La Espada de Oro (Los Elegido...

By Max_Carrington_16

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Observa alguna imagen de la tierra. Linda ¿cierto? Si lo vieras con mis ojos, ya no pensarías lo mismo. Mis o... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Segunda parte: el Campamento
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Tercera parte: la búsqueda
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Agradecimientos
Nota del Autor

Capítulo 23

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By Max_Carrington_16

Frank y Jared terminaron llevándome a una parte del bosque donde no había árboles. En esa área había cuatro gradas, todas acomodas en forma de círculo. En el centro había un círculo de tierra, y en tres puntos de su circunferencia se levantaban tres pedestales con tres elementos.

Cuando llegamos, las gradas estaban vacías.

-Llegamos a tiempo -comentó Frank. Subió los escalones de una sección hasta la mitad. Jared y yo lo seguimos.

-¿Qué hacemos aquí? -pregunté nervioso de que respondieran que lucharía.

-Veremos una grandiosa lucha -respondió Frank emocionado-. Un principiante de Tierra contra la legendaria Brenda.

-¿Legendaria Brenda? -lancé un suspiro de alivio al saber que no sería yo, pero me daba curiosidad ese apodo.

-Ajá. Nadie ha logrado vencerla. Si luchas contra ella, tienes una visita asegurada en la Enfermería -explicó Jared. Un grupo de personas se sentó arriba de nosotros y unos rieron al saber que era yo. Diablos, ¿cuándo iba a parar esto?

-Creo que no es algo justo que luchen contra ella -opiné. Pero Frank lanzó una risita.

-Mira -empezó Frank-, cuando se trata de enfrentamientos, los hombres del Campamento se dividen en dos grupos: los que usan la conciencia y la razón y los idiotas que creen que le ganarán a ella.

-Frank tiene razón -a mi izquierda, Sophie había aparecido por los escalones y sentó a mi lado-. ¿De qué grupo serás tú, Max? Conozco a alguien que decidió ser uno de los idiotas -dijo con una sonrisa burlona mirando a Jared.

-¿De qué sirve esta lucha? -pregunté evadiendo el tema. No quería hablar más de mi estúpido encuentro con ella.

-Entretenimiento -dijo de golpe-. Aunque ahora lo usan como un ritual de iniciación.

El anfiteatro se llenaba cada vez más, al parecer nadie quería perderse la guerra.

-¿No te da curiosidad? -preguntó ella tras un repentino silencio.

-¿Acerca de qué?

-Vamos -empezó Frank-, nadie le puede ganar a Brenda. ¿Por qué le preguntas eso? -le dijo a Sophie mirando por detrás de mí.

-Bueno, quién sabe. Siempre hay que tener esperanza.

-Espera un momento. ¿Por qué quieres que la derroten? -pregunté confundido.

-No te preocupes, Max. No es nada de odio -dijo entre risas-. Es sólo que quiero saber lo que ocurriría. Brenda siempre ha sido vista como una especie de leyenda en el Campamento, una reina. De verdad me gustaría saber cómo afectaría su derrota al Campamento.

Más personas llegaban, incluso la sección en la que estaba se había llenado. Un grupo de personas que estaba en los asientos opuestos empezaron a señalar hacia nosotros, específicamente a mí.

-Vaya. Parece que ya todos te conocen -comentó Sophie.

-Sí... y no es por algo por lo que se deba ser conocido.

-Ah... vamos. No fuiste el único afectado por Brenda. La mayoría de los varones de tu edad estuvieron así.

-Bueno, en realidad... -empezó Frank.

-Cierra la boca, Frank -comentó fríamente, luego volvió conmigo-. Frank siempreme ha sido un idiota, Brenda no tuvo nada que ver con él -dijo entre risas.

-El punto es que, además de que no soy un idiota -argumentó Frank, lanzando una mirada asesina a la chica-, todos se volvieron inútiles. James es uno de esos casos.

-Tiene razón. El probe chico fue humillado durante un tiempo.

Levanté las cejas en modo de duda y miré a Jared. A él le creía más, aparte de que era imposible imaginarse a James siendo golpeado, empujado, humillado, secuestrado, torturado... bueno, tal vez exageré un poco.

-No me mires a mí -contestó levantando las manos-, yo llegué el año pasado.

Más personas empezaron a llegar, y yo las analizaba una a una. Todos los hombres parecían tranquilos. Actuaban normal, como si nada hubiese pasado. Encontré a James en las gradas opuestas; estaba hablando con una chica, tranquilamente. Todos actuaban extrañamente normal.

