Hopeless? ~ Tercera parte de...

By doyoupedal

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Ha sido un camino largo. Con todos los altibajos que han tenido el último año y medio, Ashley y Nathan piensa... More

Hopeless? ~ Tercera parte de Loverboy.
Capítulo 1. ~ Nathan.
Capítulo 2. ~ Ashley.
Capítulo 3. ~ Nathan.
Capítulo 4. ~ Ashley.
Capítulo 5. ~ Ashley.
Capítulo 6. ~ Nathan.
Capítulo 7. ~ Ashley.
Capítulo 8. ~ Nathan.
Capítulo 9. ~ Ashley.
Capítulo 10. ~ Nathan.
Capítulo 11. ~ Ashley.
Capítulo 12. ~ Nathan.
Capítulo 13. ~ Ashley.
Capítulo 14. ~ Nathan.
Capítulo 15. ~ Ashley.
Capítulo 16. ~ Nathan.
Capítulo 17. ~ Ashley.
Capítulo 18. ~ Nathan.
Capítulo 19. ~ Ashley.
Capítulo 21. ~ Ashley.
Capítulo 22. ~ Nathan.
NOTA.
Capítulo 23. ~ Nathan.
Capítulo 24. ~ Nathan.
Capítulo 25. ~ Nathan.
Capítulo 26. ~ Ashley.
Capítulo 27. ~ Nathan.
Capítulo 28. ~ Ashley.
Capítulo 29. ~ Ashley.

Capítulo 20. ~ Nathan.

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By doyoupedal

Después de sobornar al departamento de seguridad del hospital con una exorbitante cantidad de dinero, me dejaron ir. Había explicado que ese golpe salió en la desesperación del momento, pero no me hicieron caso. Así que tuve que jugar sucio.

Eran ya casi las 2 de la madrugada y podía ver a Aubree, Roxanne, Patrick y Jay con miradas vacías en las frías sillas de metal de la sala de espera del hospital. Me acerqué a ellos con mis manos en los bolsillos, un poco apenado de mi reacción reciente. Roxanne se paró de su silla y corrió hacia donde estaba cuando me vio caminando por el pasillo.

—Hey. —susurré en su cabello cuando me abrazó.

—¿Estás bien? —ya le estaba saliendo una pequeña marca entre sus cejas por su preocupación constante.

—Sí. No me han hecho nada. —la comisura de mi labio se alzó en un intento fallido de sonrisa.

Seguí caminando a su lado hasta que llegamos de nuevo a la sala donde estaban los demás. Sorpresivamente, estábamos solos. No habían emergencias ni demás personas esperando con nosotros, y la enfermera que usualmente estaba recibiendo todas las llamadas telefónicas detrás del mostrador de emergencias se había marchado a la cafetería hacia casi una hora.

Miré detalladamente a todos. Aubree había echado su cabeza hacia atrás, las luces fluorescentes de la sala iluminando la piel pálida de sus párpados cerrados, su mano tomada a la de Jay, quien sólo miraba a la pared color azul claro fijamente. Después estaba Patrick, quien tenía su barbilla apoyada en sus manos, sus codos apoyados en sus rodillas, dando pequeños golpes con su pie en el piso de mármol resplandeciente, y Roxanne, quien tenía sus brazos alrededor de mi brazo derecho, su cabeza apoyada en mi pecho. Todos nos veíamos tan miserables, aunque debíamos estar alegres por el hecho de que Ashley está viva.

Creo que estamos así después de ver cómo se encuentra ella. Fue tan... desalentador. Parecía que ella no nos reconocía. Nos vio como si nosotros—sus más íntimos amigos—fueramos unos totales y completos extraños, como si nunca nos hubiera visto antes en su vida. No sabía por lo que había pasado, pero no estaba listo para perderla por cuarta vez.

No podía sacar la imagen de ella gritando y aventando sus manos a cualquier persona que estuviera cerca de ella, sobre todo cuando los doctores vinieron a sedarla. Y cuando traté de acercarme a ella... Se apartó como si me tuviera miedo. Era como si fuera otra persona.

Cerré mis ojos por un momento y pasé mis manos por mi cabello. Traté de controlar mi respiración, pero en eso llegó Josh a donde estábamos nosotros.

—¿Cómo está? —preguntó Aubree al ver que se sentó al lado de Roxanne.

