Sonríeme ➳ Charlie Weasley

MarieWeasley द्वारा

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Durante su época en Hogwarts, Charlie Weasley sólo tuvo ojos para su compañera de Hufflepuff, Nymphadora Tonk... अधिक

SONRÍEME.
TRAÍLER.
GRÁFICOS.
━ prólogo: runas mágicas.
ACTO UNO ━ mejores amigos.
━ capítulo uno: sonríeme.
━ capítulo dos: invitación.
━ capítulo tres: la cabaña.
━ capítulo cuatro: como recién casados.
━ capítulo cinco: dragones e imshils.
━ capítulo seis: amor no correspondido.
━ capítulo siete: rivales.
━ capítulo ocho: reunión de amigos.
━ capítulo nueve: siempre te observé.
━ capítulo diez: táctica de seducción.
━ capítulo once: visita sorpresa.
━ capítulo doce: la visita continúa.
━ capítulo trece: el baile.
━ capítulo catorce: idiota y ciego.
━ capítulo quince: sentimientos confusos.
━ capítulo dieciséis: malas noticias.
━ capítulo diecisiete: navidad con los weasley.
━ capítulo dieciocho: fragmentos del pasado.
ACTO DOS ━ almas gemelas.
━ capítulo veinte: comienzo de la relación.
━ capítulo veintiuno: aniversario de un mes.
━ capítulo veintidós: la pandilla reunida.

━ capítulo diecinueve: la respuesta.

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MarieWeasley द्वारा

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CAPÍTULO DIECINUEVE

LA RESPUESTA

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Morgana entró en la cabaña cargando el caballete de madera y un lienzo en el cual había estado pintando fuera. La cabaña estaba ubicada en un lugar muy bonito del santuario, rodeada de grandes árboles y al lado de un lago de aguas cristalinas, por lo que siempre solía servirle de inspiración para crear nuevos cuadros. Dejó las cosas en el suelo contra la pared, caminó hasta el salón mientras se desperezaba y se encontró a Charlie apoyado en el marco de una de las ventanas mientras leía una carta de forma muy atenta.

—¿Llego una carta? —inquirió, aunque la respuesta era más que evidente—. ¿De quién?

—Es del santuario —respondió Charlie interrumpiendo la lectura—, para indicarme los nuevos cambios en los turnos.

—¿Y te envían una carta cuando has estado en la base esta mañana y te lo han podido decir? —Enarcó una ceja, escéptica.

El pelirrojo desvió la mirada y la castaña pudo notar sus nervios, pues estaba claro que acababa de pillarle en una mentira.

—Está bien si no quieres decírmelo —comentó ella para calmarlo—. Todos tenemos nuestros secretos. —Ella muchos más que él y bastante más peliagudos.

Charlie se limitó a asentir mientras se rascaba la nuca y luego guardaba la carta de vuelta en el sobre. Caminó por la estancia hasta llegar a la isla de la cocina en la cual apoyó sus manos antes de mirar de nuevo a la contraria.

—¿Qué te parece si preparamos unos sándwiches y nos vamos a explorar un poco? —propuso repentinamente y como era de esperarse, ella se extrañó.

—¿A estas horas? —preguntó Morgana mirando el reloj que había en la pared, marcaba las siete y cuarto de la tarde—. Pronto anochecerá.

—Por eso mismo, hay un lugar en el santuario donde se ve un atardecer muy bonito que seguro te servirá de inspiración para el mural.

Solo con eso consiguió despertar por completo el interés de la castaña y sus ojos brillaron mientras asentía varias veces con la cabeza.

—Vayamos entonces.

El pelirrojo sonrió satisfecho y se dispuso a coger lo necesario para preparar los sándwiches, pero antes si quiera de llegar a coger el pan, Morgana lo detuvo sujetándolo por la muñeca.

—Deja que yo me encargue —pidió con cierta preocupación.

—Puedo preparar unos simples sándwiches, ¿sabes? —replicó él inflando ligeramente los mofletes.

—No, estoy segura de que encontrarás la forma de que salgan ardiendo —repuso mientras lo empujaba fuera del área de la cocina.

—Como quieras —farfulló tras mirarla mal—. Iré a preparar otras cosas que llevarnos —añadió con cierto retintín para luego desaparecer por el pasillo.

