🌊 Exponiendo...¿infieles? (2)🌊

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Un año pasó después de aquella tragedia por la que pasamos. En sí, los primeros meses que Giyuu me veía llorar me consolaba diciendo "Recuerda que todo fue por culpa tuya." Haciéndome entender que si no la hubiera regado, a lo mejor estaría estudiando en estos momentos y no estando en otro país donde debo esperar ahora a mí esposo, sí, mi esposo, que llega de trabajar a las tres de la tarde.

Viajamos hasta la república de Dinamarca, donde Tomioka consiguió un trabajo de campo. Exacto, vivimos en una aldea lejos de la ciudad, con personas humildes y arduo trabajo de campo. A mí no me deja trabajar, soy la ama de casa (que siempre he odiado serlo), y pues tengo que esperar aquí viendo el lindo paisaje que me acompaña desde temprano.

Nuestra casa queda retirada de la aldea porque igualmente piensa que puedo volver a escaparme, en fin. Mi vida dio un tremendo giro desde aquel día, donde me torturo psicológicamente que fue mi culpa. A veces intento olvidarlo pero, al frustrarme por lo cansado que es no poder hacer algo como trabajar, mi mente recuerda ese día como un flash back en cámara lenta.

Me he acostumbrado a vivir ya aquí con Giyuu, es más serio que antes pero siempre tiene sus ratos cariñosos. Nunca hemos pensado en tener hijos porque lo convencí de que si tuviéramos algún problema sería muy difícil estando menores presentes. Lo entendió, además de que no soy fan de los bebés y él ya no tiene tanta paciencia. (Por mi culpa)

Miro al reloj y ya son las tres, no tarda en llegar. ¿Saben lo increíblemente puntual que es? Quiero decir, si dice que llegará a tal hora, exactito llega a esos números marcados. En este caso, debe cabalgar hasta acá lo cual eso le demora una media hora. Corro hacia la cocina para preparar algo rápido que literal se me fue el tiempo pensando, ayer terminé el aseo así que no hubo mucho que hacer por hoy.

Las manecillas siguen andando y yo sudo con el calor de la sartén ardiente sobre el fuego. Hacer este tipo de cosas nunca fue lo mío, siempre me vi como una mujer trabajadora fuera del hogar, con la llegada del azulino todo fue un cambio para mí, como si las palabras que había declarado se rompieran por su culpa. Siempre que hago mis labores pienso y pienso en lo mucho que odio hacer esto y en cómo debo resignarme a vivir.

¡Auch!

No me di cuenta en qué segundo fue que por distraída toqué la sartén ardiendo. Mi dedo se torna de un rojo intenso para crear así una ampolla, cielos.

-¿Por qué demonios me tocó un destino así? -Maldigo después en mis adentros.-

¿Recuerdan el castigo? Me lo quitó después de la boda. Lo digo por si estaban con el pendiente.

Terminando la comida, sirvo los platos y los tapo para que no se enfríen, después de todo ya está por llegar. Busco un curita y ya por fin cubro la ampolla que arde como no se imaginan. Luego escucho el sonido de un caballo.

-Ya llegó. -Susurro para mí misma tragando saliva.-

Y bien, como toda esposa debo ir a recibirlo a la entrada con un beso y un abrazo. De eso no tengo problema pero cuando me obligó literalmente a hacerlo la primer vez, fue como "¿Enserio me estás obligando a hacer esto forzadamente?".

De inmediato voy a la puerta y la abro, él me dedica una sonrisa ladina y me abraza hundiendo su cabeza entre mi cuello y hombros. Suelta un suspiro y susurra:

-Te extrañé. -Río un poco por el cosquilleo que eso provocó en mi oreja.-

-La comida ya está, vente a sentar. –Le revuelvo el cabello alejándome de él y pronto toma mi cintura atrayéndome de nuevo.-

-¿No dirás lo mismo? –Me mira serio.-

-No hace falta recalcarte que todos los días me haces falta, Tomioka Giyuu. –Su sonrisa vuelve y procedemos a caminar hasta la cocina.-

Kimetsu No Yaiba [Escenarios/OS]Where stories live. Discover now