Goodnight and go (Disponible...

By desirealba

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Nunca lo entendí. No llegué a saber qué quería, cómo se sentía. Era un misterio. Ese chico alto y moreno de o... More

Prólogo
Uno; Lía
Dos; Nick
Tres; Lía
Cuatro; Nick
Cinco; Lía
Seis; Nick
Siete; Lía
Ocho; Nick
Nueve; Lía
Diez; Nick
Once; Lía
Doce; Nick
Trece; Lía
Catorce; Nick
Quince; Lía
Diecisiete; Lía
Dieciocho; Nick
Diecinueve; Lía
Veinte;Nick
Veinte; Nick
Veintiuno; Lía
Veintidós; Lía
Veintitrés; Nick
Veinticuatro; Lía
Veinticinco; Lía
Veintiséis; Lía
Veintisiete; Nick
Veintiocho; Lía
Veintinueve; Lía
Treinta; Luke
Treinta y uno; Lía.
Treinta y dos; Nick
Epílogo; Lía

Dieciséis: Nick

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By desirealba


Estoy en casa, jugando al fortnite y no puedo concentrarme porque sé que la he cagado con Lía. No debería haber insinuado nada porque ella no había demostrado nada nunca. No éramos nada pero nos estábamos respetando, o por lo menos yo lo estaba haciendo y ella, con el poco tiempo que tenía, dudaba que lo hiciese con alguien que no fuese yo. La había visto varias veces hablando con el Coronel. 

Él siempre se sentaba en la barra y charlaba con ella, haciéndola reír y dejándole una buena propina. No me había preocupado, Lía podía hablar con cualquiera, no era celoso, pero los chicos habían creado una inseguridad en mí que no tenía antes. Yo la había visto primero y tampoco estaba haciendo nada por mantenerla a mi lado, solo hacer el capullo.

Me levanto del sofá y me quito las bermudas de deporte para ponerme unos vaqueros y no tardo en salir dirección al coche. Conduzco hacia el bar y aparco. Me bajo y veo que están cerrando. Ella se ríe porque no llega a bajar la puerta enrollable y James tiene que ayudarla. Hablan en español y no los entiendo. Espero allí, alejado pero en su camino con las manos metidas en los bolsillos.

Lía se gira y me ve allí. Le dice algo a James y este asiente. Me saluda y se dirige al coche. Ella se pone frente a mí y me mira.

— Lo siento —le digo—. No debí insinuar eso.

— No, no debiste.

— Me cuesta mucho confiar en las personas, eso es todo. Estoy... respetándote y solo esperaba que tú también lo hicieras.

— ¿Crees que me he metido en los cuartos de baños con el sexy Coronel?

— No ayuda que digas eso, ángel —hago una mueca y rasco mi nuca.

— Lo siento —sonríe—. Es tarde, mañana entro por la mañana y tengo que descansar.

— ¿Nos estamos... respetando, entonces? No acostarnos con otras personas.

Ella asiente y yo también lo hago, quitándome un peso de encima. Quiero pedirle que se venga a casa, pero recuerdo que ambos tenemos que trabajar la mañana siguiente y lo único que puedo hacer es besarla. Pongo mi mano en su mejilla, ocupándola toda y junto sus labios con los míos.

— Puedo tomarme un café antes de ir a trabajar —le digo cerca de sus labios.

— Estaré esperándote —pone una mano en mi muñeca y le doy un pequeño beso para después separarme de ella.

— Descansa, Lía.

— Igual tú —sonríe y se gira para ir al coche con James.

Voy a mi coche y veo que tengo un mensaje de Luke, o bueno, veinte mensajes de Luke maldiciéndome porque me he ido en mitad de la partida.

Cuando llego a mi apartamento, veo que Kelly está esperándome en la puerta. Sonríe abiertamente cuando me ve y lleva una gabardina.

— Te estaba esperando, ¿dónde estabas? —Su brazo rodea mi cuello y sube una pierna a mi cintura.

— Whoa, Whoa, Kelly.

— No llevo nada debajo, solo ese conjunto de encaje que te gusta tanto —sus labios se ponen en mi mandíbula y tengo que poner la mano en la puerta porque vamos a caernos.

— Kelly, Kelly —la separo de mí—. No es un buen momento.

— ¿No es un buen momento? ¿Qué pasa? ¿Tienes la regla? —Se ríe y coge mi mano para meterla debajo de su gabardina donde toco su pecho sólo con el encaje.

Respiro hondo y saco la mano. — Escucha, estoy con otra persona.

— ¿Qué?

— Estoy acostándome con otra persona y nos estamos respetando.

Kelly se queda callada. Nunca le he dicho no. Su ceño se frunce y espero que diga algo.

— ¿Quién es?

— No la conoces.

— Me lo imagino —se pone bien su gabardina—. ¿Estás en algo serio con ella?

— No.