Morgana comenzó en ese momento a preparar los sándwiches e hizo bastantes, ya que ambos tendían a comer mucho después de hacer una caminata. Los envolvió todos con cuidado y también preparó dos botellas de agua y una de zumo de calabaza. Luego fue hasta su habitación y se puso un abrigo, pues aunque llevaba un jersey bastante gordo y calentito –aquel que le había regalado la señora Weasley por Navidad–, estaba segura de que terminaría pasando frío solo con eso cuando la noche cayese. También cogió su mochila, donde guardó su blog de dibujo, un estuche con lápices y al regresar a la cocina, los sándwiches y las botellas, junto con un mantel para que pudieran comer sentados en el suelo.

—¡Charlie, ya estoy! —exclamó entonces, pues el pelirrojo se estaba demorando bastante.

Mientras que lo esperaba, se acercó hasta la pequeña cama de Erail, donde la pequeña dragona estaba enroscada, y comenzó a acariciarla.

—¡Voy! —respondió Charlie desde su habitación.

Sujetaba una pequeña caja de color rojo entre sus manos y tras observar unos segundos más su contenido, asintió y la guardó en la mochila. Inmediatamente después, se la echó al hombro y fue hasta el salón. Sonrió ligeramente al ver a la castaña jugar con la dragona.

—¿Erail se quiere venir con nosotros? —preguntó llamando su atención.

—Eso parece —contestó Morgana mientras la cogía.

Charlie se acercó, se la quitó de las manos y la colocó en su hombro. Erail clavó fuertemente sus garras en la ropa del pelirrojo, pero a él no le molestó, estaba más que acostumbrado.

—Yo podría llevarla —replicó Morgana haciendo un mohín.

—Es mejor que no, últimamente se aferra con demasiada fuerza y no quiero que termine haciéndote una herida. —No le importaba si le hacía una a él, pues ya tenía bastantes y otra no supondría una gran diferencia.

—¿Por qué? A mí no me importa.

—Debería importarte, tienes un cuerpo demasiado bonito como para que se deforme con una cicatriz.

—El tuyo no se ha deformado —repuso ella con una sonrisa pícara—. En realidad, diría que esas cicatrices y quemaduras te hacen verte más atractivo.

Las mejillas de Charlie se tiñeron de carmesí y tuvo que girar el rostro y carraspear para disimular. No eran solo esas palabras lo que le habían afectado, sino también el recordar que cuando estaban en Hogwarts, ella le había confesado que él le seguiría gustando incluso si se llenaba de numerosas cicatrices y quemaduras.

Salieron de la cabaña sin decir mucho más y el pelirrojo la guió por entre los árboles y arbustos hasta su destino. Caminaron por cerca de hora y media, una gran parte cuesta arriba y la castaña comenzó a odiar con toda su alma el hecho de que la barrera del santuario fuera tan buena que impidiese la aparición dentro de él. Tuvo que detenerse por sexta vez para recuperar el aliento y descansar un poco, y su acompañante no pudo evitar reír.

—Has perdido mucho la forma, Morgana.

—Sí, lo sé, desde que dejé de practicar al Quidditch y desde que ya no era arrastrada por ti de aquí a allá, me he ejercitado más bien poco —reconoció para luego suspirar—. Creo que voy a tener que empezar a correr por las mañanas.

—Puedes hacerlo mientras vas camino de la base —sugirió y ella asintió—. Venga, vamos —la instó mientras le tendía una mano para ayudarla el resto del camino.

Morgana la tomó con gusto y los veinte minutos que quedaron hasta la cima se les hicieron más fáciles, ya que él tiraba de ella. 

Al llegar a la colina, fue como si todo el cansancio se esfumase de pronto al contemplar el hermoso paisaje que se extendía ante sus ojos. Desde allí, podía contemplarse básicamente todo el santuario, sus miles de árboles, sus explanadas, sus dos lagos, la base a lo lejos y algunos dragones volando. El sol ya estaba por ocultarse, por lo que la imagen parecía aún más mágica. Charlie notó como su mirada se encontraba más que maravillada y sonrió.

—Bonito, ¿verdad?

—Es realmente hermoso —reconoció Morgana.

