Pluvo: el aprendiz de una bru...

By PsiqueMaichen

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Ren Pluvo es un estudiante que ha perdido a su único familiar, su vida es difícil y solitaria. Todo se compli... More

Dedicatoria
Antes de leer
Epígrafe
Acto
Consecuencias
Un sueño
Inicio
Cuando todo le parecía un sueño/ Parte 1
No era un sirviente, era un criado/Parte 1
No era un sirviente, era un criado/ Parte 2
Notas del pasado/ Parte 1
Notas del pasado/ Parte 2
El extraño hotel de un doctor triste/ Parte 1
El extraño hotel de un doctor triste/ Parte 2
San Valentín
Herencias/ Parte 1
Herencias/ Parte 2
Quien soñó con un mundo muerto/ Parte 1
Quien soñó con un mundo muerto/ Parte 2
Obsesión/ Parte 1
Obsesión/ Parte 2
Obsesión/ Parte 3
Obsesión/ Parte 4
Maldiciones/ Parte 1
Maldiciones/ Parte 2
Inspiración
Cuando olvidó lo soñado
La pianista
Pasado Acosador
Cuando olvidó lo soñado/ Parte 2
Despertar
Charla
Melancólicos
Trampas
Su querida amiga/ Parte 1
Su querida amiga/ Parte 2
Cuando ella fue por un libro
No estaban vivos
Castigo/ Parte 1
Castigo/ Parte 2
Después de una verdad/Parte 1
Los enamorados
El quiosco y el cuarto de Lil
El otro lado
Diana
Cuando se definieron
Un árbol, un mundo/ Parte 1
Un árbol, un mundo/ Parte 2
Su final

Cuando todo le parecía un sueño/ parte 2

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By PsiqueMaichen

El fantasma giró varias veces el picaporte, con una desesperación evidente, después golpeteó la puerta. El corazón de Ren retumbó al par de los intensos golpes. En sus pensamientos pidió que se detuviera, sin embargo, el temor que lo invadía le imposibilitaba hablar.

—¡Traicioné el amor de quien me daba todo!, por una noche de pasión. Soy una ramera y tú eres producto de mi pecado. Debo eliminar mi error. Tengo que irme sin dejar nada en el mundo —dijo furiosa la madre de Ren, mientras que golpeaba con fuerza la puerta de la habitación de su hijo.

—Es un sueño, no es real. Es una pesadilla, es una pesadilla, es una pesadilla. Despierta, despierta... —susurró Ren una y otra vez aquello.

De un momento a otro, sonó el timbre del departamento ser tocado con insistencia, el ruido alejó la fúnebre voz y los golpes. Ren no asimilaba lo sucedido. Le molestaba el pecho en cada latir de su corazón, sintió que este haría un hueco y se escaparía en un pálpito.

—¡Ábreme idiota, no hay tiempo! —gritó alguien desde la puerta de la calle, era la voz de la extravagante dama.

Todo era ilógico para Ren, los hechos, la voz y quien tocaba con desesperación. Levantándose, abrió la puerta de la habitación y se percató con la mirada de que no había nadie del otro lado. Ren caminó en el pasillo y abrió lentamente la puerta de la entrada. La dama entró apurada. Respiraba con rapidez, dejó en claro por su aspecto que había corrido demasiado para llegar al departamento.

—Qué alivio, aún estás vivo. —Tomó una bocanada de aire—. Llegué a tiempo. Cuando te fuiste, de lejos observé como creció su negatividad. Los fantasmas atormentados adoran a los humanos que pueden verlos, intentan buscar el perdón divino contando sus penas. —Fijó su mirada en Ren—. Suelen cargar con mucho odio, más cuando se suicidan. Debes saber que ahora que nos reunimos inicia todo, lo que somos crece y toma fuerza.

La dama se adentró a la cocina, donde sintió más la presencia y energía de la madre de Ren.

—¿Qué no es esto un sueño? —preguntó Ren.

—¡Claro que no!, idiota —regañó enojada—. Es momento de ayudar el fantasma de tu progenitora —reveló. Caminó dando pasos lentos alrededor de la mesa—. Fantasma perdido, ven a contarme tus penas —ordenó—. La muerte te desprecia, porque no puedes perdonarte, estás atrapada en un limbo. Ven y cuéntame la verdad que te mantiene sujetada a la Tierra de los vivos.

La extraña joven sacó de un bolso oscuro que colgaba de su hombro una diminuta vela blanca, y un mechero metálico rojizo. Encendió la vela y la dejó en la mesa. Recorrió una silla del comedor y tomó asiento. Lentamente se materializó una forma oscura humanoide. Aquella sombra se encontraba sentada, con la cabeza tumbada en la mesa, sus largos brazos colgaban y rozaba en el suelo lo que parecía ser una mano esquelética. La dama no se inmutó ante lo presenciado, estaba acostumbrada. Ren miraba todo con asombro, siguió creyendo que lo sucedido era una pesadilla y que pronto despertaría.