Josh pasó su mano por su nariz y nos dedicó a todos un silencio mientras nos veía a los ojos. —Normal, en realidad. Tratamos de controlarla. Está sedada y estoy seguro que dormirá toda la noche. Aunque no creo que al doctor supervisor le guste que esté trabajando en su caso. Ustedes chicos no ayudaron mucho con su paso prohibido a la UCI. Así que no es mi culpa si me sacan de su caso. —dijo Josh con una voz cansada.

—¿Cómo te pueden sacar? Es tu amiga. —Reclamó Jay.

—Exactamente por eso. Dicen que no tomamos reacciones y decisiones buenas si estamos involucrados sentimentalmente con el paciente. —respondió Josh.

—Eso no tiene sentido. —apuntó Aubree.

Josh suspiró desesperadamente y pellizcó el puente de su nariz. —No me van a sacar. Ustedes simplemente... traten de no causar muchos problemas mientras están aquí, ¿está bien?

Todos asentimos un poco apenados.

—Bien, bueno, creo que trataré de dormir un poco en la sala de internos. Mañana será un día largo. —anunció Josh y se levantó de la silla—. Buenas noches. —dijo, besó a Roxanne y se fue.

Después de unos momentos de silencio, añadí: —Creo que ustedes también deberían ir a dormir.

—Oh, no. Estás loco si piensas que dejaremos a Ashley aquí sola. Ella también es nuestra amiga. —dijo Aubree.

—Lo decía porque todos se ven cansados. Además, no es como si algo fuera a pasar. Todos sabemos que está bien, solo está un poco... —mi voz se apagó y no pude terminar la oración. Creo que todos nosotros teníamos nuestra propia palabra para llenar el blanco.

Loca.

Ida.

Perdida.

Descontrolada.

Psicótica.

Traté de no pensar mucho en eso.

Continué hablando. —Pero son bienvenidos si se quieren quedar.

Y así fue. Ninguno de nosotros nos fuimos. Probablemente íbamos a despertar con una terrible tortuculis y con un caso severo de mal aliento, pero decidimos hacer de esa sala de espera nuestro campamento por la noche.

Las horas pasaron y los demás se fueron quedando dormidos uno por uno, pero yo simplemente no podía. Comenzaba a pensar de que era insomnio total y verdadero a este punto de la situación, por lo que decidí ir a la cafetería a comprar un café. Si no podía ganar energía durmiendo, ganaría energía de la cafeína.

Cuidadosamente, quité la cabeza de Roxanne de mi regazo y la coloqué en la silla de metal. Arreglé mi camisa y le sonreí a la enfermera que ya estaba en su puesto detrás del mostrador, quien me devolvió la sonrisa. Toqué el bolsillo trasero de mi pantalón para verificar que mi dinero estuviera así y me dirigí a la cafetería a través del laberinto interminable de pasillos pálidos y de luces fluorescentes cuando de repente sentí que alguien me seguía, por lo que me volteé pero no había nadie. Seguí caminando y crucé varias veces y pasé a través de pasillos internos rodeados de puros paneles de vidrio que conducían de un ala del hospital a otra, cuando volví a sentir la prescencia de alguien, y puedo jurar que vi una sombra negra detrás de mi reflejarse en una de las paredes con dichos vidrios panorámicos, por lo que en mi próximo giro me quedé esperando en la esquina a la persona que estaba detrás de mí.

Finalmente, estaba en lo cierto: alguien me estaba siguiendo. Al principio simplemente fue una sombra confusa y borrosa, pero cuando tuve la oportunidad de pegarlo de la pared del pasillo con mis manos alrededor del cuello de su camisa, me di cuenta que era Patrick.

Patrick, quien ahora tenía sus manos alzadas a ambos lados de su cuerpo mientras reía. —Tranquilo, tranquilo, hermano. Soy sólo yo.

Mi pecho subía y bajaba con rabia, pero aún así logré quitar mis manos del cuello de su camisa y soltarlo. Miré al piso, un poco apenado. —De verdad lo siento. No sabía que eras tú. Ahora estoy un tanto paranóico, sabes, después de todo lo que pasó.

Patrick sonrió condescendientemente. —Sí, sólo me lo puedo imaginar.

Después de eso, fuimos completamente envueltos por una atmósfera incómoda, hasta que le dije: —¿Quieres algo de la cafetería? Vamos, yo invito.

Patrick sonrió de nuevo. —Justo me dirigía hacia allá.

