Goodnight and go (Disponible...

By desirealba

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Nunca lo entendí. No llegué a saber qué quería, cómo se sentía. Era un misterio. Ese chico alto y moreno de o... More

Prólogo
Uno; Lía
Dos; Nick
Tres; Lía
Cuatro; Nick
Cinco; Lía
Seis; Nick
Siete; Lía
Ocho; Nick
Nueve; Lía
Diez; Nick
Doce; Nick
Trece; Lía
Catorce; Nick
Quince; Lía
Dieciséis: Nick
Diecisiete; Lía
Dieciocho; Nick
Diecinueve; Lía
Veinte;Nick
Veinte; Nick
Veintiuno; Lía
Veintidós; Lía
Veintitrés; Nick
Veinticuatro; Lía
Veinticinco; Lía
Veintiséis; Lía
Veintisiete; Nick
Veintiocho; Lía
Veintinueve; Lía
Treinta; Luke
Treinta y uno; Lía.
Treinta y dos; Nick
Epílogo; Lía

Once; Lía

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By desirealba

La estancia de James en Panamá se iba a alargar. Mi amigo se iba a quedar con su madre hasta que estuviera mejor y John había contratado a otro camarero.

Este tenía treinta y cinco años, moreno y alto. Sidney me había dado con el codo cuando lo había visto y, sinceramente, no era mi tipo.

— Eso es porque no lleva uniforme verde —me dijo.

— Puede ser.

Bryan.

Era amable, atento y una ayuda como la suya había hecho que Sidney y yo volviéramos a tener un poco de vida fuera del bar. Él nos ayudaba a cambiar los barriles de cerveza y hacía el trabajo pesado por nosotras. Nuestros débiles brazos ni siquiera podían con el barril vacío.

— Hoy te veo con energía —dice cuando empiezo mi turno.

— He dormido estupendamente. No dormía así desde hace mucho tiempo —sonrío.

— Me alegro —se cruza de brazos y mira el bar vacío—. Hoy la cosa está bastante tranquila.

— Sí —miro el lugar—. ¿Hay algo que te falte por hacer? ¿Los baños? ¿Has barrido?

— Está todo listo.

— ¿Y los vasos?

— Todos limpios.

— Vaya, ¿dónde has estado todo este tiempo? —Bromeo.

— Buscando trabajo —se ríe—. Suerte que encontré este. ¿De que parte de España eres?

— Del Sur.

¿Flamencou?

— ¿Si sé flamenco? —Él asiente—. ¿Se supone que debo saber?

— ¿Sabes?

— Sí, pero no me voy a poner a bailar por bulerías ahora.

Él se ríe y entro en el almacén para dejar mi mochila y la chaqueta en mi taquilla. Vuelvo a la barra y Bryan me prepara un café.

— ¿Y tú? ¿Eres de aquí?

— Sí. Toda mi vida aquí.

— Es una ciudad bonita.

— Bonita y claustrofóbica.

— Eres joven, aún puedes salir de aquí si te lo propones.

Él me sonríe y se encoge de hombros. ¿Cuándo venían nuestros marines? Cuando el trabajo de iba acabando. Era como su punto de encuentro para tomar unas cuántas cervezas antes de irse a casa con la familia o a casa a jugar al Fortnite y tocarse con una mano mientras juega con la otra. Hoy es el día libre de Sidney, así que, solo estamos nosotros dos en el bar, aunque John viene un rato y luego se va. Estoy en la barra poniendo cervezas y levanto la vista para ver a un marine rubio, con los ojos azules. Sus fuertes brazos están apoyados en la barra y puedo observar sus músculos porque no lleva puesta la chaqueta, solo una camiseta de mangas largas. Lleva un cigarro en su boca y alzo una ceja.

— No se puede fumar aquí.

— ¿No? ¿Dónde lo pone? —Pregunta.

Señalo al cartel dónde pone prohibido fumar y él sonríe. Le da una última calada y me tiende el cigarrillo. Lo cojo y voy al fregadero para mojarlo y después, tirarlo a la basura.

— Gracias. ¿Puedo pedir ahora?

— Supongo que sí, ¿qué vas a querer?

— Una cerveza.

— ¿Una cerveza? Es la primera que me piden hoy —digo cogiendo un botellín— Los marines soléis ser más de refrescos —bromeo.

Él sonríe y pongo el botellín frente a él para después abrirlo. Guardo el abridor en el bolsillo de atrás de mis pantalones y él me guiña un ojo dándome las gracias. Bryan está limpiando las mesas y recogiendo vasos y botellines mientras yo me quedo esa noche en la barra. Apenas hay mucha gente allí por lo que puedo observar al chico guapo mirar a su alrededor.

