Capítulo 3: ¡Un demonio! ✔️

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Ochaco aún está aterrorizada por lo qué pasó hace unos momentos, nunca pensó que tocar esas alas lo harían gemir así. Ella vió como su cabeza caía hacia atrás como si realmente estuviera disfrutándolo.

Ella lo noto entonces.

¡Él estaba excitado!

Ni siquiera con Deku sintió tanto calor como cuando aquel tipo hizo aquello.

Sintiéndose irritada dejó entrar al sujeto.

Ni siquiera sabe que es o su maldito nombre.

—¿Entonces...que eres?—juguetea con un mechón de cabello para evitar mirarlo.

—Soy un demonio.

Ochaco se detiene abruptamente y lo mira con perplejidad.

—¿Q-Qué?

—Soy un puto demonio—responde con desdén.

Ella maldice por lo bajo y camina de un lado a otro sin detenerse, ¿ella trajo un demonio a su casa?

Tiene que ser una broma pero eso explica sus alas y su color de piel, como también los colmillos que sobresalen de su boca.

Y ese vocabulario tan vulgar y que sea tan grosero.

Pero eso no explica las heridas y porque estaba en aquel callejón.

—¿Y por qué las heridas y por qué estabas en el callejón?—no se detiene al preguntar—. Además antes que nada quiero saber tu nombre.

—Bakugo—gruñe con rabia—. Deja de joder tanto con eso, maldita cara redonda y para que sepas lo qué pasó no es de tu puta incumbencia.

—¡Si lo es, yo te ayudé y te estoy ofreciendo mi casa hasta que te recuperes, necesito una explicación!

—Joder, como fastidias—Bakugo se deja caer en su cama—. Lucifer me envió a hacer un trabajo con otros demonios, se supone que debía acabar con una aldea donde había una extraña secta sacrificando a humanos inocentes, al menos eso se. Hice lo que me pidió y de pronto me hallé encadenado en el río de lamentos donde los súbditos más leales del señor del inframundo me torturaron por dos malditos meses de mierda, solo escapé porque uno de mis hermanos de raza me dejó ir y abrió un portal hacia el mundo humano, me dijo que estaría seguro. Me fui sin él.

Ochaco boquiabierta lo mira intentado procesar aquella información.

—¿Entonces él te traicionó luego de cumplir lo que te mandó a hacer?

—Eso dije, desgraciada—se recuesta en la cama—. Como sea, luego de recuperarme cobraré mi venganza.

—¡No puedes hacer eso!—la castaña se altera—. Apenas saliste vivo, no es muy inteligente de tu parte.

—¿¡Ah!?—él se levanta hecho una furia—. ¿Y a ti que mierdas te importa?

—Yo—

—No me digas una putada, no te metas en mis jodidos asuntos.

Ella suspira.

—Bien, solo levántate de mi cama que debo dormir, debo trabajar mañana.

Y es así como la castaña lo empuja fuera de su habitación y se va a dormir.

Bakugo ya está harto

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Bakugo ya está harto. Tiene una maldita semana en esa jodida casa, la cara redonda solo se la pasa trabajando y no le presta atención.

Él aún no se recupera del todo.

¡Su maldita compañera no le presta atención!

Con irritación muerde uno de esas comidas que ella le deja hecha para el desayuno, como quisiera comerla ella.

Seguro sabría delicioso.

No, es una mierda.

Que ella sea su compañera no lo va a distraer de su objetivo y punto.

De mal humor está listo para ponerse a ver televisión como lo hace todos los días cuando sonidos llegan a la puerta.

—¡Ochaco, Ochaco!—es voz de hombre.

Bakugo gruñe, ¿como se atreve a pronunciar el nombre de su compañera?

—¿Estas ahí?—grita—. Soy yo, Kaminari Denki.

¿Y quien coños es Kaminari y a quien mierda le importa?

Chasqueando los dedos Bakugo toma una apariencia de humano, a pesar de que está debilitado es lo único que puede hacer sin tanto esfuerzo.

Camina hacia la puerta y la abre con brusquedad, apoyándose en el marco de esta con expresión amenazante.

—¿Que quieres?—prácticamente ordena.

El chico rubio frente a él se torna pálido y da un paso hacia atrás.

—B-Busco a Ochaco—explica tragando saliva. Señala el carro detrás de él donde parece haber más personas—. Nos reuniremos como en los viejos tiempos.

Bakugo solo lo mira como si fuera un insecto que merece ser aplastado y cuando da un paso hacia el tipo otro sale del auto.

Un chico mitad albino y mitad pelirrojo, camina con confianza hacia ellos, con las manos metido en los bolsillos de su pantalón. Su rostro no se inmuta ante la mirada amenazante de Bakugo.

—Denki—le dice al tembloroso rubio—. Espera en el auto con los demás.

Este lo hace sin protestar y rápidamente.

El mitad albino con inexpresividad mira al rubio cenizo.

—¿Quién eres y donde está Ochaco?—su pregunta está cargada de un tono peligroso que no pasa desapercibido para ambos chicos.

—¿Por qué jodidos debo responderte, bastardo mitad y mitad?—gruñe Bakugo apretando los puños. Si tan solo tuviera su forma demoniaca seguramente ese tipo se haría en los pantalones y saldría corriendo.

—Porque ella es mi mejor amiga—responde como si nada el aludido—. Jamás me ha hablado de ti y me parece sospechoso que atiendas tu y no ella.

El rubio cenizo aprieta los dientes ante la rabia que lo posee.

—No me jodas, lárgate de aquí.

—No me voy a ninguna parte si ella no llega, la pequeña nunca tarda—y a pesar de que sigue manteniendo esa frialdad el tono que utiliza para mencionar a la castaña revela el amor que siente hacia ella.

Bakugo pierde el control.

—¡Es mía!—lo agarra por la camiseta con brusquedad—. No te expreses hacia ella con tanta maldita confianza o te haré pedazos.

—Suéltame—el mitad albino parece a punto de perder la calma—. No hables de ella como si fuera un objeto.

—¡Ella es mía para tocar, es mía para besar, ella es mía!

Los muchachos del auto bajan listos para acercarse y detener la pelea que ahora se desarrolla frente a la casa de su amiga.

—¿Que está pasando aquí?

Y todos voltean a ver cómo la castaña se acerca con una expresión de confusión. Mira la escena de su mejor amigo Todoroki Shoto con el demonio que ahora parece....¿humano?

El beso del demonio Where stories live. Discover now