𝕄𝕌ℕ̃𝔼ℂ𝕆 || 𝐍𝐨𝐌𝐢𝐧

Από ErbaZen

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ADVERTENCIA: »Sexo explícito »Estupefacientes »Autoflagelaciones »Toxicidad »Perversión »Lenguaje explíci... Περισσότερα

• SINOPSIS •
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• EPÍLOGO •

#16

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Από ErbaZen












- Tú... - Jeno alzó la vista con los ojos entornados. Se levantó enseguida de las escaleras que daban a la puerta de casa, bostezando y estirando los brazos con despreocupación, me miró con somnolencia.

- Ya era hora. Me iba a congelar aquí con este frío.

- ¿Qué hacías ahí tirado? - se encogió de hombros.

- No tengo llaves aún. - hum... si lo hubiera sabido me hubiera quedado a dormir en casa de Renjun. ¡Que se jodiera toda la noche ahí, muerto de frío! ¡Se lo merecía por hacerse el superior! - ¿Por qué has tardado tanto? - caminé hasta la puerta de casa sin parar a mirarle. Estaba tan enojado que no pensaba hablarle más de lo necesario, no pensaba dejar que me tocara. Llevaba todo el regreso en bus mentalizándome. Jeno se arrepentiría de haberme humillado de esa manera frente a toda la universidad, ¡Frente a Yeji! ¿Quién mierda se creía que era? ¡Por lo menos podía haber pensado en las consecuencias que A MÍ, me iban a tocar cargar! Se merecía lo peor, se merecía la peor de las humillaciones, se merecía que lo mataran una pandilla de vagabundos y lo encontraran en un contenedor de basura descuartizado y putrefacto como una manzana podrida. - Fui a buscarte después de clase para volver a casa juntos, pero ya te habías ido.

- ¡Mierda! - pateé la puerta con los dientes apretados. Ya no podía contener mi rabia. ¡Y el hijo de puta me seguía hablando como si nada!

- ¿Qué pasa?

- No encuentro las jodidas llaves.

- Vamos. No puedes ser tan estúpido como para perderlas.

- Te las tiré en el pasillo. Hubiera merecido la pena perderlas si te hubieran dado en la cabeza y te hubieran dejado tonto. - se situó a mi lado, riéndose y yo lo miré de reojo con expresión asesina. - ¿Por qué no te mueres, Jeno?

- ¿Qué pasa? ¿Soy demasiado para ti?

- Si. Una mierda demasiado incordiante y apestosa. - le di una patada a la puerta después de buscar las llaves inútilmente en mis bolsillos traseros, sin resultado. ¿Y ahora que? ¿A esperar a mi madre? ¡A saber cuando vendría, me congelaría fuera! - ¡Jaeno! ¿¡Que mierda haces!? - me revolví entre su asfixiante abrazo. Me agarró por la espalda y me rodeó con su chaqueta, cubriéndome el cuerpo con ella, pegándome a él por completo rodeándome los hombros con sus brazos. Se me erizó el vello de la nuca al sentir su aliento.

- Muñeco... - no esperé ni a que empezara la frase. Le pegué un codazo y lo eché para atrás, quitándomelo de encima bruscamente.

- ¿¡De que mierda vas!? ¿¡Te crees que porque me halla acostado contigo siete veces y te deje tocarme más allá de lo fraternal tienes algún derecho sobre mí!? ¿¡Te crees que me puedes tratarme como una puta y humillarme así delante de cientos de personas!? ¡No eres nadie para hacerlo, Jeno, nadie! ¡Ni yo tampoco soy nada tuyo! - por un momento, vi como mi hermano se encogía antes de fruncir el ceño levemente, pero no en actitud amenazante, sino pensativo, frustrado. Apreté los puños frente a él, esperando una respuesta y la más mínima provocación para golpearle. Estaba dispuesto hasta pelearme con él, de hecho, quería pelearme y hacerme respetar, lo deseaba. Venganza.

Jeno se quedó callado, mirando al suelo.

- ¿Qué? ¿Ahora no dices nada?

- Si... - ladeó la cabeza, muy serio. - Han sido nueve veces, no siete.

- ¡Aaahh! ¡Serás imbécil! - le tiré el bolso donde llevaba todos los libros de la universidad a la cara y de un manotazo, Jeno lo tiró al suelo como si fuera una molesta mosca, desperdigando todos los libros sobre las escaleras. Respiré hondo. - No... te acerques... a mí.