Miré a todos lados y me puse a pensar. Todos los que veía eran Elegidos. Todos habían pasado por lo que yo. Y ahora, estaban aquí, esperando a ver como una chica le patea el trasero a un novato. Es raro, ¿no? Si alguien me hubiera dicho diez meses atrás que estaría rodeado de personas que controlaban los Elementos me reiría. Diría que estaba alucinando y que fuera con un psicólogo. Sin embargo, ahora estoy sentado en unas gradas, rodeado de personas que controlan los Elementos. Esperando a ver a una chica patear un trasero.

Mientras seguía pensando en cómo había cambiado mi vida, siguieron llegando más y más personas. Las gradas en las que yo estaba ya se habían llenado y el resto aún faltaba la mitad por completar.

El cielo estaba medio nublado y apenas eran como las once de la mañana. Las primeras once horas del año. El viento empezó a soplar y las copas de los árboles se agitaron, opacando las voces de los habitantes del Campamento.

El lugar me relajaba. El aire soplaba en mi cara y en la de los demás también, estoy casi seguro. Este lugar era especial. Parecía ser hecho específicamente para nosotros. Para Elegidos. Para personas que eran "diferentes".

Esta era mi nueva vida, definitivamente. Pero, ¿qué pasaría con mi vieja vida? ¿Qué pasará con la escuela? ¿Y con mis compañeros? Bueno, no creo que les importe tanto mi repentina desaparición, pero, ¿y Malus? Ese pobre chico... no podía quedarse solo, y menos con un padre así. Me sentía culpable por abandonarlo. Él me lastimó, pero eso fue tiempo atrás. Ahora era un amigo, y me sentía mal dejarlo ahí. Lo cual es curioso, ¿no? Justo cuando empezó esta aventura de los Elegidos, él me hizo sangrar la nariz y ahora me sentía mal por no estar ahí con él. Me pregunto que estaría haciendo en ese mismo momento...

Mis padres también me preocupaban, aunque de todas maneras ellos ya sabían que iba a suceder esto. Pero aún así no podía evitar pensar que ahora estaban en casa de tía Ágatha, asustados de lo que podría pasarme. Pero yo no podía hacer nada al respecto. Podría salirme del Campamento, pero no sabría a dónde ir. Podría preguntarle a alguien la dirección, pero ¿y si estoy en otro estado? ¿Cómo llegaría allá? No podía hacer mucho por ahora. Tenía que resignarme a mi nueva vida como un Elegido. Como dicen las personas: Año nuevo, vida nueva. Curiosa frase si piensas que mi vida cambió justamente en Año Nuevo.

Después de meditar acerca de lo que sería de mí y de mi familia, todos empezaron a gritar, aplaudir, incluso algunos silbaron. Miré hacia abajo, hacia el círculo de tierra y supe el origen del escándalo.

-Ahí viene... -dijo Frank.

Brenda había llegado al centro del lugar, al igual que otro chico mayor que ella. Todos aplaudían, unos se levantaron, otros rieron. Yo, por mi parte, trataba de no mirarla a los ojos. Y vaya que era difícil...

Ella sólo miró a su alrededor, esperando a que todos se callaran. Y cuando lo hicieron, sonrió. Volteó a ver al chico y él también sonrió, luego bajaron la cabeza en modo de afirmación y se acomodaron en puntos opuestos.

Y reinó un silencio que parecía haber asesinado a todos.

-Trataré de ser cuidadoso -anunció el chico, lo que provocó la risa de todo el mundo. Y entonces se lanzó a atacar.

Primero, el chico corrió y trató de darle un golpe en un costado. Pero ella lo esquivó al instante y con su mano, empujó la cabeza del chico al suelo. El lugar se llenó con un sonoro "¡Oh!", que incluso admito haber pronunciado porque, si ya soy un Elegido, ¿por qué no hacer lo que ellos hacen?

-Y eso, amigos míos -explicó ella en burla levantando el índice-, es lo que no se debe de hacer -todo el lugar explotó en risas. Esto se iba a poner interesante.

El chico se puso furioso, casi parecía que su cara estaba roja. Y mientras Brenda se regocijaba, el chico colocó una mano cerca de la pierna de ella.

-Oh, no -exclamó Sophie-. No debió haber hecho eso.

No supe lo que estaba sucediendo hasta que su pierna se hundió hasta la mitad de la pantorrilla en un pozo que él había creado. Ella se dio cuenta de esto y sólo sonrió.

