Capítulo 26 (Editado)

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Año 1972 -Tercer año de Remus, Lucius y los demás en Hogwarts-, en un pasillo secreto en el quinto piso, Hogwarts, en algún lugar de Escocia...

- ¡Lupin, espera! -se escuchó la exclamación de un slytherin de tercer año, en el pasillo desierto, dado que casi nadie conocía de su existencia.

- ¿Qué quieres, Malfoy? -preguntó el gryffindor, girándose con cierto temor a lo que la serpiente pudiera hacerle. -Mira, si te han hecho algo, te juro que yo no he tenido nada que ver está vez, así que por favor...-pero no pudo terminar porque Lucius ya estaba frente a él, posando un dedo sobre sus labios, haciéndole callar.

-No se trata de ninguna broma. -dijo el rubio y, a continuación, se llevó la mano que había utilizado para callar al licántropo detrás de la nuca, para comenzar a rascársela con nerviosismo, al mismo tiempo que un pequeño sonrojo se hacía presente en sus pálidas mejillas, resaltando más de lo habitual debido al tono de piel del chico. Remus no podía estar más sorprendido, jamás pensó que vería a una serpiente nerviosa, y todavía menos creyó que esa serpiente sería nada más y nada menos que Lucius Malfoy, el príncipe de las serpientes. -Yo quería saber si... Bueno, si tú... Si, si... Esto es más difícil de lo que creía.

Lupin no daba crédito a lo que tenía delante, la indecisión y la manera entrecortada de hablar del slytherin lo tenían completamente atónito.

-Suéltalo ya, Malfoy.-decidió intervenir, pues se había dado cuenta de que si el rubio no se daba prisa llegaría tarde a su siguiente clase, Transformaciones, y no necesitaba cabrear a McGonagall, gracias.

- ¿¡Quieres salir conmigo!? -Malfoy lo soltó de sopetón, con la poca valentía que tenía, y esperó a que Remus le contestara. Al ver que el chico frente a él seguía en shock y no contestaba se puso aún más nervioso y comenzó a hablar de manera rápida.-Quiero decir, no como novios, aún no nos conocemos lo suficiente y además tus amigos y tú me odiáis y yo a vosotros, o sea, a ti no, porque tú me gustas, y más que un poco, he de admitir que me pareciste adorable desde la primer vez que te vi en la ceremonia de selección y me pareció una pena que quedarás en Gryffindor. A lo que voy es que sería una cita, en Hogsmade, este fin de semana, si te parece bien y aceptas, podemos ir a donde tú quieras y hacer lo que tú quieras, si aceptas y eso, porque estoy asumiendo que vas a aceptar, aunque seguramente me vayas a rechazar porque me odias y lo comprendo, de verdad. Pero tenía que haberlo intentado al menos y...

Sin embargo, lo que Lucius Malfoy no esperaba era sentir los labios del chico, que había sido su amor platónico por casi tres años, en su mejilla, para después sentirlo alejarse y ver, aún en estado de shock, como un Remus Lupin más que sonrojado y complacido le sonreía de una manera tan sincera e inocente como nunca nadie le había sonreído antes de asentir y contestar, con la emoción pintando cada una de sus palabras.

- ¡Sí, me encantaría tener una cita contigo este fin de semana! -acto seguido el hombre lobo se giró y corrió lejos de allí, pues ya había sonado el timbre y McGonagall iba a echarle la bronca del siglo, dejando a una más que feliz y emocionada serpiente detrás, que internamente chillaba como toda una colegiala enamorada.

Lo que Lucius no sabía era que Remus también estaba enamorado de él desde que lo había visto en la ceremonia de selección. Habían pensado que su amor nunca sería correspondido, pero Lucius se armó de valor, después de que Severus le contara como Sirius Black le había pedido a gritos una cita, completamente empapado y metido hasta la cintura en el Lago Negro, sin ceder hasta que el slytherin le había dicho que sí, totalmente avergonzado y atemorizado de que alguien los viera o escuchara.

