-¿Nombre?
-No sé.
-¿Nacionalidad?
-No sé.
-¿Vives con tus padres o sólo uno de ellos?
-No lo sé.
-Bien... Última pregunta. ¿Cuántos años tienes?
-No lo sé.
-Ok.
...
Todo a su alrededor parecía simplemente extraño. No recordaba absolutamente nada de cómo fue que llegó a este lugar de solo tonos blancos y grises. Su mente divagaba por el inmenso mar de imaginación que aquella droga creaba en su mente.
Ambos orbes parecían no tener una estancia para estarse quietos, y observar realmente lo que tiene frente.
Su respiración también variaba, era pesada, escandalosa, ligera, nada normal. Sus oídos eran inundados solo por el chirrido de aquella silla de ruedas tan vieja como la última persona que salió de este lugar.
Y es exactamente dónde estás.
Entre tantas ilusiones, no pudo incluso detenerse a mirar a los chicos que esbozaban una bella sonrisa para su débil ser. No pudo decir más que un...
-¿Mamá...?
-No, linda. Ellos serán tus nuevos cuidadores. -La encantadora voz del joven rubio entre mechones naranjas, hizo que un tic apareciera en tu ojo por un segundo.- Estarás en buenas manos.
-Ah... Si... -Soltando esas dos últimas palabras, se sumió en un sueño profundo.-
Parecía que todo iba en su contra a ojos de cualquiera fuera de ese lugar, pero realmente no se conoce nada de lo que pasa por dentro. Las visitas siempre son reducidas a cero, al grado que casi ninguno de los pacientes recuerda de dónde viene y como es que está ahí. No obstante, no se puede hablar sin saber algo en concreto, como siempre pasa con los pobres encargados de aquí. Siempre recibiendo malos comentarios, y no sé diga de los doctores que reciben peores críticas.
No es secreto que se tenga que mantener resguardados los datos que siempre salen del psiquiátrico. Pero la gente nunca entenderá el hecho de ocultar mayor parte de la vida de sus parientes, hijos o amigos por su propio bien.
Éste lugar es un psiquiatra especial para chicas. Reciben tratamiento especial para que su desarrollo mental mejore y puedan salir pronto, aunque de inmediato acceden más a la planta. Y no es molestia para ningún trabajador, puesto que su única vocación está ahí, y no hay donde más.
Una vez dentro de su nueva habitación, te recostaron gentilmente en la suave cama con olor a hospital, y luego de ello cerraron la puerta sin seguro. Kyojuro se dirigió hacia la sala de estar donde varias chicas se encontraban entablando una conversación tranquila, con ciertas cosas fuera de lo común pero todo bien.
Él les regaló una bella sonrisa y se sentó a jugar con otras que practicaban ajedrez, para su paciencia y desempeño.
-¡Kyojuro-Sensei! -Las chicas exclamaron felices.-
-Buenos días, niñas. -Sonríe alegremente.-
-¿Quién es la nueva? -Pregunta una.-
-Oh, será su nueva compañera, espero se lleven muy bien con ella.
-¡Por supuesto! Me encanta conocer gente nueva y socializar. -Una de cicatrices habla emocionada, provocando que el mayor riera por su entusiasmo.-
-Esa es la actitud, Sonia.
...
Ahí donde fueron a dejarla, despertó con el peor de los pesares del mundo. Sin ningún recuerdo, sin nada de lo que pueda argumentar en contra de su estadía ahí. Se sentía de lo más amargada que no dudó en volverse a dejar caer en la cama.
¿Qué problemas tiene para estar ahí?
Esa y más preguntas abundaban en su cabeza provocando más malestar en ella. Queriendo arrancarse la cabeza para evitar tener que mantener contacto con personas "iguales a ella".
Entonces la puerta se abre y deja entrar a un hombre de pelo largo oscuro como la noche, ojos cuales océanos sin profundidad y bello color blanco de piel.
-____.
La llamaron por un nombre que en su vida no había escuchado. En ningún momento volteó por lo que el chico de ojos azules solo se acercó con paciencia tomando su hombro.
-Tu nombre es ___. Tal vez no lo recuerdes, pero lo llevas marcado en grande en tu espalda.
Un qué, se formó en su mente tras escuchar eso. ¿Cómo sabría acaso eso? Sus ojos observaron el increíble vacío del azabache y lo retó con solo fruncir el ceño. No le cree en absoluto y no lo hará hasta comprobar que sea cierto. Después de todo no confía en nadie que no sea ella misma.
Pero a quien engañamos, ella no se conoce.