-Te olvidas de lo que pasa si mezclas agua con tierra, ¿verdad? -le dijo. Luego, en un movimiento rápido, un chorro de agua se acercó de uno de los pedestales para bajar con fuerza por su pierna y golpear la tierra para convertirla en barro. Los brazos del chico se ensuciaron del lodo. Después, Brenda sacó con fuerza su pierna del hoyo, ensuciando por completo la cara de él.

Todos siguieron riendo o aplaudiendo. Las personas estaban emocionadas. El lugar estaba encendido, y el pobre chico estaba siendo humillado. Furioso, se quitó el lodo de la cara, para después tomar la pierna de ella y tirarla al suelo. El lodo salpicó a todas partes, ensuciando tanto al chico como a ella. Después se levantó, pero el chico volvió a tomar su pierna para volverla a tirar, a lo cual ella respondió dándole una patada a él en el brazo, provocando la burla de los demás.

Ella se levantó y se alejó, sin salir del círculo. Él se levantó con pesadez, moviendo el brazo golpeado. Después empezaron a caminar alrededor del círculo, esperando a dar el siguiente golpe.

-¡Vamos, Brenda! ¡Asesínalo! -grito una chica y todos empezaron a gritar. Ante eso, el chico se lanzó hacia ella, pero al instante, ella giró por el suelo para esquivarlo. Él trastabilló, pero lanzó un brazo hacia atrás, provocando que una región del suelo se agitara lanzando polvo por el aire. Ella cerró los ojos y agitó las manos en el aire para alejar el polvo de su campo de visión. Pero al parecer a él no le importaba golpear una mujer, ya que le dio un golpe en el estómago haciéndola retroceder.

Todos gritaron y se quejaron de eso, incluso yo creí que era injusto y quería golpear al chico. Lo empezaron a abuchear, pero la única persona que no lo hizo fue la misma Brenda. Ella, al contrario, hizo una mueca y sonrió. Comenzó a toser y levantó la mirada aún sonriendo.

-¡Fred! -gritó un chico cerca de mí- ¡Tu vida peligra!

Fred se distrajo volteando a ver quién había dicho y Brenda aprovechó para darle un puñetazo en la cara. Él retrocedió unos pasos y volvió a levantar polvo, aunque ella ya lo tenía previsto.

Unos látigos de agua avanzaron por detrás de Fred, por lo cual no se dio cuenta hasta que lo agarraron por las muñecas.

-Te tengo...

Los látigos se deslizaron por el aire retorciéndose como si fueran largas lombrices azules hasta ella y los atrapó con las manos. Luego estiró las manos y los brazos de Fred se hicieron para atrás. Los látigos empezaron a levantarse y a dar vueltas en el aire, haciendo al pobre chico dar vueltas. Brenda estaba riendo. Estiró un brazo y un látigo se movió hacia el mismo lado. Ella estaba jugando con él y todos se burlaban.

-Te gusta bailar, ¿verdad? -comentó Brenda con burla al mismo tiempo que hacía girar un látigo haciendo al chico girar como bailarina de ballet. Ella volvió a estirar su mano e hizo que Fred se golpeara en la cara con su propia mano.

-Oye, Fred, ¿por qué te golpeas? -se burló Brenda cuando volvió a mover la mano contra su cara- ¿Acaso te odias a ti mismo? -volvió a golpear su cara- No deberías odiarte, eso no es bueno -y todo el anfiteatro estalló en carcajadas.

Él se enfureció y trató de mover sus manos, sin embargo los látigos se lo impedían. Así que después de terminar de dar otra vuelta, pateó el suelo con fuerza y, como un balancín, la parte que él golpeó se hundió, y la parte en la que se encontraba Brenda se levantó. Para la mala suerte de Fred, Brenda se encontraba en la orilla del "balancín", por lo cuál se tambaleó cayendo de ahí. Y como aún sostenía los látigos, los brazos del chico fueron jalados hacia delante, cayendo en el balancín y golpeándose la cara con su propia creación.

-Ay, cómo lo siento -se disculpó Brenda con falsa preocupación- ¿Te lastimaste?

Él levantó la cabeza y se enfureció aún más. Trató de levantarse, pero Brenda volvió a jalar, haciéndolo trastabillar. Después, golpeó en el suelo nivelado con su pie derecho y el suelo empezó a resquebrajarse como si fuera hielo. Antes de llegar con la chica, la línea se dividió en dos. Ambas divisiones pasaron por debajo de sus pies, haciendo que se desequilibrara, perdiendo el control de los látigos. El agua cayó al suelo al no tener quién los controlara. Fred se subió al balancín, que se acomodó con el resto del suelo.