Entonces caminamos lo que faltaba hasta llegar a la cafetería, donde había un señor detrás de la barra leyendo un periódico viejo y dos enfermeras que tomaban algo sentadas en una de las pocas mesas que había dentro del lugar. Yo pedí un café mediano y Patrick se decidió por un té verde frío con miel. Esperamos un momento hasta que mi café estuviera listo.

—Creo que esas dos enfermeras quieren contigo totalmente. —Patrick, quien ahora tenía su espalda apoyada contra la barra, tocó levemente mi espalda y me dijo.

Ni siquiera me molesté en voltear a ver a las enfermeras. —Pues qué mal por ellas, porque ya estoy reservado. —dije lo más serio posible.

Sentí que Patrick se me quedaba viendo estupefacto. Después de unos segundos dijo: —Vamos, viejo. No puedes estar hablando en serio.

—No bromeo.

—Sé que amas a Ashley, pero, nunca, no lo sé, ¿quisiste tener una aventura? —Patrick me preguntó.

Recordé las llamadas a Dionne de las cuales estaba extramadamente arrepentido.

—No. —me volteé hacia él, pareciendo un poco más rudo de lo que debería—. ¿Por qué? ¿Tú sí tuviste una mientras estabas con ella?

—Wow, wow. —Patrick puso sus manos extendidas entre nosotros—. Cálmate. No. Ashley fue... especial.

Traté de verlo amenazadoramente a los ojos antes de voltearme de nuevo, pero la verdad es que estaba demasiado cansado. Mi café finalmente estaba listo, así que me di la vuelta, pagué por nuestras cosas, le di las gracias al señor y salimos de allí.

Llegamos a nuestro punto de partida, y, aunque el café estaba amargo y muy diluido y las sillas de metal en realidad no eran la mejor opción para pasar la noche, cerré mis ojos por unos momentos y traté de despejarme por completo. Aunque al principio fue un poco difícil ya que sólo podía ver a Ashley gritando, llegué a un lugar entre el estar despierto y los sueños. Pasé toda la noche en ese lugar, jurando que ahí es donde siempre la estaré amando, donde siempre la estaré esperando.


Unas horas después, me desperté con una boca que me sabía a café mal preparado, deseando poder cepillarme los dientes lo más antes posible.

Miré a mi alrededor. El reloj en la pared marcaba las 6:23 de la mañana. La sala se había llenado, pero sólo un poco. Había una señora que aparentaba unos 40 años con quien parecía ser su pequeño hijo. Aparte de ellos, sólo había un anciano muy distraído moviendo su bastón de un lado hacia otro. Y después estábamos nosotros. Jay ya estaba despierto, así que me senté a su lado. Los demás seguían dormidos. Me pregunté a mí mismo cómo habría pasado la noche Ashley.

—Buenos días. —le dije a Jay.

—Hola Nath. —respondió.

Ninguno de los dos hicimos el esfuerzo para poner en la mesa temas de conversación, ya sea porque estábamos muy cansados o porque estábamos muy metidos en toda esta situación que se estaba formando alrededor de nosotros.

Pasaron los minutos y comencé a ver por las ventanas de la sala que el Sol comenzaba a salir. Ahí fue cuando Josh se me acercó y me dijo que el doctor que estaba atendiendo a Ashley quería hablar conmigo.

—¿Le pasó algo? —pregunté alarmado mientras me paraba y ponía mi sweater en la silla donde estaba sentado.

—No, simplemente quiere preguntarte cosas de su seguro y eso, me imagino. —respondió él tranquilo y calmado, mientras me guiaba a través de los pasillos de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital.

Uno de los guardias que me había sacado ayer me vio de una manera amenazadora, a lo que yo señalé a Josh quien caminaba frente a mí, dejándole entender que estaba con él. Pronto, ya estábamos del otro lado de las cortinas que delimitaban el lugar en donde estaba Ashley. Por un momento, sentí la necesidad extrema de abrir las cortinas y sentarme a su lado, pero sabía que tal vez no era tan buena idea.

Pronto, el doctor llegó a nuestro lado y se presentó como Robert Simmons, lo cual fue un tanto agridulce, porque el papá de Ashley también se llamaba Robert y era doctor. Me preguntó si sabía algo de su seguro, y le dije que en realidad no, pero que podía contactar a la universidad, ya que aún no estábamos listos para llamar a su mamá, y porque no creía que Roxanne o Aubree supieran algo de eso, tampoco. Luego, me vio directamente a los ojos con una mirada seria y me preguntó: —Hijo, sí sabes lo que le pasó, ¿no? ¿Te dijo la policía?

