Las curiosas formas del amor...

By Elygweasley

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Cuando el amor se cuenta más de una vez con diferentes parejas, es más que simples historias, son vivencias d... More

Indice de Temas
1 Llamaste al fin (Elio y Oliver)
2 Lo elemental del amor (Johnlock)
3 La ilusión del amor (Touya y Yukito)
4 Valentín mundano (Malec)
5 Solicitud esperada (Aziraphale y Crowley)
6 Aloha, Danno (McDanno)
7 Despertar (Stony)
9 Siempre contigo (Drarry)
10 Un amor intenso (Spirk)
11 Investigando (Kaleb y Judd)
12 A pesar de todo, juntos (Thorki)
13 Su lugar especial (Sabriel)
14 Restringuido (Superbat)
15 Entrega (Stony/SamBucky)
16 Caliente (Gylland)
17 Rendido (Morgan y Spencer)
18 Aceptación (Theseus, Newt y Albus)
19 Flechado (Clint y Pietro)
20 Silencio - (Cockles)
21 Sin alma (Ciel y Sebastian)
22 Mío por siempre (Wade y Peter)
23 Sin resistencia (Edward y Jacob)
24 Desde lejos (Crowley y Castiel)
25 Enemigo mío (Albus y Grindelwald)
26 Embrujo de luna (Stiles y Derek)

8 Sin ti, no hay nada (Destiel)

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By Elygweasley

Multiverso: Mitología Orfeo - Supernatural (Dean y Castiel)


El final estaba cerca, Sam y Dean habían pasado por muchas cosas, muchos pesares, muchas injusticias y demasiadas pérdidas como para siquiera contarlas.

Dean estaba sentado al borde del lago cercano al bunker y miraba al horizonte. Sabía que la gran lucha estaba a la vuelta de la esquina, y tenía muy en claro que el resultado fuera cual fuera, no le gustaría para nada.

Pensó en su hermano y en todo lo que ellos habían vivido, en su nueva familia que fue creciendo y disminuyéndose en determinados momentos de todo ese largo camino. Jack, un niño que se había ganado el corazón de todos, en especial el de él; sin embargo, era a Cass quien no podía pensar en perderlo, nuevamente.

Si tenía que ser sincero, ya era hora que ambos tuvieran un seria conversación.

Si tenía que ser lógico, las cosas debían quedarse como estaban.

El detalle era que ambos se habían besado, un beso en toda la medida, con lenguas, dientes, toqueteos y más. No había sabido cuánto tiempo estuvieron besándose; para el momento en que se detuvieron, ellos reían como locos mientras se acariciaban. Si bien hablaron un poco, fueron cosas sin importancia, ni sentimientos ni pensamientos sobre lo que habían hecho.

Una sonrisa tonta apareció en el rostro de Dean al recordar el rostro de aquél ángel que había sido su perdición desde el primer minuto que lo vio entrar en el granero aquella vez que no sabía que los ángeles formaba parte de todo su loco mundo; pero tal vez, desde el momento en que lo rescató del mismo infierno y debido a que él, sin memoria de haberlo visto, cayó profundo por Castiel.

Dean miró su reloj y comprobó que el ángel tenía media hora de retraso. Ellos acordaron verse en ese lugar, un sitio tranquilo donde pudieran hablar de todo lo que hasta ahora se habían negado en aceptar.

Era imposible seguir postergando más esa conversación.

—Dean —la voz de Castiel lo hizo sobresaltar un poco.

Él no perdió el tiempo y fue abrazarlo, se sentía feliz porque al fin ellos iban a estar juntos, una vez terminaran con lo pendiente ya no habría más de qué preocuparse.

— ¿Qué te tardó?

—Jack —fue la respuesta baja de Castiel y Dean sonrió.

Sin pensarlo más, lo besó y como fue con el primer beso, este fue igual de incendiario. Las manos de ambos iban por todos lados, aunque en donde Dean era mucho más osado, Castiel era más recatado. No importaba, porque no podía creer que ambos al fin estuvieran juntos.

—Soy tan feliz —dijo Dean entre beso y beso.

—Yo igual, creo que incluso más, mucho más —soltó Castiel casi sin aliento.

—Y esa es mi señal para entrar —escuchó una voz no conocida detrás de ellos.

Dean estaba algo confundido cuando Castiel prácticamente lo empujó hacia atrás y se interpuso entre él y la persona que había llegado.

— ¿Qué pasa...? ¿Quién es ella? —Preguntó al ver a una mujer que los miraba sonriente.

Algo en esa persona le causaba un temor irracional.

—No, por favor —rogó Castiel en voz baja y eso confirmó a Dean que algo muy malo estaba por suceder.

—Un trato es un trato, Castiel. Despertaste, me desperté. Algo sumamente imposible. Por eso acordamos que en cuanto fueras feliz, deberías regresar a la nada.

