Capítulo 68 (Editado)

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Harry despertó al día siguiente, en su cama, con un Tom demasiado preocupado limpiando el sudor de su frente con un pañuelo húmedo. El mayor pareció tranquilizarse bastante al verlo abrir los ojos, dejó el trozo de tela sobre la mesita de noche y le sonrió a Harry con tranquilidad.

-¿Cómo te encuentras, Esmeralda?

Harry siguió mirándolo, no se movió. No sabía qué decir, ni siquiera sabía qué sentir. ¿Estaba mal? No lo sabía. ¿Estaba bien? Tampoco lo sabía. Harry no sabía...

No sabía nada.

Si tuviese que usar una palabra para describir cómo se sentía, probablemente la más acertada sería... Vacío.

Se sentía tan... vacío.

-Sé que esto está siendo muy difícil para ti, amor, pero tienes que hablar.-Tom agarró su mano y le acarició el dorso con delicadeza.-No tiene porqué ser conmigo, puede ser con James, o Abraham, o Severus, o Sirius, o Draco... O incluso con North. Pero tienes que hablar con alguien, Harry. No puedes seguir reprimiendote así, no es bueno para ti ni para tu salud.

Harry miró la expresión preocupada de su alma gemela y le apretó la mano como respuesta. Tom volvió a mirarle y Harry simplemente miró al techo. Tom sonrió y asintió.

-No sé cómo estoy.-dijo Harry al fin, su voz sonando demasiado ronca para el gusto del adolescente.

-Eso está bien.-susurró Tom, apretando la mano de su chico.

Harry siguió mirando al techo de la habitación, después de un rato se hizo a un lado y Tom lo entendió, tumbándose al lado del chico para poder abrazarlo. Harry hundió su rostro en el pecho del mago mayor.

Y, simplemente, se quedaron ahí, abrazados, durante más tiempo del que ninguno de los dos pudo contar. Pero estaba bien, porque no necesitaban hablar, no necesitaban palabras, con la sola presencia del otro era más que suficiente.

A medio día alguien llamó a la puerta y entró sin esperar respuesta. Severus vio a su hijo adoptivo despierto y un gran alivio se filtró de su máscara. Harry miró a su madre adoptiva y la nostalgia por la madre biológica que acababa de perder le invadió de repente.

Y solo así, ya no se sentía vacío. Solo así, volvía a sentirse desolado por la pérdida de la mujer que le había dado la vida.

Y Harry no estaba seguro de cuál de las dos opciones era la mejor.

-Mami...

A pesar de todo, Harry lloriqueo por Severus, por el hombre que había cuidado de él durante tantos años, el hombre que le había adoptado y amado como a un hijo, el hombre que nunca le había exigido dejar de hablar con su madre biológica a pesar de lo amenazado que seguramente debió sentirse por su presencia en la vida de Harry.

Severus se apresuró a entrar en la habitación y abrazar a su hijo mayor. El adolescente simplemente se dejó hacer por su madre adoptiva, demasiado cansado como para siquiera intentar moverse.

-Estoy aquí, bebé. Mami siempre está aquí.-Severus le susurró mientras besaba su frente con todo el afecto y amor que le tenía.

Harry gimió y se aferró a la ropa de Severus, prácticamente hiperventilando pero aún así tratando de mantener la calma para no volver a desmayarse.

-¿Ha pasado algo, Severus?-preguntó Tom, incómodo por tener que interrumpir el momento madre e hijo que estaban teniendo.

Severus miró a su antiguo Señor antes de recordar la razón por la que había venido a esta habitación en primer lugar.

-Oh, sí, estamos a punto de llevar a cabo el ritual del altar. Solo faltáis vosotros por bajar.

Tom asintió y miró a Harry, quien imitó su gesto.

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