Sin más preámbulos, se acercó hasta el borde de la colina, dejó caer su mochila en el suelo, sacó su blog y comenzó a hacer un rápido boceto del paisaje. Mientras tanto, Charlie también soltó su mochila y colocó a Erail en el suelo, advirtiéndole de que no se alejase demasiado cuando echó a correr como loca. Permaneció unos largos minutos simplemente contemplando el atardecer en pleno silencio hasta que decidió romperlo con un silbido; uno bastante sonoro y que emitía una melodía muy bella. Morgana alzó la mirada del blog y enarcó una ceja.

—¿Qué haces? —quiso saber, pues le parecía como si estuviese llamando a alguien.

—Pronto lo verás —respondió Charlie con misterio.

Y tanto que pronto. Solo unos segundos después, el viento comenzó a soplar fuerte, tanto que Morgana tuvo que agarrar su blog para que no volase y ella terminó cayendo al suelo, mientras que Charlie se vio obligado a retroceder algunos pasos. Entonces, cuando elevaron la vista, se encontraron con un inmenso dragón en medio del anaranjado cielo. Sus escamas eran de un azul tan oscuro y bello que a Morgana le recordó al océano, sus alas eran amplias y batían con abrumadora fuerza el viento, mientras que sus ojos de color topacio eran profundos y cautivadores. Era un espécimen de dragón realmente atractivo.

Se posó con suma majestuosidad sobre una de las rocas de la colina para después sacudirse ligeramente y recoger las alas. Morgana vio como Charlie caminaba hasta él con una sonrisa en los labios y supo que el silbido había sido para atraer aquel dragón. El pelirrojo inclinó la cabeza a modo de reverencia cuando estuvo a unos cuantos metros de distancia y la criatura le devolvió el gesto al poco; a la castaña le recordó al ritual que le habían enseñado en Hogwarts para poder acercarse a un hipogrifo. Charlie acortó la distancia después a la vez que el dragón bajaba más su gran cabeza para que el dragonalista pudiera acariciársela.

—Se llama Drageri —comentó el pelirrojo mientras pasaba las manos por las escamas—, es un hocicorto sueco.

—¿Es uno de los dragones a tu cargo? —inquirió la castaña con curiosidad.

—Así es, me lo asignaron justo cuando llegué y tuve la suerte de verlo salir del cascarón —contó con una sonrisa nostálgica—. Estaba sorprendido de que asignaran a un novato, un dragón recién nacido, pero creo que he hecho un buen trabajo cuidándolo. —Justo en el momento en que terminó de hablar, Drageri restregó su cabeza contra él, buscando mimos.

—Me parece a mí que sí —corroboró Morgana sonriendo. Era fácil notar que aquel dragón azulado apreciaba mucho a Charlie, lo que solo podía significar que el dragonalista lo había criado, cuidado y mimado como si fuera el tesoro más preciado del mundo.

—Me deja montar en su lomo, ¿sabes? —mencionó Charlie entonces.

—¿En serio? Pensé que no les gustaba.

—Y así suele ser, pero hay algunas excepciones. —Charlie sonrió a Drageri cuando notó como lo miraba—. Algunos ni siquiera te dejan subirte para curar sus heridas, se ponen muy violentos, pero, en el caso de Drageri, fue él quien propuso que lo hiciera.

—Debió ser una experiencia increíble. —Podía imaginárselo a la perfección, a Charlie volando por los cielos montado sobre aquel hermoso dragón y gritando de la emoción. Esa imagen, él siendo jinete, le sentaba como anillo al dedo.

—Sin duda lo fue y encima lo he podido hacer más de una vez.

Morgana sonrió al ver como él lo hacía y cuando le indicó con una mano que se acercase, se incorporó del suelo tras guardar el blog de vuelta en la mochila. A diferencia de cuando le había pedido que se acercase a Norberta tiempo atrás, esta vez no estaba asustada ni iba con tanta cautela, tras tantos meses viviendo con dragones alrededor se había ido acostumbrando a ellos.

Se puso en el lado contrario al del dragonalista y ante la mirada atenta de la criatura, posó una mano sobre su cabeza y acarició con suma suavidad las escamas. Drageri se sacudió y movió la larga cola de un lado a otro, como si estuviese feliz, y Charlie no pudo evitar sonreír al darse cuenta de que a su preciado dragón le había gustado Morgana.

—Ella es mi mejor amiga, Drageri, así que tienes que ser bueno con ella —le dijo y como si lo hubiese entendido, el dragón asintió con la cabeza.