— ¡No! —Gritó Dean y sacó su arma apuntando a la mujer que amenazaba con quitarle la felicidad que tanto le había costado al fin tener—. No te lo llevarás, hija de perra —luego miró a Castiel y habló molesto y bastante decepcionado—. Y tú y yo hablaremos después, sobre tener secretos.

La risa de aquella mujer le produjo escalofríos, pero no bajó el arma y aun así ella caminó hacia ellos. Los disparos hicieron huir a las aves, el eco fue ensordecedor. Disparó todo lo que tenía en la cámara y no le causó ningún daño. Ella alzó la mano y sujetó a Castiel.

Él no pudo reaccionar ya que ellos simplemente desaparecieron ante sus ojos, incluso antes de que Dean decidera hacer algo para evitarlo.

* * * * *

Los siguientes días que pasó fueron un suplicio.

Castiel se había ido, Jack y Sam solo estaban en la periferia y no se atrevían a decirle nada. No se molestó en llamar a Chuck, porque sabía que no vendría, después comprendió que lo que realmente necesitaba era que Jack volviera a traerlo, él era la solución.

— ¡Maldita sea! —Maldijo cuando se dio cuenta de que había perdido tanto tiempo estando la respuesta ahí para él.

Salió de su habitación y a pesar de haber bebido lo suficiente como para tumbar a un vikingo, solo se tambaleaba un poco al entrar al salón donde Sam y Jack estaban haciendo algo que fue interrumpido por su abrupta entrada.

—Tráelo de vuelta —demandó Dean pronunciando correctamente las palabras y si no fuera porque se tambaleaba un poco y por el fuerte olor a alcohol que emitía, nadie diría que había bebido más de la cuenta.

—Ya lo intenté —contestó Jack visiblemente apenado al bajar la mirada.

— ¡No! ¡Hazlo mejor! con suficiente esfuerzo ¡vuelve a intentarlo! —La desesperación se filtraba en su tono angustiado de su voz.

—Dean... en serio, ya lo hice.

—Tienes que hacerlo nuevamente y pon todo tu jodido poder en ello o yo...

— ¡Dean! Cálmate —habló su hermano mientras lo sujetaba de los brazos y lo apartaba de Jack quien lo miraba con tristeza.

No se había dado cuenta de que había caminado hacia Jack para sujetarlo y de ese modo obligarlo a que hiciera lo que pedía.

—No lo has hecho lo suficiente... —gruñó frustrado— tienes que traerlo de vuelta... tienes que... —su voz era un gemido agónico y destilaba tristeza.

Dean no pudo más, cayó al suelo, su hermano fue con él hasta el piso y lo abrazó mientras él lloraba sin consuelo. La nada se lo había arrebatado, y no podía hacer nada para evitarlo.

Así pasó el tiempo, su tristeza era tan grande que afectaba a todos. Sam y Jack siguieron intentando de todo para traer a Castiel, sin éxito.

Todo estaba perdido.

Lo había perdido en la puerta de la felicidad y ahora no tenía nada.

Un ruido en el salón llamó su atención, él estaba en la cocina con una botella de cerveza en la mano como era costumbre, caminó hacia el alboroto y pudo ver a su hermano y al chiquillo prepararse para salir.

—Voy con ustedes —dijo Dean, dejó su botella a un lado y comenzó a armarse.

—Oye, no creo...

—Voy y punto —sentenció Dean con voz seria.

Nadie dijo nada más, todos terminaron de alistarse y salieron en busca de lo que fuera a donde ese par iba.

Al llegar a un poblado cercano, caminaron con sus pistolas en mano y atacaron al hombre lobo descontrolado que estaba causando muertes en el lugar. Después de ello, fueron hacia otro estado en busca de un nido de vampiros que había estado ocasionando problemas. No encontraron el nido, pero sí ayudaron al cazador que estaba en la zona a matar a unos cuantos.

Dean actuaba en automático, no sentía nada.

La tristeza, aunque siempre estaba presente, ya no la exteriorizaba. Era como una armadura que se había tenido que colocar muchas veces, pero que ahora más que nunca, la necesitaba para seguir adelante.

Ese día, regresarían al bunker y él había decidido salir solo a un bar a beber un rato. Una vez que llegó, bebió como siempre hasta que una hermosa mujer lo abordó.

— ¿Te gustaría asistir a una fiesta privada? —Se le insinuó de manera descarada, pero él no estaba interesado y así se lo hizo saber.

Después de ella, aparecieron tres chicas más con las mismas intenciones a las que también rechazó ya sin mucha delicadeza o ceremonia. Cuando un par más se le acercó, él simplemente se levantó y las dejó con la palabra en la boca, estaba harto, no quería nada con nadie.

No estaba tan borracho, al menos no tanto como para no darse cuenta de que esas mujeres eran vampiros que, pensando que él era un hombre cualquiera, querían llevar a su nido y servir de almuerzo.

