Las vacaciones de verano habían empezado al fin.
Bueno, los alumnos de Hogwarts aún estaban en el expreso que los llevaba de regreso a casa, pero ese ya era tiempo de vacaciones y eso nadie podía discutírselo ni a Harry ni a sus amigos.
Estaban todos en un mismo vagón hablando sobre sus planes para ese verano cuando Draco se giró hacía Harry.
-¿Sabes ya qué haremos este verano?-preguntó el heredero Malfoy.
Harry se encogió de hombros. La verdad es que Tom no le había dicho nada sobre planes para el verano. Bueno, nada a parte de ir a ver a Sirius.
-¿Tus padres no te han dicho nada?-preguntó Harry.
Draco negó con la cabeza.
-Bueno, les he dicho lo de la semana que viene.-dijo Draco, haciendo que los otros chicos del vagón se confundieran un poco. Pero hacía mucho tiempo que habían decidido desistir de intentar entender las conversaciones de ese par.
-Bien, pues aparte de eso solo está el nacimiento del bebé de Cygnus y Corvus y el de tus hermanos.-dijo Harry, volviendo a mirar por la ventana.
-¿Qué?-exclamó Pansy, girándose de inmediato hacia Draco.-¿Vas a tener hermanos?
Draco mató con la mirada a Harry. No lo había mencionado al grupo por una razón. Y esa era la locura de Pansy y Daphne por los bebés. Harry se la iba a pagar... ¡El muy descarado hasta se estaba riendo!
-Bueno...-contestó Draco, no sabiendo dónde meterse para librarse de aquella situación.-Mi madre está embarazada. -Draco usó con cuidado las palabras, pues la sociedad mágica aún debía creer que Narcissa Black era su madre.-y los medimagos están bastante seguros de que serán gemelos.
Pansy y Daphne gritaron con alegría.
Draco estaba seguro de que ya estaban planeando todo tipo de cosas locas para sus pobres hermanos. El rubio, por su parte, solo pudo sonrojarse pensando en otros gemelos.
Blaise se giró hacía Harry y le habló.
-¿Tus tutores también tendrán un bebé este verano, Harry?-la pregunta del moreno hizo que las dos chicas callaran y miraran a Harrison con interés. Draco se burló de él internamente.
Harry sonrió, pensando en cómo iba a vengarse de Blaise en cuanto tuviese oportunidad.
-Sí, han estado pidiendo mi opinión durante todo el curso sobre cosas para la decoración del cuarto del bebé.-contestó Harry.
Tanto Harry como Draco sintieron un ambiente algo incómodo formarse en el vagón.
-¿Tus tutores viven en tu mansión a tiempo completo?-preguntó Pansy, muy intrigada.
-¿Y les dais un cuarto para su bebé?-preguntó Daphne ahora.
Harry asintió.
-Sí, Cygnus y Corvus son prácticamente familia.-contestó, de lo más tranquilo. A su lado, Draco asentía dándole la razón. -Corvus es como una mamá gallina, y desde que está embarazado nos grita más que nunca.-Draco sonrió ante aquello.-A nosotros nos ha mandado un par de vociferadores este curso.
-Es verdad.-Draco rió con ganas, igual que Harry.-No hay quién le ponga freno, espero que vuelva a ser nuestro tranquilo Corvus cuando dé a luz.
Harry asintió de acuerdo.
-Pero,-Theo los miraba, igual de impresionado que el resto-¿tus padres y tu padrino no son Lores? Entonces, ¿Por qué permiten a su empleado gritar a sus hijos como si nada?
Harry y Draco se sintieron un poco ofendidos, pero entendieron que esa era la mentalidad que les habían inculcado desde que eran muy pequeños.
-Mi "padrino",-empezó Harry, pero tuvo que hacer una pausa, pues se le vino a la mente la conversación que tuvo con Snape hace unos días, en la cual el profesor le había explicado el estado de su verdadero padrino y no quería ponerse triste sin razón aparente en frente de sus amigos.-es un Lord, sí, pero mis tutores también son Lores de familias sangre puras.
>>Aunque no tenían mucho dinero cuando llegaron a nuestra mansión hace 5 años. Sin embargo, ahora son parte de la familia.
Ni mi padrino, ni Draco, ni su familia, ni yo los hemos visto nunca como a unos simples empleados a los que despreciar. Ellos siempre me han cuidado y me han querido casi como si fuera su hijo, le tienen mucho cariño a Draco también. Además, ellos han sido lo más parecido a unas figuras paternas que he tenido nunca y yo los quiero mucho.-acabó de decir Harry, con Draco confirmando todo lo que él decía.
Ahora sí que todos estaban más que impresionados.
Se habían quedado sin palabras.
Nunca habían pensado que algo así podría ser posible. Para ellos, que habían sido criados con las creencias más antiguas de sangre puras, cualquiera con menos dinero que ellos o que trabajara para ellos no era más que alguien prescindible y sustituible que no servía para nada.