Morgana soltó una leve carcajada.

—Es un placer conocerte, Drageri, soy Morgana —se presentó con una inclinación de cabeza.

Justo en ese momento, una Erail celosa se acercó hasta ellos y se agarró a una de las piernas del pelirrojo, comenzando a subir por ella. Charlie la cogió entre risas y la colocó sobre el lomo de Drageri, cerca del cuello. Allí Erail, tras olfatear y entrecerrar sus ojos, como comprobando si debía fiarse de aquella criatura que era como un gigante para ella, se recostó y acurrucó. Morgana y Charlie sonrieron enternecidos.

Los minutos pasaron en silencio mientras acariciaban al dragón y al rato, el pelirrojo centró su mirada en la castaña, observando lo hermosa que se veía mientras le sonreía a Drageri.

—Morgana —la llamó en un susurro. Era el momento.

—¿Si? —inquirió sin llegar a mirarlo.

—Te quiero —soltó con suma sencillez y la expresión de Morgana se tornó confundida mientras llevaba la mirada hasta él.

—¿Qué... acabas de decir? —musitó anonada—. Creo que he escuchado mal.

Charlie sonrió, negando con la cabeza.

—He dicho que te quiero, Morgana —repitió con una mirada seria y determinada—. No como una amiga, no como una hermana, sino como mucho más. Te he querido por más tiempo del que creerás y del que yo mismo recordaba. —Hizo una pausa en la que observó como los ojos de ella se abrían por completo—. Esta es mi respuesta.

Un mes y medio después de la repentina confesión de Morgana, habiendo entrado en un nuevo año, por fin le daba su respuesta y claramente, ella no podía dejar de salir de su asombro, creyendo que una de dos: o era un sueño o estaba escuchando mal.

—¿Lo dices en serio? —cuestionó con voz temblorosa. Sus orbes marrones ya habían comenzado a aguarse.

—Muy en serio —respondió con seguridad—. He tardado, he dado muchas vueltas y he tenido que embarcarme en un viaje a los recuerdos para aclarar algunas cosas, pero puedo decirte ahora, con total certeza, que es lo que siento: te quiero y estoy enamorado de ti.

Un par de traviesas lágrimas se deslizaron por las mejillas de la castaña. Apretó los labios y sorbió ligeramente los mocos, sin apartar la atención de aquellos azules ojos que desprendían honestidad y determinación.

—He esperado tanto a escuchar eso —susurró para después taparse la boca con las manos, intentado ahogar un sollozo.

—Lo sé, lo siento por haber tardado —indicó Charlie con culpa.

Se apartó del lado del dragón y este al notar sus intenciones, se echó hacia atrás para dejarlo pasar. Se acercó hasta Morgana, elevó una mano y acarició con dulzura su mejilla derecha, limpiando con la yema de los dedos las lágrimas que caían.

—Vamos, sonríeme, por favor —le pidió mientras le dedicaba una pequeña y bonita sonrisa—. Deja que vea esa sonrisa que me enamoró.

Cuando vio como las comisuras de los labios de la castaña se empezaban a volver una sonrisa, la suya se incrementó. Entonces, se acercó más y besó sus lágrimas, sus mejillas, su nariz y finalmente se atrevió con sus labios. El primer toque fue una sensación extraña para ambos, el segundo se sintió bien y el tercero se convirtió en un tierno, pero apasionado beso, con un deje de necesidad por parte de Morgana. Ella rodeó su cuello con los brazos, mientras que él posó las manos en su delgada cintura, tirando suavemente de ella para acercarla más a él.

El beso se prolongó por cerca de dos minutos, donde hicieron pequeñas pausas para recuperar el aire, pero nunca separándose demasiado, sus labios permanecían siempre rozándose. Fue mágico, fue hermoso, fue dulce y fue pasional. Fue todo lo que Morgana había soñado y todo lo que Charlie había deseado. Y les dejó una gran calidez en sus corazones cuando por fin se separaron.

Azul y marrón se encontraron entonces, y pequeñas y tímidas sonrisas aparecieron en sus rostros. Morgana fue la primera en dejar escapar una risa a la que Charlie no tardó en unirse.

—Lo he esperado por mucho tiempo, pero de alguna forma ha sido extraño —confesó ella con tono divertido. Las lágrimas ya se habían detenido y ahora solo quedaba felicidad—. Ya sabes, por esto de que has sido por trece años únicamente mi mejor amigo.

