Bucky Barnes โ˜ฐ Steve Rogers...

By xWickedSweetiex

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Este mensaje se autodestruirรก en tres dรญas...
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BUCKY BARNES

# | 8050

𝘊𝘈𝘜𝘛𝘐𝘖𝘕 | -

❝― ¿Es verdad que te vas?

Nymeria_Hemsworth

.

.

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- Oh venga, por favor - suplicó con una tierna sonrisa, zarandeándolo levemente del brazo.

- Mir... - Thor intentó luchar, pero la mirada ligeramente triste de su hermana frenó sus ideas.

- Por favor... - repitió una vez más.

- ¿Por qué quieres ir? - preguntó ciertamente rendido colocando ambas manos sobre su propia cintura.

- Es tú culpa - señaló con diversión - si no estuvieses hablando todo el rato de lo divertido y alucinante que es Midgard - gesticuló divertida - "Oh amigos no sabéis lo maravilloso que es Midgard, tiene paisajes asombrosos y llenos de paz. Y la gente... la gente es amable y alegre..." - Miryenna habló tratando de imitar a su hermano, mientras movía los brazos representando sus movimientos de forma jocosa.

- Está bien... está bien... capto la idea - movió las manos con rapidez frenando la actuación sarcástica de su hermana.

- ¿Y bien? ¿Puedo ir? - juntó las manos, sonrió de lado y mostró su perfecta dentadura tratando de convencerlo.

- Tampoco es tan alucinante como crees... - tenía motivos por los que frenar el viaje de Miryenna.

- ¿Y por qué Loki trató de invadirlo? - contraatacó levantando una ceja.

- Loki es caso aparte y hablando de Loki... por qué no te entretienes con él. Seguro que te echa muchísimo de menos, eres su hermana favorita - Thor guiñó un ojo y sonrió.

- Punto número uno, soy la hermana favorita de los dos, eso no tiene discusión. Punto número dos, Loki no me hace caso, solo me pide libros y pregunta por madre, ... incluso he intentado tirarle cosas para que reaccione, pero me ignora - torció levemente la boca, no le gustaba ver a su otro hermano así, pero entendía que no estaba en su mejor momento y que necesitaba espacio y tranquilidad - Y punto número tres, no quiero estar aquí... sola y aburrida... hasta que... bueno... llegue el día - agachó la mirada.

- ¿Sigues teniendo dudas? - Thor tomó una postura más seria. Se acercó hasta ella, colocando varios mechones que caían sobre su rostro detrás de sus orejas. Levantó su mentón con delicadeza.

- Yo... no lo sé - respiró frustrada.

- Deberías saberlo, queda menos de un mes... - Thor se mostró coherente.

- Simplemente no quiero decepcionar a nadie - caminó sin rumbo fijo por la habitación - Padre y madre están contentos con la noticia, y él ni se diga, está pletórico. Todo el mundo parece estar feliz con esto... - habló distraída.

- Pero... - Thor la conocía, perfectamente.

- Pero... yo no sé si quiero esto, o por lo menos ahora... tal vez en un par de años... - su voz se fue apagando, mientras más lo pensaba, más sentía que no quería ese futuro.

- Haremos un trato - resolvió Thor - Irás conmigo a Midgard - los ojos de Miryenna se iluminaron - pero tienes que respetar una condición - señaló con el dedo - Que este viaje te sirva para aclarar tus ideas, para cuando volvamos quiero una decisión firme y segura, y no pienses en los demás, piensa en ti - sonrió con calma.

- Está bien, acepto la condición - apretó los labios insegura.

- Nos iremos mañana al amanecer - besó su frente antes de alejarse.

- ¡Espera! - alzó la voz con nervios y alegría - ¡No me has dicho qué tengo que llevar o cómo tengo que actuar! - habló ilusionada, sería su primer viaje importante antes... de marcar su futuro.

- ¡Solo déjate llevar Mir! ¡Te encantará! - gritó al final del pasillo con una sonrisa.

Sola en su habitación, Miryenna miró por la ventana, aún quedaban varias horas para el amanecer y cualquiera pensaría que lo mejor era descansar, pero ella no podía. Estaba inquieta, ilusionaba, parecía una niña pequeña.

- Hola - habló rompiendo el silencio del lugar - Te estoy hablando, idiota - refunfuñó poniendo una mano sobre el cristal.

- ¿Qué haces aquí? Una princesa como tú no debería de merodear por estos lares - su voz sonaba distante. Miryenna observó su figura, parecía distraído, como si ese encierro no le molestase.

- Me voy de Asgard - utilizó su magia para entrar en la celda de Loki.

- ¿Perdona? - Loki se giró mirándola incrédulo, eso no era propio de su hermana y según tenia entendido al acabar el mes ella tendría que dar, probablemente, el paso más importante de su vida.

- Lo que has escuchado, me voy de Asgard para siempre - Miryenna siguió con su broma.

- Es un farol... tú serías incapaz de hacer algo que significase romper las reglas... - merodeó cerca de ella - ¿o me equivoco? - preguntó desafiante.

- Eres insoportable - resopló cruzándose de brazos.

- Y tú ingenua al creer que puedes engañarme, soy el Dios del Engaño y... tu hermano... - sonrió para ella, suavizando su voz - Ahora, cuéntame la verdad - pidió sentándose en el borde de su pequeña cama.

- Iré con Thor a Midgard - Miryenna pudo ver como su hermano rodaba los ojos - estaremos poco tiempo, volveré para... - respiró hondo - para el día... acordado.

- ¿Por qué insistes en eso? Es evidente que no quieres hacerlo, simplemente di que no - habló mirándola. Desde que Miryenna aceptó esa propuesta, su mirada se había ido entristeciendo.

- No es tan fácil... - intentó defender su punto de vista - Padre, madre, Erik...

- Tampoco es para tanto Miry. Desobedecer un poco las reglas no te condena y puede resultar hasta divertido... - sonrió con malicia al recordar todas sus fechorías.

- Por lo que veo a ti te encanta estar aquí encerrado... - canturreó molestándolo.

- Fuera de mi celda - levantó el brazo fingiendo estar enfadado

- ¿Cuándo os vais? - preguntó cambiando su semblante divertido a uno más serio, desde que estaba encerrado, ella y su madre habían sido las encargadas de visitarle y distraerle de todo su aburrimiento. Miryenna era su hermana, la más pequeña de los tres, delicada y bondadosa, y su hermana favorita, la extrañaría enormemente.

- Al amanecer - contestó sin poder reprimir su ilusión.

