Había un gran banquete en la mesa del gran comedor, en el comían el personal del castillo como era costumbre allí. Daenerys yacía sentada en la cabecera de la extensa mesa de madera. Ella comía plácidamente viendo a su gente de distintas razas charlar entre sí con mucha energía y rebosantes de amistad. A su lado derecho estaba Ämbar cenando con tranquilidad y elegancia, a su izquierda estaba Greyworn comiendo con su típico rostro inexpresivo. De pronto aparecieron sus dos huéspedes, caminando hacia ella y en el trayecto llevándose las miradas curiosas de los empleados del castillo Targaryen . Daenerys alzó su copa de vino hacia ellos y les sonrió cordialmente. Los que miraban fijamente a los invitados, dejaron de hacerlo para seguir con lo suyo, sin embargo más de uno murmuraba sobre aquellos dos.
- Por favor tomen asiento y disfruten de la cena. - llevo la copa a sus labios y bebió el vino mientras observaba a ambos elfos sentarse en las sillas desocupadas a lado de Ämbar bajo la intensa mirada del comandante de los inmaculados.
Ambos elfos parecían incómodos y Daenerys no dejaba de analizarlos en todo momento. Galadriel y Elrond comían lentamente su comida, aunque estaba deliciosa, no podían comer debido a la presión.
En todos sus años no se habían sentido tan inquietos pues la mirada penetrante de la mujer de cabellos rizados y platinado no les permitía permanecer tranquilos. Sin embargo, habían llegado hasta ahí y no iban a desperdiciarlo. Elrond se erigió en su lugar y se atrevió a mirar a los ojos de la reina, quien alzó una ceja esperando a lo que hablara.
- Disculpe por haber aparecido tan abruptamente... - inclinó un poco la cabeza y tenso su mandíbula en una mueca seria - Pero vinimos aquí con un propósito único y desesperado... Usted sabrá sobre Sauron ¿No? Él junto a su ejército avanzan cada vez más, pronto todo Rohan y Gondor terminarán como Mordor... - dijo Elrond con pesar en sus palabras, sin embargo Daenerys no se inmutó en ningún momento. Entonces él prosiguió - Si no lo detendremos entonces todo quedará en cenizas...
- ¿"Detendremos"? Que insinúa lord de Rivendel... - se metió a la conversación de manera brusca el hombre de tez morena y aura dominante. Daenerys alzó su mano y lo detuvo negando con su cabeza. Entonces con la misma mano hizo un ademán al elfo para que prosiguiera.
- Hemos enviado un grupo de personas formados por diferentes razas hacia Mordor para destruir el anillo único en el bosque del destino donde fue forjado, sin embargo me temo que el tiempo no está en nuestras manos y... Sauron crece cada vez más, haciéndose aún más fuerte cuando Sarumar se unió a él... - masculló y Daenerys observó a la elfa que más confiaba, ella tenía la mirada perdida en su comida. Sabía cuánto le afectaba todo pues Mordor alguna vez fue su hogar y allí casi muere. Dany paso su mano hasta las temblorosas de ella y las apretó transmitiendo su calidez. Esta logro calmarse y le agradeció con la mirada; la peli blanca apartó su mano y las entrelazó debajo de la mesa.
- Entonces... Señora de Harlindon qué opina... - la suave voz de Galadriel se involucró en la charla. Daenerys permaneció en silencio y soltó un suspiro pesado.
- Yo opino que ustedes vinieron aquí cómo su última opción ¿No es así? - sus ojos se clavaron en ambos y estos no pudieron negarse. - Sé exactamente lo que sucede en Mordor pero también sé que Gondor y Rohan no son mis tierras por lo tanto no es de mi incumbencia lo que les pase. - su tono se volvió frío y su mirada aún más distante que antes, tomo la copa de vino y movió un poco el líquido morado dentro de esta para luego beberlo.
- ¡Pero debe de escucharnos mejor! ¡Sangre inocente es derramada cada vez más por la crueldad de Saruman! - Galadriel exclamó parándose abruptamente haciendo que el rechinar de la silla al ser arrastrada por el suelo haga eco en toda la sala, la gente miro con ojos filosos a la elfa de armoniosa aura que ahora estaba desesperada. Daenerys elevó su dedo índice y todos los empleados se retiraron incluyendo a Ämbar y Greyworn. La mujer se acomodo en su silla, cruzando sus piernas y apoyándose en el respaldo de esta con los brazos cruzados junto a un aura hostil. Galadriel se calmó y volvió a sentarse correctamente.
— Solo queríamos proponerle una alianza; por el bien común. En esta guerra todos tenemos por enemigo al mismo ser. - dijo él castaño con un tono sincero - usted tiene la fuerza que nos falta.