— Hoy no hay chicas —le informo—. Una de ellas suele venir los jueves.

— Hoy no es jueves —dice.

— No, no es jueves —me encojo de hombros y sigo secando vasos.

— Pero tú eres una chica.

Vale, ¿qué está pasando, Lía?

— Sí, soy una chica. Qué observador.

— Soy Kevin —me tiende su mano.

— Lía —estrecho su mano grande y caliente intentando no derretirme.

— No eres de aquí.

— España.

— España... bonito país.

Sonrío y me doy la vuelta para ir colocando los vasos en su sitio. Bryan sigue entrando con algún que otro vaso y pone una mano en mi cintura haciendo que me incorpore y lo mire.

— Voy a revisar los baños.

— Los limpio ahora —le digo.

— Sigue con eso.

Su mano se quita de mi cintura y veo cómo se pierde por el pasillo que da a los baños.

— ¿Quieres otra cerveza? —Le pregunto a Kevin viendo que ha acabado el botellín que tiene en su mano.

— Por favor.

Le retiro el botellín y no tardo en ponerle otro frente a él. No sé nada de Nick desde que me dijo que era una ingenua. Él me había enviado una foto, yo le había dicho hola y él me había ignorado. No he vuelto a hablarle, y él tampoco a mí. Ni siquiera se había pasado por el bar.

— ¿Es la primera vez que vienes? No me suena haberte visto antes.

Porque me acordaría, estoy segura. Recuerdo a cada marine caliente que pasa por aquí y Kevin, no ha estado nunca.

— Sí. Me dijeron que la camarera era guapa y he venido a echar un vistazo.

— Debes venir mañana, hoy tiene descanso —empiezo a meter vasos en el lavavajillas intentando no mirarlo.

— ¿Hay otra camarera más guapa? —Pregunta.

— Eso parece —meto la bandeja de vasos en el lavavajillas y lo cierro.

— Creo que viéndote a ti, no me interesa ella.

Vaaale. Socorro. ¿Qué se supone que tenía que decir ahora?

— A no ser que estés con alguien, podría retirarme si fuese el caso.

Y sin pensarlo, niego un poco con la cabeza. Me faltaba desnudarme y que me hiciese suya en la barra.

— Ya está todo en orden —Bryan aparece—. ¿Qué hora es?

— Ehh... —Miro el reloj—. Queda media hora para cerrar.

Kevin bebe de su cerveza mientras tiene un ojo sobre mí y yo sigo secando vasos cuando el lavavajillas termina. ¿Qué edad podía tener? ¿Veintinueve? ¿Treinta? Y la pregunta más importante ¿Por qué se había fijado en mí? ¿Se pensaba que iba a irme ahora con él para que me quitara la calentura?

Podría, pero no iba a hacerlo hoy.

Kevin pone el dinero sobre la barra y cuando voy a cogerlo, él pone su mano encima. Mi mirada se levanta para fijarse en la suya.

— ¿Estarás mañana aquí? —Pregunta.

— Siempre estoy aquí.

— Es bueno saberlo. Hasta mañana, Lía.

— Adiós.

Levanta su mano y se pone la chaqueta mientras sale. Pongo mis manos frías en mis mejillas y miro hacia mi derecha, donde Bryan me mira divertido, cruzado de brazos.

— ¿Necesitas hielo?

— ¿Qué?

— Estas colorada.

— Es que se acaba de ir mi fantasía sexual por la puerta —lo señalo.

— ¿Tu fantasía sexual? —Se ríe— Es lo mejor que has dicho en estas dos semanas.

— Ese chico pone caliente a cualquiera —digo entrando en el almacén.

— Tienes razón.

Siento su cuerpo detrás del mío y me quedo quieta. Su brazo se alza y coge su mochila, que está en la parte de arriba. Lamo mis labios y aguanto la respiración hasta que él se aparta de mí.

— Iré apagando todo.

— Vale.

Miro hacia atrás para verlo salir del almacén y muevo mi cabeza de un lado a otro. Solo había tenido dos días en los que había cerrado el bar con él. Este era el tercero y ahora que recordaba, desde el segundo, él había tocado mi cintura cuando pasaba por mi lado, había puesto su mano en la parte baja de mi espalda y ahora...

Cierro la taquilla e intento despejar esos pensamientos porque puedo llegar a pensar muchas cosas y ninguna de ella es buena.

Salgo del bar y espero a que cierre.

— ¿Tu coche sigue en el taller? —Me pregunta.