- Quiero que me hagas un favor - parece que sus dos hermanos se han puesto de acuerdo en pedirle cosas.

- Te escucho - iba a escucharle aunque no prometía cumplir con sus deseos.

- Quiero que invadas la Tierra por mí - habló serio.

- ¡Loki! - gritó impactada - ¡Otra vez no!

- ¡Venga! ¡Hazlo por mí! - Miryenna rió fuertemente, le gustaba el humor extraño de su hermano.

- ¡No! - gritó entre risas.

- ¡Sí! ¡Aunque solo sea una aldea perdida! - Miryenna negó riendo - ¡O un pueblo enano! - ella volvió a negar - ¡¿Ni un mísero humano que me sirva de esclavo!?

- No, definitivamente no... - controló su respiración calmando su risa.

- Tan poco es tan difícil... un poco de magia por aquí, un poco de magia por allá y pum, humano a tu merced... - movió sus manos con gracia.

- No quiero tener a ningún humano bajo mi merced... - señaló moviéndose hacia el cristal de la celda - Solo quiero... conocer Midgard y aclarar mis ideas... creo...

- Ten cuidado ¿de acuerdo? En Midgard tienen una especie de criatura verde y peligrosa, he oído que puede hacer mucho daño... - con solo pensar en ese recuerdo, Loki se estremecía.

- Oh... ¿ese que se llama Hulk y que te pegó semejante paliza? - Loki abrió la boca sorprendido - ¿Qué? Thor me lo contó - sonrió descaradamente.

- ¡Le dije al idiota que no dijese ni una sola palabra! - corrió hacia ella, pero Miryenna utilizó su magia para salir de la celda de su hermano dejándolo con la palabra en la boca y encerrado detrás del cristal.

Al amanecer partieron, abandonaron el castillo y juntos fueron hacia el Bifröst.

- No te sueltes - Thor afirmó el agarre de sus manos - Estamos listos Heimdal - pronto se vieron atrapados dentro de un túnel de luces brillantes y de colores. Miryenna cerró los ojos, aferrándose a su hermano, sintiendo como toda esa experiencia era como volar por el mejor de los lugares, hasta que sintió algo duro debajo de sus pies. Las luces se apagaron y el ambiente se tornó oscuro.

- Ya hemos llegado - Thor sonrió apretando su mano. Miryenna miró a su alrededor, sin encontrar los maravillosos paisajes de los que tanto había hablado su hermano.

- ¿Esto es Midgard? - preguntó casi sin ilusión.

- Esto es Midgard... pero hemos venido de noche, cuando todo está oscuro, espera a verlo mañana por la mañana. El amanecer es precioso - contestó reviviendo sus ilusiones.

- ¿Thor? - escucharon una voz detrás de ellos y varios pasos, gente se acercaban a ellos. Miryenna tímidamente se escondió detrás de Thor.

- ¡Amigos! - gritó con alegría levantando los brazos - ¡He vuelto!

- Nos alegra verte, pero... ¿por qué siempre tienes que aterrizar en el jardín? - comentó Tony con cierta diversión. Cada vez que Thor llegaba había que arreglar el jardín.

- ¿Os venido con alguien? - Steve fue el primero en darse cuenta que detrás de la amplia espalda de Thor había otra persona.

- Oh sí. Esta es mi hermana pequeña, Miryenna Odinsdottir -sonrió orgulloso trayéndola al frente.

La muchacha miró a todo el que tenía ante sus ojos. Una mujer pelirroja, otra castaña, dos hombres y alguna especie de humano extraño con la piel terriblemente roja. Empezaba a perderse dentro de ese mundo.

Dio gracias por no haber hecho ese viaje sola, y no pudo evitar pensar en el martirio que tuvo que ser para su hermano llegar a ese mundo desconocido sin nadie, aunque debía de admitir que tal y como el siempre decía la gente era amable y agradable, no tardó mucho tiempo en comenzar a reír con ellos mientras entablaban una charla amena.

- Prueba esto - Thor dejó una taza sobre la mesa. Miryenna lo miró con desconfianza - Te gustará...

- No creo que tu hermana deba de probarlo ahora - comentó Steve observándolo.

- ¿Por qué? - preguntó extrañado.

- Porque no es recomendable tomar cafeína por la noche, no podrá dormir -explicó paciente.

- Nosotros no necesitamos tanto descanso como vosotros los humanos - respondió con ligero ego.

Tras esa contestación Thor acercó aún más la taza humeante a su hermana. Miryenna observó el contenido, negro, intensamente negro, tanto que parecía no tener ningún fin, pero aún así, y con dudas, acercó lentamente el borde de la taza a sus finos labios. Sopló delicadamente antes de tomar un pequeño sorbo. Contuvo el líquido en su boca, dándose un par de segundos para saborearlo, encontrando ese nuevo brebaje ácido pero cálido. Era agradable.

- Me gusta - sonrió con sinceridad.

- Yo no quiero aguar la fiesta, pero para nosotros ya es tarde. Mañana por la mañana te haremos un recorrido magnifico por el Complejo pequeña Odinson - Tony se mostró amable, siempre le gustaba tener el Complejo con gente, combatía el terrible eco que se formaba cuando había poca gente.

Natasha y Wanda se mostraron amables con ella, llevándola hasta una de las habitaciones libres y dejándole algo de ropa.

- No es la ropa digna de una princesa, pero es súper cómoda - Natasha entró en la habitación, dejando sobre la cama un pequeño montón con ropa doblada.

- Es más que necesario, muchas gracias - sonrió complacida, encandilada por esa bondad.

- Si necesitas algo mi habitación está al fondo del pasillo y la de tu hermano está en la planta de arriba, que descanses -

Ya sola en la habitación, Miryenna optó por despojarse de su vestido y colocarse la ropa que Natasha le ofrecía, le sorprendió saber que era extrañamente cómoda aunque no fue capaz de identificar si le gustaba esa nueva apariencia. Era totalmente diferente a la que siempre llevaba.

Deshizo su peinado, soltando su cabellera rubia, dispuesta a descansar. Mañana su recorrido empezaría temprano y no iba a desperdiciar ni un solo segundo, pero pasaban los minutos y ella no era capaz de cerrar los ojos. No sabía si era por esa nueva bebida o por los nervios que simplemente sentía.

Salió de la cama, caminado hacia la ventana, mirando hacia el exterior. Un exterior totalmente diferente al de Asgard, sin tanto brillo ni oro, era calmado, con pequeñas estrellas. Su mente comenzó a pensar, adentrándose en una pequeña reflexión sobre el camino que estaba tomando su vida.