— ¿Entonces? Ella no va a enterarse y yo llevo toda la tarde muy cachonda esperando poder venir.

Miro hacia arriba intentando buscar fuerza de voluntad de todos los rincones de mi cuerpo. ¿Por qué la tentación llamaba a mi puerta tan rápido?

— Hemos dicho que vamos a respetarnos, voy a cumplirlo.

— No puedo creerlo. ¿Qué tiene ella? Nunca me has respetado a mí —se cruza de brazos— Y seguro que me conoces desde hace más tiempo.

— Sí —rasco mi mejilla—, pero eso no tiene nada que ver.

— Te gusta ella, no lo harías si no fuese así.

— También me gustas tú, eso no tiene nada que ver.

— ¡Nick, por el amor de Dios! Me estás rechazando semidesnuda en la puerta de tu casa —señala la puerta—. Se acabó, voy a dejar de humillarme. Ni que fueras el único tío con pene.

Me empuja y la veo salir apresurada de allí. Joder, llevaba hasta tacones, haciendo que sus piernas largas aún lo fuesen más. Ladeo mi cabeza mientras muerdo mi labio y me giro para entrar en casa. Tiro las llaves en la isla de la cocina y también mi cartera.

Voy a la habitación y me desvisto. Me tiendo en la cama y miro a la televisión apagada.

...

Estoy en la puerta del bar antes de que Lía abra y miro la hora en mi móvil. No puede retrasarse mucho porque o si no, llegaré tarde. Sonrío cuando la veo caminar apresurada hacia mí y saca las llaves.

— Lo siento —dice abriendo la reja—. No podía levantarme.

La ayudo a levantar la reja y entramos en el bar cuando abre la puerta. Camino hacia la barra mientras ella enciende los fusibles y deja sus cosas en el almacén.

— ¿Cómo has dormido? —Le pregunto.

— Bien —dice colocándose tras la barra y poniendo la cafetera a funcionar—. ¿Y tú?

— Bien. Aún tengo tiempo, me estás estresando.

Lo siento —se recoge el pelo en una coleta.

Pone dos tazas de café encima de la barra y miro hacia atrás cuando veo a varias mujeres entrar.

— Buenos días —saluda Lía con una sonrisa.

— Buenos días —responde—. Nos vamos a sentar por aquí.

— Ahora mismo voy a atenderlas.

Lía me echa el café y después llena su taza antes de irse a la mesa de las mujeres. Echo el sobre de azúcar y Lía vuelve para preparar más café.

— ¿Quieres que te eche tu sobre de azúcar?

— Sí, por favor.

Lo hago y remuevo su caliente café. La observo. Siempre con la misma ropa negra. Tendría que ir con ella a más sitios para verla con diferentes colores.

— Hoy no te has maquillado —le digo.

— No tenía ganas, estoy cansada.

— ¿Y Sidney?

— En cama. Un virus.

— ¿Eres la única que no te pones enferma?

— Eso parece.

— ¿Qué te ha pasado en la mano?

Ella observa sus dedos y echa el café en tres tazas. — Me corté ayer con un vaso, nada preocupante. Un poco de sangre y un corte feo.

Coge la bandeja y no tarda en estar detrás de la barra cogiendo la taza entre sus manos.

— No trabajo el sábado —le digo—. ¿Qué turno tienes?

— El sábado tengo cierre —responde bebiendo un poco de café.

— Entonces planearé algo para el resto del día, ¿te parece bien?

— Eso estaría genial —sonríe.

— Buenos días —la voz del Coronel hace que me chirríen los dientes, pero sigo bebiendo de mi café como si no me molestara su presencia.

— Hola —saluda Lía—. ¿Lo de siempre?

— Sí, ¿puedes ponérmelo para llevar? Voy un poco tarde.

— Claro —dice ella dejando el café en el plato y girándose para preparar el café.

— ¿Cómo tienes el corte? —Pregunta.

— Bien, lo tengo bien.

— Te has cambiado las tiritas, imagino —se apoya en la barra.

— Sí —responde sin girarse—. Aunque ¿no es mejor dejar los cortes sin tiritas para que se curen? —gira su cabeza.

— No si se te puede infectar con algo. Puedes quitarte las tiritas mientras no estés haciendo nada.

— Oh, lo tendré en cuenta —le da su café y el Coronel pone el dinero sobre la barra.

— Gracias, nos vemos luego —le guiña un ojo.

¡Le guiña un ojo! Lía guarda el dinero en la caja y me mira. — ¿Qué pasa?

— Nada —me encojo de hombros—. Estoy pensando dónde podemos ir el sábado.

A Lía le encantaba la playa, así que Long Beach pasa por mi mente y sonrío.

**

Aaaay, las tentaciones, las tentaciones...

Se respetan, eso es un gran paso. 

Nick siente celos de Kevin, ¿tiene motivos?

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