Eso le había dado esperanza al heredero Malfoy porque, si Black podía salir con Severus, ¿qué le impedía a él salir con su Remus? Nada, solo su miedo, por lo que decidió dejar de ser un cobarde y luchar por lo que amaba, o más bien, por quién amaba.

Eso le había dado esperanza al heredero Malfoy porque, si Black podía salir con Severus, ¿qué le impedía a él salir con su Remus? Nada, solo su miedo, por lo que decidió dejar de ser un cobarde y luchar por lo que amaba, o más bien, por quién amaba

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Actualmente, Mansión Slytherin, Port Isaac, North Cornwall, Inglaterra...

Desde luego, esa no era la reacción que Severus se esperaba, pero tampoco es que pudiese sorprenderle mucho, Sirius siempre había sido un gran dramático.

Escuchó una risita infantil a sus espaldas y se giró a tiempo de ver como Draco, luciendo algo derrotado, le daba una rana de chocolate a Harry, quién sonreía victorioso.

Por supuesto, como no.

Su hijo había apostado con su mejor amigo sobre la reacción de su padre al saber la noticia e, indudablemente, Harry había ganado la apuesta. En los brazos de su hijo, el pequeño Octans trataba de apoderarse de la rana de chocolate, por lo que Harry tuvo que dársela al antiguo Lord Oscuro, quien se la guardó para después.

En ese instante, los que desconocían la noticia salían de su shock momentáneo y empezaron a acercarse a Severus para felicitarle.

-Oh, Severus, ¡esa es una gran noticia!-exclamó Remus, levantándose de su silla, con su hija aún en brazos, para abrazar al pocionista.

Corvus y Cygnus imitaron la acción del hombre lobo, felicitando al pelinegro y abrazándolo, Lucius y Draco también se acercaron a abrazarlo, pero Severus paró un segundo a su ahijado.

-Espera, tú no tenías ni idea de por qué hemos venido aquí, entonces, ¿qué has apostado con Harry?-preguntó extrañado.

Draco se sonrojó y bajó la mirada algo avergonzado, mientras Harry reía y balanceaba un poco su cuerpo para entretener a Octans.

-Le dije a Draco que papá se desmayaría en cuánto le dijeras la razón por la que veníamos y Draco dijo que era imposible, sin importar qué viniésemos a decirle, que el actual patriarca de la familia Black se desmayase por una simple noticia, así que apostamos.-Harry sonrió con inocencia al ceño fruncido de su madre, que se esfumó para dar pasó a una risa.

En cuanto los rubios se sentaron todos miraron al Black tirado en el suelo, y luego Severus miró al Black sentado, que aún no había dicho nada. Pasaron unos eternos minutos antes de que el menor de los hermanos Black estallara en un gran ataque de risa.

-¿Mami Reg?-preguntó Harry, con el ceño fruncido en preocupación.

Regulus entonces se llevó una mano a la cara para limpiarse unas lágrimas que habían empezado a escaparse de su ojo derecho, luego se levantó, aún riéndose, caminó hasta donde su hermano mayor estaba tirado en el suelo y... le saltó encima. Tal cual. Como un boxeador muggle en uno de esos combates que salían por la cosa llamada televisión.

Sirius despertó en cuanto sintió el golpe y algo aplastándole los pulmones e impidiéndole respirar. Intentó apartarse, solo para darse cuenta de que tenía a su hermanito tumbado encima con una sonrisa victoriosa en la cara.

-Bienvenido al mundo de los vivos, hermano.-dijo Regulus con sorna. Sirius iba a contestarle cuando Regulus siguió.-Y también bienvenido al mundo de la paternidad.

Sirius empezó a boquear como pez fuera del agua al recordar el por qué estaba en el suelo. Miró a Severus, quién le miraba divertido desde donde, aún, se encontraba de pie.

Justo cuando el animago creyó que iba a desmayarse, otra vez, se escuchó un estruendo en la chimenea conectada a la red flu y un par de cabezas pelirrojas aparecieron por ella, junto a un par de mujeres que lucían entre divertidas y molestas.

GemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora