Me acababa de despertar y una sed me atacaba, me pare a la cocina a buscar algo de beber, saque de mi nevera una cerveza y la bebí toda sin parar, que sensación tan perfecta, mire mi teléfono y tenía 3 llamadas perdidas de Lorna y un mensaje:
''Llámame apenas puedas, es urgente'' apenas lo vi, lo hice.
- Hola - Escuche su voz medio ronca lo que me hizo caer en cuenta que seguía durmiendo.
- Hola, perdón... Pero acabo de leer tu mensaje ¿Qué pasó? - Se quedo pensativa.
- Ema - Se detuvo - Ayer... Cuando te fuiste del bar llego alguien - se quedó callada.
-¿Quién?
- Ema.. Estaba Eduardo - Apenas escuche su nombre quede realmente en shock ¿Qué hacía acá? ¿Por qué había vuelto? ¿Se iría a quedar mucho tiempo? - Y pues al parecer mañana se devuelve, me saludó y me preguntó por ti - ¿Por mi? ¿Por qué preguntaba por mi? - Pero obvio no le dije nada, obvio - Concluyó.
-La verdad no me importa en lo más mínimo - Mentí.
- ¿Estás segura? - Quiso saber.
- Totalmente - Volví a mentir.
- Bueno entonces esta noche vamos a salir de nuevo y si lo llegamos a ver solo... Ignóralo, yo se que después de... bueno, eso debe ser incomodo verlo - Dijo.
- Si tranquila ya da igual - Se me hizo costumbre mentirle, después de esto colgamos ¿Cómo iba a reaccionar si lo veía? De verdad no tenía idea, no se merecía ni mi saludo, encendí un cigarrillo y me perdí en su sabor, no quería pensar en eso ni en nada que tuviera que ver con el, saque otras dos o tres cervezas de la nevera y las bebí, puse música a todo volumen y empecé a arreglar al ritmo de ''la primera flor - King Kong Click'':
Fue la primera flor que quise
que quise de verdad
y supe que eras para mi Baby girl
Te vi por la ventana por primera vez
Y sentada en una banca con la timidez precisa
comiendo ice cream mis ojos avisan
Y jamás pensé
Que esto me iba a suceder a mi
fue algo inevitable
La primera persona que le hable y me sonrojé
Que los gestos me salieron como un bobo y sin querer tartamudie, no se
que no me ve con ojos de aistad
que quería tomarte de la mano
Y con ella caminar...
Y así seguí escuchando mi música, llegue a olvidar cualquier pensamiento que tratara sobre él, todo el día fue igual, lleno del humo de mis cigarrillos y cervezas, mire algo de televisión y luego me arregle, eran casi las 5 de la tarde el tiempo había pasado volando así que llame a Lorna para avisarle que llegará más temprano. Antes de que llegará ya estaba arreglada, me puse un vestido para nada llamativo, unas zapatillas y una chaqueta de jean, no era mi mejor atuendo ¿pero a quien le importaba? No quería conquistar, solo quería beber y bailar.
Llegó Lorna casi a las 6 de la tarde al verme se quedó intrigada según ella me arreglaba porque Eduardo estaba acá, pero eso era lo último que había pensado cuando me arregle, lo juro.
- Deja de ocultarlo, te mueres por verlo - Dijo Lorna riéndose, de mi.
- Pues no estoy ocultando nada, no quiero ni verlo de lejos - Esta vez no mentía, no quería verlo de verdad, no sabía como iba a reaccionar.
- Da igual, de todos modos dizque tiene novia y la quiere - Auch, golpe bajo, Lorna en ocasiones llegaba a ser algo cruel pero creo que era lo que me gustaba de ella, por eso la quería y era mi amiga.
- Que bien por el - Di una sonrisa para nada sincera.
Antes de irnos al bar fuimos a comer algo, ya eran casi las 8 y nos dirigimos al bar, al llegar vi al chico que me había presentado Lorna la noche anterior, al parecer nos esperaba a nosotras, no recordaba bien su nombre... Parecía ser buena persona lastima que yo no confiaba en nadie, ni en mi misma. Nos bajamos y vi su gesto de timidez, quise burlarme pero no era prudente hacerlo.
- hola Juan - Dijo Lorna dándole un abrazo, así era su nombre Juan.
- Hola - dije - Entremos.
No estaba aún tan lleno por lo que era temprano, así que fácilmente encontramos una mesa saque mis cigarrillos y empezar a fumar como siempre, reíamos en ocasiones. El lugar se empezó a llenar y juro que cada vez que sentía que alguien entraba, me corría un miedo por todo el cuerpo ¿Que pasaría si Eduardo aparecía? Yo se que en el momento que el me viera se sorprendería bastante, yo había cambiado mucho, antes no fumaba, no salía, no me drogaba y ni siquiera bebía, realmente se daría cuenta que ya no era la misma, aleje mis malditos pensamientos de mierda de mi cabeza y llame a Tom a la mesa.
- Vaya ustedes nunca se cansan de venir - Reía - ¿Qué quieren hoy?
- Cállate idiota - Reí con el - Lo mismo de ayer, tráenos una de esas ahora mismo.
- Claro como ordene - Se fue a traer nuestro pedido, pude notar como Lorna y Juan se hacían caras, si ese chico seguía así saldría lastimado, Lorna no era de esas de relaciones, por eso dudaba mucho que tuviera algo serio con el, quizá sería solo una aventura y ya. Yo hace mucho tiempo no tenía una aventura como esas con alguien, el último había sido Tom y yo como últimamente lo había dejado ilusionado y ni remordimiento me daba.
