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Cuando Gilgamesh se despertó, lo primero que notó fue el olor a quemado y el aire seco que viene con el fuego. Las altas llamas consumían lenta y silenciosamente los restos dispersos del lugar desolado a su alrededor.
Lo segundo que notó fue su falta de ropa. Estaba completamente desnudo.
Y la tercera cosa que notó fue a la mujer que había estado protegiendo en sus brazos, todavía acostada en su regazo, sin ropa.
Manteniendo al inconsciente Rey de los Caballeros en sus manos, miró a su alrededor. Todo estaba quemado y rodeado de llamas, y parecía que no solo el edificio en el que habían estado antes había explotado, sino también algunos lugares cercanos.
Gilgamesh sacudió la cabeza ligeramente. ¿Qué le había hecho el barro negro, a excepción de quitarse la ropa y su valiosa armadura dorada, pensó con irritación?
Al parecer, nada.
O tal vez, algo se había hecho después de todo. Parecía ... estar vivo.
Tenía ... un cuerpo real.
Ya no dependía del maná de otra persona.
Intrigado por el desarrollo inesperado, sintió el pulso de Saber.
Ella también estaba viva, parecía ... y ambos tenían cuerpos reales, a los que les importaba si estaban desnudos.
Gilgamesh se puso de pie, con su arrogancia habitual. Miró a su alrededor: no había nada adecuado para usar como prenda de vestir, excepto algunas cortinas medio quemadas en una esquina de la antigua habitación que habían escapado milagrosamente del fuego.
Él se burló.
No era apropiado cubrir a alguien como él y la mujer que se había tomado la molestia de sostener en sus brazos mientras el barro negro los rodeaba. Pero lo harían, por el momento. Fue a tomarlos y puso uno alrededor del rey en el suelo. No se molestó en evitar mirar su cuerpo desnudo; después de todo, ella sería su esposa, lo quisiera o no, pero no la tocó más de lo estrictamente necesario para cubrirla. Incluso si ella fuera suya , y por lo tanto suya para hacer lo que quisiera, llevando el peso de sus cargas hasta el final, se había ganado el derecho a al menos esa pequeña forma de respeto de su parte.
Una vez que Gilgamesh colocó la otra cortina alrededor de su cuerpo esculpido para cubrirse también, levantó al Rey de los Caballeros dormido en sus brazos. Se dio cuenta de que Saber era sorprendentemente ligero.
Pensando en ella, se le ocurrió que era mejor dejar de llamarla con su título de Clase de Sierva. Se llamaba Arturia, un nombre extraño, pensó, y ahora comenzaría a usarlo.
Atravesó la desolación dejada por la sustancia oscura del Grial, cuidando poco el edificio destruido y mirándolo con desprecio.
Para su sorpresa, encontró a otra persona viva entre los escombros: Kotomine Kirei.
Por alguna razón inexplicable, el sacerdote estaba vivo sin que su corazón latiera. También se había empapado en el extraño barro del Grial, y aparentemente se le había concedido la vida. También había visto a Kiritsugu antes, pero el hombre estaba completamente roto mentalmente y deambulaba sin sentido, buscando otros sobrevivientes. Había encontrado a un niño y luego lloró de alivio mientras lo llevaba a un lugar seguro. A Kirei no le había resultado interesante matarlo ni a él ni al niño, por lo que simplemente los había visto irse.
El sacerdote relató esos hechos con el Rey de los Héroes, preguntándose que ahora tiene un cuerpo real.
Sin embargo, tan pronto como vio a Arturia, levantó una ceja y rápidamente sacó una daga. Gilgamesh también levantó una ceja, sostuvo a la mujer con más fuerza contra su pecho y miró fríamente al sacerdote.
"¿Qué crees que estás haciendo, Kirei?"
El hombre de corazón oscuro miró al Rey de los Héroes como si estuviera loco.
"Gilgamesh, Saber es demasiado peligroso para mantenerlo vivo. Lo sabes tan bien como yo". Sus ojos brillaron. "Y ahora que la guerra ha terminado, ella no es más que un resto del que deshacerse".
Ese comentario hizo que Gilgamesh abriera instintivamente su Puerta de Babilonia.