— Sí.

— ¿Quieres que te acerque a casa?

— Por favor —digo.

Ya era de noche y apenas había nadie por la calle. Me monto en el asiento del copiloto y espero a que él se monte. Mi casa no estaba muy lejos, y en esos minutos, él habla, siempre habla.

— Deberían de ir más mujeres marine al bar, yo también tengo derecho de recrearme la vista.

— Tienes razón, apenas veo.

— Quizás consiga a una mujer en condiciones.

— Bueno, ya sabes quién llevaría los pantalones en tu lugar.

Bryan me mira divertido. — Tú no eres marine y pareces llevar los pantalones siempre.

— Se llama mal genio, Bryan. Tengo para dar y regalar.

—-No creo que sea para tanto —su mano se pone en mi pierna.

ALTO AHÍ.

Miro su mano, que se queda ahí quieta y un sudor frío empieza a recorrerme la nuca. Mi corazón empieza a bombear con fuerza y mis labios se secan. No dejo de mirar su mano, intentando reaccionar, y cuando él la mueve de arriba hacia abajo, sé que tengo que hacer o decir algo.

— ¿Por qué estás tocándome? —Le pregunto, intentando que mi voz suene decidida, fuerte.

— ¿No estabas caliente, Lía? Pensé que podría ayudarte.

— Quita la mano de ahí si no quieres que te la arranque.

Él frena en medio de la carretera y me quito el cinturón, asustada.

— He visto cómo me miras y como te mueves cuando estoy cerca de ti —se quita el cinturón y mi mano se dirige a la manilla de la puerta para escapar de ahí.

— ¿Dónde vas?

Su mano se pone alrededor de mi muñeca y forcejeo con él para que me deje. No sé lo que me dice, no sé lo que me pide porque mi cerebro está concentrado en salir de ahí porque no me siento a salvo. Mi corazón bombea con fuerza contra mi pecho mientras intento que me deje ir, defendiéndome, clavándole las uñas en su brazo.

— ¡Suéltame! —Grito.

— ¡Relájate! —Me grita de vuelta.

Alguien abre su puerta y lo saca del coche, haciendo que me suelte. Jadeo, porque estoy asustada y con dificultad, salgo del coche, cogiendo la mochila y dejándola en el suelo.

Veo que Nick está con Bryan, le está pegando y rodeo el coche para acercarme a él.

— Nick —pongo mi mano en su espalda mientras zarandea a Bryan, que tiene el labio roto—. Para, puede denunciarte —tiro de su brazo y Nick lo suelta.

— No quiero verte de nuevo cerca de ella —le dice señalándole con el dedo—. No quiero que la mires, que respires cerca, nada. ¡¿Me has oído?! —Le da una patada y vuelvo a tirar de su brazo.

Sus ojos claros se encuentran con los míos y pone sus manos en mis mejillas. — ¿Estás bien? ¿Te ha hecho algo?

— No, no —pongo mis manos temblorosas encima de las suyas—. Estoy bien.

Nick me deja ir y empiezo a caminar hacia la acera. Estoy temblando todavía. Miro a mi marine favorito, aunque a veces me desespere, y veo que está cogiendo mi mochila del suelo cuando Bryan se va. Él se la cuelga y me observa de arriba abajo. Con grandes zancadas se acerca a mí y me mira.

— ¿Qué ha pasado? —Me pregunta.

— No lo sé... yo... es que... —me paso las manos por el rostro y después por mi pelo, nerviosa.

— Tranquila, estás bien.

— Me he asustado.

— No volverá a hacerte nada.

— Has llegado a tiempo —susurro.

— Estaba esperándote. He visto el coche ahí parado y te he escuchado gritar.

Suspiro y cierro los ojos. — Gracias.

— No tienes que dármelas. Te acompañaré a casa.

Su mano coge la mía y lamo mis labios. Sigo temblando, y él lo nota porque mis piernas tiemblan al andar. No tardamos en llegar a mi piso y él cierra la puerta. Voy a la cocina a beber un vaso de agua y dejo el vaso en la encimera.

— Te prepararé un té —dice—. Cuando te relajes, intenta contarme lo que ha pasado.

— Ha puesto su mano en mi pierna sin venir a cuento —le digo mientras observo como él pone agua a hervir—. Le he preguntado que por qué está tocándome y me ha preguntado que si no estaba caliente y...

— ¿Estabas caliente? —Pregunta.

— No, bueno, sí, yo que sé.

— ¿Estabas caliente por él? —Alza sus cejas sorprendido.