-No te obligaré a hablar pero tienes que venir, la comida se sirve en grupo. -En un acto de tranquilizar su hostilidad acaricia su cabeza.-
Obviamente la chica fue invadida por un mar de emociones que no supo como reaccionar. Su cuerpo se tensó y sintió como aquella cálida sensación le era más que familiar.
-No iré. -Pronunció firme.-
-Debes ir. Tienes que conocer a tus nuevas compañeras.
-No lo haré. -Nuevamente contesta cortante.-
Rendido decide intentar cargarla, a lo que ésta no reacciona muy bien y comienza a patalear a más no poder. Su organismo se resiste a relajarse ante el contacto ajeno y no piensa parar.
-¡Suéltame maldita sea!
El Tomioka se resistía a dejarla pero de inmediato llegó su compañero Tanjirou al rescate con una jeringa. Al inyectar el tranquilizante la mujer comenzó a sentirse más pesada que nunca, y no volvió a abrir los ojos hasta dentro de un rato.
...
-No se sabe su edad, de dónde viene. ¿Qué podemos hacer? -El albino más alto deja a un lado el papeleo frustrado.- Tenemos un indicio de maltrato infantil pero no podemos estar seguros.
-¿Por qué no?
-Ese tatuaje puede decir cualquier cosa. -Responde.-
Antes de poder decir nada, otro azabache se aparece interrumpiendo a ambos peli blancos.
-No es un tatuaje, mientras la cuestionaba y observaba su cuerpo, parecía tener manchas color borgoña. Y ese nombre en su espalda, fue hecho con un fierro ardiendo.
El de cicatrices soltó un ruido de dolor al imaginar aquello, luego no pudo evitar contemplar los papeles que lograron hacer de la muchacha.
Era tan molesto no saber algo sobre el causante de su problema, y era mucho peor que no haya nadie para atestiguar lo sucedido.
-Tiene problemas de ira, comportamiento rebelde, esquizofrenia, ¿Qué más?
-Amnesia. Y por los estudios que le hicieron, cuando cumpla mayoría de edad mostrará inicios de Alzheimer. -Contesta el heterocromático.-
-Demonios. A este paso ella será la última en salir. -Resopla el joven Tengen.-
-¿Hace cuánto tiempo que una chica sale de aquí?
-Años.
-Demonios.
Los tres chicos pensaron en cómo hacer para conservar de la chica sin causar daños mayores, o siquiera menores. Realmente era algo difícil puesto que sus pacientes suelen tener problemas mentales menores.
-Volvimos. -Entran a la pequeña clínica el de cabellos rojizos y negros, éste último con sus ropas desordenadas.-
-¿Qué te sucedió Tomioka?
-La nueva.
-Ah. Jajaja, me agrada verte así. -Ríe el Shinazugawa y de inmediato se tapa la boca al sentir la mirada fulminante del burlado.-
-No tengo problemas con ninguna señorita, pero necesitamos saber qué fue el causante de estabilidad para tratarla con el mejor de los cuidados. -Kamado opina de forma seria intentando sonar relajado.-
-Yo.... No lo sé. -Todos miraron a Uzui quien ya no tenía más que una sola opción.- Necesitamos del maestro Kagaya.
-No. Nosotros podemos con esto. -Aclara Giyuu.- Dejemos que su jubilación no haya sido en vano. Si nos enseñó bien es por algo, así que descubriremos que sucedió con esa chica.
-De acuerdo.
...
A la mañana siguiente ___ seguía en un estado de trance. Despertó al rededor de las cuatro a.m donde solo miraba el profundo vacío de la oscuridad, hasta que los rayos del sol aparecieron por la ventana y la hicieron mirar a esta.
-Solo... Apagate un momento, sol. No quiero verte... Me gusta la oscuridad... ¿Enserio me gusta? Ahhg... -Rascó sus brazos enterrando sus uñas en éstos comenzando a dejar heridas. La sangre brotaba en hilos, burbujas aparecían y bajaban ensuciando mínimamente aquella bata blanca.
Se levantó y se dirigió a la ventana donde procedió a golpearla, no paró hasta que llegó su siguiente enfermero que de inmediato la jaló hacia atrás.
-¡_-___! ¿Qué crees que hacías, niña? Pudiste lastimar... Ya lo hiciste. -Miró asombrado los brazos de su paciente e hizo una mueca. Zenitsu no pudo con eso, así que entró Inosuke también con su ceño fruncido y a la fuerza sentaron a la chica.- En un momento estará el desayuno así que-
-No tengo hambre.
Contestó sin más, cortante y rápido de forma tan, pero tan seca que heló la sangre del rubio.
-¿N-no tienes hambre? Tu expediente dice que no has comido desde ayer...