—Mis padres... ellos me dieron una buena vida, educación, casa, y todos mis caprichos me los cumplían. No me faltó nada. Era una niña consentida —habló en un hilo de voz la alargada y angustiada silueta—. Cuando me comprometieron con quien fue mi esposo por breve tiempo, para mí todo cambió. En mi rencor, odio y rebeldía, terminé acostándome con un desconocido. Él era muy atractivo y me prometió una aventura, aceptándolo con emoción pasé la noche a su lado. Me casaría con alguien que no amaba, así que, pensé que por lo menos tendría una aventura, creí mal. Aquel extraño hombre me incitó hacer un ritual antes que nada, me pareció algo romántico en su momento... —suspiró—. Ren es producto de mi infidelidad. Cuando se enteró con quien me casé y mi familia sobre lo que hice, me echaron a la calle. No tenía a donde ir y con quién vivir, nadie me aceptaba. Pasé por demasiados infortunios, encargados de marcarme de por vida. Una desconocida de buen corazón, al ver mi situación, me ofreció un techo y trabajo. Con muchos esfuerzos salí adelante con mi pequeño hijo. Lo que más me dolía era no poder darle una buena vida a mi niño, una como la que yo llegué a tener. Ren siempre estudió y trabajó duro. Teníamos una vida complicada y carente. Él no debía pagar por mis errores. Por eso mismo... adquirí por un par de años un seguro de vida, y entonces, tomé la decisión correcta, la que me llevó a estar aquí —contó el fantasma en un tono de voz lamentoso y afligido.

—¡No me interesa eso! —interrumpió Ren con la voz quebrada—. Ni con todo el dinero del mundo podré revivirte y tenerte de nuevo a mi lado. No me importa llevar una vida carente. Sólo quiero ser feliz, de nuevo, lo era... contigo. Quería ser yo quien te ayudara a salir adelante, agradecerte por la vida que me diste —Ren reprochó y contuvo las lágrimas mordiéndose el labio inferior.

Lamentándose, Ren bajó la mirada al suelo, la verdad revelada que desconocía le hizo sentirse vacío y culpable del suicidio de su madre. La dama se levantó de su lugar y con ganas de animar al triste chico, acarició su hombro y dejó su mano postrada en este.

—No me di cuenta de que te hice más daño con mi decisión, ahora estás solo. Sentí morirme por segunda vez cuando te vi llorando y tan deprimido, pensando en hacer lo mismo que yo. Lo siento tanto... Desde que dejé de estar a tu lado, aquellas sombras te persiguen más. —El fantasma se soltó a llorar de manera desgarradora. Parecía deseosa de moverse, sin embargo, no podía y quedó en la misma pose—. Ven... hijo, te llevaré conmigo. —Con mucho esfuerzo agitó la mano que arrastraba.

Ren al ver el fantasma de su madre así, quiso echarse llorar, pero contuvo las lágrimas.

—Entiendo tu pesar, ahora no puedes hacer nada. Si calma te da, prometo que cuidaré de tu adorado hijo. Él no estará solo y no caerá en tu misma desgracia. Los fantasmas jamás lo tocarán, aprenderá a defenderse —prometió con una dulce entonación—. Mira fijamente la luz de la vela. ¿Te recuerda algo? —preguntó.

—Sí, es cálida, me recuerda a la primera vez que abrí los ojos y me encontraba en los brazos de mi madre. Calentaba mi frío cuerpo con su pecho y me arrullaba. Ella me decía que no llorara más. En estos momentos la puedo escuchar con claridad, me está llamando de nuevo, siento su corazón latir. ¿Quién soy? ¿A dónde voy? ¿Madre?

Una vez dicho aquello por el atormentado fantasma, lentamente perdió fuerza y la materia oscura que lo componía se desvaneció en el pesado ambiente.

—Ánimos, sé fuerte—alentó y se abalanzó en un abrazó—. Fue fácil, lo único que le preocupaba era dejarte solo. Con la promesa que le hice pudo dejar su angustia atrás. Ella se perdonó y tendrá otra oportunidad. En algún mundo nacerá de nuevo. Sus pecados los pagó en vida, como escuchaste. Estoy segura de que será feliz en su nueva vida, el mal karma no la seguirá —informó en voz baja cerca en el oído de Ren.

Con lo dicho por ella, la tristeza perdió fuerza en Ren, el sentimiento se volvió lejano y ajeno, porque la calidez que otorgaba el abrazo era suficiente para animarlo. No comprendía por qué la dama tenía ese efecto en él, pero amó como lograba aligerar sus penas. Correspondió el abrazo, se envolvió con el calor ofrecido. La confianza y el cariño que emitía la dama, le hizo pensar a Ren en como de la nada, un desconocido tiene el poder de animar a otro. Ren le pareció demasiado cálido el abrazo, aunque le dio un poco de timidez, ya que, los pechos voluptuosos de la dama se presionaban en contra de su cuerpo, y los esbeltos brazos de ella lo rodeaban con mucho cariño, para él eran como si listones lo envolvieran. Era tanto el afecto ofrecido, que pudo doblegar hasta el corazón más testarudo, eso creyó Ren. Ella apoyó su cabeza en el hombro de él y permaneció ahí, dándole vida a un silencio cómodo. Para Ren desapareció la sensación pesada y el tiempo volvió a transcurrir. Percibió lejana la perdida de su madre. Sabiendo que ella tal vez reencarnaría, se sintió solo, pero también feliz. Comprendió que era el momento de superar lo más que pudiera aquel hecho tan trágico.

