De Margaritas y Un Amor itali...

By autumn-may

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Tiziano Améndola es un hombre de negocios y padre soltero. Desesperado por encontrar a alguien que cuide de s... More

🌼 Aclaración 🍦
🌼 Sinopsis 🍦
🌼 Prefacio 🍦
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🌼 Epílogo 🍦

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By autumn-may

Alrededor de las nueve de la mañana, Génesis bajó con Stefano, ambos ya vestidos. Lo primero que hizo ella fue prepararle la leche al pequeño, mientras éste jugaba con un mordillo que se llevaba a la boca.

Pronto los dos bajaron y Tiziano se acercó a la joven para intentar decirle algo sin que la otra lo escuchara.

―¿Por qué no le preparas un café? ―le inquirió por lo bajo.

Génesis lo miró con una ceja levantada y casi se descostilla de la risa.

―A ti puede que te lo prepare, pero si ella quiere uno, vas a tener que preparárselo tú. No es mi trabajo prepararle un café a tu noviecita ―le respondió enfatizando las últimas palabras.

―De acuerdo.

Quince minutos después, los dos quedaron a solas y fue ahí cuando volvió a empezar la discusión del perro y la gata.

―Cómo grita tu novia o lo que sea para ti ―le expresó con sorna.

―¿Has escuchado detrás de la puerta? ―preguntó él de manera sarcástica y con una sonrisita.

―Esas cosas se escucharon sin que nadie apoyara la oreja en la puerta, tú y ella fueron dos desubicados. Deja de lado que yo viva contigo, pero estaba tu hijo, ni siquiera tuviste respeto por él.

―A mí me parece que por la manera en cómo me dices las cosas, tú hubieras querido ser mi acompañante.

―No eres lo más bello del mundo. Hay mejores que tú. Lo peor es que tú mismo me dijiste antes que ésta era una casa de familia, cuando yo llegué borracha, ¿y tú qué hiciste? ―le cuestionó enojada―. Te la llevaste a dormir y tuviste sexo con ella sabiendo bien que en el otro dormitorio dormía tu hijo. Más vale que no la hayas dejado embarazada.

―Tú me lo cuidarás también ―le dijo burlonamente.

―Ni se te ocurra ―le contestó de muy mala manera apretando sus dientes y entrecerrando sus ojos―, porque no seré yo quien lo cuide, vine por Stefano, no por otro niño más. Aunque si la pifiaste, ten por seguro que te pediré el cuádruple de sueldo ―le expresó con una sonrisa socarrona de lado.

―Pides mucho para un trabajo tan simple.

―Es lo que valgo, encima de que no dejas que salga con alguien, pues tendría que pedirte aumento de sueldo ―enfatizó.

―¿Fue una indirecta? ―preguntó con burla.

―Puedes ponerle el nombre que quieras ―le dijo con ironía.

―En un contrato de por medio ya firmado no puedes pedir aumento.

―Pasado el año, sí. De todas maneras, me parece que el aumento lo puedes pedir cuando lo creas conveniente.

―¿Ahora lo crees conveniente? ―inquirió con seriedad.

―Puede ser, pero no quiero el aumento, regálame un día de spa ―sugirió pensativa con el dedo índice sobre los labios.

―¿Un día de spa? ¿Y Stefano con quién queda? ―le formuló con seriedad y algo molesto.

―Contigo, puede ser un sábado o un domingo ―contestó con certeza.

―Me estás saliendo demasiado cara pero déjamelo pensar.

―Debo sentirme dichosa entonces, si te salgo cara es porque debo ser mejor que la cosa esa que te llevaste a la cama anoche ―le contestó con ironía.

―Me iré a la oficina, nos vemos luego ―le dijo sin darle importancia a sus palabras.

Por el mediodía, Alejo y Tiziano se encontraron en la oficina de éste último. Mientras que la secretaria les daba un café a cada uno, coqueteaba con el jefe y con Alejo también.

―¿Es con la que llegaste anoche? ―cuestionó con seriedad.

―Sí.

―¿Qué es lo que le viste? ―le preguntó frunciendo el ceño.

―Tiene un cuerpo brutal. Y dirás, que es lo que no le vi anoche.

―¿En serio? ¿Dormiste con ella, estando mi prima también? ―le inquirió estupefacto.

―Fue inevitable.

―Estaba tu hijo también. Hay miles de momentos para tener sexo con alguien y en otros lugares.

―¿Será que no puedo evitarlo? ―le inquirió y se levantó de la silla poniendo sus manos en los bolsillos del pantalón.

―¿Qué no puedes evitar? ―formuló intrigado y con el ceño fruncido.

―Salir y dormir con mujeres. Ninguna me convence y solo las quiero para el rato. Solo hay una que me tiene de las narices y como de su mano, la única que me vuelve loco, que la tengo aquí ―le dijo señalando su cabeza―, desde que la conocí por primera vez.

―Tiziano, nunca has sido así.