— ¡No! Por Dios, ¡no! Yo... he ligado con un marine que ha venido nuevo y solo... estaba acalorada, ya está y ha dicho que quería ayudarme a bajar la calentura y que ve cómo me muevo cuando él está cerca y más gilipolleces y... pensé que...

— Voy a ignorar el hecho de que estabas caliente por un marine que no era yo.

Lo observo en plenitud. Su pelo desordenado, su barba de varios días y su musculoso cuerpo metido en un jersey y unos jeans. La cocina era pequeña, pero cuando él estaba en ella, se veía más pequeña de lo que era.

— Deberías llamar a John y contarle lo que ha pasado. Ese hombre no puede seguir trabajando en el bar porque como vuelva a verlo... Lía —susurra.

Me quedo callada y su gran cuerpo se acerca a mí. Miro hacia arriba para encontrarme con sus ojos y apoyo mis manos en su abdomen. Mis brazos rodean su cintura y él rodea mis hombros. Por un momento, me siento segura entre sus brazos e intento relajarme. Intento que mi corazón se tranquilice y que mis extremidades dejen de temblar.

— Date una ducha, relájate y llama a John, ¿Vale? —Asiento aún entre sus brazos y él besa mi coronilla—. ¿Has cenado? —Niego con la cabeza y me separo de él—. Te prepararé algo, ve a ducharte.

En la ducha, me encargo de refregar bien con la esponja en mi cintura y en el brazo porque es donde he tenido sus sucias manos. Intento dejar de pensar en eso, que el agua se lleve lo mal y asustada que aún me siento pero no lo consigo. ¿Qué hubiera pasado si Nick no hubiera estado ahí? No quería ni pensarlo. La sola idea me hacía llorar.

Salgo de la ducha y huele a comida. No tengo hambre, por lo que me siento en el sofá y llamo a John para contarle todo lo que ha pasado. Mi jefe no da crédito y a mi me tiembla la voz al contárselo.

— ¿Qué te ha dicho? —Pregunta.

— Que me tome mañana el día libre y que lo despedirá mañana —dejo el móvil en la mesa—. Gracias, Nick.

— No tienes que darlas —pone el vaso con el té frente a mí.

— ¿Qué hacías aquí? —Le pregunto.

— Esperarte, quería verte. Hice bien en venir y esperarte en el portal, aunque debería de haber ido al bar y haberte acercado a casa.

Niego con la cabeza. — Iba a pasar, no todo puede evitarse.

— Hay cosas que pueden evitarse —se sienta a mi lado y me pone el plato en frente— Y ahora, aunque no tengas hambre, come, te sentará bien.

— ¿Dónde has estado? —Le pregunto.

— He estado ocupado. Y terminaba tan cansado que no tenía tiempo de nada se sienta a mi lado-—. ¿Estás mejor? Has dejado de temblar.

Observo mis manos y lo miro. No me queda más remedio que cenar bajo su atenta mirada mientras él me cuenta como de mierda han sido estas últimas semanas.

— Estaba deseando verte —dice.

— No se ha notado, ni siquiera me has hablado.

— Tienes razón, pero...

— Lo sé —lo interrumpo.

Él no era nada mío y yo no era nada suyo. Su mano pasa por mi espalda de forma tranquilizadora y reprimo las ganas de echarme en sus brazos y descansar ahí.

— ¿Quieres que hagamos algo mañana? —Pregunta.

— Me da igual. ¿Qué sugieres?

— Pensaré en algo —pellizca mi mejilla—. Venga, vete a la cama. Presiento que vas a quedarte dormida sentada.

Me levanto y arrastro los pies como un zombie hasta el cuarto de baño para lavarme los dientes. Cuando llego a la habitación, él ya me ha destapado la cama y solo tengo que meterme y taparme.

— Buenas noches, ángel.

Se acerca a mí y deja un beso en mi frente.

— ¿Puedes quedarte hasta que me duerma? Aunque sea viendo la televisión en el sofá, por favor.

— Por supuesto.

Y me quedo dormida escuchando la televisión y la voz de Nick mientras habla con alguien.

...

Hola de nuevo :) ya tenéis otro capítulo y una nueva portada más caliente. Espero que os guste.

Tíos como Bryan hay en todos sitios. ¿A alguna le ha pasado algo parecido?
Da miedito.

En fin, ahí estaba Nick para ayudarla.

Nos leemos pronto con el siguiente capítulo narrado por Nick.

¿Qué harán al día siguiente? ¿Qué se le ocurrirá al moreno?

La relacion entre Lia y Nick no es muy normal. Pronto veremos el por qué.

🔥

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