Iba volando muy alto, lo suficiente como para poder identificar la casa entre toda la cuidad. Entonces la vi y descendí sobre ella, entre por la ventana de mi cuarto y me hice visible, pero un aroma en el aire me dijo que no estaba sólo
- Marciee, ¿qué tal? - dije haciéndome el inocente.
- ¡¿Dónde estabas?! - dijo con el ceño fruncido y los brazos cruzados.
- Tranquila, sólo salí a caminar. Perdí la noción del tiempo, ¿si?
- Hhm, que extraño. Yo creí que para caminar había que tener los pies sobre la tierra - dijo irónica y un poco molesta a la vez.
- Bien, si. Me atrapaste. Volé, pero sólo de regreso y era porque no sabía donde quedaba la casa. No conozco esta cuidad aún - respondí en mi defensa.
- ¿Estas loco? ¡¿Y si alguien te veía?!
- Nadie me vio porque ¡me volví invisible! Y aunque no lo hubiera hecho, son más de las cuatro de la mañana y es día de semana. Él único que podría llegar a verme es un ebrio saliendo de un bar, y a esos nadie les cree.
Ella rodó los ojos y se calmo un poco
- Bien - dijo dándome el victoria -. Pero más vale que no te hayas metido en problemas - me advirtió.
Entonces se me vino a la mente Gumball. ¿Debería decirle que el ya lo sabe?... No!, mejor no. Probablemente me castre si se entera
- No te preocupes, todo esta bien - mentí con una bien actuada sonrisa sincera.. "Sincera".
- Eso espero - dijo para luego salir de mi habitación dejándome a solas con mi cansancio.
Me tiré a la cama y me rendí ante el sueño. Quería dormir las pocas horas que me quedaban antes de que amaneciera. Mañana, o más bien, en unas horas empezaría un nuevo día de escuela... Maldita sea.