―Lo soy desde que tú me... ―intentó terminar lo que decía, pero Alejo se lo negó.

―Eso está fuera de discusión, ya te lo dejé claro. Es prohibida para ti.

―¿A alguien más para ella?

―No pero te dije que aceptaba que ella viniera aquí porque sabía que tú no ibas a tocarle un pelo.

―Y jamás se lo toqué ―le mintió.

―Y espero que mantengas tu palabra. Génesis es como mi hermana menor y no me gustaría que sufriera.

―¿Hace cuánto que nos conocemos?

―Años, más de diez.

―Nunca me has visto tratar mal a una mujer o tener un noviazgo duradero, salvo cuando salía con la madre de Stefano.

―Eso que has dicho es verdad.

―¿Por qué crees que ahora haría lo contrario, más sabiendo que ella es prima tuya y tú mi mejor amigo? Hago lo que hago porque no puedo tener lo que quiero conmigo.

Alejo escuchó las palabras de su mejor amigo y supo que posiblemente él había exagerado un poco en haberle dicho de un principio que Génesis estaba prohibida para él, porque sabía lo gran hombre que era y su prima merecía ser feliz después de las cosas por las que había pasado en su adolescencia.

―Entiendo lo que me dices pero Génesis es bastante más chica que tú y no sabes si luego querrá volver a Buenos Aires.

―Su contrato recién se vence en dos años y en dos años pueden pasar miles de cosas, Alejo. Y ya no es más lo que tú opines ―le expresó mirándolo y negando con la cabeza―, es lo que quizás ella sienta por mí también, yo estoy seguro de lo que siento por tu prima ―le afirmó con total sinceridad.

―Si en verdad sientes algo por ella, primero vas a tener que arreglar las cosas con tu secretaria y luego puede que termine aceptando que te pasan cosas muy fuertes con Génesis.

―Mi secretaria sabe bien que lo que pasó fue solo de una noche, no seguiría con alguien que hasta frente a mí, coquetea con mi mejor amigo o con otros más.

Sin poder evitarlo, Alejo empezó a reírse por lo que Tiziano le había dicho y le siguió éste último también.

―Bueno, en ese caso, está bien ―le formuló su amigo, dando por sentado que aceptaba que sucediera algo entre ellos.

―¿Cuánto tiempo te quedarás? ―le preguntó con intriga.

―Una semana más o menos ―contestó.

―¿Por qué no vienes a quedarte en la casa? Hay cuartos de sobra.

―De acuerdo, cancelaré para hoy la reserva e iré a tu casa. Gracias, hermano.

―No hay de qué.

Para las seis de la tarde, Tiziano llegó a la casa y encontró a su hijo en el gimnasio y mordiendo una de las formitas.

―Hola, hermoso de papá ―le dijo mientras le hacía ruidos con su boca contra la panza y el bebé se reía a carcajadas.

Génesis miraba la escena y anheló con más ansias, ser parte de aquel vínculo. Tuvo que darse la vuelta para que no se le cayera una lágrima. Extrañaba muchas cosas y quería tener una familia propia pero por el momento se conformaba con ser partícipe de aquellos dos hombres. La única familia propia que tenía eran Alejo y sus tíos. Cuando Tiziano se irguió, le dio las buenas tardes a ella y la joven le dijo lo mismo.

―¿Tienes problema en que haya invitado a alguien más para cenar y para que se quede aquí por un tiempo?

―Es tu casa Tiziano, no me preguntes esas cosas.

―Ok. Antes que me olvide, mañana tenía pensado hacer una cena, quería invitar a mis padres y a mi hermana con su familia.

―Tiziano, ¿desde cuándo me preguntas esas cosas? ―formuló con sospecha―. Nunca. Haz lo que quieras, es tu casa ―le volvió a repetir.

―Está bien. Iré a ducharme.

Un cuarto de hora después, la persona invitada por él, se presentó y volvieron a abrazarse. Alejo caminó despacio hacia su prima, quien estaba muy concentrada en terminar de servir la comida en cada plato.

―Hola de nuevo primita.

―Alejo ―le dijo abrazándolo por el cuello cuando él se agachó―. ¿Tú eres la persona que se quedará un tiempo aquí?

―Así es ―le respondió con una sonrisa enorme.

―Me alegra mucho saber que te quedas un tiempito por aquí.

―A mí también ―le dijo con una sonrisa―. ¿Qué estás emplatando?

―Lasaña.

―Me encanta la que tú preparas, la de mi madre es incomible.

―No exageres Alejo, yo la he comido y no es tan mala.

―Sí tú lo dices.

―¿Ya están listos?

―Sí ―le contestó Tiziano sosteniendo a su hijo en brazos.

Su padre lo sentó en la silla de bebé, entre él y Génesis. Mientras que la joven llevaba los platos, Alejo se sentó frente a su prima y éste miró a su amigo por si iba a decirle algo de lo que por el mediodía habían hablado y Tiziano se lo negó con la cabeza.

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