- Genial, me lo estabas poniendo muy fácil. Un poco de resistencia nunca viene mal. - lo mataré, lo mataré, lo mataré, lo mataré... ¡Le sacaré los dientes con unos alicates para que deje de mostrar esa asquerosa sonrisa llena de prepotencia!

- Estúpido, idiota, chupa culos, puerco, hijo de... - murmuraba, recogiendo los libros uno a uno. - ¡Y no me mires el culo, anormal! - Jeno se inclinó, riéndose en mi cara. Metí todos los libros en el bolso con la poca dignidad que me quedaba y lo eché sobre el hombro como si cargara con un saco de papas. Me senté en las escaleras. ¡Hay que joderse, ahora a esperar a mi madre para entrar en casa! Me estaba muriendo de hambre después de la hora de retraso del estúpido autobús, y mañana prueba oral del sistema nervioso. Apreté los dientes. Bueno, emplearía el tiempo en algo de provecho. Saqué el libro de psicología y me puse a estudiar, o a intentarlo. No resultaba tan difícil, Jeno callaba como un muerto.

Me giré y lo vi ahí, de cara a la puerta, inclinado. La puerta hizo un ruido raro.

- ¿Qué mierda haces?

- Empleo los trucos delictivos que tu madre tanto odia.

- ¿Qué?

- Intento forzar la puerta.

- ¿Qué? - se giró y me miró con una ceja alzada. - No vas a conseguir abrir esa puerta, es blindada.

- ¿Nos apostamos una ronda de sexo? - le dirigí una mirada asesina.

- ¡Bah! Tuyo es el tiempo, malgástalo como quieras. - Volví a darle la espalda y empecé a leer por lo alto lo que entraba en la prueba oral cuando... crack... me giré. Jeno sonreía de oreja a oreja con la puerta abierta de par en par.

- Me debes una ronda de sexo duro. - suspiré. Ese maldito delincuente engreído... já... acababa de abrirme la puerta al principio de un buen escarmiento.

- Bueno... - me levanté de las escaleras y fui derechito hacía él con cara de quien recapacita y se da cuenta de sus errores, con cara de niño indefenso a quien se le han acabado los dulces y va a pedir más tímidamente. Jeno sonrió haciéndose unas ideas no muy acertadas.

- Bueno, ¿Qué? ¿Me vas a dejar continuar con lo de esta mañana en las taquillas? Un poco más y te lo hago allí mismo, no hubiera parado si no llega a ser porque me dejó paralizado notar como te corriste contra mí. - me ruboricé. Que vergüenza. - Sólo porque te toqué un poco y te llamé perra... te pusiste como una. - bajé la mirada al notar como se acercaba, confiado. - ¿O quizás fue porque estábamos en público, delante de tu novia? Vaya morbazo ¿no? - mencionar a Yeji me hizo mirarle fijamente, sin pudor. Seguía sonriente.

- Pues tú te pusiste celoso como un maricón enamorado cuando empecé ha hablarle. ¿Qué pasa, Jeno? ¿La perra te mola? ¿Te gusta que se te ponga delante y exhibirla delante de miles de personas como tuya? ¿La quieres sólo para ti? ¿Tanto te mola la perra, Jeno? ¿Tanto como para írsete la cabeza por su culo? - ahí, se quedó mudo, y yo me regocijé por dentro, riéndome por lo bajo. Era un idiota si creía que podía retarme a un duelo de palabras.

- Pues igual, sí. - o no. No era ningún idiota. Me quedé estático al oírle soltar esas palabras y, muy lentamente, retrocedí cuando vi cómo se me acercaba esta vez sí, amenazante, desprendiendo peligro lujurioso contra mí. Me detuve en el umbral de la puerta abierta, recordando lo planeado. No podía retroceder más o no abría marcha atrás y yo seguía sin estar seguro de si me atrevería a detenerle si intentaba acabar lo empezado esa mañana. - ¿Y tú? Sigues enganchado por esa Yeji, ¿no? - ¿Enganchado? No... estaba en fase de descuelgue, que era diferente, claro que, para joder a Jeno, haría y diría muchas cosas.

