Capítulo 21 (Editado)

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-¿S-Sirius?-preguntó, aún en shock, James Potter.- ¿Q-Qué haces aquí, Canuto?-El de lentes miró al niño que le daba la espalda y frunció el ceño.- ¿Quién es el niño?

Los cuatro adultos se tensaron y Sirius se puso a la defensiva, escondiendo a Harry detrás de él, mirando a James Potter con el ceño fruncido.

-¿Qué te importa, Potter?-contestó Sirius, arrastrando las palabras como solo un sangre pura puede hacer, y usando el tono más despectivo que conocía contra el que alguna vez fue su hermano.-Y no tienes derecho a llamarme Canuto. Al fin y al cabo, tú no te juntas con escoria mortífiga como lo hago yo, ¿recuerdas?

James tragó saliva y desvió la mirada, le dolía que aquel al que alguna vez consideró su hermano le hablara de esa manera, aunque sabía que tenía todo el derecho de hablarle así, él mismo había provocado esto.

A James le encantaría decirle a Sirius cuanto se arrepentía de tratarlo así, pero su orgullo le podía y sabía que solo se disculparía si Sirius dejaba a Snape, ese hombre había arruinado a su familia y no iba a perdonarle el hecho de que, por culpa de su bocaza, su hijo hubiese muerto, por mucho que le doliera tener que separarse de Sirius y por mucho que el Black defendiera a su pareja.

James sabía que quizás el camino de la luz, el camino de Dumbledore, no era el correcto, pero ahora ya no podía hacer nada. Si él o Lily se iban en contra del viejo, a saber qué le haría éste a Abraham, y ninguno de los dos iba a dejar que algo le pasara a su único hijo con vida. No hicieron nada para proteger a Harry, habiéndose centrado en Abraham, y eso aún les pesaba en la conciencia, la muerte de su primogénito aún estaba presente en su día a día. Lily no paraba de llorar y James solo podía consolarla para luego llorar mientras ella dormía para no atormentarla con su propio dolor. Por supuesto, escondían todo eso de Abraham, querían darle a su hijo la vida más feliz que pudiera tener, no querían que los viera sufrir de esa manera por un hermano al que Abraham ni siquiera recordaba por lo pequeño que era al morir el otro. James se arrepentía tanto de no haberle prestado la atención suficiente a su pequeño, a su bebé, su precioso ángel al que nunca volvería a ver si no era en una fotografía, se arrepentía tanto, solo quería dar marcha atrás y cambiar las cosas, cambiar su trato hacia su hijo, y Lily no se quedaba atrás, ella también deseaba haber pasado más tiempo con él, haberle hecho más caso y haberle leído más cuentos. Ambos sabían que habían fracasado como padres con Harry, y no había minuto del día en que no se arrepintieran, no había ni un momento de su vida en que no desearan dar marcha atrás y haber cuidado y amado a su hijo como él se merecía.

Pero ahora ya era tarde, ya nada les devolvería a su bebé y ya ninguna cosa podrían hacer que enmendaran sus errores, lo único que podían hacer era cuidar al único hijo que les quedaba con todo el amor que pudieran, con todo el amor que alguna vez debieron haberle dado a Harry también.

Pero ver a Sirius de nuevo, en el andén 9 y 3/4, despidiéndose de un niño al que Abraham había reconocido como el objeto de su adoración, el hecho de que ese niño y el hermano muerto de Abraham se llamaran igual había provocado aún más dolor en Lily, la cual había llorado sin cesar una semana entera después de haber ido a ver a Abraham a Hogwarts, durante esa semana estuvo sin comer y sin levantarse de la cama, simplemente llorando sin parar y sin saber si, en el caso de que su hijo acabara saliendo o incluso casándose con ese chico, podría mirar al niño alguna vez sin romper a llorar por el simple hecho de llamarse igual que su hijo muerto. Y ahora que lo tenía enfrente, lo único en lo que la pelirroja podía pensar era que no podría soportar verlo, lo poco que había visto del chico era su pelo negro, negro como el de su hijo muerto, ya no solo era el nombre, también el pelo, si se parecía a su hijo en algo más Lily sentía que se desmayaría, no habría forma de que lo soportara.