Brenda agitó sus manos, y una esfera de agua salió disparada hacia el chico. Pero como había hecho Jared, Fred creó una pared de tierra, que se destruyó con la esfera de agua. Ella volvió a lanzar otra esfera de agua, pero Fred volvió a regenerarla; justo como cuando Jared y yo estábamos en aquél claro.

La chica empezó a disparar esferas de agua como si fuera una pistola. Él creaba y creaba paredes, evitando así el tacto con el agua. Pero ella seguía disparando, así que lo que hizo fue estirar una mano y dar una vuelta, creando así una cúpula de tierra.

Ella lanzó otra bola de agua y la cúpula se humedeció, pero no se destruyó. Brenda lanzó otra a otra parte, pero sucedió lo mismo y dejó de hacer eso y se quedó quieta, al igual que el anfiteatro.

¿Qué estaba haciendo? El lugar estaba callado. Brenda estaba callada. Fred no salía de la cúpula. Y todos mantuvieron su mirada en la cúpula. Ella agitó sus manos y una pequeña ola se deslizó hasta la base del domo y se hizo un pozo, pero la pared no cayó. Volvió a  agitar las manos haciendo círculos y la ola empezó a dar vueltas rodeando el domo mientras creaba una zanja. Empezó a levantar las manos mientras seguía haciendo círculos y el anillo rotatorio subía por las paredes de la semi esfera café. Justo entonces cuando el anillo llegó a la cúpside, se juntó para crear una esfera grande, que después Brenda hizo caer encima del domo. Como la tierra ya estaba húmeda, la pelota de agua logró atravesar esa barrera, dejando un hueco en la parte superior.

Todos se mantuvieron callados, de nuevo, esperando la reacción de Fred. Desde mi lugar, podía observar una pequeña parte del interior, pero no se podía ver ni rastro del chico. Brenda cerró el puño, lista para atacar. Sin embargo, nada ocurrió. Pasaban los segundos y Fred seguía ahí dentro. Entonces cuando Brenda empezó a crear otra bola de agua, la sección de tierra debajo de su pierna derecha se levantó. Eso hizo que perdiera el equilibrio. Cuando colocó su pierna derecha en el suelo, otra pequeña columna la levantó.

-¡Revélate! -gritó y lanzó otra bola de agua hacia la cúpula, ahora generando un agujero. Sin embargo, Fred no hacía nada.

El suelo siguió levantándose en columnas, elevando sus rodillas hasta su pecho, o golpeando sus brazos. Aunque, con el efecto contrario, también creaba pozos con las mismas columnas, provocando que ella cayera en ellos.

-No seas cobaaaaarde, Freeeed -se burló. Pero otra vez no hubo respuesta. Empezó a preparar una esfera de al menos su tamaño para destruir de una vez el domo. Sin embargo, ella no contaba con que Fred creara otro balancín.

Las piernas de ella se hicieron para atrás. Ella empezó a caer. Y entonces, donde iba a caer su cara, Fred creó otra columna un poco más adelante. La columna se elevó con tanta velocidad que Brenda apenas pudo reaccionar. No logró esquivar la torre que le golpeó la nariz, golpe que todo el anfiteatro pudo escuchar, además de generar un sonoro quejido por parte de todos los Elegidos.

Cuando levantó la mirada, se podía ver que sangre le escurría por la nariz. Se llevó la mano al punto entre la nariz y el labio superior y tocó la sangre. Apartó los dedos y los observó. Al instante, su cara cambió.

Brenda limpió sus dedos en el pantalón. Con el dorso de la mano, se quitó el resto de sangre. Frunció el ceño y su mirada se tornó sombría.

Y como un toro, corrió a atacar.

Corrió hacia el domo, esquivando las torres. En el camino, dos esferas de agua se crearon en sus manos y las lanzó hacia la semi esfera, generando dos hoyos. Fred cubrió los hoyos con más tierra, pero cuando Brenda llegó, ella cubrió su puño en una esfera de agua y golpeó la pared en diferentes puntos. Luego, entró por el enorme agujero que había creado. Pobre Fred. Estaba muerto.

