo de revista. Era el típico hombre que podía tener fácil a cualquier mujer que se fijara en el físico y buscara la compañía de un hombre seguro de sí mismo. Por otro lado, Ren era un joven estudiante; inseguro, un tanto miedoso, de facciones finas y delicadas, cabellos rebeldes, esbelto, de presencia fúnebre y piel nacarada que le hacía parecer fantasma.

—¿Te conozco de un lado? —inquirió Ren.

Murió el silencio que había cobrado presencia en la biblioteca.
—¿Olvidaste nuestra conversación? Qué lástima... hablé mucho para nada. —Se encogió de hombros.

—Es mejor que te olvide —aseguró Lil.

—Sigues enojada. —Clavó Ian su mirada en ella.

Le dio una calada a la pila y exhaló el humo.

—Me encuentro en mi derecho—respondió Lil.

Ren percibió enojo en la entonación de ella.

—Haré un breve resumen. Ren me pidió en una vida pasada que te cuidara, si daba contigo en tu otra vida.

—Claro, lo que tú digas, Daniela. Te aprovechas de que Ren no recuerda para inventarte tu excusa.

—¿Por qué lo llamas Daniela? —cuestionó Ren.

—Porque...

—No —la interrumpió Ian—, permíteme que se lo cuente yo —calló por un momento y llevó su arpía mirada en él—. Antes, en una vida pasada y muy, pero muy, lejana, era tu aprendiz. Una hermosa dama llamada Daniela. Morí y Reencarné únicamente como hombre. Lil me hechizó en el pasado —contó con su característico vozarrón y frunció un poco el ceño—. Estaba celosa de la relación que tenías conmigo. Una muy profesional de profesor y aprendiz —dijo sarcástico—. Nunca pensé en interponerme entre ustedes dos, siempre los admiré y los quise por igual. —Le dio una calada a su pipa, suspiró al darse cuenta que ya no tenía tabaco—. Pero las cosas han cambiado mucho. Ya no me recuerdas, Lil me odia y... me alié con Cos. —Se encogió de hombros.

—¿Quién es Cos? —indagó Ren con demasiada curiosidad.

—Cos es un brujo muy antiguo, un dolor de cabeza —habló Lil, muy seria, antes que Ian—. Se alimenta de energía para vivir eternamente. Por algún motivo no pudo evolucionar a un ser cósmico y busca mantener su existencia consumiendo energías de entes, humanos, fantasmas y más. Es terrible. Cuenta la leyenda que, él,  junto con otros brujos, extinguieron a una especie de entes llamados Incoloros. Dicen que eran muy bonitos. De presencia etérea, poseían físico humano, cuernos y colas emplumadas. Habitaban en una dimensión que sólo ellos conocían. Cos consumió la energía de esos seres por ser tan poderosa. Lo hizo junto con sus seguidores, todo para alargar su existencia. Él tiene mala fama y es el encargado de mantener una guerra eterna con los cazadores de brujos. También, recluye a brujos para hacerlos luchar en su batalla. Desde el pasado, Cos, junto con los cazadores, nos han echado ojo a nosotros. Busca cambiar el mundo que conocemos. —Miró molesta a Ian.
—Cos tiene un plan hecho y los incluye desde hace mucho tiempo. Cuando Ren fue atacado, él fue quien ordenó que se le intentara devolver la vida con el sacrificio del árbol cósmico —contó Ian—. Ofreció a muchos de sus mejores brujos, para lograr el milagro de remover temporalmente la prohibición en la Tierra. —Llevó su mirada a Ren—. Tú pudiste utilizar tu habilidad por eso mismo. No es algo que este permitido en la Tierra.

—Ya veo. Fue obra de brujos... —murmuró triste.

—En parte —aclaró Ian—. Los brujos sólo hicieron un hechizo de separación. En este mundo está prohibida la magia y más, desde que se dividió. —Abandonó su pipa en una pequeña mesita cercana al sillón—. En un pasado lejano, demasiado para que se cuente en libros de historias, siete brujos poderosos, cansados de las  guerras y luchas entre humanos y entes, decidieron separar el mundo. Seis de los poderosos brujos se transformaron en imponentes árboles. Él último brujo de los siete, se hizo uno mismo con la luna, es conocido como el vigilante. Las raíces en específico, tienen como propósito llevar la magia del lado físico al oscuro y así alejar la energía natural de la Tierra, la que apodamos magia. Son muy especiales, no como cualquier otro árbol, su existencia se mantiene estable gracias a los sacrificios de poderosos brujos a través del tiempo. Habitan en muchos sueños y están unidos entre ellos con sus raíces. En el lado oscuro viven todos los entes desterrados de la Tierra. El lado físico sólo debe ser para humanos soñadores y fantasmas tercos, según las reglas actuales. Con el tiempo se crearon hechizos de separación, donde se permite juntar ambos espacios por un breve momento y realizar magia real. Quedaban en pie únicamente dos, pero para regresar, tomaste la vida de uno. Tú pasaste a ser un cósmico, una variante de los muchos que hay. —Juntó sus manos.

—¿Cósmico? —repitió Ren pensativo.

Para ese momento, Ren poseía tantas dudas que no podía formular preguntas de cada una de ellas.