Suspiró levemente, rehusándose a gastar esa noche con sus quebraderos de cabeza, en su lugar, decidió comenzar a investigar. Dejando de lado su timidez, Miryenna era bastante curiosa e inquiera.

Abrió la puerta despacio, tratando de hacer el menor ruido posible. Caminó descalza, amaba hacerlo de ese modo. Tal vez, lo mejor hubiese sido fijarse por dónde iba, pero ella caminó tranquila y en menos de lo que le hubiese gustado estaba completamente perdida dentro de las inmediaciones del Complejo.

Miró a su alrededor, encontrando varios pasillos, pero no pudo identificar aquel que la llevaría de vuelta a la habitación. Tampoco es que le preocupase mucho perderse, así que siguió caminando.

Pensó que estaba sola, recorriendo el lugar bajo la oscuridad de la noche, pero unos ruidos al fondo del pasillo le hizo darse cuenta de que no lo estaba. Se acercó curiosa, pegada a la pared, de forma sigilosa.

Ante sus ojos una imponente figura que no era consciente de que ella estaba mirando. Clavó sus ojos como si de un embrujo se tratase, fijándose en aquel hombre que no paraba de golpear algo delante de él. Golpeaba igual de fuerte que su hermano, pero con bastante más rabia y pesadez.

Espera.

Sus ojos se detuvieron en un punto de ese hombre. ¿Tenía un brazo de metal?

- ¿Quién eres? - comentó distraída, una pregunta que no debió de salir de su cabeza.

Bucky paró sus golpes al escuchar un ligero susurro, jadeó un par de veces y giró sobre sus talones buscando el origen de ese pequeño ruido, pero Miryenna se escondió avergonzada, no fue su intención molestar a aquel hombre, aunque si no fuese por su descuido no hubiese podido contemplar su rostro.

Sus ojos eran azules, un azul intenso, pero apagado, con una mirada fría y puede que hasta triste. Vio como él apretaba los labios, parecía asustado, ¿acaso ella lo había asustado?

Escondida, siguió observándolo, su torso desnudo y las marcas de su piel.

Cerró los ojos, dejando que su mente hiciese su magia. Dentro de su cabeza se empezaron a formar ligeras luces, destellos vagos y débiles, hasta que no pudo ver más que oscuridad, sintió frío, un ambiente espeso y aterrador. Abrió los ojos de golpe, asustada por el aura tan aterradora que había visto en ese hombre.

Decidió alejarse, salir de ese lugar, sintiendo dolor sobre su propio pecho. El dolor de ese desconocido.

A la mañana siguiente su pequeña visita turística comenzó. Todo era tan distinto a la luz del día, más extraordinario, aunque según recorría ese lugar no podía evitar buscar con la mirada al sujeto de anoche, pero nunca lo entró, empezó a pensar que todo eso no había sido más que una ilusión de su cabeza.

Llegada la noche, de nuevo, todo el mundo se retiró a sus habitaciones.

El segundo día de su visita consistía en un pequeño viaje fuera del Complejo, Thor se mostró ilusionado con mostrarle a Miryenna el exterior y ella se contagió con su alegría, olvidándose de ese extraño espejismo, cada vez estaba más convencida de que ese hombre no fue real.

- Lo siento Mir... - no entendió el por qué de sus disculpas - Tendremos que dejar nuestro paseo para mañana.

Miryenna sabía que una de las cosas que su hermano hacia en la Tierra era protegerla y lo aceptaba orgullosa.

- Tranquilo... sea lo que sea es importante. Ve, mi intrusión en este mundo podrá esperar unas horas - sonrió con ternura calmando la preocupación de su hermano.

- Es por esto que eres mi preferida - comentó y ambos rieron levemente.

Minutos después todo el mundo apareció completamente cambiado, con armaduras y trajes extraños.

- Sentimos dejarte sola pequeña Odinson - Tony se disculpó con una pequeña sonrisa - pero mientras esperas puedes toquetear todo lo que quieras, mi laboratorio está a tu completa disposición - una de las cosas que más asombraron a Miryenna fue el laboratorio de Tony y su avanzada tecnología.

Observó como todos atravesaban la puerta y finalmente estaba completamente sola y sin saber qué hacer en un lugar que conocía, literalmente, desde hace solo un día. Pensó en aceptar la oferta de Tony, pero no quería romper nada y esa vez no tenía a Loki para echarle las culpas.

Resignada y aceptando su soledad y caminó hacia el único sitio que conocía medianamente, la cocina. Parecía que para la gente de la Tierra, ese espacio era como un lugar de encuentro.

- No puede ser tan difícil... - murmuró sobre el marco de la puerta. Quería un café, pero no sabía cómo conseguirlo, las veces que lo había probado en el poco tiempo que llevaba en la Tierra, simplemente había aparecido ante sus ojos ya preparado.

Mientras, Bucky salía por primera vez en el día de su habitación. Había llegado al Complejo hace tan solo una semana, perdido y confundido, con muchas heridas tanto en su cuerpo como en su cabeza y desde que llegó se había sumido en un autoimpuesto exilio encerrándose en su habitación, solo saliendo por las noches a comer algo y desahogarse en el gimnasio.

"Sé que es duro, pero tómate el tiempo que necesites para adaptarte, y cuando estés listo trabajaremos en tus conflictos internos. No te dejaré Bucky, lo resolveremos juntos."

Caminaba pensando en las palabras de Steve, en su momento le dieron seguridad y esperanza, pero pasaban los días y él no se encontraba bien, ni en lo más mínimo. Sus demonios internos tenía el total y absoluto control de su cuerpo y de su cabeza. Llegó a la conclusión de que no quería seguir en el Complejo, ese no era su lugar. Tampoco tenía idea de cual era su lugar, solo quería huir, de todo, hasta de él mismo.

Ensayó en su cabeza lo que diría, pero nada iba a evitar la decepción de Steve.

- Steve tenemos que hablar, sé que no es lo que esperas escuchar pero... - había comenzado a hablar nervioso y perdido entre sus palabras, olvidando todos sus ensayos, y para cuando quiso darse cuenta, estaba completamente solo en la cocina, hablando a la nada, o eso creía él.

- ¿Steve? - preguntó frunciendo el ceño, sin saber por qué no había nadie en el Complejo.

- ¿Hola? - vio cómo dos manos se posaban en la encimera de la cocina y retrocedió con cuidado para luego descubrir un par de ojos curiosos que no había visto en su vida.