Y, con esas pocas palabras, que en realidad no tenían un significado profundo, mi corazón se desaceleró tanto que sentí que estaba mareado por un momento. —En realidad, lo único que sé fue que estuvo secuestrada.

El doctor Simmons y Josh cruzaron una mirada por unos segundos, algo que me hizo creer que había mucho más de esto que no sabía.

—¿Qué pasó? —pregunté parado entre los dos, alarmado.

Josh y el doctor se vieron de nuevo, hasta que Josh aclaró su garganta y puso su mano en mi hombro. —Escucha, Nathan, como doctor interno que atiende a Ashley, es difícil decirlo, pero como amigo, es mucho más difícil hacértelo saber.

Para ese entonces, quería que Josh se saltara la parte del soliloquio de doctor apenado por lo que había ocurrido de mierda que ya estaba más que gastado y que fuera directo al grano y me dijera qué había pasado. Noté que el doctor Simmons se excusaba de nosotros para irse a otro lugar.

Josh me tomó por el hombro y me llevó con él a una de las esquinas del lugar en donde nosotros estábamos para estar un poco más en privacidad, aunque dudo mucho que las personas que se encontraban dentrás de las cortinas de nosotros quisieran escuchar historias depresivas sobre personas heridas: ya con las de ellos era más que suficiente.

Josh me miró a los ojos, y, honestamente, me desesperé por completo. —¿Corta ya con el drama de mierda, quieres? —grité en un susurro.

—Perdón, sólo trato de suavizarlo un poco. —se defendió él.

—En serio, ¿qué podría ser peor que saber que tu novia fue secuestrada y torturada por tu ex-novia?

—Créeme, si hay cosas peores, y, ¿fue Dionne? ¿En serio? ¿ELLA? —dijo Patrick.

—No lo sé. Sólo digo que tengo una fuerte sospecha de que fue ella. Me podrías decir ya, ¿por favor?

Josh respiró profundamente. —Escucha, sí, ella fue secuestrada por alguien, y le hicieron mucho daño, tanto físico como emocional, por lo que vamos a estar trabajando con una psiquiatra también, pero, lo principal que tengo que decirte es que cuando llegó aquí con dos oficiales del FBI, ellos nos contaron básicamente lo que había pasado para así poder saber cuál sería el mejor tratamiento para ella y fue todo básicamente por razones médicas—

—¿PODRÍAS YA SALTARTE ESO Y DECIRME? —Interrumpí.

—¡No sé cómo decirlo! Sería más fácil si no te conociera, pero...

—JOSH. DILO. YA. —Lo tomé por el cuello de su uniforme y lo puse contra la pared, lo cual se debió haber visto un poco extraño, porque Josh era mucho más alto que yo, pero de verdad ya me estaba sacando de mis casillas.

—Ashley fue abusada sexualmente. —Josh dijo con los ojos cerrados.

Lo solté. —¿Qué? —Me ahogué un poco al tratar de hablar.

—Yo... tampoco lo creo. —Josh dijo, y hubo un momento de silencio.

Un momento en el que todo mi mundo se destruyó de un sólo golpe. Un momento en el que la persona edificada dentro de mí bajó todas sus defensas, en donde todo esto parecía una estúpida telenovela.

Me sentí a mí mismo pegar la espalda contra la pared que estaba detrás de mí a la misma vez que mi cuerpo lentamente bajaba por la misma, hasta que toqué el piso, en donde mi cuerpo se quedó inerte, con las rodillas dobladas hacia mi pecho, mis codos apoyados en mis rodillas, mi cabeza hundida entre mis brazos.

Sentí a Josh sentarse a mi lado.