-¿Papá, mamá?-preguntó Abraham, mirando la interacción entre los adultos extrañado.- ¿Conocéis a esos señores? ¿Quiénes son?

James y Lily miraron a su hijo como si recién se acordaran de que el niño aún estaba ahí. Sirius, sin embargo, lo miró con pena. Sabía que el niño no tenía culpa de nada y que el pobre solo había sido guiado por sus padres por un camino equivocado.

-Hola, Abraham.-dijo Sirius, sonriendo con toda la dulzura que pudo al niño.-Me llamo Sirius, soy el padre de Harry.

-¿El padre de Harry?-preguntó muy sorprendido el niño, pero luego frunció el ceño.-Pero, ¿Harry no vivía con su padrino porque sus padres habían muerto?

Tanto Harry como Sirius, Regulus, Cygnus y Corvus levantaron una ceja con sorpresa. ¿Hasta qué punto había llegado la obsesión del actual heredero Potter por su hermano gemelo? Aunque ni Sirius ni Regulus estaban muy sorprendidos, la verdad. Pues James también había estado tan obsesionado con Lily que no descansó hasta averiguarlo absolutamente todo sobre la pelirroja y su vida y posteriormente conquistarla.

-Si, bueno, eso es en parte verdad.-esta vez habló Regulus, pues no quería que su hermano la cagara.-Pero mi hermano y su marido han adoptado a Harry este verano, así que ahora son sus nuevos padres.

Ante esa información, fue el turno del matrimonio Potter de alzar una ceja con incredulidad.

-Entonces tu hijo no debería hacer más la asignatura de Pociones, ¿no crees?-apuntó James, sin intención de ofender o atacar al contrario, solo estaba señalando un punto que, seguramente, los otros padres también apoyarían al descubrir que un alumno, de Slytherin, además, era el hijo de su jefe de casa.-No sería justo para los demás niños si Snape le da favoritismos a su hijo.

Regulus, Cygnus y Corvus se enfadaron por ese comentario, creyendo que el Lord Potter lo decía solo para joderlos, pero Sirius conocía al que una vez fue su hermano de diferentes padres, sabía que James no lo hacía para joder. El de lentes trataba, de cierta forma, de advertirle de lo que ocurriría si los demás padres se enteraban, era su retorcida forma de intentar ayudarlo y Sirius, de alguna manera, se sentía aliviado de que su ex-mejor amigo mostrara que no estaba totalmente bajo el control de Dumbledore y que aún mantenía parte de su voluntad.

-Tranquilo, Severus ya ha anunciado a Dumbledore sobre esto y él ha dicho que no pasaba nada, mientras Severus no hiciera ninguna distinción entre Harry y los demás alumnos.-contestó Sirius, calmado y sonriéndole con simpatía a su antiguo compañero.-Gracias por la advertencia, igualmente.

James iba a decir algo, pero el sonido del silbato del Expreso de Hogwarts se lo impidió. Ya era hora de que los alumnos embarcaran para empezar un nuevo año escolar en Hogwarts. Harry se acabó de despedir de los adultos que lo rodeaban y se fue hacia el tren lo más rápido que pudo, intentado que los Potter no lo notaran. Abraham también se despidió de sus padres y se giró para intentar entrar al tren con Harry, pero se encontró con que ya había subido al tren y ya estaba sentado en un vagón con sus compañeros de Slytherin que nunca lo abandonaban.

Abraham suspiró, suponía que iba a ser otro año de fracasos en sus intentos por acercarse a Harry. Así que subió y buscó a Ron y Hermione hasta encontrarlos sentados juntos en un vagón, esperándolo, se sentó con ellos y se dispuso a dormir durante todo el trayecto a Hogwarts, no quería hablar con nadie en ese instante.

Lo que Abraham no sabía, era que a su gemelo le pasaba algo parecido en un vagón situado en la otra punta del tren. Harry tampoco tenía ganas de hablar con nadie, por lo que también se dispuso a dormir todo el trayecto a Hogwarts.

Y, así, empezaba otro año escolar en Hogwarts. 

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