Miryenna lo miró sorprendida, tenía a pocos metros al sujeto desconocido de aura herida y destrozada. Salió de su escondite, descubriendo su cuerpo que segundos antes había estado agachado revolviendo por los muebles de la cocina buscando un poco de "café"

Bucky contuvo el aliento mirándola. Inconscientemente su ceño dejó de estar tenso y fruncido y su mirada pareció suavizarse. Su respiración también se calmó mientras la observaba. Una muchacha alta, esbelta, de piel pálida y un cabello increíblemente rubio. Perdido y desorientado clavó su mirada en la suya, una mirada tranquila, que lo atraía. Era como si esa desconocida no fuese de ese mundo.

- Perdón - aclaró su voz - Yo... - Bucky se quedó sin palabras.

- ¿Quién eres? - Miryenna preguntó curiosa, interesada en descifrar a ese hombre tan enigmático y que al parecer no era producto de su cabeza.

- Bucky - contestó sin más - ¿Podrías decirme dónde está Steve? - Bucky salió de esa situación extraña.

- Han salido, todos, vestidos de forma extraña... - tampoco es que tuviese demasiada información sobre dónde o qué estaban haciendo.

- ¿Quién eres? - soltó curioso, ignorando por un momento su necesidad de hablar con Steve.

- Mi nombre es Miryenna, pero puedes llamarme Mir - habló nerviosa, colocando un pequeño mechón de su rubio cabello detrás de su oreja.

- ¿Y qué haces aquí? - Bucky empezó a desconfiar, siempre lo hacía.

- Buscó ¿café? - contestó sincera, aunque Bucky se esperaba algo del tipo: "Soy una agente nueva de SHIELD" o algo más elaborado, no solo que buscase café. ¿Quién busca café teniendo la cafetera a su lado? No tendía nada.

- Sabes que tienes la cafetera a tu lado ¿verdad? - inconscientemente esa estaba siendo la conversación más tranquila y larga que estaba teniendo desde que llegó al Complejo.

Miryenna siguió la mirada de quien ahora sabía que se llamaba Bucky. Encontró un extraño artefacto con varios botones y volvió a perderse. Dubitativa y sintiendo la mirada de ese hombre acercó la mano hacia uno de los botones, invocando a todos los dioses para que eso no terminase en una catástrofe.

- No tienes idea de preparar café ¿me equivoco? - extrañamente Bucky encontraba cierto alivio en ver a alguien aún más perdido que él en ese mundo tan distinto al suyo.

- Yo... acabo de llegar - sonrió culpable, pero Bucky lo interpretó como si acabara de llegar al Complejo y no a la Tierra.

- Puedo... prepararlo yo si quieres - habló despacio, escondiendo las manos en sus bolsillos con cierta timidez. Sin saber por qué esa extraña interacción con esa mujer no le resultaba tan incomoda como siempre acostumbraba a sentirse.

- Gracias... - sus labios se curvaron en una cálida sonrisa.

En silencio Bucky se acercó hasta ella, o más bien hasta la cafetera que estaba a centímetros de ella. Colocó dos tazas, y después cargó dos cápsulas, le dio al único botón que conocía y después de ver la luz tintinear, el café empezó a salir gota a gota.

- Aquí tienes... - sin darse cuenta, Bucky utilizó su brazo de metal y ahora esperaba que ella se asustase, siempre pasaba, pero lejos de asustarse, Miryenna aceptó con una sonrisa la taza, sopló delicadamente y acercó la bebida a sus suaves labios, manteniendo la mirada fija en sus ojos. Sonrió satisfecha.

- Fantástico, gracias Bucky - él se tensó al escuchar sus palabras, incapaz de recordar la última vez que alguien le habló con tanta ternura. Desbordado por esa calidez decidió huir de su cercanía refugiándose en el gimnasio.

Horas después todo seguía igual y nadie parecía volver. Miryenna empezó a aburriste y sin más comenzó a caminar, seguía sin saber a dónde iba o dónde terminaría, solo necesitaba un poco de distracción porque si despejaba su mente, sus propios conflictos brotarían y aún no quería enfrentarse a eso.

Entre vueltas y vueltas cayó la noche. Miró por los grandes ventanales y no vio ninguna señal de su hermano. Respiró pesadamente pensando en Loki ¿estará bien? ¿la echará de menos? El paso del tiempo era tan distinto en la Tierra.

Divagó entre esas preguntas hasta llegar a la habitación, deteniéndose sobre la puerta al escuchar ciertos gritos. Miró a su alrededor, el ruido parecía estar dentro de la habitación donde ella se estaba quedando, pero eso sería imposible, se fijó entonces en la puerta contigua a la suya. Curiosa se apoyó sobre la puerta queriendo escuchar más.

- ¡Basta! Por favor ¡No más! - alcanzó a escuchar gritos desesperados acompañados de sollozos que solo podían ser de una persona.

Odiaba escuchar el sufrimiento alejo, así que lentamente y metiéndose donde no la estaban llamando, Miryenna abrió la puerta con cuidado. Entre las sombras y los gritos vio a Bucky resolviéndose en la cama con el cuerpo contraído, sufría, y no necesitaba ningún tipo de magia para verlo.

Se acercó despacio y colocó una mano a pocos centímetros de su frente, creando una ilusión que dejase la mente de Bucky en blanco. En cuestión de segundos Bucky dejó de revolverse, su respiración se calmó y pareció dormir profundamente.

El siguiente día fue tranquilo. Thor cumplió con su palabra y llevó a su hermana fuera del Complejo, enseñándole parte de la cuidad. Miryenna se enamoraba por momentos del mundo humano.

Mientras tanto en el Complejo todo siguió igual que siempre, salvo por un pequeño detalle, por primera vez desde que era consciente, Bucky despertó descansado y no entendía como había conseguido cerrar los ojos sin terminar siendo presa de su cabeza.

Aquel día se atrevió a salir de su guarida y a interactuar escasamente, olvidando su propósito de fuga.

Pero la noche no tardó en llegar. Y todo volvió, Bucky dejó de estar calmado. Sus pesadillas se apoderaron de él, asfixiándolo, llevándolo a un punto de sufrimiento que él ya no podía aguantar.

Una de la mañana y Miryenna recorrió los últimos metros que la separaban de la habitación, pero frenó sus pasos al escuchar la desesperación de Bucky y de nuevo, entró sin tener invitación. Tal vez, si volvía a crear otra ilusión todo se calmaría.

Volvió a colocar su mano encima de la frente de Bucky, necesitaba concentrarse, pero no podía, sentía como el dolor de Bucky traspasaba su piel. Sus ojos se llenaron de lágrimas, trataba de ayudarlo, era su deber ayudar. Su mano tembló sin resultado.