Hmm, así que aparentemente aún podría usar sus poderes, a pesar de que se había convertido en humano. Eso fue bueno saberlo.
El Rey de los Héroes apuntó con una espada dorada a su segundo Maestro de la Cuarta Guerra del Santo Grial y lo miró con frialdad. "Arturia es mía para hacer lo que quiera".
Kirei no estaba impresionado. "¿Ahora de todas las veces deseas tener una nueva forma de diversión, Gilgamesh? Y de todas las personas de interés que hay en este mundo, ¿has elegido a esta mujer tonta e infantil? Pensé que esto no era digno del Rey de Héroes ".
Gilgamesh lo miró fijamente. Normalmente, si alguien le hablara así, moriría. Pero esta vez el insulto y el ridículo del chucho estaban demasiado por debajo de él para tomarlos en serio.
"Como todo en este mundo me pertenece, ella también lo hace. Y no señalarás lo que pertenece al Rey de los Héroes, Kotomine Kirei".
El sacerdote miró a su antiguo Siervo, evaluándolo. Sabía que Gilgamesh era increíblemente poderoso y astuto, y si quería quedarse con la mujer, probablemente tenía una buena razón para ello. Mientras ella no se convirtiera en una amenaza ... y él dudaba que lo fuera, si se suponía que debía divertir al Rey de los Héroes.
Por lo tanto, asintió con la cabeza y luego se dio la vuelta. Iba a ir a la residencia de Tohsaka; ahora que la Iglesia fue destruida, no tenía otros lugares a donde ir. Legalmente, él era el guardián de Rin después de todo ... tenía derecho a quedarse allí. Sus labios formaron una leve sonrisa. La niña todavía no sabía sobre su padre y su madre.
Él disfrutaría contándole y secretamente saborear su miseria.
Antes de irse, notó que el Rey de los Héroes no lo estaba siguiendo. Kirei arqueó una ceja hacia él.
Leyendo su pregunta no formulada, Gilgamesh lo miró con arrogancia. "No voy a estar cerca mientras cuidas a un mocoso, Kirei. Pasaré mi tiempo con cosas más interesantes".
El sacerdote miró a la mujer en sus brazos con una expresión aburrida, y luego se encogió de hombros. "No dejes que Saber me vea, Gilgamesh. Asegúrate de que no sepa sobre los últimos acontecimientos de la guerra".
Gilgamesh entrecerró los ojos pero no se molestó en responder. La audacia del mestizo había aumentado mucho desde que se había dado cuenta y había aceptado su verdadera naturaleza oscura, pero en lugar de tener ese rasgo que lo hacía brillar entre los otros perros rabiosos, no había logrado ser interesante. Su creciente arrogancia solo demostró que rápidamente se estaba volviendo demasiado lleno de sí mismo y, en poco tiempo, podría terminar de manera similar a Tokiomi, incapaz de ver la realidad frente a sus propios ojos.
Pero no era su problema lo que Kirei iba a hacer con su vida. Le había proporcionado entretenimiento adecuado durante bastante tiempo; el hecho de que ahora no era interesante no perturbaba al Rey de los Héroes. No hubo mestizo capaz de divertirlo por más de un corto tiempo, e incluso si aquellos capaces de tal hazaña eran raros, también volvieron rápidamente al papel de plebeyos.
Kirei fue un gran ejemplo.
Al mirar a la mujer en sus brazos, Gilgamesh tuvo que detenerse en su razonamiento.
Lo que había visto dentro del Grial todavía estaba fresco en su memoria. No podía despedir a su tan pronto como todos los demás. Tendría que esperar y ver ... si ella era realmente digna como él esperaba que fuera.
Él entrecerró los ojos hacia ella, cuando un pensamiento no deseado de repente cruzó por su mente. También había estado empapada en la oscuridad del Grial; era muy probable que la taza sucia hubiera intentado corromperla y destrozar su alma.
Y no sabía si había tenido éxito o no.
¿Todavía la quería como su esposa, como había querido antes del final de la guerra? Sí lo hizo.