—Nos dijeron que cuando la encontraron, todavía habían rasguños en su cara y en otras partes de su cuerpo, moretones en forma de dedos en su cintura y básicamente muchas señales que indicaban que tal vez se había resistido a algo. En adición a eso, encontraron manchas de... —Josh traguó— semen en su ropa cuando se la quitaron en el otro hospital en el que ella estaba para cambiarla. Trataron de tomar una muestra para pasarlo por su sistema a ver si tenían coincidencias, pero no encontraron ninguna persona que coincidiera al 100% con la prueba. Habían otras personas, claro, que tuvieron un porcentaje alto con respecto a la muestra, a quienes deben de estar buscando en este mismo momento para entrevistar. Y yo... De verdad lo siento, hermano. No puedo llegar a procesarlo. Ella... Ella es tan dulce y amable y buena persona. Es mi mejor amiga, mi hermana pequeña, muy pequeña —Josh dejó escapar una breve risa mezclada con un suspiro—, y no se merece nada de esto. No entiendo cómo fue que todo esto pudo haber pasado, ni siquiera nos dimos cuenta y—

Sé que fue lo más rudo que pude haber hecho en esta vida, pero me levanté y dejé a Josh hablando solo. No podía soportar lo que me había dicho. Así que caminé hacia la salida de la UCI, y lo próximo que supe fue que corrí a través de los pasillos del hospital hasta finalmente dar con la salida del mismo, haciendo a muchos transeúntes del hospital molestos mientras me atravesaba en su camino.

Y entonces estuve así por un rato, simplemente corriendo por las calles de Cambridge completamente perdido, alejándome de mis problemas y de la realidad que me perseguían, hasta que extrañamente llegué a un cementerio, en donde caí en el suelo de rodillas, al lado de la tumba de alguien llamado Susanne Rose. Su tumba leía: “Amada esposa y querida madre. Dejó un vacío en todos al irse.” Esperaba que no se había suicidado, porque, no era como si Susanne Rose tuviera la culpa de haber muerto.

Y así como ella había dejado un gran moretón en todos nuestros corazones con todo lo que había ocurrido, no era como si Ashley Underwood tuviera la culpa de haber sido violada.

Y entonces fue cuando sentí mis ojos ardiendo con rabia y con lágrimas, que no pude contener mucho tiempo, por lo que simplemente corrieron por mis mejillas, y luego me di cuenta de que estaba teniendo una escena tan cliché, por lo que recordé lo mucho que Ashley odia las cosas cliché y pude reír, pero mi corazón se encogió dentro de mi caja torácica, sabiendo que había perdido una parte de ella que nunca podría recuperar.

De alguna manera u otra, pude llegar al apartamento de Roxanne, en donde la encontré preparándose para ir a clases en la universidad, quien me preguntó en dónde había estado.

—Sólo salí a dar un paseo. Necesitaba aire fresco. —hubo una pausa—. Creo que me bañaré para regresar al hospital.

—Vale. —dijo ella con un poco de tristeza en su voz y cara—. Jay y Patrick aún están esperándote. Me preguntaron por tí pero les dije que no sabía en dónde estabas. Deberías avisarles que estás aquí. No queremos que otro de nosotros se pierda. —Claramente sonrió para tratar de hacerme sentir mejor, pero notaba el cansancio en las pequeñas arrugas en las comisuras de sus labios, en las bolsas debajo de sus ojos y en la luz que ya no brillaba tanto en ellos.

Se acercó a mí y se despidió con un beso en la mejilla, diciendo que más tarde pasaría por el hospital para ver cómo seguía todo.

Poco después, me metí en la ducha caliente y me aseé, agradeciendo el hecho de que pude cepillarme los dientes. Me puse ropa fresca y caminé hasta la cocina, tomé una manzana que estaba en el mostrador de granito y caminé afuera de la puerta.

Cada vez que el pensamiento de algún hombre con las manos en la cintura de Ashley presionando su pelvis contra ella venía a mi cabeza de nuevo, sentía ganas de atravesar la pared con mi puño. Simplemente, de verdad me debilitaba. Sentía un líquido sedante corriendo por mis venas, apagando cada función en mi organismo. No podía dejar que mi mente aceptara el hecho de que era verdad.

Y aún así, mi vida seguía, pero yo no. Estaba atascado en el mismo cuadro mental, en el mismo segundo en donde me enteré que ella fue tocada por otra persona, que su salud mental nunca sería la misma después de dedicar tanto tiempo a reparar algo que yo mismo dañé, después de que alguien derrumbara la frágil torre de naipes que es Ashley Underwood.

Al llegar al hospital, Jay se paró y me preguntó en dónde diablos había estado. Le dije lo mismo que le había dicho a Roxanne: que necesitaba aire libre. Ambos nos sentamos al lado del otro hasta que el doctor Simmons se acercó a mí y me saludó de nuevo. Me preguntó si lo podía seguir, por lo que me paré hasta que él se detuvo en un lugar cerca de la entrada de la UCI y me miró a los ojos.