Bucky abrió los ojos, presa del miedo y escapó de la cercanía de Miryenna retrocediendo sobre la cama hasta caer al suelo empapado en sudor.

Miryenna abrió los ojos enormemente, sorprendida, encontrándose con la mirada aterrada de Bucky.

- No deberías de estar aquí - jadeó tembloroso, entre lágrimas.

- Sufres... - susurró perdida, nunca había tenido que enfrentarse a algo así. El dolor, la parte oscura del alma era un papel que lamentablemente siempre lideraba Loki, no ella.

Con lentitud rodeó la cama, acercándose a él.

- No... - alzó una mano tratando de frenarla - siento... - la garganta de Bucky se cerraba con cada palabra - siento haber gritado... yo... yo... es solo un mal sueño... - trató de respirar, pero sentía que el aire no pasaba de sus labios.

- Puedo ayudarte... - Mir se agachó a su altura, ligeramente lejos de él - Déjame ayudarte... - susurró acercando una mano hacia él.

- ¡No! - negó desesperado, no quería hacerle daño, ni a ella ni a nadie - Por favor... vete - suplicó levantándose torpemente, caminando con dificultad hacia la puerta.

- Puedo sentir tu dolor... - Miryenna se puso de pie - es tan fuerte que traspasa mi piel... y se clava como agujas... Puedo ayudarte... tengo que ayudarte - murmuró viéndolo.

Caminó hasta él, viendo como Bucky se estremecía con cada paso que ella daba. Llegó hasta él parándose en frente de Bucky, clavando su mirada en su semblante destrozado y atemorizado.

Con cuidado paseó sus yemas por su brazo humano, recorriendo su piel en una leve caricia, haciendo que Bucky dejase de temblar, como una especie de embrujo.

- Nadie puede ayudarme Mir... - susurró rendido con la voz rota.

- Yo si - dio un paso hacia delante.

- ¿Qué te hace pensar que tú puedes hacer algo? No me conoces, y si me conocieras saldrías corriendo - limpió una pequeña lágrima.

- No necesito conocerte. Y tú tampoco me conoces a mi, puedo... ver y sentir cosas que nadie más puede... - Bucky tomó sus palabras con un sentido metafórico, sin entender la verdad, ¿acaso Miryenna iba a confesar quien era, aparte de una princesa?

Haciendo caso omiso a sus advertencias, Mir se acercó aún más, levantó las manos asustándolo levemente y las colocó a ambos lados de su cabeza, pero sin tocarlo en lo más mínimo. Cerró los ojos concentrándose, visualizando en su cabeza lo que quería conseguir y poco a poco su magia empezó a hacer efecto.

- ¿Qué has hecho...? - balbuceó desconcertado. Fuera lo que fuera había conseguido llevarlo a un punto de increíble paz.

- Dije que podía ayudarte - musitó tranquila tomando el pomo de la puerta - que descanses...

Pasaron dos días más, Bucky estaba relativamente más calmado, aunque aún tenia mucha culpa sobre sus hombros. Siguió manteniéndose alejado de todos, a pesar de haber descansado mejor los últimos días, unas horas de sueño no iban a poder arreglar todos sus conflictos internos.

Ahora, de nuevo por la noche, salía de su habitación y caminaba distraído sin rumbo fijo, aunque afortunadamente no sentía esa desesperación que le llevaba a refugiarse en el gimnasio y golpear hasta agotarse, pero tampoco podía dormir así que, poco tenía que hacer.

- Veo que te gusta el café - habló despacio, pero de igual modo, asustando a Miryenna que saltó sobre el sitio - Perdona...

- Es una bebida sorprendente - sonrió para él - Pensé que todo el mundo estaba durmiendo... - indagó levemente en el porqué de su visita.

- Yo... no puedo dormir - confesó llevando una mano a su nuca, nervioso.

- ¿Quieres que te ayude? - preguntó tranquila, antes de llevar la taza a sus labios.

- No tienes por qué hacerlo. Ya has hecho bastante por mí - Bucky necesitaba ayuda y hasta el momento ella había sido la única capaz de darle algo de esa desesperada ayuda que él quería, pero su inseguridad, le hacia pensar que no lo merecía.

- Mi... destino es ayudar - habló con cuidado.

- ¿Quién eres? - preguntó curioso, había visto como ella lo ayudaba con sutiles movimientos de sus manos sobre su cabeza, parecía en sí misma, un hechizo andante.

- Si quieres respuestas déjame ayudarte - contraatacó con cierta diversión.

- Supongo que tú ganas... - respiró hondo. Miryenna caminó hasta él, haciendo un gesto con la cabeza invitándolo a caminar junto a ella.

Frenó sus pasos en frente de la puerta de Bucky, esperando que él diese el primer paso. Confundido, pero calmado abrió la puerta dejando que ella entrase primero, nervioso cerró la puerta con cuidado y escondió sus manos en los bolsillos de su pantalón de chandal.

- Siéntate - señaló el centro de la cama. Bucky suspiró, no entendía cómo iba a ayudarle, pero extrañamente no podía no obedecer.

Bucky se sentó en el centro de su cama con las piernas cruzadas. Ella caminó hacia la cama, sentándose sobre sus propias piernas en frente de él, respetando su espacio personal.

- ¿Confías en mí? - Bucky asintió despacio - Entonces... - colocó sus manos a ambos lados de su cabeza, como ya había hecho antes, sin tocarle - háblame de lo que quieras borrar...

Bucky cerró los ojos hablando al principio con miedo y dudas, resistiéndose a ser del todo sincero, pero poco a poco una parte muy pequeña de él tomó las riendas y comenzó a confesar todo con lo que cargaba, hablaba tranquilo, relajado, expresando con total sinceridad lo que atormentaba su mente, mientras Miryenna se encargaba de difuminar toda su oscuridad, no borraba sus recuerdos ni sus culpas, aquello era parte de su persona, simplemente los cubría con calidez dándole el perdón que él tanto necesitaba.

Abrió los ojos, continuando con su relato, pero admirándola. Por primera vez se daba la oportunidad de estudiarla. Analizó su rostro, sereno y calmado, con extrema calma mientras lo liberaba de tanto tormento. Se fijó en sus pestañas, largas y espesas, pero delicadas, al igual que las sutiles pecas que adornaban su pequeña nariz y parte de su rostro. Contempló sus labios, parecían tan suaves, tan apetecibles.

Miryenna abrió los ojos apartando las manos, encontrándose con su mirada azul, pero en vez de ser apagada, ahora tenía cierto brillo.

