Capítulo 27: Batalla✔️

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Ochaco gimió y rodó en la cama cubriéndose con las sábanas cuando Bakugo abrió las ventanas y los rayos del sol le dieron en la cara.

—Ugh...

—Despiértate de una maldita vez, dormilona.

—Déjame dormir. —Ochaco se quejó y volvió a quedarse dormida.

Bakugo no tuvo el corazón para despertarla. Lo cierto es que no la dejó dormir anoche, lo mínimo que podía hacer es dejarla descansar un poco más.

El celular en la mesa de noche sonó y lo contesto antes que el ruido la despertara.

—¿Que carajos quieres? ¿Ah?

—Soy yo, Shoto. —La voz fría del bicolor le desagradó.

—¿Que carajos quieres? —Se alejo de la habitación y se sentó en el sofá.

—Me enteré por Dabi lo de Ochaco. —La voz del muchacho sonaba ronca y agrietada—. ¿Ella está bien?

—Si, mierda, la cuido con mi puta vida si es necesario.

—Entonces no lo suficiente necesario si moriste muchas veces bajo sus ojos. —La refutación brusca del de diferentes tonalidades lo dejó atónito.

—¿¡Ah!? ¿Estás buscando pelea conmigo? ¿Realmente quieres hacer esta mierda ahora? —Bakugo no es un hombre paciente y ahora menos sabiendo que en el pasado la compartió con ese idiota aunque no recuerde lo mata de celos imaginarlo—. No se que jodidos te pasa pero si quieres que te dé una paliza estoy preparado para hacerte ver tu cerebro porque tus malditos ojos se voltearan hacia adentro cuando te de un puñetazo que te devuelva el puto sentido común.

La otra línea se quedó en silencio por un breve momento.

—Lo siento, estoy preocupado por lo que podrá sucederle a Ochaco si las cosas salen mal.

—Tsk, no saldrán mal, pedazo de imbécil negativo.

—¿A quién maldices tan temprano en la mañana? —Una soñolienta morena lo miró con ojos de ciervo: limpios e inocentes—. ¿A Shoto?

—Ten, tranquilízalo o algunas mierdas de esas. —Le dio el celular con un violento ceño fruncido y se metió a la cocina.

Ochaco confundida contestó la llamada.

—¿Estás bien? —La pregunta del bicolor fue cuidadosa y cautelosa.

—Si, no te preocupes, todo saldrá bien. No quiero que lo pienses demasiado, Shoto. Siempre serás mi mejor amigo y una de las personas más importantes en mi vida. —Ochaco debía decirlo. Conocía muy bien a aquel chico que por fuera es un cubo de hielo pero dentro es un sol que te calienta para que no te congeles. Su mente está pensando en un pasado que ni recuerda, un pasado que ya no puede volver.

Y ella está bien con que sea así.

Es más fuerte por lo que vivió.

—Al final en lugar de hacerte sentir mejor fue al revés. —Una risita ronca salió de la garganta del muchacho, una feliz que Ochaco habría querido ver en persona—. Esta bien, pasaré el día con los chicos y si él llega estaré allí para ayudarte.

—Está bien. Te quiero. —Se despidió sonriente y colgó, su nariz chocó contra el pecho de su amado—. ¡Oye!

El rubio cenizo gruñó, insatisfecho.

—Tardaste mucho, vamos a desayunar.

—Tardaste mucho, vamos a desayunar

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El beso del demonio Where stories live. Discover now