—No iba a dejarte verla después de lo que pasó anoche, pero pensé que después de enterarte... Quizás quieras verla.

Sus palabras flotaron en el aire por unos momentos hasta que yo simplemente pude responderle asintiendo mi cabeza una vez. Me acompañó hasta afuera de donde estaba ella y me dio una mirada llena de consentimiento. No me fue posible saber si quería que él sintiera pena hacia mí o si quería que en realidad no lo hiciera, y no sabía si era porque se llamaba Robert o porque estaba tratando a Ashley o porque me iba a dejar verla de manera clandestina, pero este doctor me caía bien de alguna manera o la otra. Al menos hasta ahora, a pesar de que casi termino en el departamento de seguridad del hospital toda la noche por su culpa. Así que después de que se fue, moví la cortina hacia un lado y la volví a cerrar.

Ashley estaba ahí, en su camilla, en una bata de hospital azul de polipropileno. Estaba dormida, o al menos sus ojos estaban cerrados. Me senté en la silla que estaba colocada a su lado, cerca del tripié que contenía una bolsa de lo que podía jurar que era suero que entraba directamente a su organismo por el dorso de su mano a través de un catéter intravenoso. Y, justo como pensé que sería, tuve que respirar y tragar varias veces para tratar de deshacer el nudo que se había formado en mi garganta mientras miraba el ángulo perfecto que creaba el arco de su nariz.

Su cabello había crecido tanto desde la última vez que la ví, ya llegaba a la mitad de su espalda. Estaba más pálida de lo normal y sus brazos estaban cubiertos en unos vendajes blancos desde su bíceps hasta su muñeca—algo que no había notado la noche anterior. Las bolsas debajo de sus ojos estaban hinchadas y eran de un color morado pálido, pero aún así era muy oscuro para su piel, lo que hacía que sus ojos parecieran estar rodeados por fosas negras y profundas. Pero nada me pudo haber roto más que lo que encontré después: mis ojos bajaron por la sombra que causaba su mandíbula sobre la pálida piel de su cuello hasta que encontré chupetones alrededor de él.

Chupetones o hickies, cualquiera fuera el término usado.

Chupetones, claros y morados.

Chupetones, unos más claros que otros.

Chupetones, marcas asquerosas que había dejado un hijo de puta en la persona que más amaba en el mundo sin el consentimiento de ella.

Miré hacia otro lado cuando sentí lágrimas formándose en mis ojos. Todo había sido real.

Cuando reuní el valor para volver a verla, me di cuenta de que sus ojos estaban abiertos, y ella me estaba mirando. Como niño enamorado, como la primera vez que ella me vió de esa manera, mi corazón primero bajó su ritmo para aumentarlo de un momento a otro. Encontré varias palabras para decirle, pero ninguna de ellas parecían ser las correctas para decir. Así que aclaré mi garganta y una sonrisa geniuna e inconsciente se formó en mi boca.

—Hey.

Pero nada podía haberme preparado para lo que hizo después: acerqué mi brazo a ella y traté de tomar su mano, y ella se alejó de mí. Con miedo en sus ojos. Lo pude ver.

Me tenía miedo a mí. Y a cualquier persona que se le quisiera acercar. Sólo porque algún bastardo la había escuchado gritar hasta que ya no le salía más la voz. Sólo porque un hijo de puta había dejado la marca de sus dedos alrededor de su cintura. Sólo porque un maldito había dejado la misma escena repitiéndose una y otra vez en su cabeza sin parar. Sólo porque un cobarde había querido pasar un buen rato sin pensar en las repercusiones que podría causar no sólo en ella, sino en otras personas; sin pensar que a esta maldita hora en este maldito día en este maldito hospital ella iba a estar luchando por recuperar su cordura y mantener su salud física y mental, mientras que sus amigos esperaban en la sala contando por milésima vez el número de paneles de luces fluorescentes que había en el techo; mientras este loco enamorado se sentaba en una silla poco cómoda a su lado y evaluaba cada aspecto de ella y trataba de tomar su mano pero ella perdió total y completamente la esperanza y la confianza en cualquier otra forma de vida.

Y ahí fue cuando supe que no la iba a recuperar nunca por completo. Se había ido, por siempre, y no había nada que yo pudiera hacer.

Habíamos regresado al lugar de donde habíamos partido.

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