- Gracias... - susurró aliviado, perdido en la paz que había invadido su cuarto.

Ella sonrió con sutileza, abandonando su habitación.

- Nos vamos en dos días, ¿has pensando ya en lo qué quieres? - Thor sacó el tema en el desayuno, aprovechando que estaban solos.

- No - confesó atormentada. Había estado tan aislada, ayudando a Bucky que abandonó ese pequeño conflicto suyo, aunque la verdad era, que no quería ponerse en la situación de resolverlo.

- Mir... solo quedan dos días, por favor - insistió antes de dejarla sola.

Solo dos días más en la Tierra y después, tendría que enfrentarse a su futuro. Respiró pesadamente.

- ¿Alguien sabe dónde está el rockero? Ha llegado esto para él - Tony llegó con sobre entre las manos.

- Tony... - murmuró Steve con desaprobación.

- ¿Sabes dónde está o no? - repitió su pregunta.

- Está en su habitación - comentó Steve con resignación.

- No quiero meterme en temas que no me competen, pero no creo que sea lo ideal para él sea estar siempre encerrado. ¿Qué hace durante todo el día? ¿Dormir, atormentarse? ¿Vive por la noche? ¿En un vampiro? - empezó a divagar entre pregunta y pregunta.

- Lo está intentando... no es fácil... tanto su mente como su cuerpo están heridos. Solo... necesita tiempo y calma - Miryenna no pudo evitar escuchar las palabras de Steve. Había estado ayudándole a resolver sus conflictos internos, pasando por alto que Bucky estaba roto tanto físicamente como mentalmente, si quería salir de toda su oscuridad debía de sanar todas y cada una de sus heridas y ella iba a ayudarlo.

Horas después Bucky salió de su habitación con la esperanza de encontrarla en algún lugar del Complejo, quería llamar a su puerta, disfrutar de su calma, pero se forzaba a resistir a sus impulsos.

Se encontraron en el pasillo y sin decir nada, Miryenna caminó hasta la habitación de Bucky quien solo la siguió encandilado por su esperada presencia.

- Tienes heridas... - murmuró de espaldas - heridas que hacen tu cuerpo sangrar... y que rompen tu alma... - Bucky la escuchó atento, su voz era como una melodía para él - has liberado tu cabeza... pero no tu cuerpo, sigue doliendo ¿no es así? - se giró para mirarlo, Bucky agachó la cabeza, asintiendo con lentitud.

Miryenna tomó su mano, sorprendiéndolo con el taco suave de sus dedos y lo llevó a la cama. Sentándose uno al frente del otro, sobre sus propias piernas, casi de rodillas sobre el colchón. Ella liberó sus pulmones con nerviosismo, sabía que lo que estaba a punto de hacer o terminaba increíblemente bien o estrepitosamente mal, pero su deber era ayudar. Siempre ayudar.

Miró los brazos de Bucky, centrándose en su brazo humano, algo tenso y lamentablemente cubierto de pequeñas heridas, sus ojos siguieron el rastro de cada cicatriz hasta que se perdieron debajo de su camiseta. Recordó entonces, la primera vez que le vio, con el torso desnudo y sudoroso con varias cicatrices, algunas más grandes que otras. Tragó con dificultad, llevando sus manos temblorosas hacía el borde de la camiseta de Bucky, que se tensó confundido.

Ella no dijo nada y solo tiró de su camiseta, quitándosela y descubriendo su piel. Bucky apartó la mirada, no le gustaba ver todo eso.

Insegura recorrió varias de esas cicatrices, calmándolas con su tacto. Bucky cerró los ojos y apretó los labios, se estaba perdiendo entre tantas sensaciones que hacía mucho no experimentaba.

- Puedo borrarlas... si quieres... - musitó despacio buscando su mirada.

- Nadie puede borrar tantos años de tortura... - ladeó la cabeza dando una sonrisa triste. Miryenna rió levemente antes de colocar las palmas de sus manos en frente de su piel, a unos milímetros de tocarlo. Utilizó su magia y poco a poco las cicatrices fueron desapareciendo, dejando la piel de Bucky vacía y completamente suave.

- ¿Cómo has hecho eso...? - preguntó sorprendido.

- Yo... no soy como los demás... tengo ciertas habilidades... - respondió de forma escueta. Bucky intuía que había algo especial en ella, pero no llegó a imaginar que fuese "magia" o lo que fuese aquello.

- ¿Durará? - miró su abdomen.

- Solo mientras tú lo desees -

Despertó y el extraño hechizo seguía sobre su cuerpo, sonrió aliviado. Salió de la cama, por primera vez, deseoso de estar lejos de su habitación.

- Pero mira quién ha decidido juntarse con la plebe - Tony habló cómicamente en cuanto vio a Bucky entrar en la cocina.

- Buenos días - sonrió nervioso.

- Siéntate, no mordemos, a menos que tú quieras... - Tony siguió jugando causando risas entre todos.

- Déjalo en paz Tony, harás que vuelva a esconderse - comentó Sam con diversión.

- Por cierto, creo que deberíamos organizar una pequeña fiesta de despedida - Tony cambió de tema, tomando cierta seriedad.

- ¿Te vas por fin Stark? - ironizó Natasha.

- Aún no pelirroja. Una fiesta de despedida para Miryenna y Thor, se van mañana al amanecer y quien sabe cuando volvamos a verles, sobretodo a ella - las palabras de Tony taladraron la cabeza de Bucky. Rechazaba la idea de no verla.

- Supongo que podemos organizar una pequeña - Steve marcó sus palabras - reunión.

Y mientras en la cocina se hablaba de la partida de Miryenna y Thor, en una de las habitaciones, los dos hermanos estaban teniendo un intenso debate.

- Eres joven, pero no eres una niña, toma las riendas de tu vida y decídete - exigió Thor, odiaba ver mal a su hermana y ese quebradero de cabeza le afectaba.

- Por todos los dioses, ¿crees que no soy consciente de qué tengo que escoger? Pero es difícil ¿de acuerdo? porque mi destino, mi responsabilidad es ayudar y curar, y... siento que si sigo mi corazón terminaré desatando un caos de dolor... - murmuró perdida.

- ¿Por qué? - preguntó levantando su mentón.

- Porque lo que me pide mi corazón es quedarme en este mundo... - Thor abrió la boca sorprendido, pero no pudo decir nada - Este sitio... me llama constantemente, me envuelve... y me gusta, me hace sentir... bien... No me quiero ir... no deseo irme...

- Eso no puede ser Mir... lo siento - Miryenna dejó escapar una pequeña lágrima.