Después de unos segundos de que ella entrara, el chico salió volando por el agujero. Se levantó y corrió al lado opuesto del domo. En eso, Brenda salió caminando de él, y tranquilamente lanzó una esfera de agua, que le dio en la cabeza y lo tiró hacia una torre, donde se golpeó en el estómago. Justo cuando él se iba levantar, ella ya había llegado y colocado un pie en su espalda. Auch, justo en las fauces del depredador.

Ella lo giró y colocó una mano en su hombro. Luego estiró el otro puño para golpearlo, pero Fred actuó primero y con sus pies la apartó golpeando su estómago. Se levantó y ella dio un puñetazo, pero logró esquivarlo agachándose. Sin embargo, ella lo tenía previsto, y con el otro puño le golpeó la cabeza y lo tiró. Fred contraatacó y le pateó una pierna, cosa que la hizo perder el equilibrio. Él aprovechó para levantarse, pero ella era rápida: se estiró y tomó el cuello de su camisa y con el codo le golpeó en la espalda.

Después de volver a tirarlo como por cuarta vez, ella colocó una rodilla en su estómago. Levantó el puño, pero antes de golpearlo, Fred agarró tierra y lo lanzó hacia la cara. Brenda se levantó de golpe, con los ojos ardiéndole. Pero aún así, empezó a hacer girar un anillo de agua por todo el círculo, haciéndolo grande o pequeño. Fred trataba de evitar el anillo, pero de alguna manera, ella sabía dónde estaba. Y cada vez que el agua le golpeaba en la cabeza, todos se burlaban de él.

Y llegó un punto en el que Fred estaba tan cansado de los golpes que se dejó caer de rodillas. Brenda caminó hacia él, con los ojos limpios. Fred levantó la mirada, y ella por fin pudo darle el golpe que tanto quiso darle.

La cabeza de Fred se agitó, y lentamente empezó a caer hacia atrás hasta que todo su cuerpo cayó en la tierra.

Entonces, todo el anfiteatro gritó y vitoreó a Brenda.

Pero nadie sentía lástima por Fred.

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Después de la pelea, unos enfermeros llegaron por Fred y se lo llevaron. Asimismo, unas enfermeras llegaron con Brenda para curarla.

Mientras tanto todos gritaban, aplaudían, o corrían. En el cielo se podían ver arcos de agua.

Cuando bajé de las gradas, me perdí entre la multitud y no encontré a nadie conocido. Todos empujaban y yo trataba de abrirme paso, pero no se podía. Así que caminé a una grada cerca y esperé a que todos se fueran de ahí.

Miré a todos. Todos estaban felices o emocionados. Todo era tan... extraño. Sus vidas eran diferentes ahora, sin embargo no les importaba o no pensaban en ello. Y por mi parte, yo aún no podía quitarme de la cabeza que ahora estaba en un lugar con desconocidos; no podía dejar de pensar qué hacía mi familia, qué hacían todas aquellas personas que ahora había dejado atrás.

Tiempo después, el lugar se despejó más y ahora tenía espacio de sobra para poder caminar. Así que avancé por entre todas esas personas desconocidas, solo que no sabía a dónde me dirigía. Salí por entre dos gradas. Y tuve la buena suerte (o tal vez mala) de encontrarme con la legendaria Brenda. Y sin compañía. Y tuve miedo. Después de lo que le había visto hacer, tuve miedo.

Me quedé quieto sin saber qué hacer. Ella estaba colocándose una venda en el puño izquierdo. Luego terminó y volteó a verme. Y me quedé de piedra. Sus ojos me habían vuelto a hipnotizar. Me habían llevado de nuevo a esa extraña fantasía en la que naufragaba en su piel.

-¿Otra vez tú? -se quejó lanzando un suspiro y dando media vuelta.

-Sí, bueno... eh... -traté de decir algo coherente, pero sólo salieron balbuceos.

-Ve al grano, ¿qué quieres?

"No, nada. Llegué aquí por accidente" quería decir. Sin embargo...

-Yo... estuvo... buen... luchas genial -logré decir. Ella hizo un gesto de sonrisa, hasta que...-: Y tus ojos...

Ella lanzó un gruñido. Luego con fuerza me giró y tomó mis manos para colocarlas cerca de mi cuello por detrás de la espalda. Y sí. Sí era doloroso.

-Auh, auh, auh... -me quejé. Estaba sosteniendo mis manos por las muñecas, y cada vez que trataba de soltarme, ella apretaba más mis manos.