—Los seres cósmicos son brujos poderosos que negaron la muerte, acumularon poder, sabiduría y locura. —Cruzó los brazos y tomó aire—. Los árboles son similares a ellos, por eso el apodo. Tú Consumiste el poder y magia de un árbol cósmico para volver a la vida. Como ya dije antes, aquel árbol fue mantenido con vida por muchas generaciones de sacrificios de poderosos brujos. Ahora tienes todo lo que era ese árbol. Claro, no puedes usar tanto poder en un mundo donde está prohibido—respondió pensativo Ian.

Ren en aquel momento se encontraba en un limbo, escuchar lo dicho por Ian le trajo una sensación desagradable, una inexplicable. Vivir eternamente parecía más una maldición que una bendición. No pudo creer en lo que decía el preocupado hombre de ojos mieles.

—Si el último árbol cae la Tierra se verá afectada —añadió Lil pensativa—. El lado oscuro se volvería uno mismo con el físico. La magia, los entes y más regresarían a ser parte de la Tierra. No debe pasar eso bajo ninguna circunstancia. La mayoría de brujos utilizan la magia por razones egoístas. Todo se volvería un caos. —Lil llevó una mano a su cien—. Se iniciaría una guerra, una que definitivamente no ganaran los humanos. ¿Cómo se van a enfrentar a elementales, espíritus, dragones, huecos, hadas, orcos, sirenas y todo ser fantástico que imaginen? Utilizarían sus armas biológicas y nucleares. Si la Tierra vuelve a ser como la antigüedad, sólo habrá muerte y destrucción. Creo que Cos quiere a toda costa cambiar el mundo, volverlo como antes, para enfrentar a los cazadores y controlar todo, ser un intento de un dios falso —supuso Lil.

—Será difícil que caiga el último árbol. Es custodiado por los cazadores y brujos que se unieron a ellos —dijo Ian—. Ha sí, todavía está el mirón de la luna, que nunca hace nada. —Sonrió divertido—. Y los elementales, son prisioneros en las raíces más profundas del último árbol. Ningún brujo puede hacerles frente. Ellos únicamente respetan y obedecen a seres más poderosos. Pero si él árbol cósmico donde se encuentran encerrados, es tocado por la muerte, ellos también morirán, sin luchar, sin poder hacer nada. Morirán en la prisión de raíces donde se encuentran. —Llevó detrás de su oreja un mechón de cabello. —Cos tiene un plan. Tengan cuidado. No puedo traicionarle, para poder vivir más de la cuenta, hice un pacto con él —confesó.

—¿¡Hiciste qué!? Ian, no debiste... —expresó Lil asombrada.

—No me regañes, por favor. —Soltó una risita nerviosa.

—Qué más da. Ya entiendo porque ahora eres su perro fiel. —Soltó un largo suspiro—. Los seres cósmicos son aborrecidos porque no pueden soñar, no pueden reencarnar y solo se aferran a sus recuerdos y vidas pasadas. Son considerados como amenazas para el orden natural. Pronto habrá un eclipse, podremos realizar un juicio... para intentar revertir esto. No permitiré que Cos se salga con la suya. Él orquestó esto... Sabía lo que iba a pasar. Hay un rumor sobre él, sueña con el futuro y lo cambia a su antojo.

—Dudo que funcione, Lil. Pero las esperanzas mueren al último. Inténtalo. —Ian se encogió de hombros.

—Gracias por los ánimos, no son necesarios —respondió Lil molesta—. Ren, por el momento no podrás salir. Será tu juicio el día del eclipse, el mirón no verá, y las raíces dejarán de llevar la magia al lado oscuro. Espero lograr revertir lo que has hecho, de no ser así tendrás que ir al lado oscuro. Lejos de Cos. —Bajó la mirada en el suelo.
Fue evidente la tristeza en el apacible rostro de Lil.

—Lo siento... no debí hacerlo —comentó triste.

—No, Ren. —Negó con la cabeza y sonrió triste—. Me hace muy feliz que estés con vida. Hiciste bien.

—Podría ir con Cos y vivir con los demás brujos, aprender de ellos... —sugirió Ian.

—¿Y qué se convierta en un arma para Cos? Sería darle lo que quiere de manera muy fácil. —Frunció el ceño—. Tú mismo lo dijiste... Cómo puede morir el último árbol que encierra a los elementales, ser tocado por la muerte. No tiene que ser la de la Tierra, ¿cierto? Tal vez sirva la que cumplía esa función en un sueño lejano que murió. Ni loca permitiría eso. Cos sólo utiliza a las personas, ya los sabes, Ian —regañó furiosa.

—Lil, entiendo tu punto. Sabes, Cos quedó muy débil después del ritual de la separación, le tomará tiempo reponerse. Me ha dejado a cuidado de Ren y me pareció prudente traerlo contigo. Tú eres la única que lo puede juzgar, su contraria. Decir esto es traición de mi parte, pero es lo mejor.

—¿Cos estuvo presente? —preguntó Lil.

—Sí, orquestó todo y dividió su poder en los sacrificios.

Ren dejó de escuchar, le parecía todo ilógico, parte de un sueño, tal vez de una pesadilla. Echó una mirada por la ventana, la lluvia seguía cayendo.

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