- Entonces, cumpliré con mi palabra. Mañana volveremos a Asgard... ahí tienes mi decisión - habló con dificultad.

Pasó las horas encerrada, aceptando la derrota de su destino. Se había enamorado perdidamente de ese lugar, tanto como para sentir que su deseo más sincero era quedarse en ese mundo.

Su corazón tomó las riendas y salió de la habitación. No quería irse.

- ¿Alguien ha visto a mi hermana? - Thor llegó agitado, irrumpiendo en la cocina, donde se supone que se llevaría acabo su despedida.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué estás así? - Steve preguntó paciente.

- Necesito encontrar a mi hermana - un horrible presentimiento comenzó a invadir su cuerpo.

- Debe de estar paseando por el Complejo, cálmate, Friday la encontrará en menos de un minuto - Tony llamó a Friday preguntándole por el paradero de Miryenna.

- Me temo que no dispongo de esa información - Thor se llevó una mano al punte de su nariz, sus sospechas se iban confirmando.

- Escuchad, agradezco el gesto - señaló la mesa ya preparada - pero es vital que encuentre a mi hermana.

- ¿Podemos saber por qué? - Natasha preguntó curiosa.

- Porque es sumamente importante que ella mañana de vuelta a Asgard - sentenció confundiéndolos aún más.

- No creo que pase nada por un día más... - Tony intentó calmarlo.

- No lo entendeis, Miryenna tiene que estar mañana en Asgard - aumentó la firmeza de sus palabras.

- Pero, ¿por qué? - nadie entendía el dramatismo de Thor.

- Porque mañana tiene que casarse - confesó finalmente, desencadenando una avalancha de preguntas.

"¿Tu hermana se casa?"

"¿No es demasiado joven para hacerlo?"

"¿Podemos ir a la boda?"

"¿Piensas que ha huido?"

"¿Por qué iba a huir?"

"¿Me pregunto si se casará con algún dios?"

- Sí, mi hermana se casa. Y sí, es demasiado joven para hacerlo, pero fue una decisión que ella tomó, terrible a mi parecer, pero no puedo intervenir en eso, solo ella. No creo que haya problema en que vayáis a la boda, no lo sé - empezó a responder con suma rapidez a todas las preguntas.

- Centrémonos en el tema principal, ¿por qué ha huido? - insistió Stark. Thor suspiró incómodo.

- De acuerdo... desde hace un tiempo que mi hermana ha empezado a tener dudas sobre si casarse era buena idea o no, así que decidí traerla para que intentase despejar su cabeza, pero Miryenna no es solamente una princesa, mi hermana es una völva, es como... - Thor intentó encontrar el equivalente - como una maga, pero sin tanta parafernalia, es como mi hermano, tiene el mismo don, solo que ella no puede utilizarlo a su merced, ella utiliza su magia para curar, ayudar y asegurar el bienestar de las personas, es por eso que no puede escoger a la ligera, no si siente que sus decisiones pueden herir a alguien... aunque eso implique hacerse daño a ella misma - todos asintieron concentrados en la verdad de Miryenna.

- ¿Me estás diciendo que el terroncito de azúcar de tu hermana tiene el mismo poder que el loco de tu hermano? - Tony preguntó incrédulo ganándose una mirada fulminante por parte de Thor.

- Y ahora creo que ha huido... - murmuró preocupado por ella.

- Si tenía dudas, por qué aceptó - Sam comentó intentando comprender bien la situación.

- Porque Erik es su novio de siempre, el primero y único, lleva con él desde que era una niña. Y él le pidió matrimonio dentro de una gran fiesta, con todo el mundo mirando, ella no iba a decir que no en ese contexto - recordó su pedida de mano, mágica si hubiese habido amor de por medio, pero cuanto más lo pensaba, más se daba cuenta de que su hermana no estaba enamorada de Erik, tal vez era solo una ilusión.

- ¿Está enamorada? - preguntó Steve atento.

- Nunca lo dijo de ese modo, y mucho me temo que en realidad, lo que siente no es más que cariño. Llegados a este punto solo quiero que sea feliz, pero decida lo que decida debe de volver a Asgard y dar la cara, no puede huir, porque al hacerlo desataría la furia de mi padre... - si se esforzaba un poco podía ver a su padre mandando un ejército asgardiano a la Tierra para recuperar a Miryenna.

- Bueno, tranquilidad, no puede estar muy lejos, la encontraremos antes del amanecer -

- ¿Es verdad que te vas? - preguntó con cierto miedo.

- Yo... tengo que volver a casa - Miryenna intentó engañar al destino, intentó huir del Complejo, pero la voz de Bucky pronunciando su nombre frenó sus propósitos. Las leyendas eran ciertas, y el mundo actuó deteniéndola a escasos pasos de la puerta, ahora, estaba en la habitación de Bucky, a punto de despedirse de él.

- ¿Y qué hay de malo en este sitio? - los escasos días que Miryenna había estado en el Complejo habían bastado para que en corazón de Bucky anidase un pequeño sentimiento que crecía constantemente. Mir lo había curado de tantas formas, durante cada noche, que sin querer le había recordado lo que era sentir.

- Este no es mi sitio Bucky - mordió su mejilla interna, asumiendo la realidad - y... tengo deberes con los que cumplir.

- ¿Y yo? Mir - por primera vez él fue quien tocó su mano siguiendo su voluntad - yo... te necesito... me... devuelves la esperanza... y... calmas mis heridas... - frunció el ceño hablando lleno de nervios, sin saber de donde salían todas esas palabras.

- Ya no me necesitas más... - rió con tristeza atreviéndose a acariciar su mejilla - porque ya no hay dolor... ni heridas... - sus ojos descendieron hasta su brazo, perfectamente despejado de cualquier marca.

- Quédate... - soltó de repente con voz temblorosa.

- No puedo... - jadeó atormentada. En menos de unas horas estaría casándose.

- ¿Por qué? - una fuerza nacía dentro de él, animándolo a no aceptar la marcha de Miryenna.

- Porque... tengo que casarme... - Bucky soltó su mano, escuchar eso fue como un soplo de aire frío. Luego se sintió idiota por pensar que podría haber algo más. Solo era su cabeza jugando con él, otra vez.

- Felicidades... - parpadeó con rapidez ahuyentando sus lágrimas - Debe de ser mágico estar así de enamorada...

¿Enamorada?

Dios, era la primera vez que se paraba a pensar en esa palabra tan significativa. Rodeó su propio cuerpo con sus brazos moviéndose intranquila bajo la atenta mirada de Bucky. Mientras su cabeza no dejaba de crear un nuevo debate.