-Mira, tal vez no lo sabes, así que dejaré esto como si no hubiese pasado. Pero espero que para la próxima se te quede grabado en esa cabezota que tienes -golpeó con un dedo mi cabeza-, que si vuelves a decir otra estupidez, juro que tendrás una habitación en la Enfermería por dos semanas.

Eso sí que era amenzar. Y con el tono de su voz, en verdad me había asustado.

Yo sólo logré asentir.

Cuando me soltó los brazos, los estiré para quitar el dolor. Luego me giré e hice el intento por no desconcertarme.

Una chica llegó y se acercó a ella. Le dijo algo al oído y se apartó unos centímetros.

-Bueno, me tengo que ir -dijo con un tono tan tranquilo que parecía ser otra persona-. Fue un gusto hablar contigo -y se fue con la que había llegado.

Yo sólo me quedé parado, pensando en lo que había sucedido.

¿Quién puede entenderla?

_____________________________________

-Así que tuviste otro encuentro con Brenda, ¿eh? -preguntó Frank al momento de alejarnos del anfiteatro y pasó un brazo por detrás de mi cuello.

-Tenías que alejarte... -empezó Sophie- ¿Por qué te alejas si sabes que es tu primer día afuera en el Campamento?

-No me alejé -le reproché y aparté el brazo de Frank-. Habían muchas personas y me perdí.

-Tienes suerte de que te haya encontrado... -soltó la pelirroja rodando los ojos.

-Bueno, al menos no fue tan malo como el pasado -habló Jared que estaba atrás de mí. Casi parecían estar escoltándome. Sólo faltaba tener a alguien enfrente y listo. Caminaron por el bosque sin ninguna dirección fija. Habían diferentes grupitos de Elegidos a nuestro alrededor, y creí que todos me verían y se burlarían, pero nadie hacía nada.

-A excepción de que James me vio y me lanzó una amenza con la mirada -recordé-. Como si no fuera suficiente con la de Brenda...

-Mira: James es un idiota, ¿sí? -opinó Sophie colocándose enfrente de mí, deteniendo a los otros dos- Es más, se molesta por cosas estúpidas.

-Ah, sí. Te refieres a lo de gatito, ¿no? -le preguntó Frank y ésta asintió.

-¿Gatito? -miré a los tres sin entender enarcando una ceja.

-El apellido de James es Sullivan -explicó Jared, pero aún así no le entendí.

-Sullivan, Sulley -dijo Sophie extendiendo las manos-. James P. Sullivan, ¿te recuerda a algo? No sé... ¿un monstruo azul, quizá?

Oh... entonces de ahí viene una parte de su odio...

Sophie giró y siguió caminando.

-Gatito -repetí con una risita y seguí a la chica-. Ahora tiene sentido.

-Sí, bueno, para él no le causa gracia -advirtió Jared-. Tal vez al principio fue una coincidencia y le agradó. Sin embargo, no creo que sea buena idea decirle a un adolescente que su nombre se parece al del personaje de una película infantil.

-Gracias. Lo tomaré en cuenta.

Era claro para cualquier persona que no estaba bien llamar a un adolescente por el nombre de un monstruito azul de una película infantil, y más si es para burlarse. Creo que ahora entiendo por qué James es tan amargado. Aún así no tiene razón alguna para asesinarme. Sólo hablé con Brenda... como si nadie lo hubiese hecho.

-Bien, ahora te toca la segunda parte del entrenamiento -comentó Frank instantáneamente.

-¿Segunda parte? ¿Acaso lo que hice no fue suficiente?

-Este es diferente -explicó Jared-. Hay dos tipos de entrenamientos. Unos es para entrenar con tus poderes y el otro es entrenamiento físico.

-Verás, si no te ejercitas, no sobrevivirás en el Campamento. Así de simple.

Sophie giró a ver a Frank y le lanzó una mirada asesina. Luego siguió caminando, pero con un paso diferente.

-Frank, no asustes al chico. Es su primer día. Dime, ¿cómo estabas tú en tu primer día?

Y como si hubiese dicho algo malo, los tres se detuvieron. Sophie otra vez se volteó, esta vez parecía preocupada. Yo giré a ver a ambos, pero Frank tenía la cara diferente. Parecía perdido, ausente. Tenía la boca entreabierta, como si quisiera responder, pero las palabras no le salían de la boca. Eso era preocupante. Bajó la mirada, ahora parecía indefenso. ¿Qué estaba pasando?

-Frank, lo siento. Yo... -se acercó a él y colocó una mano en su su hombro- Lo olvidé. De verdad no quería hacerte sentir mal, no fue mi intención.

