El mundo desde ese momento se había venido encima mio, tenia una presión en el pecho que no soportaba, no podía hacerme a la idea de haber perdido a la mejor persona en toda mi vida, a la única que realmente me entendía. La vida llegaba a ser incierta e insegura, en un momento estabas y en el otro te tenias que ir, sin avisar la muerte llegaba, sin ni siquiera un cargo, sólo llegaba y en cuestión de segundos te dejaba solo, así como me encontraba yo.
Estábamos todos en la funeraria y poco a poco iban llegando allegados de la familia y de... Lorna. No había sido capaz de pararme y mirarla, no aun, no sabia cual seria mi reacción y prefería esperar, prefería preparas mi mente para verla de esa forma y tener por siempre ese último recuerdo suyo.
Estaba sentada aguantando las lágrimas que llevaba dentro de mi y sentí unos brazos rodearme completamente, no pude ver su rostro pero su aroma me hizo reconocer en un segundo quien era, no me negué a su abrazo ya que en ese momento era algo que necesitaba, y mas si era el a pesar de todo... Necesitaba a Eduardo.
– Todo va a estar bien – susurro en mi oído en medio del abrazo.
– No sin ella – respondí.
El solo me miro y se limito a limpiar mis lágrimas, no se como había llegado ahí y me estaba abrazando. Tampoco entendía como había permitido eso, después de todo el me había herido mas que nadie.
Recibió una llamada y me dejo de nuevo sola, luego de haber reaccionado cambie mi parecer con el de nuevo y demostré indiferencia para que se fuera, no era apropiado que el estuviera ahí después de tanto y llegara abrazarme, menos en ese momento que estaba tan inestable, pero sus brazos por un segundo me hicieron sentir tranquila porque después de todo cuando estábamos juntos el era lo único que me brindaba seguridad.
No me di cuenta en que momento entro un hombre llorando y gritando. Vi como se abalanzaba en el cajón y empezaba a sollozar sobre él, cuando levanto su rostro pude darme cuenta que era su padre, ellos no tuvieron una buena relación ya que el había abandonado la familia por irse con otra mujer.
–Tu – dijo el señalándome y caminando hacia mí – Tu mataste a mi hija, todo es tu culpa – dijo levantando la voz haciendo que todos los que se encontraban en el lugar nos miraran – Si mi hija no hubiera sido tu amiga todo sería diferente, no se como su madre permitió que pasaran tanto tiempo juntas – decía cada palabra con odio y rencor.
– Callate Ricardo – grito Isabel la mamá de Lorna quien había escuchado todo lo que el me decía – tu no sabes nada, no sabes quien es ella así que cállate – esta vez era ella quien gritaba y yo seguía inmóvil sin poder decir nada.
–También es culpa tuya por dejar que fuera amiga de esta delincuente – Dice señalándome.
–No voy a permitir que le hables así y menos cuando dejaste a tu hija sola por tanto tiempo, no seas descarado – dijo dando una sonrisa de decepción – Ella hace mas parte de la familia que tu y no es ninguna delincuente – agregó en mi defensa.
– Entonces ¿como le llamas a esto?– dijo esta vez tomándome del brazo con una fuerza que podía lastimarme.
–No se atreva a tocarme – pude por fin decir – Usted no es nadie, nadie para venir a culparme de algo que me esta mortificando, y menos cuando no estuvo en gran parte de la vida de ella ¿ahora si es el buen padre? ¿cuando ella ya no esta? No sea ridículo señor, yo estuve con ella las veces que lloró en un día del padre, en sus cumpleaños y usted no recordaba ¿y ahora si la quiere? Acá el que no debería estar es usted – dije sacando todo de mi y llorando al final, su reacción fue darme una bofetada.
–Te largas ahora mismo de acá Ricardo – dijo la madre de Lorna – ¿como te atreves a tocarla? Imbécil – dijo abrazándome – te vas o prometo que te sacó a patadas – el no tuvo otra opción que irse sin antes fulminarme con la mirada y en ella diciendo "lo pagarás".