—Y tengo intención de seguir siéndolo —aseguró con rapidez él—, pero a partir de ahora también seré tu pareja, si te parece bien, claro.

—¿Cómo iba a no parecerme bien? —cuestionó con una ceja alzada—. Idiota, he soñado muchas veces con este momento. 

Charlie dejó escapar una carcajada.

—La cosa es que yo también, en el pasado lo hice durante bastante —reveló, dejando muy confundida a la contraria.

Luego, la soltó y se separó, no sin costarle lo suyo. Se dirigió hacia su mochila en el suelo y comenzó a rebuscar en ella ante la mirada expectante de la castaña. Cuando hubo encontrado lo que quería, regresó hasta ella con una pequeña caja en la mano, que luego le tendió. Morgana la cogió con clara confusión y la abrió con cuidado cuando él le instó a hacerlo. Dentro de la caja había un fino colgante de plata, en el cual colgaba un accesorio en forma de corazón, que tenía grabado el símbolo de la runa del valor. Charlie había escogido ese tipo de accesorio porque ella era una experta runista y también porque era Gryffindor, y la característica más importante de la casa de los leones era la valentía, cosa que siempre había pensado que a ella le sobraba.

Morgana regresó la mirada a él tras unos segundos y con los ojos nuevamente cristalizados.

—¿Desde cuándo tienes esto?

Charlie tragó saliva antes de sonreír con ligera amargura.

—Desde que estábamos en nuestro cuarto curso, a principios —respondió y el asombro en ella fue evidente—. Tenía intención de dártelo el día de Navidad de ese año después de confesarme, pero...

—¿Confesarte? —murmuró aturdida.

El pelirrojo bajó la mirada unos segundos e inspiró profundamente antes de volver a centrarla en la ajena. Decirle aquello le estaba costando más de lo que esperaba, porque si no hubiera sido por la conversación entre Josh y Erick que escuchó, habrían estado juntos desde entonces y ella no habría tenido que pasar por un amor no correspondido ni por tanto dolor. 

—He estado enamorado de ti desde entonces y tenía intención de decírtelo, aunque no sabía si tú me correspondías... —Hizo una pausa, donde movió la cabeza de un lado a otro, cavilando—. Ahora sé que sí, lo cual me hace sentir todavía peor por no haber llegado a hacerlo, pero... sucedió algo.

—¿El qué? —lo interrumpió Morgana. Estaba sorprendida y confundida por igual mientras intentaba asimilar que él había estado enamorado de ella desde hacia tanto.

—Escuché... —Volvió a inspirar antes de continuar—. Escuché a Erick diciendo que estaba enamorado de ti y al parecer llevaba estándolo más tiempo que yo, así que...

—Priorizaste sus sentimientos a los tuyos —terminó ella al notar que él no lo hacía, lo observó asentir y dejó escapar un suspiro. Ahora entendía muchas cosas, era como si todas las piezas encajasen de golpe—. Siempre tan buen amigo —añadió, negando con la cabeza—, pero esa es una de las cosas que me enamoró de ti.

Charlie se permitió sonreír un poco al escuchar aquello.

—Lo siento, Mor, si no hubiera hecho eso, no te habría causado tanto dolor.

—No lo sientas por haber intentado proteger los sentimientos de tu amigo, es un gesto que te honra —le sonrió tiernamente—. Obviamente me hubiera gustado no tener que pasar por el dolor de pensar que nunca me corresponderías y demás, pero me alegra saber que fue por un motivo así.

Por supuesto que le dolía y molestaba saber que podrían haber estado por tanto tiempo juntos si no hubiera sido porque Charlie había querido apoyar el amor de su mejor amigo, pero era mucho mejor eso a que él nunca jamás la correspondiese.

—Aunque debo decirte que no sirvió de nada, ya que creo que Erick hizo exactamente lo mismo —le contó después.

—Lo sé, la carta de antes era de él —reveló—. Le escribí cuando aún estábamos en Londres, ya que antes de hacer nada, quería contárselo para que no se fuera a sentir traicionado.

Morgana sonrió. Le gustaba la forma en la que él tendía a preocuparse por todos, ya fuera su familia, sus amigos, sus compañeros o los dragones. Le gustaba la amable y buena persona que era. Siempre había pensado que tenía un corazón tan grande que no le cabía en el pecho, incluso si a veces, sobre todo cuando era joven, tenía algún que otro momento cruel.