¿Estaba enamorada?

No era capaz de contestar ni a su propia pregunta. Siempre intentó ser correcta, cumplir con su labor, tan centrada en hacer el bien que se olvidó de ella misma y de sus sentimientos. Si bien, Erik fue su primera ilusión ahora no era capaz de responder a esa pregunta.

- Se feliz con él, puede que sea el momento más feliz de tu vida - Miryenna miró sus ojos, levemente tristes y caídos. Frotó su propio brazo con nerviosismo, a medida que las palabras de Bucky se clavaban en su cabeza, nuevas ideas florecían.

- ¿Alguna vez te has enamorado? - preguntó de golpe.

- Creo... que no podría contestar a eso, mi vida es como una mezcla extraña de recuerdos. Supongo que si alguna vez estuve enamorado, ya no puedo recordarlo... - soltó el aire de sus pulmones pasando una mano por su cabello.

- Bueno... dejaré que descanses, es tarde y yo me tengo que ir... - tragó hondo sujetando con mil dudas el pomo de la puerta.

- Mir... - Bucky susurró su nombre de una modo que todo su cuerpo se estremeció, nunca antes se había sentido así.

- No... - soltó el pomo de la puerta para mirarlo - lo que siento... no es para nada la magia de la que hablas... ni siento que mañana vaya a ser el día más feliz de mi vida... - jadeó perdida, asustada por sentir tanto, olvidando el formalismo que siempre acompaña a su figura. La mirada de Bucky volvió a iluminarse.

- Entonces no te cases... quédate - "conmigo" pensó.

- Mi vida no pertenece a este mundo, por mucho que me guste, mi lugar está en Asgard... - soltó los brazos rendida.

- ¿Y tu corazón dónde está? - preguntó acercándose terriblemente a ella.

- Adoro este lugar... - musitó alzando la mirada para verle mejor, perdida con su cercanía.

- Pues ahí tienes la respuesta... - tomó entre sus dedos un pequeño mechón de su cabello, colocándolo con delicadeza detrás de su oreja, rozando su mejilla.

- Se acabó, volveré a Asgard e intentaré buscarla con ayuda de Loki, se acaba el tiempo - Thor caminó rumbo a su habitación, seguido por el resto del equipo.

- ¿Traerás a Loki de nuevo a la Tierra? - Tony hizo una leve mueca.

- Sí así consigo recuperar a mi hermana, tenlo por seguro - señaló firme.

- Espera unos minutos más, aún faltan dos horas para el amanecer, volverá - intervino Steve.

- ¿Cómo va a volver? Hemos revisado el Complejo y no está. Miryenna ha salido a un mundo que no conoce, que puede hacerle daño - todos dejaron de caminar a la altura de la habitación que había estado ocupando Miryenna las ultimas noches.

- Bueno, no hemos revisado los sótanos y... - lentamente la mirada de Natasha se desvió hacia la puerta cerrada de al lado, la puerta de James - y tampoco le hemos preguntado a Bucky si la ha visto... - todos miraron sumamente extrañados a la pelirroja, pero tampoco perdían nada con intentarlo.

- Barnes - Thor entró de imprevisto encontrándose con una imagen que no le gustó, Bucky con una mano sobre la mejilla de su hermana mientras la miraba con ternura - Mir... - su voz sonó más seria de lo normal.

- Yo... solo... Thor... - retrocedió, alejándose de Bucky.

- Tú y yo volvemos ahora a casa - sentenció firme, tomando su mano y saliendo con ella.

Lo último que vio Bucky de esa mujer fue una mirada triste y empañada.


Habían pasado cinco meses desde aquella visita que cambió por completo la vida de Bucky. Tiempo en el que no había dejado de mirar hacia el cielo ni un solo día.

- ¿Estás invocando al dios de la lluvia? - Steve apareció a su lado, sacándolo de sus pensamientos.

- Sabes perfectamente a quién estoy invocando... - replicó dando un pequeño sorbo de café.

- Creo que ella no volverá Buck... - Bucky negó, se negaba a pensar que ella había decidido casarse y quedarse en Asgard para siempre.

- Fueron... los días más mágicos y especiales que he vivido en toda... mi miserable vida - apoyo la taza sobre la encimera.

- Bueno... que una deidad nórdica te haya devuelto a tu anterior yo... es algo bastante inusual - Steve intentó sacarle una pequeña sonrisa, pero él no estaba por la labor.

- No fue solo eso... Miryenna es... mágica y no porque sea una deidad o una diosa o lo que sea... ella en sí es magia... calma, serenidad... salvación y... me salvó sin conocerme, sin pedirlo... - agachó la cabeza, mirando su café.

- Escucha Buck... - Steve intentó mediar con él, pero un fuerte ruido en el exterior lo calló. Caminaron hacia una de las ventanas, solo para encontrarse miles de luces brillantes y de colores.

- ¿Qué es eso? - el corazón de Bucky empezó a latir con fuerza.

- Es Asgard... - murmuró Steve y antes de que pudiese decir nada, Bucky salió corriendo hacia el exterior.

Ahí estaba, después de cinco meses parada en frente de él con una sonrisa en los labios.

- Mir... - corrió hacia ella envolviéndola entre sus brazos - ¿Qué haces aquí? - estrechó su rostro entre sus manos.

- He venido porque me he dado cuenta de que mi verdadero hogar es este... contigo... - la mirada de Bucky terminó de iluminarse, llegando a su máximo esplendor, sonrió tontamente antes de acercar sus labios a los suyos y besarla lentamente.

- Yo solo digo que no entiendo que fijación tenéis con los humanos - Loki discutió - Primero tú con tu humana y ahora Miry con ese otro humano, si el plan es conquistar la Tierra, y vuestros métodos no me gustan - comentó dando vueltas, haciendo reír a Thor.

- Si te sirve de consuelo, Bucky es un súper soldado - siguió riendo.

- Humanos... - murmuró por lo bajo, aunque en el fondo se alegraba por su hermana.

.

.

★。/|\。★

.

.

.

Hi!

Primer pedido y no sé como habrá salido xd.

Espero que le haya gustado a la persona que lo pidió ᕕ(ᐛ)ᕗ (i tried to do my best!)

P.D. Voy a ir alternando los OS entre Bucky y Steve, manteniendo un orden [o por lo menos ese es mi propósito, aunque probablemente termine desordenado ƪ(˘⌣˘)ʃ] Así que... si tenéis alguna sugerencia/pedido/loquesea siempre será bienvenido

Os leo.

💞

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