Deje de pensar en tantas bobadas, aunque realmente siempre tenía cosas en mi mente, era una costumbre y me molestaba ¿Qué pensarán los otros? ¿Serán igual a mi? Mirenme, de nuevo con mis idioteces. Mire al frente y vi al idiota ese que me había atacado en la parte trasera del bar y frente a el una chica sonriendo, de seguro le haría lo mismo que a mi, pero bueno allá ella.
Llego Tom con la botella que habíamos pedido, la boca se me inundo y sentí la necesidad de probar toda esa maravilla, no la dejo con 3 copas y yo me encargue de servirla, llene nuestras copas y decidí brindar
- ¡POR LA SOLEDAD MUCHACHOS! - Estiré mi copa para el brindis.
- ¡POR LA SOLEDAD! - Repitieron al tiempo riendo.
Siempre he amado esa sensación en mi garganta, sensación de libertad y paz, ese dolor a la vez. El alcohol es como el amor, que mientras más duela al tenerlo más se disfruta, que aunque nos haga daño seguimos ahí, que ambos cuando estamos metidos en el nos hace cometer cosas fuera de nuestro poder, parecemos estúpidos dejándonos llevar.
Me entraron ganas de ir al baño así que me paré y le hice una seña a Lorna para que me esperará mientras iba, ella asintió, cuando iba llegando vi a el imbécil que me había intentado besar la noche anterior,se encontraba con una chica, decidí ignorarlos, entré, me arregle cabello, aplique base y brillo, al estar saliendo decidí prender otro de mis cigarrillos y vi que esos dos se reían y de seguro era de mi pero los ignore, camine hacía mi mesa.
- Las únicas que fuman son las putas - Escuche que la chica me había gritado mientras me alejaba. Reí con esa estúpida idea, me acerqué con la misma sonrisa, la mire a los ojos y aspire de nuevo de mi cigarrillo.
-Si las únicas que fuman son las putas, me declaro la mas puta de todas - Dije soltándole todo el humo en su rostro y volví a darle la espalda retomando mi anterior camino.
- Maldita puta, eres toda una hija de puta, ojala te mueras perra - Gritaba.
Fue suficiente escuchar como ofendía a mi madre para que yo estuviera de nuevo ahí con ella pero esta vez no con la misma sonrisa, la cogí del cabello y la golpee contra mis rodillas, luego estaba encima suyo golpeándola sin parar, le daba puños sin pena realmente me sentía totalmente furiosa ¿Quién se creía para meterse con mi madre? Sentí que alguien me tomaba de la cadera y me retiraba de ella, no podía ver quien era, vi como la chica se paraba tapándose el rostro sangrando, aproveche y le mande un puntapié .
- Y espero esto te deje claro que no debes meterte con mi madre, perra - Le grite.
Quien me había tomado de la cadera me sacaba de allí de su costado ¿quién era? Lo golpeaba y le decía que me soltará pero al parecer era inútil, al dejarme en el suelo vi su rostro y realmente me sentí más enojada ¿Acaso el destino me odiaba para tener que encontrarme con este de nuevo? Y sí, era el entrometido, Nicolas.
- Al parecer el destino me va a poner en tu camino cada vez que tengas problemas - Dijo riendo y ofreciéndome una cerveza.
- Al parecer sigues siendo un maldito entrometido y la que estaba en problemas era ella, no yo - Dije seria.
- Si pude notarlo, pero si te dejaba seguir golpeándola tendrías problemas por matar a alguien - Volvió a reír y se veía muy bien haciéndolo...
- Se lo merecía esa perra, ojala le quede claro que no debe meterse con mi madre.
- ¿La golpeaste por ofender a tu madre? - Preguntó confundido.
- Ella.. Esta muerta - Dije algo triste.
- Oye.. Lo siento, perdón en serio no tenía idea - Lo interrumpí.
- En fin no tengo que estar hablando de esto con un entrometido, gracias por arruinar de nuevo mi noche adiós - Dije intentando alejarme pero al parecer le gustaba meterse en mi camino.
-Espera... Puedes decirme tu nombre - Dijo en mi camino.
- Puedo, pero no me da la gana - Sonreí con sarcasmo.
- Vaya si que eres mala - Me miro serio.
- Que novedad - Dije - Y al parecer sigues siendo el mismo idiota, vamos amigo intenta progresar, pero lejos de mi adiós - Agregué y me fui alejando.
- Por eso mismo es que estás tan sola - Escuche que me gritaba mientras yo caminaba.
Que imbécil ¿Quién se creía para decirme algo así? Si yo estaba sola era porque eso me gustaba porque prefiero estar sola y no rodeada de gente que solo llegue a mi vida a estorbar como hasta el momento lo había hecho el, seguí renegando mientras entraba al bar, cuando ya estaba casi llegando a mi mesa sentí que la gente me miraba pero daba igual, como si nunca hubieran visto a una chica pelear. Seguí y me choque con alguien levante la mirada y no, realmente no podría ser real empezaba a pensar seriamente que el destino me detestaba y se encargaría de hacerme la vida imposible hasta que me quitara la vida o algo así, sentí al destino burlarse de mi. Lo mire y vi que una sonrisa se formaba en su cara ¿cómo podía ser tan descarado? Y sí, creo que ya se están imaginando de quien hablo, era él, a quien menos quería ver. Eduardo.