Pero de ella quería lo que hacía al antiguo Saber tan Saber , nada menos. Tenía que asegurarse de que Arturia, la que se despertara, no era diferente de Saber ... O, si lo era, que era igual, si no más, interesante en sus ojos. Necesitaba observarla antes de decidir si hacerla su esposa o no ... solo quería a alguien digno como su compañero, nadie más.
Y si Arturia había perdido contra el Grial ... eso significaría que se había roto sin remedio, y ya no era digna de una segunda mirada suya. Lo que hacía a la mujer tan fascinante era quién era; si la entidad oscura del Grial se había hecho cargo ... significaba que ella como persona ya no existía. Eso significaba que la mujer frente a él era simplemente una muñeca, una marioneta manipulada por la copa corrupta. Y si ese fuera realmente el caso, tendría que deshacerse de tal molestia.
Eso significaba que tendría que observarla cuidadosamente.
La prioridad en este momento era encontrar un lugar para quedarse. Se negó a estar con el sacerdote por más tiempo: no solo estaba la descendencia de Tokiomi, sino que también quería poder concentrarse en Arturia sin interferencia.
Un buen lugar para ir podría ser un lugar con el que estaba familiarizada ... pero también un lugar donde su antiguo maestro era poco probable que apareciera.
Había un castillo de Einzbern a las afueras de Fuyuki ... y según Kirei, había sido parcialmente destruido por el Maestro de Lancer. Era improbable que alguien volviera allí.
Dándose la vuelta, Gilgamesh se preguntó brevemente si, teniendo aún sus poderes, también podría desmaterializarse ...
Tuvo su respuesta cuando él y el Rey de los Caballeros en sus brazos desaparecieron.
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Dolor. Lo primero que sintió Arturia cuando su conciencia comenzó a regresar fue un dolor insoportable.
E, incluso si se odiaba a sí misma por ese momento de debilidad, gritaba en completa agonía.
Abrió los ojos atontada, sin lograr ver nada, sin darse cuenta por completo de las últimas cosas que habían sucedido antes de perder el conocimiento.
La sensación del aire seco contra su piel también despertó sus otros sentidos, y Arturia se dio cuenta de que estaba desnuda. Estaba cubierta por lo que parecía ser una manta y estaba acostada en una cama, pero no tenía ropa. Sus manos se levantaron en un raro momento de timidez femenina para cubrir sus senos con mayor seguridad.
Una risita corta y profunda la hizo darse cuenta del hecho de que había alguien más allí con ella, alguien que tuvo la desgracia de reconocer. Arturia la apartó del colchón de la cama, asegurándose de mantener la manta lo suficientemente alta como para ocultar su pecho, y miró a su alrededor.
Ella estaba en una habitación simple. Había algunos elementos dorados y rojos que decoraban tanto las paredes como los muebles aquí y allá, pero no era nada abrumador. Es extraño, teniendo en cuenta cómo eran los gustos del Rey de los Héroes.
Hablando de eso, sus ojos fueron lo siguiente que vio cuando miró a su derecha. A su izquierda había una pared contra la cual se apoyaba su cama.
La habitación le parecía familiar, pero ella no reflexionó sobre ello, porque en ese momento los ojos rojos de Archer estaban perforando su alma.
Sin embargo, había algo ... diferente en él.
Sus ojos definitivamente estaban divertidos, pero también había algo más. Si no hubiera sabido nada mejor, Arturia habría pensado que había cierta preocupación y un poco de satisfacción. Pensándolo bien, la satisfacción definitivamente estaba allí.
De repente, todos los eventos anteriores cayeron sobre ella, y sus manos dejaron la manta para agarrar su propia cabeza.
La identidad de Berserker ...
Ella teniendo que luchar contra él en su loca condición y finalmente atravesar su espada a través de él ...
La propuesta completamente aleatoria de Archer ...
Sus ataques ...
La apariencia de Kiritsugu ...
Su último Comando, repetido dos veces para imponerlo completamente sobre ella, para extinguir por completo cualquier tipo de tonta última esperanza que había tenido ...
Su espada tomando forma y sus brazos levantándola para el golpe final, actuando en contra de sus deseos ...
La brillante luz de Excalibur, que rodea todo y destruye el Grial ...
Y entonces...
Gritó Arturia.
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