- Pues igual, sí. - Jeno entrecerró los ojos. Llevé mis manos a su chaqueta, agarrándola y atrayéndolo hacía mí dándole leves tirones. - Pero eso no tiene nada que ver, el que quiero que tenga sexo conmigo eres tú, no Yeji. - nuestro vaho se unió formando una espesa capa nublosa cuando respiramos en los labios contrarios. Nos rozamos y bajé la mano hasta su entrepierna directamente, sin pararme a dar más rodeos, restregué mi mano contra ella bruscamente, haciendo presión. Jeno jadeó y se mordió el labio inferior, con sus ojos clavados en los míos. Noté como su pene empezaba a crecer contra la palma de mi mano y tragué saliva. De seguir así yo también iba a acabar perdidamente excitado.

- Voy ha acabar con lo de esta mañana, perra. - subí la mano desde su entrepierna por la ingle hasta encontrar y meter la mano en el interior de los bolsillos caídos de su enorme pantalón. Lo encontré.

- No entiendo a que estás esperando para no estar ya montándome. - se rió, inclinándose de nuevo para empezar a comerme la boca, pero no le di tiempo, metiéndole un empujón hacía atrás que casi lo hace caer por las escasas escaleras que daban a la puerta de casa y la cerré de un portazo frente a sus narices. Lo primero que hice fue echar los cuatro cerrojos y encender la alarma antirrobos. Mi madre era muy, muy precavida con el tema y ahora me alegraba profundamente al empezar a escuchar los golpes que Jeno propinaba a la puerta desde fuera.

- ¡Serás hijo de puta! - me empecé a carcajear al oír sus gritos furiosos desde fuera.

- ¡Jajaja! ¿¡Qué pasa, Jeno!? ¿¡La perra te la ha jugado!? ¡Eso te pasa por calienta penes, pedazo de idiota!

- ¡Ya me estás abriendo la puerta o te juro que la tiro abajo!

- ¡No sabía que tenías súper fuerza, hazlo, quiero verlo!

- ¡Eres un maricón de mierda!

- ¡Yo también estoy loco por ti, querido Jeno!

- ¡Jaemin, abre, abre ahora! - y siguió gritando, golpeando la puerta con fuerza. Yo estiré los brazos, desperezándome lentamente y me introduje en casa con una enorme sonrisa en la cara.

Ya se cansaría, ya.

















Tiene un mensaje nuevo...

Pulsé el botón del contestador automático del teléfono de casa y escuché la suave voz de mamá a través del aparato.

Cielo, hoy no podré ir a dormir a casa. Tengo tanto papeleo y además, he aceptado dos casos más, no muy agradables, ¿sabes? Mañana a las siete de la mañana tendré que defender a una víctima de violencia doméstica y tengo que estudiar su caso a fondo. La pobre mujer a la que defiendo me necesita de verdad, cielo. No te puedes creer la de cosas horribles que pasan por mis manos, estoy descompuesta. Cierra bien la casa y activa la alarma, si pasa algo, llama a Siwon, lo más probable es que esté con él intentando organizar esto. No me ha dado tiempo a prepararos la cena pero sé que te las apañaras bien para hacer algo comestible, pero por favor, no te olvides de apagar la freidora si fríes algo, si vas a lavar algo en la lavadora, recuerda que tienes que echarle sólo un cazo de jabón líquido y lavar la ropa de color con la de color, ¡No la mezcles con la blanca! He dejado medicinas en la cocina y vendas, por si se resfrian o se cortan con algo. Si van a tomar algo para el resfriado o la fiebre, lean antes el proscrito y... ¡Ah, si se van a duchar tengan mucho cuidado! ¡La alfombrilla no está pues...!

Fin del mensaje...

Ignorando por completo la exagerada reacción de mi madre a la idea de dejarme sólo en casa, sonreí, volviendo a regocijarme por dentro. Mamá no vendría esa noche, es decir, Jeno no dormiría hoy aquí. Pasaría la noche fuera, durmiendo como un perro.

Se seguían escuchando los porrazos que daba intentando abrir la puerta y me llamaba, muy enojado. No se cansaba, así que fui a la cocina, agarré un montón de fresas que vertí en un bol y las bañé con nata. Puse la calefacción, anduve hacia la entradita y agarré el inalámbrico.

