Capítulo 50

2.2K 157 47
                                    

Él estaba ahí.

Se encontraba de pie justamente enfrente de las escaleras, viéndome con odio. Repentinamente, nos encontrábamos sólo nosotros dos. Una especie de barrera invisible se encontraba entre el mundo real y nosotros. El resto de los Elegidos se encontraban atacando a las Sombras con sus poderes.

La Espada zumbaba con fuerza. Podía ver como pulsos de energía empezaban a viajar por toda su hoja. Emitía un sonido muy extraño que hipnotizaba. El mango no dejaba de punzar, sentía que pequeñas agujas se enterraban en mi palma casi como si la Espada no quería ser soltada. Apreté mi mano alrededor del mango: nunca la soltaría, menos ahora.

Él bajó la mirada y ambos nos conectamos. Sentí un escalofrío que recorrió mi cuerpo entero y la Espada vibró, casi como si también temiera de Él. No dijimos nada, sólo mirábamos dentro de nuestra mente. Apreté la mandíbula intentando no hacer ninguna estupidez, pero era imposible. El hombre que asesinó a mi padre estaba enfrente de mí, a unos metros, y yo tenía el arma para matarlo.

Él avanzó unos pasos, pero siguió sin apartar la mirada. La Espada volvió a vibrar al sentir la presencia de Él acercarse aún más. La rabia ardía dentro de mí. Había matado a mi padre. Había provocado malas experiencias para los demás. Merecía morir.

Justo cuando estuvo enfrente de mí, se detuvo y sonrió. Yo ya no sabía qué hacer, ¿iba a atacar o no? Justo como si me hubiese leído la mente, habló.

-Eso no va a servirte de nada.

Volvió a levantar la mirada y a mí alrededor todo se empezó a oscurecer. El Campamento desapareció por completo, y todos los demás Elegidos que luchaban a los alrededores ya no estaban ahí.

Podía escuchar gritos a mí alrededor. Gritos de horror, de personas que no sabían qué estaba sucediendo. Me llegaba a los oídos y me taladraba el cerebro. La Espada seguía vibrando con fuerza, haciendo que mi brazo doliera, quise soltarla, pero era imposible. De verdad la Espada se había quedado pegada a mi mano.

Él empezó a acercarse cada vez más. Yo, por mi parte, intenté apartarme de Él. La Espada vibraba tanto que era imposible para mí mover mi brazo. Me puse de pie, di media vuelta y empecé a correr lejos de ahí, pero la oscuridad no acababa, no importaba a dónde fuera.

Miré hacia atrás y ahí seguía Él. A lo lejos escuché una explosión, seguido de gritos. No sabía de dónde venía exactamente, pero se escuchaba casi como si estuviera a mi lado. No podía escapar de ahí, tenía que acabar con Él o morir en el intento.

Tenía miedo. Por dentro pensaba que debía dejarme morir. Él había dicho que la Espada no funcionaría con él y estaba atrapado en esta infinita oscuridad. No tenía ninguna oportunidad contra Él.

-Es tu culpa -dijo en voz alta. Yo lo miré en la lejanía sin saber qué decir. La ira en mi estómago estaba atorada por el miedo en la garganta. Entonces, de la oscuridad se escuchó un crujir de huesos y un cuerpo cayó entre Él y yo.

-No. No lo hagas. -Cerré los ojos con fuerza. No, no quería ver eso otra vez, era demasiado para mí. Pero el ruido aún se escuchaba, era un ciclo de huesos quebrándose que nunca acababa.

-Piénsalo. Tú liberaste a mi bestia. -El ruido se hizo cada vez más fuerte y más rápido. Quería que se detuviera, pero era imposible evitarlo. Sin embargo, el sonido cesó. La oscuridad fue acompañada por el silencio. Abrí los ojos, y ahí seguía Él. A pocos centímetros de mi cara.

Arremetí con la espada hacia un costado suyo, pero antes de tocar su torso, Él detuvo la Espada con la mano. Ésta vibró con fuerza y mandó punzadas de dolor a mi mano, pero seguía sin poder soltarla. Me retorcí y me arrodillé, gimiendo de dolor, sintiendo lo que la Espada sentía. Él tenía un guante en su mano, un guante hecho de lo que parecía ser aura negra. Justo ahí, en donde estaba su mano, la Espada brillaba con fuerza.

La Espada de Oro (Los Elegidos #1)Where stories live. Discover now