Capítulo 2: Pareja predestinada✔️

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Ochaco encuentra la caja de enfermería en el baño y se acerca con pasos cautelosos hacia el sujeto o criatura que ha rescatado en el callejón.

Él aún parece algo majestuoso incluso todo ensangrentado.

Sus alas están encogidas pero deben ser hermosas extendidas.

Aún le sorprende que no se haya desmayado con algo así.

¿Es normal encontrar algo como él? No.
¿Tuvo suerte? No.
¿Él es atractivo? Si.
¿Muy sexy? Definitivamente.

Aclarándose la garganta se pone de rodillas para limpiar las heridas que tiene abajo.

—Yo...voy a empezar—con cuidado desliza sus manos por sus muslos masculinos y le sigue sorprendiendo su piel oscura. Limpia los cortes que se encuentran allí, hay pedazos de vidrios incrustados en su carne.

Parece tan doloroso y mira hacia arriba encontrándose con aquella mirada carmín.

Sus ojos la queman, tiene los labios apretados en una fina línea pero los colmillos sobresalen dándole un aspecto demoníaco pero a ella le parece completamente sexy.

—Mujer, no seas insolente al mirarme y sigue trabajando—ordena con irritación, su tono de voz baja, ronca e uniforme la hacen temblar.

Algo de él emana que la hace ser hormonal. Ochaco siempre ha sido inocente en el aspecto sexual.

Ignorándolo vuelve a limpiar las heridas y saca pedacitos de vidrios de su piel. Cuando ya ha terminado se levanta para empezar por su torso.

—Te falta—él dice con una ceja alzada.

Ve donde sigue su mirada y observa que es donde el taparrabo esconde su parte íntima.

Ochaco traga saliva y se echa hacia atrás.

—¿Q-Que estás diciendo?—tartamudea.

—Estoy herido—responde chasqueando la lengua—. ¡Cúrame bien, maldita mujer!

Definitivamente el tipo es un malagradecido y no, ella no va a tocarlo allí de ninguna forma.

—De eso te encargas tú, agradece que te estoy curando—sin dejarlo responder se sitúa a su lado y empieza a limpiar las heridas de su pecho desnudo.

Se queda sin aliento ante eso, tiene el pecho bien trabajado pero hay más heridas. Y cicatrices que parecen estar desde hace mucho tiempo.

No tiene tiempo de preguntar cuando una de las manos de él sujetan su muñeca y la coloca en su pecho. Mira como sus manos son rojas y una marca redonda adorna la parte de adelante y además no se pierde el hecho que tiene unas uñas tan largas que parecen garras.

¿Que mochis es él?

¿Un extraterrestre?

—¡Deja de mirarme y limpia, maldita humana!—grita él sobresaltandola.

Ochaco arruga la frente pero lo hace. Intenta no tener dobles intenciones cuando limpia sus pectorales.

 Intenta no tener dobles intenciones cuando limpia sus pectorales

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El beso del demonio Where stories live. Discover now