- ¡Jeeeenooo! - le llamé con rentintín. Por unos instantes dejó de golpear la puerta. - ¿A que no sabes una cosa? ¡Mamá no viene hoy ha dormir! ¿Sabes que es lo que quiere decir eso? ¡Que vas a pasarte toda la noche durmiendo fuera, como un perro! ¡Que irónico! ¿Verdad?

- ¡Irónica va ha ser tu muerte! - me empecé a reír, llevándome una fresa a la boca, disfrutando del espectáculo. - ¡Un pobre e inocente muchacho de 19 años es encontrado muerto, disecado, desnudo y con el culo abierto en un contenedor de basura, horriblemente castrado con unas tijeras para podar los arbustos!

- ¡Jajaja! - volví a empezar a carcajearme. Naturalmente, no lo haría si la puerta que nos separaba estuviera abierta y no cerrada, pero ya hecho, había que aprovechar ¿no?

- Jaemin, la puerta, abierta, ¡Ya!

- ¿Qué pasa? ¿Ya no soy el Muñeco? ¡Que mal! ¿Debería asustarme? - me llevé una fresa a la boca empapada de nata. Mhmm... que rica.

- ¿Asustado? ¿Sólo asustado? ¡Cuando entre ahí vas a conocer el terror! - me tragué la fresa y me dediqué a darle lametones a los dedos llenos de nata. ¡Me encantaban las fresas con nata!

- Así no vas a conseguir que te abra. ¡Deja de ser tan burro intentando abrir la puerta a patadas e intenta convencer al dueño de la casa, idiota! Te aviso que la alarma está activada y la puerta tiene cuatro cierres. ¡No puedes entrar! - le dio una última patada a la puerta y se detuvo. Oí su gruñido ronco, exasperado.

- ¿Qué mierda quieres que haga? - eso es, así me gusta.

- ¡Suplícame! - sonreí pensando en la cara que abría puesto al oírme decir eso.

- ¡Ja! ¡Si crees que vas ha oírme suplicar espera sentado!

- ¡Lo estoy, calentito, comiendo y cómodo! ¿Cómo estás tú, Jeno? - volvió a gruñir.

- ¡Pues me meteré en el auto y me pondré la calefacción, fíjate tú que complicación! - volví a sonreír y corrí subiendo las escaleras hacía mi cuarto. Abrí la ventana y me asomé por ella. Jeno iba rumbo a su coche, aparcado perfectamente frente al garaje.

- ¡Jenooooo! - se giró y me miró con el ceño fruncido. Le mostré las llaves del coche en mi mano, sacudiéndolas, disfrutando al ver como abría los ojos como platos al verlas y empezaba a rebuscar por los bolsillos . - ¡Jajaja! - se las quité fácilmente cuando volví a flirtear con él en el umbral de la puerta. Sabía que lo primero que pensaría sería meterse en el coche para calentarse o ir a comer por ahí, por su cuenta. Así que también le quité la cartera para que no tuviera dinero. - ¡Perro estúpido! - estaba furioso. No replicó, en vez de eso, se agachó, agarró una piedra y la lanzó contra mi ventana, contra mí. Me agaché en el momento justo. Joder, ¡Que bestia! Agarré el pedrusco y volví a asomarme, arrojándosela con fuerza. La esquivó con la misma facilidad que si le hubiera tirado un globo.

- ¡Considérate hombre muerto! - por toda respuesta, le lancé un beso y le guiñé un ojo, lo que le hizo gritar de rabia. ¡Joder, como me gustaba esto de molestarlo!

- ¡Te quiero, Jeno! - le grité, poniéndolo de los nervios hasta el extremo de hacerle patear una de las macetas de la entrada, haciéndola añicos. Ups, mamá se iba a enfadar por eso... pero yo disfrutaba como un mocoso.

Me tiré sobre mi cama, dando vueltas, sonriente, riéndome a carcajadas. ¡Oh, que bien sentaba aquello! Dominaba la situación por ahora... al menos hasta que Jeno consiguiera entrar en casa y me hiciera puré, pero no le tenía mucho miedo, la verdad. Hundí la cabeza en la almohada y me acurruqué sobre las mantas, calentito. Introduje las manos bajo la almohada y encontré su sudadera. Yo estaba calentito en la cama y él abajo bajo cero grados, seguro que helado. Pobre...

Que se jodiera.










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Cuenta principal: ZensCT

GRACIAS por leer L@S AMO

ATTE: ErbaZen

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