—Es verdad mi promesa, es real... la cumpliré —susurró con una endulzada entonación.

—Gracias... pero... —Ren no sabía qué decir, estaba hecho un nudo de emociones.

—No es un sueño —susurró y se alejó del abrazo—. Aprende de esto. No todos los fantasmas son iguales y el final no será siempre el mismo, no seas lento. Anda, ve hacer tu maleta, tú vienes conmigo, no te dejaré solo en un lugar que te provoca tristeza y te da recuerdos amargos. Trabajarás paramí tiempo completo, para que yo pueda cumplir mi promesa. Claro, lo harás después de clases, no soy tan cruel como para prohibirte estudiar. —Soltó una risa. Fue al comedor y apagó la vela.

—¿De verdad? —preguntó sorprendido.

—Sí —afirmó con una sonrisa plasmada en su tercio rostro—. Pronto te acostumbrarás. Ahora date prisa, que muero de hambre. Como Ana ya no está, cené una horrible sopa instantánea. ¿Has comido de esas cosas? Son asquerosas. —Frunció el ceño.

—¿Ana? ¿La chica que salió corriendo hoy en la noche? —preguntó Ren.

—Sí. —Asintió—. No importa, sólo sé que cené algo horrible. —Hizo una pausa y clavó la mirada en Ren—. Espero que sepas cocinar .—Lo analizó de pies a cabeza—. Olvida lo de hacer maletas. Qué infantil vistes, de seguro toda tu ropa es así, la de un crío inmaduro. No haces juego conmigo. Necesitas trajes. —Chasqueó los dedos—. Ya sé, ¡compraremos trajes con el salario que te daré!

—Pero... es mi uniforme —aclaró tímido.

—Un momento, ¿cuántos años tienes? —Clavó su mirada en el sonrojado rostro de Ren.

—Diecisiete —respondió con brevedad.

—Demonios, aún eres un crío, dirán que soy una asalta cunas. —Frunció el ceño y cruzó los brazos—. No importa, mejor así. Cuanto más chico, más inocente y moldeable —musitó.

—Me das algo de miedo —confesó Ren.

—Hombre, mejor así. El miedo domina y controla. —Esbozó una alegre sonrisa.

Sin hablar más, y llena de confianza, la dama tomó la mano de Ren y lo jaló con ella a la salida del departamento. Ren caminó a su lado, sujetó la cálida mano. Lo que él consideraba un sueño triste, cambió para trastornarse en un escape romántico. La pesadilla tuvo un buen final, Ren pudo dejar atrás muchas cosas que le otorgaban un peso en su corazón y le arrastraba a las profundidades de un oscuro sentimiento negativo.

En las desoladas calles, aparte de aquellos jóvenes que poseían demasiada similitud, no había ningún alma más transitando. La luz de la luna y la de las estrellas se encargaban de atenuar la oscuridad que no podían derrocar las farolas. Los grillos resonaban en la soledad. Los gatos se paseaban por los tejados, mostraban su verdadera faceta, la que solo podía existir en la noche.

—Por cierto, mi nombre es Lilith, y mi apellido es Sorĉistino. Curioso que no lo hubieras preguntado antes. ¿Es un nombre raro, no? Mis padres... pertenecían a una secta y decidieron llamarme así —comentó Lilith, interrumpiendo así el silencio de la noche—. Podría cualquiera secuestrarte, definitivamente te falta malicia.

—Pero esto es un sueño, la malicia es innecesaria en un sueño —respondió Ren inocentemente, sabiendo que en su realidad no hubiera podido tomar la mano de una desconocida, menos dejarse guiar. Lilith detuvo su andar, se colocó enfrente de Ren y lo miró fijamente. Sus ojos se iluminaron con el brillo de las escandalosas estrellas que presenciaban y eran testigos del momento. Ren se dio cuenta de que ella poseía una mirada llena de confianza, exteriorizaba su interior a través de sus ojos. Lilith era una mujer muy segura de sí misma y controladora. No obstante, detrás de aquello, en lo más profundo de sus ojos, existía una tristeza inmensurable.

—Cuando despiertes te vas a impactar demasiado de tu realidad, la nueva que se va a presentar ante ti. —Se encogió de hombros—. Quien sabe y pronto vengan algunos vagos recuerdos en ti. —Sonrió de manera cautivadora.

Caminó y dejó atrás a Ren. Observó la silueta de Lilith, confirmándose desde sus adentros que era un sueño, puesto que ella no parecía normal, menos algo propio del mundo, su presencia era exótica. Ella paró, se giró y extendió su mano para que la tomara Ren. Entonces, él tomó la mano ofrecida y se dejó guiar por lo que consideró un hermoso sueño que consolaba su tormentosa alma.


(Nota de autor:
Hola, ¿qué te va pareciendo la obra?)

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