—Así que por eso últimamente estabas tan inquieto, estabas esperando su contestación —supuso la castaña y el pelirrojo asintió.

—Él me dio ánimos, ¿sabes? —dijo con una leve sonrisa—. Parece que ya no siente lo mismo por ti, pero debe ser duro desearle a otra persona que sea feliz con quien alguna vez quiso.

—Erick es tan buen amigo como tú —indicó Morgana a lo que él asintió, estando de acuerdo—, y  por eso creo que sois un pelín idiotas —bromeó soltando una risa.

—Mira la que va a hablar, la que me deseó lo mejor con Tonks —replicó Charlie y ella rápidamente frunció el ceño.

—Mejor no me lo recuerdes. —Hablar de la metamorfomaga era algo que no le gustaba en lo más mínimo, incluso si ella no tenía la culpa de nada.

—Sí, creo que es mejor que no hablemos de ella —rio entre dientes.

Después, la rodeó más con los brazos, entrelazando las manos detrás de su espalda, ella se inclinó ligeramente hacia atrás comprobando la firmeza con la que él la sujetaba y sonrió.

—¿Qué? ¿Eres feliz? —le preguntó el pelirrojo.

—¿Tú qué crees? —preguntó ahora ella, ampliando su sonrisa.

—Que nunca había visto una sonrisa tan preciosa.

—Esa es mi línea —repuso la castaña. Charlie no dejaba de sonreír, de esa forma tan cálida y traviesa que a ella tanto gustaba.

Mientras se fundían en un nuevo beso, el corazón de Morgana, que en antaño quedó hecho pedazos, se recompuso hasta la última pieza, mientras se llenaba de una calidez y una felicidad plena que llevaba tiempo sin sentir. Su espera había terminado y debía reconocer que había merecido la pena, pues por fin obtenía lo que siempre había ansiado. Había sufrido mucho hasta llegar ahí, pero no se arrepentía de nada y se alegraba de que su corazón se hubiera visto incapaz de rendirse con el pelirrojo, pues gracias a eso ahora se sentía la mujer más afortunada y dichosa del mundo.

Se miraron al acabar el beso y se olvidaron del pesar, el dolor, los problemas y el incierto destino que les esperaba, mientras se perdían en la profundidad de los ojos del otro y se deleitaban con las sonrisas que en el pasado los había cautivado y que en el presente aún lo hacía. Se apegaron aún más y ahí en los brazos de la persona a la que amaban y los amaba, de su alma gemela, de su mejor amigo, se sintieron como en casa.


。☆✼★─────────★✼☆。


FIN DEL ACTO UNO.


Me apuesto lo que sea a que ahora me estáis amando, jaja.

Han sido diecinueve capítulos muy desesperantes por la ceguera e idiotez de Charlie, pero creo que han merecido la pena y que no podría haber mejor final para este primer acto. 

Quería hacer las cosas con calma, mostraros la relación entre ellos dos y los sentimientos que tienen por el otro, e iros presentando a personajes que tendrán gran relevancia en los siguientes actos, a parte de ir dando pequeños matices sobre lo que se viene en los siguientes dos actos. No quería precipitar las cosas, pues no tendría sentido. Muchos esperabais un beso o declaración por parte de Charlie casi de inmediato (sobre todo después del baile), pero eso habría sido muy forzado y me negaba a hacerlo. Charlie ha estado ciego por 10 años, no iba a dejar de estarlo de un minuto para otro porque Morgana se le confesase, él necesitaba tiempo para pensar y aclarar lo que sentía, y así darle una respuesta sincera a Morgana.

Que conste en acta que Charlie y Morgana van a seguir siendo los mejores amigos y su amistad va a estar por encima de su relación amorosa. Pero ya os digo, que van a ser una pareja muy pasional, ya lo veréis en el siguiente acto. ewe

Cambiando de tema, en un rato estaré comenzando en instagram el "Pregúntale a Morgana" y el Q&A sobre la historia, así que estad atentos y os recuerdo que podéis encontrarme como mariaweasley. 

Y ya. Espero que os haya gustado el capítulo y que seáis felices por Charlie y Morgana. ♥

Marie Weasley.

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