-¡Vas a tragar quieras o no! -Gritó el Hashibira asustando a la mujer, ella pegó un brinco y se levantó. Entonces golpeó al azabache tirándolo al suelo.- ¡Qué demonios! -Agarró su mejilla con dolor.
-¡_-___! ¡No! -La abrazó por la espalda y la aventó contra su cama acostandola. Pronto usó las cuerdas de los bordes y la amarró de brazos y piernas.
Ésta no dijo más y prefirió dormir de inmediato antes de que le inyectaran. La oscuridad invadió sus ojos, sus párpados pesaban, parecía extraño pues su estómago no rugía pero claramente necesitaba nutrientes.
Los dos chicos la miraron preocupados y decidieron pedir ayuda a un mayor, en el camino pudieron encontrarse con Sabito quien accedió a escuchar lo que pasó y fue directamente con la ahora dormida paciente loca.
Tocó su frente y no hubo rastro de una temperatura anormal. Después revisó su estómago, desnudó sus piernas y notó marcas de rasguños hechos por ella misma. Sus brazos igual estaban lastimados, su cuello y sobre sus costillas. Tragó saliva, su pálida piel estaba expuesta, necesitaba tratarse cuanto antes porque sin haber comido podría pescar algún virus. Con ayuda del Tomioka fueron a curar las heridas de la muchacha.
Por la tarde de descanso de las chicas, una pudo escabullirse de entre los doctores y llegó hasta el piso de única paciente más peligrosa. Ahí entró a su habitación y la vio contemplar el techo con un semblante relajado.
-Hola. -Saludó la rosada.
No respondió al saludo la otra.
-¡Mi nombre es Mitsuri! ¿Cuál es el tuyo?
-No lo sé. -Respondió por inercia.
-¿Enserio? Afuera hay un pizarrón que dice que tú nombre es ___.
Indagó y siguió por unos minutos. Un dolor repentino llegó a su cabeza y chasqueó la lengua recordando algo que parecía quemarle el cerebro.
"Que mala chica. Dormirás a fuera por tus estupideces."
"¿Qué? Cállate, yo no te dije que hablaras."
"Eres una desobediente."
"Te amo. Di que me amas tu, hazlo maldita sea."
-Ah, Kaigaku...
-¿Tu nombre es Kaigaku?
-No sé.
-¿Qué problema tienes tu? Yo tengo demencia... ¡Pero estoy bien!
___ no contestó y miró a la chica voluptuosa frente a ella. Frunció el ceño.
-¿Puedes quitarme estas cosas? -Movió los cinturones que sostenían sus brazos y piernas y la otra no dudó en ayudarla. Estando libre se levantó.- ¿Hay alguien por los pasillos?
-Nope.
-Vamos entonces.
No esperó más y cuando abrió la puerta chocó contra unos músculos de acero. Retrocedió y Kanroji gritó. ___ se tapó los oídos por el gritó tremendamente agudo y se arrodilló.
-Mitsu, te dije que no andes jugando por acá. Sabes que está habitación aún no está a disposición de ustedes. -Habló Tengen y la mencionada lloró. Caminó hasta la puerta y Uzui le acarició la cabeza, pronto volvió a sonreír la rosada y salió brincando de ahí no son antes gritar.
-¡Fue un gusto conocerte, Kaigaku!
-Mi nombre... No es... -Susurró.
-¿Entonces ese realmente es tu nombre?
-No lo sé. Tuve un recuerdo. -Habló sin más, no lo pensó y se escondió debajo de la cama arrastrándose. El mayor suspiró y sonrió, sabía que ahora tenía una nueva pista de lo que es factor de la psicosis de ___. Comenzó a acercarse hasta debajo de la cama y se agachó para mirar a la ahora oculta muchacha.
-Traeré a alguien que te hará decir las cosas. Será amable, no te preocupes. -Una vez dicho esto, salió de la habitación y llamó a Sanemi.
El albino magenta se fue a continuar el papeleo que dejó pendiente. Sintió un poco de alivio al saber que ya tenían un poco de información, si seguían así quizá con un poco más de medicamento saldría mejor de lo esperado. Por ahora solo necesitaban hablar con ella todo lo se deje.
El Shinazugawa apareció pues, en la puerta de la chica y la abrió encontrandola mirando a la pared.
-¿Qué haces? -Preguntó.
No respondió.
-Te pregunté algo.
-Y no te respondí. -Sanemi se irritó en un abrir y cerrar de ojos. Cerró la puerta tras de si y se apoyó sobre ésta para cruzarse de brazos y sonreír.