Pero ahora llegaban Harry y Draco y les decían que habían dejado que sus empleados los trataran como a iguales o incluso como a inferiores y que, tanto los niños como el padrino y los padres, los habían dejado comportarse como les diera la gana y les habían dado la libertad de tratarlos como quisieran.
Para ellos eso era inconcebible.
Lo que ellos no sabían era que había cinco pares de oídos indiscretos escuchando lo que decían desde dos partes diferentes del tren.
En el vagón del lado derecho al de nuestras pequeñas serpientes había dos gemelos pelirrojos pendientes de cada palabra dicha en el vagón para poder averiguar más sobre ese rubio que les había llamado la atención cuando comenzó a seguirlos.
Mientras que en el vagón izquierdo se encontraban tres leones de primer año que estaban atentos a todo lo que salía de la boca de Harry para poder descubrir cualquier cosa que Abraham pudiera usar para acercarse a él.
Por ahora el joven Potter solo podía estar orgulloso de su amor platónico, pues había demostrado, una vez más, que era diferente del resto de personas de su casa, y ahora Ron y Hermione también lo habían escuchado y no podrían refutarle nada.
Abraham se sentía realmente orgulloso de Harry por no ser como los otros Slytherin que desprecian a todos los inferiores a ellos solo por ser inferiores a ellos.
Pero Harry todavía tenía más cosas que decir, las cuales harían sentir a Abraham que realmente no podría estar más orgulloso ni amar más a su Harry.
-Además, mi padrino y yo solo tenemos una elfina doméstica, se llama Twinky y es algo vieja. Por esa razón le damos un día libre a la semana, para que descanse. Y nosotros solemos hacer nuestras camas y algunas veces incluso preparamos nuestra comida, aunque no sea su día libre, para poder aligerarla un poco de la carga que conlleva mantener limpia y ordenada una mansión tan grande como la nuestra.
Draco sonrió al pensar en Twinky, que era otra mamá gallina y que no solo los cuidaba a ellos, sino también a los elfos de la Mansión Malfoy.
-Twinky en verdad es un amor de elfina.-añadió Draco, dejando aún más sorprendidos al resto de chicos.-Ella siempre cuida mucho de los elfos de mi Mansión. En especial de uno llamado Dobby. -Draco se había perdido recordando a sus elfos domésticos.-Mi padre lo liberó hace un par de años y se fue. Pero volvió a los pocos meses, nos pidió que le dejásemos seguir trabajando para nosotros porque nos echaba de menos. A todos, pero a la que más era a Twinky.-Harry sonrió con Draco recordando ese día muy bien.-Papá no estaba seguro de retenerle, pero mamá le dijo que si era lo que el elfo quería entonces estaba bien. Mamá siempre logra convencer a papá.
Ahora sí que los herederos de las familias sangre pura estaban realmente atónitos.
Eso sí que era increíble.
Eran algo completamente fuera de lo común.
Si ellos no conocieran a Harry y Draco, y a los Malfoy, casi podrían jurar que eran unos traidores a la sangre.
Pero sabían que Harry no era muy partidario de los sangre sucia, él mismo siempre decía cosas como: "No deberíamos adaptarnos a ellos, ellos deberían adaptarse a nosotros." o "¿De qué sirve enseñarles magia ahora si han sido ignorantes de ello durante toda su vida?" Y Draco siempre le apoyaba, además de que era un Malfoy.
Sin embargo, los futuros lores no habían comprendido el verdadero significado de lo que Harry decía, pues Harry ya se aseguraba de usar las palabras adecuadas para que los demás no se diesen cuenta de sus verdaderas intenciones.
En realidad, quería decir que a los hijos de muggles los debían detectar en seguida e inscribirlos en una institución que les enseñara las costumbres mágicas y las mismas bases de la magia que eran enseñadas a los sangre pura desde que eran pequeños, para que así pudieran seguir el ritmo a los otros niños una vez llegados a las escuelas mágicas, como Hogwarts, Ilvermorny, Beuxbatons o Drumstrang.
Nadie volvió a abrir la boca en ese vagón en lo que restaba de viaje hasta llegar al andén nueve y tres cuartos. Nada más parar el tren, Harry se levantó y, antes de salir del vagón, se giró y le dijo a Draco.
-Nos vemos mañana, seguramente tu madre y las locas de tus tías quieran que les pongas al día.-miró a los demás miembros de su círculo interno y sonrió.-Que tengáis todos un buen verano.
-Que tengáis un buen verano.-respaldó Draco, ambos salieron del tren.
Los demás bajaron más lentamente, aún sin creerse del todo lo dicho por Malfoy y Riddle horas antes en el vagón.
Cuando se bajaron del tren pudieron localizar a Harry y Draco. Las personas que habían ido a recogerlos estaban unos al lado de los otros.