— "Bien común" - siseó entre dientes con despreció soltando un bufido - Parece que la historia se repite nuevamente... - ahora ambos elfos la miraban confundidos - Ustedes parecen tener buenas intenciones pero la última vez que preste mi ayuda y entregué mi mano por "el bien común" me terminaron apuñalando en el corazón... - su voz sonaba llena de dolor, rencor y frialdad transmitían sus ojos. Ambos elfos tragaron en seco. Ella bebió de su vino una vez más, deleitando su paladar en aquel agridulce sabor - por favor, disfruten de mi humilde morada por esta noche de tormenta, mañana amanecerá mejor y podrán partir lejos de Harlindon... Y no volver más si es posible - se levantó de su silla, tomando la botella de vino y la copa. - buen provecho - masculló y se fue de la sala dejando a un par de sabios abrumados y a punto de caer en la desesperación.
Daenerys observaba desde su balcón como ambos elfos montaban sus caballos marchando a las afueras de Harlindon. Apoyo sus manos en la baranda de mármol frente a ella y miro perdida a su gente caminar de aquí para allá con su vida cotidiana de siempre. Sus ojos se cerraron con fuerza; su cabeza comenzaba a doler y su corazón también. Se tambaleó en su lugar siendo sostenida por las suaves manos de la elfa a su lado.
— Mi reina...- murmuró preocupada la azabache, ayudándola a caminar hacia sus aposentos - debe descansar, ayer bebió de más y su corazón no parece estar en las mejores condiciones... - dijo ella con seriedad y preocupación en sus facciones al igual que tono de voz. Dany asintió y se dejó llevar a su habitación.
Al entrar allí , se sentó en su cama ridículamente grande pero extremadamente cómoda. Soltó un suspiro agobiado y masajeó su cien. - Preparen un té de manzanilla y cáscaras de naranja para la reina con una cucharada de miel. Y rápido. - ordeno a las mucamas y estás asintieron dando una reverencia para luego irse rápidamente.
Daenerys desató sus trenzas y sacudió desesperada su cabello. Estaba confundida; abrumada y acorralada. Tenía miedo también; inseguridad de extender nuevamente su mano y que la traicionen.
- Mi señora... - la elfa se sentó a su lado y tomo las manos temblorosas de su reina entre las suyas apretándolas tratando de transmitirle tranquilidad - usted me dijo que la mirará a los ojos cuando esté equivocada y le diga lo que debe hacer... - ella agachó su cabeza para buscar los ojos contrarios. Daenerys cerro estos con fuerza sintiendo nostalgia por aquellas palabras que las había dicho en su primera vida a Varys su antiguo consejero. Pero Ämbar no era él y lo sabía pero el sentimiento de desconfianza permanecía ahí, apretando su apuñalado corazón, pero aún así, alzó su mirada para encontrarse con la celeste de ella. Transmitían tanta lealtad, confianza y honestidad que Daenerys se sintió estúpida al pensar en ella como Varys - Usted... Usted me salvó a mi junto a muchos esclavos de Mordor... Yo hubiese sido violada innumerables veces si no hubiese sido por usted, quien apareció montada en su dragón quemando a todos los Uruk-hai y salvando a los esclavos junto a los inmaculados... Nos acogiste en tu palacio y diste un hogar en su ciudad que sin la ayuda de nadie construyó... Usted es una salvadora, sin importar su pasado ¡Este es su futuro! Yo sé bien lo que siente ahora mismo pero... Sauron es un ser incluso peor que aquellos "caminantes nocturnos" y ese anillo no se destruye entonces pronto toda la Tierra Media sucumbirá ante el fuego de Sauron. - su rostro estaba lleno de miedo y su voz sonaba temblorosa.
Daenerys apretó las manos contrarias y apoyo su cabeza en el hombro de su amiga y mano derecha.
- Yo los protegeré y... El fuego no puede matar a un dragón - se levantó de la cama y miro por sobre el hombro a Ämbar quien le sonreía abiertamente. - No voy a dejar que el pasado afecte mi presente, si por el bien de mi gente tengo que entablar alianza contra Sauron entonces lo haré... Pero solo será una vez y nada más. Si ese tipo muere entonces volveremos inmediatamente. - sentenció y camino hasta una repisa donde su espada hecha con acero Valyrio yacía. La observó por unos instantes y luego la empuñó murmurando — Dracarys - y la hoja de esta comenzó a emanar fuego que le mostraba un solo objetivo: proteger a su pueblo y, ganar la guerra. Le colocó la vaina a su espada y está se apagó dejando escapar un suspiro a la mujer...
Le debía una pequeña disculpa a aquellos dos elfos.