-Pues de aquí no saldremos hasta que abras el hocico. Responde, ¿Que demonios haces?
-Ignorarte.
-Tch. -Chasqueó la lengua muy molesta, pero se aguantó y apretó sus brazos.-
Así estuvieron un rato en silencio. ___ no se atrevió a hablar así que mejor se fue a sentar como indio a su cama, se levantó la camisa dandole la espalda al albino y lo dejó admirar aquella marca enorme de su nombre.
-Mmm... Ya la he visto en las fotos. -Dijo en un susurro. Pensó que realmente era extraordinario la manera de profundidad de las letras delineadas. Incluso le dolió.
La mujer se quedó pensativa en el lugar y sintió las manos de su doctor rozar las marcas con lentitud. Dejó escapar un suspiro suave, se encorbó y relamió sus dientes sintiendo que todo le daba vueltas a su cabeza. Sus puños se apretaron, y luego con sus uñas apretó sus rodillas lastimando éstas.
-Tu nombre es ___. Tengen mencionó algo sobre "Kaigaku", ¿Quién es?
-No lo sé. Recuerdo que... Es una persona de cabello negro... Ojos azules y aspecto rudo... -Susurró. Se sentía tranquila en esos momentos que no puso resistencia ni para hablar. Mordió su lengua a propósito y se acostó, quedó en el pecho del mayor quien no dudó en tomar la cabeza de su paciente y pasar su pulgar a modo de caricia.- Tengo hambre...
...
-Oye, come despacio.
Habló mientras la chica devoraba su cena. Era el segundo plato que llevaba y al terminarlo pidió otro.
-¿Hace cuanto que no comes?
-No lo sé.
Iguro frunció el ceño. Kaburamaru permaneció quieto observando a ___ que aún comía desesperada y tomaba agua de a montones. Claro está que no había comido en un largo tiempo como se debe.
Desde que escapó.
-Desde que escapé...
Obanai se asombró por lo anterior dicho y golpeó la mesa exaltado.
-¿Escapaste? ¿De dónde escapaste?
-No lo sé. -Dijo en voz alta.- No lo sé, no lo sé. ¿Una casa? ¿Un... Sótano?
El azabache anotó todo y lo guardó de inmediato en su uniforme. Esperó a que ___ terminara y así se fue corriendo con sus compañeros para revelarles lo que dijo la chica.
-Tenemos a una persona de cabello negro, ojos azules. Una casa, luego un sótano. Y la palabra escapar. -Repitió Kyojuro.
-Alguien de cabello negro la tenía en una casa, en su sótano... ¿Cómo prisionera?
-¡Bingo!
...
-No aguanto.
-¿Qué cosa? Me sorprende que ya hables más.
-No aguanto la presencia de él.
Él.
-¿Él?
-Si, me persigue. Constantemente lo veo de pie en mi cama y agarra mi cuerpo para lastimarlo. O se queda en la pared viéndome y cuando me quiero acercar se va.
-¿Quién es él?
.
.
.
.
-No lo sé.
-¿Kaigaku?
-Kaigaku... Yo... Giyuu quiero dormir.
-Ven, te cargo.
Así fue como en el camino se quedó profundamente dormida. Fue recostada en su cama y la arropó bien.
Con el pasar de los años ___ crecía, las chicas se iban por fin y nuevas ingresaban. Nuestra protagonista se volvía en su mundo de psicosis donde ahora gracias a el medicamento revelaba fragmentos de su pasado.
Desarrolló un transtorno impulsivo y de ansiedad, cuando Tomioka se iba se sentía mal, lloraba sin razón y se acostaba a dormir con remordimiento. Pasaba lo mismo con todos los demás chicos, ahora especiales para ella.
...
-Ya... Basta por favor...
-No pararé hasta que me canse.
-No puedo más... Kaigaku basta...
Sollozó.
Mordió su labio y lloró en silencio mientras era mordida por el azabache. La noche continuó amargamente hasta que el chico se cansó y la dejó ducharse.
A la mañana siguiente fue todo tranquilo, con excepción de que Kaigaku estaba molesto otra vez con la presencia de ___.
La rutina de entretenimiento del chico comenzó, torturarla hasta dejarla inconsciente. Por desgracia se había acostumbrado a tanto ya que se mantenía despierta por más tiempo dándole más cuerda a su agresor.
Hasta que un día su mente colapsó, y lo mató huyendo de ahí.
...
Este es un one-shot que tenía perdido de borrador entre tantos, apenas hoy le continué porque me inspiré. El final es abierto, pueden imaginar lo que gusten, de hecho pueden dejar aquí su final ➡️
Las estaré leyendo.