Draco estaba hablando con un hombre de una larga melena rubia, que lucía serio mientras ponía una mano sobre el hombro de su hijo. Se trataba de Lucius Malfoy. A su lado había una mujer que sonreía con cariño, ella también era rubia, y era casi tan alta como el hombre. Llevaba una gran gabardina que la tapaba por completo, por lo que no se podía saber si estaba embarazada, pero las chicas supusieron que había sido echo a propósito. Quizás los señores Malfoy no querían que se supiese nada sobre el embarazo de su esposa.
Por otro lado, Harry estaba abrazando a un hombre alto y musculoso de pelo negro corto, que tenía los ojos de un marrón oscuro, tirando a negro, y unos labios algo carnosos con una nariz pequeña y las mejillas un poco sonrosadas. El hombre le devolvía el abrazo de forma algo reticente, como si le molestara admitir que había echado de menos al niño.
Al lado de esos dos había otro hombre. Él era un poco más bajo que el que estaba siendo abrazado por Harry, pero parecía que su presencia era más grande, tenía el vientre bastante hinchado y se veía un poco relleno, pero parecía muy feliz acariciando su vientre y sonriendo a Harry cuando el niño se giró hacia él.
Tenía una melena castaña oscura que le llegaba hasta casi la cintura, recogida en una coleta baja y tenía los ojos de color marrón rojizo. Su nariz era algo prominente y sus labios estaban rellenos, su expresión era muy dulce y tranquilizadora cuando dejó que Harry besara su vientre, lo acariciara y le hablara como si saludara a alguien ahí, por lo que los compañeros de Harry dedujeron que el hombre más bajito estaba embarazado.
Tanto a Pansy como a Daphne les pareció que ese hombre era realmente el ser más adorable sobre la faz de la tierra.
Y no eran las únicas, pues Cygnus creía exactamente lo mismo sobre su marido, que en ese instante había atrapado a Harry en un abrazo de oso con el que estaba asfixiando al pobre niño, por lo que decidió salvarlo.
Solo porque sabía que Tom lo mataría si dejaba que Corvus matara al objeto de su adoración y que Corvus nunca se perdonaría algo así.
-Lo estás asfixiando, cariño. Déjalo por ahora. Seguro que ha sido un viaje cansado y querrá descansar. Podrás atosigarlo luego. Además, tú también tienes que descansar. Ya sabes lo que dijo el medimago.
Corvus soltó al niño mientras asentía a las palabras dichas por su cónyuge.
-Sí, sí.-el embarazado resopló llevándose una mano a su vientre notablemente abultado.-Reposo absoluto, nada de emociones fuertes, bla, bla, bla. Nada de eso es realmente importante ahora, lo sabes, ¿verdad? Daré a luz dentro de unas dos o tres semanas, no es como si fuese a tener un aborto por estar feliz de tener a nuestro niño de vuelta.
Cygnus rodó los ojos por lo despreocupado que siempre era su amado. Pero no podía, ni quería, hacer nada para cambiarlo. Se había enamorado de Corvus Rowle con todo lo que eso significaba, incluido el tener que preocuparse por los dos.
-De hecho, hay personas que sufren abortos pocos días antes de dar a luz por cualquier cosa.-apuntó Harry, poniéndose del lado de Cygnus, como solo hacía cuando la seguridad de Corvus estaba en medio.
Cygnus solo asintió a lo dicho por el niño dándole la razón.
Corvus bufó y simplemente se giró, listo para irse. Sin embargo, no miró y se chocó con otro hombre.
El chico no debería tener más de 25 años, tenía el pelo negro azabache cayendo por sus hombros y unos ojos grises penetrantes que Harry conocía de algún lado, pero eso no importaba, solo importaba que el desconocido había reaccionado a tiempo y había agarrado a Corvus por la cintura, impidiendo una caída.
-Gracias y lo siento mucho.-dijo Corvus, una vez el otro hombre lo soltó y pudo mantenerse solo de pie, aunque Cygnus lo agarró de la cintura solo para marcar territorio.
-No es nada.-contestó el desconocido, tenía una voz no muy grave, pero tampoco muy aguda.- ¿Usted está bien?
-Sí, lo está.-contestó Cygnus, de mala manera, por Corvus.
Ahora fue el turno del más joven de rodar los ojos por el comportamiento de su marido.
-Discúlpelo, solo es un poco territorial.-dijo Corvus con una sonrisa.-Mi nombre es Corvus y él es mi marido, Cygnus. Es un placer.
Corvus le extendió la mano y el desconocido la agarró, estrechándola y fijando la vista en Harry, que le devolvió la mirada.
-Oh, él es Harry.-dijo Corvus con una sonrisa.-Somos sus tutores.
Al mencionar el nombre del niño, los ojos del desconocido brillaron como si hubiesen encontrado el mayor tesoro del mundo. Y eso fue todo lo que necesitó Harry para recordar de qué le sonaban esos ojos.
-El placer es mío. Mi nombre es Regulus, Regulus Black.