Caminó por las calles oscuras del pueblo pensando en Castiel cuando un grupo de garras lo sujetaron por todos lados y lo arrastraron hacia una camioneta, él intentó luchar, pero eran muchos. Las vampiras habían ido por él, con la intención de no recibir una negativa y por más que luchó, no pudo evitar que lo llevaran a su nido.

Ahí pudo ver que él no había sido el único y que efectivamente, ese nido debía ser el que buscaba el cazador local. Había muchos vampiros en ese sitio, pero eran las vampiras quienes lo tenían bien sujeto. Los machos se mantenían a una distancia prudente, solo observando cómo ellas decidían si almorzarlo en ese momento o dejarlo como postre para el final.

—Decidan de una vez —escuchó a un vampiro decir—, es un Winchester y si demoran, el otro vendrá aquí por él.

La discusión no duró mucho después de esa declaración.

Esos seres se abalanzaron sobre él rasgando no solo sus ropas, sino también su piel bebiendo de su sangre de forma golosa. Un Winchester que se ofrecía tan fácil era un bocado que no se podía desperdiciar.

Cuando solo tenía un poco de consciencia y sabiendo que moriría, su último pensamiento antes de dar su aliento final fue que, aunque muriera, no iba a poder ver otra vez a Castiel, puesto que como humano, no iría a la nada que era donde iban los ángeles cuando eran destruidos.

* * * * *

Cálido.

Una brisa suave y cálida lo envolvía mientras que un calor agradable bañaba su piel, haciéndolo sentir acogido y protegido.

—Abre los ojos, Dean.

Aquella voz era familiar para él, pero no tenía ganas de obedecerlo. No, porque desde hacía no sabía cuánto que no sentía ese tipo de tranquilidad, a pesar de que la tristeza en su ser era grande y jamás lo abandonaría, se sentía en una mediana paz.

—No te arrepentirás, abre los ojos.

Dean no tuvo más remedio que abrirlos y vio que estaba en un bosque. Movió la cabeza y vio vegetación por todos lados. El sol, arriba de él, aunque brillaba, su calor no era incómodo. El sonido de los pájaros revoloteaban mientras pasaban frente a él lo hicieron pensar que estaba en un lugar extraño y hermoso.

Había muerto, eso lo tenía claro, pero el lugar donde estaba no era nada parecido al infierno en donde él debía haber ido. Se levantó y al estar de pie, miró todo a su alrededor intentando descubrir cuál era la trampa.

—No hay trampa. Tú mereces estar aquí más que nadie.

Dean cerró los ojos por un instante y cuando los abrió, frente a él estaba Chuck mirándolo con esa expresión condescendiente que solía usar cuando miraba a los hermanos Winchester. Su primer impulso, fue golpearlo; el segundo, fue gritarle y exigirle por qué no había podido salvar a Castiel. Lo había ignorado por tanto tiempo que el resentimiento que había dentro de él era tan grande que no pudo emitir palabra alguna.

—Tienes toda la razón para estar molesto, pero las cosas suceden por una sola razón.

Iba a gritarle toda la amargura que sentía por dentro cuando un movimiento a su izquierda lo hizo mirar y sin dar crédito a lo que sus ojos mostraban, solo atinó a soltar un gemido lastimero y agónico.

Era una pesadilla, seguro de que sí estaba en el infierno y esta era la manera en que los demonios lo estaban torturando.

—Si esto es una maldita broma... —habló con voz ronca por las lágrimas.

—Esta es tu recompensa, Dean. Castiel estará contigo por el resto de la eternidad, como siempre ha sido destinado.

Después de decir esto, Chuck se fue dejándolo asustado.

¿Y si tal vez, sí estaba en el infierno y esto era una broma macabra en donde cuando lo tocara, Castiel desaparecería?

Temía tan siquiera mirarlo y a la vez no podía dejar de hacerlo por miedo a que desapareciera. La sonrisa tímida, tan propia del ángel se dejó ver, caminando hacia él, levantó su mano y pudo sentir la tibieza de su tez. Soltó una exhalación al darse cuenta de que no desapareció al tocarlo.

Castiel tomó su mano y la sujetó fuerte.

—No es una broma ni una ilusión, Dean. Mi padre me trajo de vuelta, pero cuando me dijo que tú... que tú... debías estar vivo, junto a... —Dean lo calló con un beso.

Este beso fue lento y casi tímido, cuando lo rompió estaba sonriendo mirando al ángel quien parecía estar algo mareado.

—No importa, no quiero estar vivo si tú no estás ahí conmigo. No quiero volver si tú no lo haces, no quiero nada si no estás a mi lado.

Castiel sonrió y ambos fueron a sentarse en una banca que estaba a un lado. Ellos, hombro a hombro, miraron a los árboles sonrientes sabiendo que al fin estaban juntos y que el largo camino que había recorrido llegó a su fin.

Nada tiene sentido si no estas a mi lado. 

Cómo Orfeo perdiendo a Eurídice, para finalmente unirse por toda la eternidad, ellos vivieron su propio mito de amor, entrega, sufrimiento y recompensa.


* * * * *

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