Empezó a acariciar el brazo de él y este asintió sin mirarla a la cara. De pronto su estado de ánimo había decaído.

Ambos siguieron caminando por el bosque rodeando una enorme raíz que se asomaba por la tierra. Yo me coloqué junto a Jared y esperé a que se alejaran un poco más y los dos los seguimos con cierta distancia.

-¿Qué acaba de pasar aquí? -le pregunté en voz baja. Tenía curiosidad por saberlo. Frank no era de esas personas que se deprimen así de pronto.

-Sophie cometió el error de mencionar el primer día de Frank -eso no me revelaba nada.

-¿Y qué tiene de malo?

-Digamos que ocurrió una tragedia que Frank odia recordar. Solo tienes que saber eso -y terminó la conversación.

La incomodidad se hizo presente al instante así que miré hacia abajo para distraerme.

Pensé en diferentes temas para sacar una conversación, pero no podía dejar de pensar en lo ocurrido. "Instantáneo", "curioso" y "misterioso" son palabras que definen el evento que había sucedido. Y el misterio me atrae.

Sin embargo, no podía seguir hablando de eso. Así que hablé de algo que podía fastidiarlo: Malus.

Jared se impresionó al saber en lo que se había convertido. Inclusive pensó que estaba inventándolo. Le conté todo lo que sucedió, desde que se fue hasta que el incidente en su casa.

-Debes estar hablando de alguien más. ¿Cómo se llamaba ese chico?

-Kevin -contesté refiriéndome a Malus.

-No, ese no -reprochó Jared al instante y luego recordó-. Marcus.

-No. Te digo la verdad. Malus es un buen chico. Su padre era el que lo afectaba.

-¿Sabes? Es raro y estúpido que las palabras "Malus" y "buen chico" estén juntas en una oración -después lo pensó-. Sobre todo si en medio está la palabra "es".

-Me pregunto qué estará haciendo en este momeno -dije para mí mismo ignorando el comentario de él.

La verdad no me sorprendería que ahora esté con un terapeuta o que alguien descubiese su caso debido a los estragos ocurridos en su casa.

Aparte, aún no podía evitar ver la cara de su padre. Aquella cara morada, con ese laberinto de venas en la cara y en cualquier otra parte de piel visible. Sus ojos saltones y rojos, mirándome suplicante que lo dejé ir. Su cuello estrecho, como si alguien lo estuviese apretando. Sus brazos y piernas agitándose, tratando de sobrevivir...

-¿Max? -la voz de Sophie interrumpió mis terribles pensamientos. Los cuatro nos encontrábamos en un área donde había diferentes maquinarias para ejercitarse. Casi parecía un gimnasio al aire libre. Aunque creo que lo era.

Unos chicos que estaban en unas barras se detuvieron y miraron en nuestra dirección.

-Creo que aún sigo siendo el centro de atención -dije con un aire orgulloso.

-Sí, mírate -dijo Frank, alegre de nuevo-, eres el único escuálido en este lugar.

Y Frank tenía razón. Todos los demás tenían algún otro músculo desarrollado. Y yo... bueno, mis músculos son tímidos. Les da pena salir.

Todos estaban musculosos, delgados, fuertes. Y yo... yo era Max. Supongo que son requisitos que se necesitan para ser Elegido.

Si no te ejercitas, no sobrevivirás en el Campamento, recordé. Creo que con eso se refería Frank.

-Bien, Max. ¿Comenzamos? -preguntó Frank con una sonrisa.

_______________________________

-Esto dueeeele -me quejé.

No podía caminar, tenía que arrastrar mis pies por la tierra. Estaba muerto. Iba a morir. Jamás había hecho tanto ejercicio.

Primero me pusieron a estirar, junto con Jared. Algo así como una competencia. Después dimos cuatro vueltas al lugar ese, donde ambos terminamos igual. Todo bien al principio, nada a lo que no estuviese acostumbrado. Hasta que llegaron las abdominales, lagartijas, desplantes, y otras cosas más que ni sabían que existían. También nos pusieron variaciones de cada una de esas cosas, como estarse moviendo a los lados.

Para cuando hube terminado las diez repeticiones con treinta cada uno de un ejercicio en el que te ponías de puntillas y bajabas sin tocar el suelo con el resto del pie, los tres se acercaron a las barras y colocaron sus manos para empezar a levantar su cuerpo. ¡Yo ya no podía! Difícilmente lograba sostenerme, muy apenas conseguía elevarme quince centímetros. ¡Incluso Sophie pudo hacer como diez sin ningún problema! Por suerte, ellos decidieron que sólo hiciera uno.

