Ochaco sintió una presencia a medida que caminaba. Su trabajo como abogada a menudo consistía en quedarse hasta tarde en la oficina y en estos momentos eso le costó salir a las 12 de la noche.
Las calles se encontraban tan vacías que cualquier movimiento o sonido podrían asustarle.
Y eso fue lo que sucedió.
Un estrépito salió de un callejón causando que saltara hacia atrás de la impresión. Sus tacones no ayudaron mucho, un poquito más y se dobla el tobillo.
—¿Hay alguien ahí?—preguntó con voz temblorosa e intentando esconder el terror que subió por su espina dorsal.
Algo la acechaba y sentía este presencia del callejón.
No hay coincidencias.
Con inseguridad se atrevió a echar un vistazo al estrecho sitio y lo que vió la dejó completamente perpleja.
Si, había algo, no alguien, algo.
Sin poder creerlo Ochaco caminó directamente hacia el lugar. La criatura tirada cerca de uno de los basureros parecía lastimada.
De un color oscuro con piel brillante y en la espalda alas de un color blanco café machadas de carmín.
Cardenales de latigazos demostraban la atrocidad dibujada en aquella criatura que la dejó anonada en su sitio.
Ochaco sacudió la cabeza de un lado a otro con incredulidad, no sabía si acercarse o si pellizcarse para asegurarse si está soñando o no.
—Maldito...—gimió la criatura y aquella voz ronca la sacó de sus pensamientos. La silueta se arrastró por el sucio suelo dejando a su paso manchas carmesí.
Ella simplemente actuó.
Se acercó y se agachó temblando.
—¿U-Usted e-está b-bien?
El rostro del individuo se alzó hacia ella con brusquedad. Ella negó rápidamente con la cabeza.
¿Como es que su rostro parecía tan humano y atractivo?
Sus ojos rojizos y su rostro masculino la dejó sin aliento, tiene la mandíbula apretada y unos pequeños colmillos sobresalen de su carnosa boca. A pesar de la sangre manchándole la frente y el cabello rubio cenizo no podía negar su belleza casi irreal.
Pero, ella no debía estar admirando eso y menos estar tan tranquila, debería estar en shock.
¡Él no es humano! ¡Tiene alas, por amor a Dios!
Y su piel oscura le recuerda ese hecho, fuera lo que fuera debe ayudarlo. Ochaco debe ayudarlo, no podrá irse y dejarlo agonizante en este fétido callejón.
—¿Disculpe...?—tanteó nuevamente. La criatura la miró simplemente, con ese ceño fruncido suyo—. ¿Puedo ayudarle, porfavor?
El aludido intentó levantarse pero se golpeó contra el pavimento soltando un resoplido de dolor.
—No debe moverse, está muy herido—advirtió la castaña y se movió para ayudarle.
—No me toques asquerosa humana—gruñó y aquellos ojos ardieron en odio—. ¡Odio tu maldita especie débil y egoísta!
Ella retrocedió ante ese ataque de rabia pero se tragó las ganas de responderle algo sumamente grosero.
—Solo déjame ayudarle—rogó en silencio para que aceptara.
Bakugo katsuki miró con odio aquella humana frente a él, pueda que haya sido expulsado del infierno pero no tiene pensando involucrarse con aquella asquerosa raza.
Incluso si le ofrecía ayuda.
—Lárgate—ordenó, su voz rasposa se hizo más notable. Lo intentó de nuevo—. ¡Lárgate de una puta vez!
La chica elevó la barbilla y él se sorprendió ante aquel destello de valentía.
—Tu—lo señaló—. Estás herido y no voy a dejarte aquí al menos que quieras que alguien más te encuentre y seas un experimento donde te cortarán pedacitos por pedacitos hasta que no quede nada de ti.
Él entendió, lo había visto. Los humanos suelen experimentar con criaturas desconocidas y en estos momentos el es una de ellas.
No le asustó, fue torturado peor en el infierno. Estuvo en el río de los lamentos donde fue castigado cada día durante dos meses, los latigazos y golpes ahora dejan marca en su carne.
Lucifer lo traicionó y es algo que no perdonará. Bakugo encontrará la forma de regresar y hacerlo pagar pero para eso necesitará ayuda de la humana aunque no quiera.
—Bien—respondió al fin—. Bien.
La humana soltó un suspiro que podría entenderse como alivio pero él dudo que fuese algo como eso.
Ella se acercó y se agachó para ayudarlo. Sus manos diminutas lo alzaron para su sorpresa, su cuerpo protestó ante el movimiento pero apretando los dientes ignoró el dolor y se apoyó en la castaña.
La muchacha caminó con él. Lo arrastró como pudo y sin ser notada hasta su casa, al menos eso pensó.
Su casa no es tan pequeña ni tan grande pero si lo suficiente cómoda cuando entraron y ella lo dejó en un sofá.
—Buscaré algo para tus heridas—lo miró con preocupación y otra vez más dudo en que fuera verdad.
¿Como una humana podría mostrar tales emociones? Los humanos con frecuencia son tan malditamente mortíferos, egoístas, repulsivos.
—Mujer—la llamo con autoridad—. Dime tu nombre.
Ella lo observó con confusión.
—¿Mi nombre...?
—Eso malditamente dije, ¿no?—se sentó y sintió un relampagueo de dolor que se extendió por sus alas maltratadas.
—Ochaco, Ochaco uraraka—pronunció aún con confusión—. ¿Y el tuy–
—No es de tu puta incumbencia—la interrumpió—. Ve y busca algo para curarme.
—¿Tu preguntas y yo no puedo?—jadeo con el rostro contorsionándose por la ira—. Que molesto.
La chica giró sobre sus talones y se alejó.
Bakugo no pudo evitar sentir satisfacción ante eso. Miró con curiosidad su trasero redondo y se maldijo por lo bajo.
—Deseos bajos—gruñó en voz baja.
Los demonios de su clase tienen prohibido sentir lujuria o afecto. Así que nunca ha probado la carne en ese aspecto pero aquella humana le genera algo diferente.
Sus mejillas redondas, labios carnosos y piel nívea lo hacen desviarse. Su cuerpo regordete y con curvas muy bien pueden tentarlo.
Pero él no siente nada además de ira y venganza por lo que ha sufrido. Incluso en el averno muchas sucubus se le insinuaban pero Bakugo jamás pudo sentir más que...asco.
El deseo y la lujuria le dan ganas de vomitar. Su raza existe únicamente para matar, hacer sufrir y más nada.
¿Como se reproducen?
Únicamente cuando encuentran su compañera predestinada 500 años luego de ser demonios completamente más fuertes. Aunque algo como el amor es inexistente en el infierno, tener una compañera es cercano a tener alivio, ella es la única que le proporciona lujuria a los demonios de su raza.
Pero él ya tiene más de 500 años y sabe que quizá fue leyenda. No existen compañeras para su clase y honestamente no le importa una mierda.
Él vive solo para pelear, un guerrero creado para matar y torturar.
Ahora busca venganza por la traición injustamente que se le ha impuesto.
Se recuperará en la casa de la humana y luego encontrará la forma de ir al infierno y cobrar su venganza. Matará a todos esos hijos de puta que lo torturaron, los latigazos son cicatrices en su piel.
Profanaron sus espléndidas alas y va a matarlos lentamente hasta que pidan clemencia.