Después de haber salido del infierno, los cuatro fuimos al comedor (sí, ese que sirve para comer) y fue triste porque no tenía las fuerzas necesarias para alimentarme; incluso estaba por llegar a ese punto en el que me iban a meter la comida, como si fuese un niño pequeño.

Después de terminar de comer, coloqué mis brazos en la mesa y apoyé la frente en ellos. Estaba cansado, muy cansado, que me quedé dormido. Y lo sé porque cuando salí ya era de noche. ¿Pueden creerlo? Estuve como seis horas haciendo ejercicio, para luego comer y dormir una hora. Además, ¿por qué se quedaron una hora ahí?

El cielo ya se estaba oscureciendo y todos iban saliendo. Nosotros nos dirigimos a las cabañas, por el frente.

-Tú vas a dormir en las cabañas de Fuego -Sophie se había adelantado, y se metió a la cabaña principal, dejándonos a los tres solos. Yo sólo me quedé parado y con los ojos cerrados. Quería descansar...

Ella salió un minuto después junto con Arthur.

-¿Para qué me necesitas a mí? -parecía enfadado- Podías haberle dicho a alguien más.

Se acercó a mí y me indicó que lo siguiera. Ambos entramos a las cabañas y los otros se quedaron afuera para después alejarse.

-¿Y bien? ¿Cómo fue tu primer día? -preguntó dándome un empujón con el hombro lo cual me dolió y me quejé- Ah, ya veo. No necesitas decir nada.

Ambos caminamos en silencio hasta que se detuvo enfrente de una cabaña pequeña (aunque todas eran parecidas). Arthur abrió la puerta y entré.

El interior era simple. Dos camas a ambos lados del edificio. Algunos muebles como mesitas, o baúles se encontraban pegados a las paredes de la entrada. Y a la izquierda había una puerta.

-Tus pertenencias están ahí. Fueron enviadas el tiempo que estuviste a la Enfermería -señaló la puerta-. Ese es un baño. Y por si te preguntabas: sí, sí tenemos electricidad -encendió un interruptor y unas lámparas se encendieron-. Ahora, si no tienes más preguntas... -y no se esperó, solo salió y cerró la puerta.

Cuando Arthur se fue, apagué la luz. En este momento no era tan necesaria, ya que aún entraba poca luz.

Me acerqué a uno de los baúles, me coloqué de rodillas entre gemido y dolor y lo abrí.

¿Cómo llegó mi ropa? No lo sé. Arthur dijo que la enviaron mientras yo estaba inconsciente. Así que tal vez alguien la recogió mientras estaba alucinando en la Enfermería.

Busqué entre telas y telas hasta que encontré lo que usaba como pijama. Fui lentamente hacia el baño, que era simple. Un lavabo, un espejo, un sanitario y una ducha. Abrí el agua caliente y tomé un tranquilizador y relajante baño caliente.

Otra vez, el Campamento me había atrapado. Casi parecía más un hotel de cinco estrellas que un campamento. Toda esa naturaleza que tenía y se cuidaba, era perfecta. El Campamento tenía la exacta porción de naturaleza para vivir mezclada con la exacta porción de tecnología para sobrevivir. Era simplemente maravilloso. Te podías divertir con cualquier cosa, ¡nunca te aburrías!

Cuando terminé de ducharme, me acomodé en una de las camas y cerré los ojos.

Pero no pude dormir.

Seguía pensando en las cosas que había visto en mi primer día en el Campamento. En todo lo que había escuchado. Todo lo que había vivido, lo que había sentido. Todo fue genial.

Era tan extraño haber convivido con personas que tenían las mismas habiliades que tú y que lo vieran de forma natural. Bueno, es cierto que uno se puede acostumbrar, pero esto era... fantástico. Era algo que se ve en las películas, sin embargo, ese día estuvo enfrente de mí. Vi miles de cosas que se ven solo en sueños. Fue algo increíble.

Y Brenda...

Giré en la cama y miré por la ventana hacia el cielo nocturno estrellado. Tal vez esta vida no estaba mal. Tal vez estaba alucinando y exageraba las cosas. Tal vez las cosas se iban a quedar como estaban en ese momento.

Tal vez desde ese momento mi vida sería perfecta.

Tal vez.

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